Capitulo 83: Dos leones y una gacela
— Hoy por la noche habrá un show, pero necesito a un omega más, ya sèa hombre o mujer para que baile delante de unos invitados muy importantes.— dice Daniel tomando un trago de whisky de su vaso.
—¿Y Guiliana? — inquiere Roan mirando a su socio.
— Mi hija no es una cualquiera, Roan. Además, Guiliana está en Londres, no volverá hasta dentro de unos meses. —explica Daniel.
— Mhm. Te propongo algo mejor. — Daniel frunce el ceño. — ¿Alguna vez has visto el show de dos leones y una gacela?
—¿Dos leones y una gacela? — inquiere confundido — ¿A que te refieres?
Él rubio sonríe y entrelaza sus manos apoyando su mentón en ellas.
— En una bodega tengo cautivo a un omega, encantador y atractivo —sonríe —. Ahora mismo tiene más de tres jeringas con droga, seguramente ya se las habrá acabado. Tengo planeado enviar a dos hombres, para que lo entretengan un rato — dice con una sonrisa.
— ¿Otro de tus experimentos? — Roan ensancha su sonrisa.
— Efectivamente. — se inclina — Llamalos, que vengan a disfrutar del show. La bodega tiene cinco ventanillas que muestran una perfecta y clara vista al interior de la bodega.
— ¿Que estás pretendiendo, Roan? — frunce el ceño Daniel.
— Ponerlo a prueba. Quiero ver si una parte del omega sigue alerta. Creeme, Daniel, será entretenido. — el rubio sonríe mientras que el castaño negó.
— Bien. Los llamaré, mejor que no me hagas perder el tiempo, Borges. — dice Daniel y se pone de pie extendiendole la mano.
— Te aseguro que no te arrepentirás. — responde el rubio estrechando su mano.
Roan estaba seguro que iba a ser entretenido. En estos días, tras la perdida de Kilian, Jayden había sufrido varias recaídas, además de la abstinencia que sentía cuando el no le daba su dosis diaria de droga. Cómo castigo por no haber protegido a Kilian, por no haberse dado cuenta de que el niño sufría del corazón, Roan lo encerró en una bodega, con seis jeringas de droga a su alcance. Disfrutaba de verlo lloriquear por la droga cuando su cuerpo rogaba por ello.
Jayden sufría de temblores, sintiendo la necesidad de inyectarse cada vez que su cuerpo lo necesitaba. Había perdido la noción del tiempo que llevaba en aquel lugar, aún así, podía sentir el olor desagradable de aquella bodega, dónde Roan normalmente torturaba a las personas.
Esta recostado en el colchón roto y fino que hay en aquella bodega, está perdido, mirando a la nada con una expresión fantasmal en su rostro demacrado y gsolpeado. Puede oír pasos a la distancia, al igual que voces, pero su mente no es capaz de ponerse en alerta, al contrario mira hacia arriba fijando su atencion en aquella baja luz que cuelga del techo.
Se escuchan voces a la distancia, pero el castaño sigue ajeno a los sonidos mientras continúa mirando el techo de gastado del lugar. La droga lo dominaba, se había apoderado de casi todo su cuerpo incluso la claridad de su mente era confusa, cualquier persona que lo viera en ese momento pensaria que es un caso perdido, mas bien, que era el Jayden del pasado, aquel joven de catorce años adicto a la cocaina.
Ajeno al mundo, Jayden no se da cuenta cuando entran dos hombres a la bodega cerrando la puerta tras ellos, eran dos hombres que apestaban a alcohol, pero mas asco daba cuando este se mezclaba con el sudor. No fue hasta que uno de ellos soltó una risa, que Jayden se dió cuenta que no estaba solo. Aún con la mente perdida, se incorpora en el fino colchón quedandose sentado, ignorandolos Jayden siente la necesidad de inyectarse nuevamente, pero uno de los hombres se acerca a él, arrebatándole la última jeringa que le quedaba.
