Capitulo 85: ¿Me Odias?
— ¿Estás bien? — Jayden miro a su izquierda. Hades entro a la habitación con una bandeja de comida en mano.
— ¿Que haces aquí? No es lugar para niños — Jayden se incorporo en la cama y Hades se acercó a él.
El niño le dejo la bandeja en la cama y Jayden comenzó a comer bajo la atenta mirada del niño. Su cuerpo se congelo cuando sintió unos dedos tocar su mejilla.
— ¿Duele? — pregunta Hades en un susurro mirando el leve moretón que tenía Jayden en el pómulo de su mejilla.
Jayden negó levemente y tomo la mano del niño acariciándolo con cuidado.
— Está bien. Solo es un golpe — Hades entrecerró los ojos — Tu madre me dió un golpe en aquel dichoso casino, solo espero que hoy no me haga lo mismo. — Hades muerde su labio.
— No te lo dijo, ¿Verdad? — Jayden frunce el ceño.
— ¿Decirme que...?
— Roan firmo unos papeles en tu nombre. —susurra sin mirarlo a los ojos — Por ley, soy tu hijo
— Joder... — susurra Jayden sin creerlo.
Asesinaria a Roan, es más, asesinaria a la estúpida de Lianna. ¿Cómo iba a permitir que Roan usará a su hijo para sus retorcidos planes?
— ¿Hay algo más?— el niño asintió.
— Estamos en Rusia. — Jayden abrió sus ojos con sorpresa — Más bien, Moscú, escuché a Roan hablarlo con Lianna.
— ¿Lianna? — Hades asintió.
Jayden frunció el ceño, sabía que Hades era el hijo de Lianna, pero eso no le sorprendía, le sorprendía el hecho de que el niño se dirigió hacia Lianna por su nombre y no por el apodo de madre. Además, el niño cambiaba su expresión cuando hablaba de Lianna.
— Jamás me quiso como su hijo...— susurra como si hubiese leido los pensamientos del omega, Jayden lo observo. — Ella dice que soy su más grande decepción...no la he llamado madre desde...
— ¿Desde...?
— Desde que me encerro en una habitación llena de cobras. — responde con una pequeña sonrisa irónica. — Solo le dije madre en un evento. Se enfado, no quería que nadie supiera que tenía un hijo, un bastardo. Entonces me encerró en una habitación llena de cobras durante todo un día, hasta que su evento terminó.
— Hades...
— El veneno de cobra es horrible, ¿Lo sabía? Quema o al menos eso sentí yo... — se encoje de hombros.
Jayden se acercó al niño y lo abrazo. Hades se estremecío al sentir los brazos del omega rodearlo.
No estaba acostumbrado a ese tipo de muestras de afecto. Se sentía raro, extraño, jamás lo habían abrazado, no le habían dado una muestra de cariño como Jayden en esos momentos.
— ¿Me odias? — pregunta en un susurró y Jayden lo aparta ligeramente para tomar su rostro en sus manos.
— La odio a ella, lo odio a él — responde —. Pero jamás podría odiarte a tí. — acaricia su mejilla. — Tu no tienes la culpa de nada, Hades. No eres el culpable de los errores de tu madre, ni de las malas decisiones que ella toma, aún no entiendo como esa desgraciada cobra fue capaz de dar a luz a un niño tan bello como tú. — dejo un beso en su frente.
Hades sonrió y lo volvió a abrazar. Jayden sonrió al verlo tomar la iniciativa y abrazarlo.
— ¿Crees poder levantarte? — pregunta Hades separándose con cuidado.
— Aún no estoy seguro. — responde y se baja de la cama poniéndose de pie.
Al momento de dar un paso, sus piernas flaquean y cae al suelo dando un golpe seco, aún así, se vuelve a poner de pie pero está vez apenas es capa de sostenerse antes de volver a caer. Roan entra a la habitación tras oír el golpe seco, se acerca a Jayden y lo toma en brazos llevándolo nuevamente a la cama de aquella habitación.
— Recupera fuerzas que tenemos cosas que hacer, cariño. — dice antes de volver a salir de la habitación.