Jayden hace una mueca de desagrado, pero uno de ellos lo toma del cabello fuertemente y lo levanta de la cama sin ejercer mucho esfuerzo para golpear su rostro contra la rugoroza pared de piedra, dando su cabeza contra la pared dos veces dejandolo mas confundido de lo que esta, dejando que un fino hilo de sangre se deslice de su cabeza hasta su rostro.
Pero cuando los hombres comienzan a desabrochar sus cinturones y camisas, una parte de Jayden se pone en alerta, rápidamente se pone de pie algo tambaleante, pero eso no le importaba.
— ¡A mí nadie va a violarme! — grita con rabia mirando a los dos hombres frente a él.
Era como si una parte de él había vuelto a la lucidez, por más mínimo que sea.
Él ya había pasado por eso incontables veces. Cómo también había pasado por mucho como para volver a pasar por semejante humillación. Estaba débil, perdido, e incluso confundido, apenas podía mantenerse de pie, pero la rabia e ira que sentia en ese momento, le daba la suficiente fuerza para esquivar el primer golpe del primero y patearle en la cara al segundo.
Podía torturarlo, podían matarlo a golpes, e incluso drogarlo pero no iba a permitir que abusaran de él.
Era una pelea inútil, ridícula, pues, no tenía nada con que defenderse, esa habitación estaba vacia además de él colchón y una mesa pequeña de cristal no había nada más, ni siquiera un simple objeto con el cual defenderse de los dos hombres delante de él. En ese momento solo tenía su rabia, ira y la práctica en entrenamientos que obtuvo tras volverse esposo de Aleksander.
Esquiva los puños, y patadas de los hombres, mientras que lanza codazos, patadas, defendiendose con uñas y dientes. Jayden está sorprendido, apesar de estar drogado y apenas lucido, puede mantenerse de pie y usar sus reflejos para esquivar los golpes y evitar que uno de ellos se le acerque.
En medio de la pelea, puede escuchar aplausos y gritos, es en ese momento que se da cuenta de las ventanillas a su alrededor, las cuales muestran su reflejo y el de sus dos atacantes, pero al mismo tiempo las que le permiten oír los gritos y aplausos de las personas. Pero al distraerse, al darse cuenta de que estaba siendo observado, baja la guardia.
Dos puños impactan brutalmente contra su rostro llenandole la boca de sangre, haciéndole sentir el sabor metálico en su boca. Rápidamente esquiva el tercer puñetazo y le da una patada en la entrepierna al segundo, al mismo tiempo que lo golpea dandole puñetazos, patadas y mordiendole el hombro con fuerza hasta arrancar un pedazo de piel. Jayden escupe deshaciéndose de la sangre que había en su boca y del pedazo de piel que había arrancándo con dientes. Tras dos puñetazos más, logra dejar inconsciente al segundo, el cual era el más pequeño y fornido de los dos.
Aun asi, antes de siquiera poder reaccionar y voltear, el más grande corre hacia él, abalanzandose sobre él, lo que provoca que caiga sobre el suelo, al mismo tiempo que el hombre le arranca la ropa dejando su pecho desnudo.
Las fuerzas se le acaban, ya no quiere moverse, solo quiere descansar. Aún no sabe cómo es que no se murio por un ataque al corazón, tal vez por la droga que entraba en su sistema o tal vez porque todavía no debía morir. Sea cuál sea la razón, estaba agotado. Él escalofrío vuelve recorriendo todo su cuerpo, y la ira junto con la rabia que antes sentia ahora se volvió un cúmulo de llanto el cual desencadena aquellas lágrimas que se deslizan por sus mejillas al verse de manera tan vulnerable.
El primer hombre lo toma con fuerza del cabello lanzandolo al suelo con más fuerza, se le sube encima y comienza a tocar su cuerpo de una mamera desagradable, manera que a Jayden solo le causa asco y náuseas. Sentir los toques de aquel hombre había sido la gota que derramo el vaso, quiere patalear, golpearlo y sacarselo de encima, pero esta demasiado cansando, demasiado herido, y demasiado dolido con la vida.