Jayden se volteo a mirar a Hades, el niño estaba de brazos cruzados, en un rincón de la habitación.
— No me gusta cuando se te acerca.
— A mi tampoco, cariño.
Jayden sigue aturdido, siente calambres en su cuerpo debido a los electroshocks, y unas horas después Lianna lo obliga a asearse, a cambiarse de ropa y a maquillarse.
La rutina es la misma, está vez en vez de ir a casinos, al estar en Moscú, Roan lo lleva a discotecas, de bar en bar; si no esta vendiendo drogas, esta bailando en un tubo metalizado bajo las miradas morbosas de hombres ebrios de todas las edades.
El vago recuerdo de sus hijos hace eco en su cabeza, recordandole que debe salir de ahí.
Solo un poco más.
•••••
N
o tiene idea de cuánto tiempo paso, para ser sinceros, había perdido la cuenta luego de que se hicieron seis meses. El negocio sigue prosperando con Lianna y con el como principales dealers mientras Roan se encarga de la contabilidad y de proveer mas mercancía para todos los locales.
Hay días en los que se desespera y se niega a seguir pero le inyectan quitándome la voluntad.
—¿Porque no te has levantado? —irrumpe el capo en la habitación de Jayden mientras que Hades yace a su lado.
—Me siento mal —se aferra a las sábanas.
Se acerca y posa su dorso sobre su frente.
—Pues temperatura no tienes...
— ¡Estoy cansado! —chillo en su puesto.
—Oh, no te preocupes que tengo la solución para eso, dulzura.
Chasquea sus dedos y es sujetada a por aquellos dos hombres que aborrece que le estiran un brazo.
—No, no, no —su súplica queda en la nada cuando le clavan en sus venas lo que distorsiona su mundo y aligera su cuerpo convirtiendolo en una muñeca de trapo para ellos.
Ha tratado de escapar, de contactarse, pero todos sus esfuerzos terminan con 'terapia' de electroshocks que le causan fuerte dolores de cabeza, musculares y mandibulares, bailar es una tortura después de cada sesión.
También siente náuseas, los ataques de ansiedad que le impiden descansar y tiene períodos de ausencia mental en los que se pierde sin saber que hace ni dónde esta.
Eso le angustia, así que se repitd quien y de donde es, su edad, su profesión, los nombres de sus seres queridos. Varios en especial, pero aún así, cree que es en vano.
—Cassandra Romanova, Aleksei Romanova, Emma Romanova, Ethan Romanov...—se recuerda en voz alta.
Rememora cosas que le gustan y lo que no también, donde vivo y sobre todo quienes son los culpables de que este así, todo esto con el fin de no olvidarse de nada ni de nadie ya que con cada descarga sientd que le van a ocasionar amnesia y no sabe por cuanto tiempo más su cerebro pueda aguantar ya que es un zombie que ha empezado a hacer las cosas por inercia.
Hace ejercicios mentales que lo ayuden pero estoy demasiado fundido, ya no protesta, ya no se rehusa a hacer lo que le piden queriendo tener un asomo de algo que le diga que su familia está por encontrarlo para avivar las esperanzas que poco a poco esta perdiendo.
—¿Por qué lo odias? —le pregunto a Lianna mientras está lo maquilla. Ella le mira incrédula, y se encoje de hombros.
— Pasa más tiempo contigo...— dice Lianna y Jayden asintió.
—Es perfecto, ese niño es...perfecto — susurra Jayden— Es gentil, pero a la vez fuerte. Sus pequeños abrazos me dan consuelo por la noche, es una pena que no lo sepas valorar, porque ese niño... Ese niño se merece el mundo.
Con mucho esfuerzo recuerda cada detalle de sus hijos, de sus fuerzas a seguir.
— La primera palabra de mis hijos fue...
Se callo inseguro de la repuesta que parece haberse borrado de su mente y se cuestiona que si ya olvido eso
¿Cuántas cosas habra olvidado ya?
—¿Fue mamá? —lo toma desprevenido la pregunta de la pelinegra.