A su abusador no le importa que su mundo se caiga a pedazos, que se esté ahogando en el vacío que existe dentro de él, porque su victimario sabe a lo que va y sabe que no se ira sin obtenerlo. Nuevamente lo sostiene del cabello y está vez estampa su cabeza contra el pequeña mesa de cristal que hay en aquella asquerosa bodega, mientras que el omega puede oir el ruido del cristal romperse y los gritos y aplausos de los espectadores.
Su rostro arde, al igual que parte de su cuerpo, su mirada se dirige hacia sus brazos, puede ver la sangre en ellos, al igual que siente algo tibio deslizarse por su rostro, en ese momento no sabe donde comienza ni donde terminan sus heridas. Su abusador lo da vuelta, esta vez apoyándose sobre él, la perdida de sangre lo tiene mareado, tanto que las fuerzas de su cuerpo han desaparecido.
— Finalmente eres mío.
Esas palabras le dieron ganas de vomitar. Ya había pasado por eso, y tardado más de dos años en intentar dejar esos asquerosos recuerdos atrás.
«Mama...»
«Jayden...»
La voz de Aleksander y sus hijos hizo eco en su cabeza. No podía darse por vencido, tenía una familia, y él volvería con su familia. Una mínima parte de él se puso en alerta, y su mano se deslizó hasta tocar un pedazo de cristal, lo suficientemente grande como para causar daño. Mientras aquel hombre tocaba su cuerpo, Jayden aprovecho el momento en dónde levanto su rostro e incrustó el cristal en el cuello del hombre.
Su abusador se apartó, llevando sus manos hacia su cuello intentando parar la sangre que salía de su yugular, Jayden se puso de pie con las pocas fuerzas que le quedaban y agarro el pedazo de madera de aquella mesa de cristal, tenía la intención de matar a golpes al hombre pero este solo lo miro mientras se desangraba. La mirada del omega paso al segundo, el cual había despertado y lo miraba con una ira sorprendente.
El segundo corrió hacia él, pero antes e poder tirarse sobre Jayden, este lo golpeó fuertemente con la madera tirandolo al suelo, Jayden se acercó y comenzó a golpearlo con la madera en manos, estaba cegado por el dolor, la ira y la rabia, nada le importaba ni siquiera la sangre que salpicaba su rostro, la sangre que habia alrededor del hombre cuando Jayden le destrozó el rostro.
No sé detuvo hasta que su cuerpo se quedó sin fuerzas, hasta que sus manos se sintieron débiles y dolieron. Él castaño soltó el trozo de madera ensangrentada y retrocedió, poniendo los pies nuevamente en la realidad y observando a su alrededor. El ruido ensordecedor de los aplausos y vitores le demostró que había ganado, que había sobrevivo a dos desgraciados pero que al mismo tiempo su sufrimiento y su intento de sobrevivir habia sido un espectáculo para quien sabe quien.
Nuevamente un grupo de hombres entraron, está vez no para hacerle daño sino para llevarse los cuerpos moribundos de los dos hombres que intentaron abusar de él.
Cuando la puerta fue cerrada nuevamente Jayden cayó de rodillas sobre el frío suelo, dejando que las lágrimas corrieran por su rostro, sintiendo rabia de haber sido un juego, sintiendo la impotencia de poder ser más fuerte y el dolor de ser tratado como un pedazo de carne.
— Sometelo. — Roan miro a la mujer a su lado.
— Ya ha sido sometido a drogas. — responde el rubio y la mujer niega.
— No. No es suficiente. Debes destruirlo, debes hacer que olvide todo. — dice mirándo a través del cristal.
— ¿Y como pretendes que haga eso? — inquiere con cierto toque de molestia.
— Electroshocks. — lo mira y sonríe — En vez de una vez por semana, hazlo tres veces.
— Quieres causarle perdida de memoria. — ella sonríe.
— Exactamente. — se acerca a él y se sienta en las piernas del rubio — Oh, vamos, Roan. Tu sabes perfectamente que si Jayden olvida todo, no hay nada que impida que lo vuelvas tu esposo. — beso su cuello — Solo será someterlo un poco más a una sesión terapéutica. — Roan aparta a la mujer de él y la mira.
Sabía que tenía razón. Necesitaba que Jayden olvidará todo, de ese modo podría volverlo su esposo, y además de ser dueño de Jayden prácticamente todo lo que le pertenecía a Jayden sería de él. Y si Jayden olvidaba todo, no habría nadie ni nada que le impidiera hacer que Jayden firmara ciertos papeles que le daban todo lo que Aleksander puso a su nombre.
— Bien. — dijo finalmente y ella sonrío — Pero solo tres sesiones por semana. No más, quiero que olvide todo, no matarlo. — ella blanqueó los ojos pero asintió — Y una cosa más. — ella lo miro expectante. — Hades.
— ¿Que hay con él?
— Quedará bajo la custodia de Jayden. — ella apretó la mandíbula.
— ¿Quieres que un bastardo crié al error de mi hijo? — Roan asintió — Jayden tiene cuatro hijos, Roan. Cassandra, Aleksei, Ethan y Emma, sea lo que sea que tenga Jayden, se divide entre ellos cuatro.
— Pero si mueren y Hades es el hijo legal de Jayden, le corresponde todo. — ella soltó una risa.
— ¿Que te hace creer que él firmara? — pregunta divertida.
— Ya firmó una vez y fallo. Puede hacerlo nuevamente.
— ¿Y que te hace creer que lo hará? ¿Lo amenazaras con asesinar a mi hijo, así como hiciste con el tuyo? — Roan la toma del mentón.
— Ten cuidado con lo que dices, a menos que quieras perder tu lengua, preciosa. — advierte sosteniendo su mentón con fuerza.
— Hades no querrá hacerlo.
— Pues convence al bastardo de tu hijo, ese niño con tal de obtener una simple muestra de cariño de tu parte es capaz hasta de matar. — Suelta su mentón con brusquedad haciéndola a un lado. — Tienes veinticuatro horas, o lo haces tu, o lo hago yo. Lárgate de mi vista.
Ella se apresura a irse de aquella habitación, dejando a Roan solo. Él rubio se pone de pie y camina hacia el vidrio observando como el omega seguía de rodillas llorando y gritando. Roan sonrió al verlo tan vulnerable frente a él y tocó el botón que se encontraba al lado de la ventana, lo que le permitia hablar.
— Lo lograste. Sobreviviste, cariño.
Jayden sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al oír la voz de Roan nuevamente. Miro hacia la ventanilla de donde provenía aquella desagradable voz.
— ¡Déjame salir! — le gritó mientras daba golpes al vidrio blindado.
— Oh cariño. No te desesperes.
— ¡Abre la puerta! ¡Abre la maldita puerta! — grito mientras seguía dandole golpes al cristal.
Roan lo observó del otro lado con una sonrisa en su rostro, disfrutando de ver la desesperación en el rostro del castaño.
— ¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta! — grito mientras las lágrimas comenzaban a caer. — ¡Déjame salir! ¡Roan! — sus palpitaciones estaban comenzando a acelerarse, al mismo tiempo que sentía los temblores en su cuerpo, necesitaba inyectarse. — ¡Déjame salir, joder! — lloro — ¡¿Por qué me haces esto, joder?! ¡Me arruinaste la vida!
— Todo lo hago por nosotros.
— ¡Hablo en serio! ¡Déjame salir! — grito aún mas al sentir temblores aún mas fuertes — ¡Te odio Roan Borges! ¡¿Me oíste?! ¡Te odio! ¡Y te odiare hasta el día de mi muerte! — Jayden se deslizó hasta que su cuerpo tocó el suelo, aferrándose a sus piernas — No puedes hacerme esto, no me hagas esto...abre la puerta, Roan. Abre la puerta.
Jayden sintió su cuerpo debilitarse, su alrededor comenzó a verse borroso y luego de unos segundos, se sumio en la oscuridad, quedando inconsciente.
Solo quería volver el tiempo atrás. Quería dormir y jamás despertar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top