—Si, fue eso — Lianna rueda los ojos. —¿Cómo terminaste aquí? —inquiere.
— En un arranque de celos busqué a Roan y le conté todo, lo de tu vida perfecta con Aleksander, lo tuyo con la orden...
La maldijo para sus adentros.
—Le pedí que nos vengáramos de ti —confiesa —nos tomamos nuestro tiempo, pero ya estas aquí así que...
—Estarás contenta, ahora ambos estamos aquí.
—Habla por ti, yo me puedo ir cuando se me de la gana.
—Ilusa...
— Iluso tú que pensaste que tu intento de familia feliz con Aleksander te duraría para siempre.
—Al menos yo si tuve ese intento...
Los días pasan y su mente juega en contra con visiones que no controla como cuando en pleno baile uno de los hombres que se le acerca se transforma en Aleksander, se quedo pasmado y se le termino echando encima llorando como niño.
—¿Pero que haces? —le devuelve a la realidad Roan.
Lo aparta y lo vuelve a encerrar hasta que se recompone, quiere ser fuerte pero todo lo esta superando y su única motivación esta desapareciendo poco a poco de su cerebro.
—Déjame ir por favor... — suplico.
—¿Y adonde vas a ir, muñeca? —le responde estrechandolo en sus brazos —aquí es donde tienes que estar. — Jayden negó, quebrándose.
—¡No tienes a nadie más, entiéndelo! —lo toma del mentón obligándolo a mirarlo — ¡nadie te está esperando allí afuera!
Le da un brusco empujón y se echo en la cama.
•••••
Realmente ya no tiene idea de cuánto tiempo paso y ya no sólo baila y vendo estupefacientes sino que también se encarga de uno que otros varios stands de apuestas donde le obligan a estafar a los participantes.
Las corrientizas se han reducido al igual que sus fuerzas para intentar escapar, sigue con los ejercicios pero ya no sabe que tan útiles estén siendo porque cree que ha olvidado cosas y hasta personas, las inyecciones tampoco han sido necesarias ya que ha obedecido a todo lo que le han dicho.
Lianna se ha convertido en su compañera de tragos cuando terminan de trabajar, le enseña más sobre el negocio lo que no le agrada mucho, se siente una basura haciendo eso, pero ella dice que es lo que ha hecho siempre.
— Solo bastó una vez, sabes —arrastra las palabras ebria — Él estaba perdidamente enamorado de tí.
—¿Qué? — pregunta confundido dejando su trago trago de vodka.
—El ya te conocía, y cuando fue a terminar su relación conmigo —se le quiebra la voz —dijo tu maldito nombre cuando lo hicimos.
Le recrimina, pero no entiende nada.
— ¿De quién hablas?
Lianna lo mira confundida.
—De Aleksander.
—¿Quién es? —su nombre retumba en su mente, pero no sabe porque.
—Él — saca un teléfono y le muestra su foto.
Al mirar al hombre enternado con hermosos azules como un cortocircuito los recuerdos vuelven a su mente.
La boda, las confesiones, los niños y las lágrimas se escapan de sus ojos al darse cuenta que si siguen con los electroshocks los terminara olvidando para siempre. No quiere hacerlo.
—Pero no llores — le limpia las lágrimas con violencia. — ¿Quieres otro trago?
Asiente como si le hubieran propuesto el mejor juego de su vida con las ganas acumuladas que tenía de golpearla a ella y al capo ya que por su culpa he estado tiempo lejos de los que ama pero el gusto no se le da porque Roan los interrumpe alegando que es hora de irse.
Hasta el día de hoy le siguen tapando los ojos para llevarlo a su cuarto y son pocas las horas que lo dejan dormir, ya que se levantan abruptamente para arreglarse como siempre.
—Mi amor, nos vamos de viaje —le informa Roan.
Se percato que hay una jeringa que sobresale en su bolsillo, supone que la pensaba usar en caso de rehusarse a ir con él.
—Esta bien —le dejo claro que no piensa oponerse.momento
Hace el amago de maquillarse para tomar una brocha, se porto seductor con él hasta el punto de besarlo y acariciarlo cosa que aprovecho para intercambiar la inyección por el mango de la brocha calibrando el peso y con disimulo la guardo en la franja de su busto.
—Hasta que te dignas en tratarme como me lo merezco, creo que ya están haciendo efecto las terapias. — Le fingió una sonrisa.
En todo ese tiempo le a obligado a todo menos a estar con él alegando que no quiere que sea a la fuerza sino que él mismo se lo pida pero se quedara con las ganas.
Nunca pasará.
Lo llevan con los ojos vendados hacia una camioneta y al llegar le vuelven a quitar las vendas lo que es una tirita para sus ojos.
Bajan en un aeropuerto privado que parece estar abandonado.
Se suben a una avioneta privada y su cerebro está tan frito como para hacer cálculos de tiempo así que no sabe cuanto dura el viaje, pero si sabe que fue corto.
Aterrizan en una villa, el sol ya empieza subir la temperatura sofocandolo.
—¿Donde estamos? — le pregunta al idiota que le ofrece su mano para bajarse.
— Bienvenida a Hall, dulzura, parte de mi... —hace una pausa —nuestro territorio — se corrige el capo.
Abajo los esperan unas camionetas negras blindadas en las que terminan subiendo y su cuerpo agradece el aire acondicionado.
— Dependerá de como te desenvuelvas aquí tu futuro como mi esposo—le advierte —dejarás de exhibirte y tomarás las riendas del negocio junto conmigo.
Asiente robándole un beso en la boca bajo las miradas de desaprobación de sus hombres.
Llegan a una especie de casa montañera moderna, entran y reconoce a los hombres que los esperan uno en especial, un antiguo miembro de la orden, sabe quien es porque lo ha visto en los casinos pero nunca han hemos cruzado palabras o eso cree.
—Señores, magnífico día para hacer negocios ¿no creen? — Saluda Roan y todos se levantan de sus asientos.
—Creí que la habías superado —se acerca el antiguo miembro de la orden.
— ¿Que te puedo decir? — lo toma de la cintura y lo lleva contra él — Soy irresistible porque él que volvió a mi fue él ¿o no?
—Por supuesto — se le engancho a su brazo.
Se reúnen en una sala y no entiende mucho de lo que hablan, le cuesta mantener la concentración sin embargo finge interés en lo que dicen, finge estar de acuerdo con todo lo Roan propone mientras les sirve trago como si no tuvierar pies y manos los desgraciados.
El día se les va allí y lo único que capta es que quieren que entrene a unas chicas para vender drogas en distinta áreas cercanas a la ciudad.
Sueñen, malditos.
—Lo hiciste muy bien, buen chico —lo felicita el capo y le sonrio en automático.
Casi anocheciendo se disponen a irse, espera que los guardaespaldas se suben al carro, arma la estrategia para usar su as bajo la manga.
—Roan —Lo llamo cuando se le adelanta.
—Entonces, dulzura ¿Listo para que seamos los reyes de Las Vegas? —le dice ofreciéndole su mano.
La tomo sonriéndole, saco la inyección mientras deja una beso en su dorso, la destapo rápidamente con la boca.
— ¡Jamás! — se la clavo fugazmente en la clavícula inyectandolo.
Se queda estupefacto mirándolo con una ira destellando de sus ojos.
Cae al suelo y los guardaespaldas se alertan pero el ya esta corriendo, las piedras del camino lastimaban sus pies pero ni siquiera para quitárselos quiere parar. Se adentro en lo que parece ser un bosque seco, busco un camino o una dirección a la que aferrarse, estaba en Moscu, no muy lejos de primorks, no muy lejos de la casa de su abuelo, abajo de un risco al que llego vislumbro otra casa montañera e intento bajar pero su tobillo se dobla haciéndolo rodar.
Los golpes contra las rocas amenazan con partirle el cráneo, el ardor de su piel raspándose es insoportable, siente que algo entra por su boca y nariz dificultando la respiración.
Cuando llega al final y su cuerpo se detiene solo ve dos piernas embotadas que se apresuran a auxiliarlo antes de desfallecer.
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