Capitulo 80: Voy a casarme
Aleksander no podía sacarse la imagen del bailarín de la cabeza.
Durante dos meses seguidos había ido constantemente al club buscándolo, pero todas las veces que iba jamás lo encontraba.
Había algo en aquel joven que había despertado su atención. Esos ojos, eran esos condenados ojos lo que lo volvían loco.
Incluso durante las reuniones que tenía con jefes de familias y líder de organizaciones, él estaba absorto en sus pensamientos.
— ¿Considera casarse?
Aleksander hizo a un lado todos sus pensamientos al oír aquella pregunta. Miro a la persona que había preguntado tal cosa.
— ¿Que ha dicho? — el alfa se recargó sobre la mesa observandolo seriamente.
— Que si planea casarse de nuevo, señor. — repite — Comprendemos que aún sigue de luto por la perdida de el matriarca de la villa, pero, ¿No ha considerado volverse a casar?
— Señor Daniel...
— Piénselo amigos. — Daniel se recargó sobre su asiento — La villa y sobretodo el Imperio Romanov necesitan a un omega para mantener el orden.
— ¿Pretendes que me case?
— Mi señor, si usted hubiese formado un harén en primer lugar, esto no estaría siendo una preocupación.
— ¿Y con quién pretende que me case, señor Daniel? ¿Con su sobrina? — pregunta sarcástico
— ¿O tal vez con mi hija? — responde de igual manera.
Aleksander entrecerró sus ojos.
No tenía pensado casarse con Guiliana. Aquella joven no le daba buena espina por una razón que desconocía
— Mi hija es un buen partido, educada, refinada, y sobretodas las cosas, amable. Además, señor Romanov, ¿Dónde encontrara a una mujer que desee criar los hijos de otro? Mi hija es perfecta.
— Para un padre una hija siempre será perfecta — dice Gabriel y mira a Aleksander — Sea cuál sea su decisión, lo que importa son sus hijos.
Aleksander sabía porque lo decia. En cuestión de meses, Cassandra había conquistado no solo el corazón de Damien, sino de la familia de este, apesar de que ambos jóvenes se habían comprometido para librar de sus obligaciones al otro, habían desarrollado un vínculo, dónde ambos se apoyaban, cuidaban e incluso hablaban con los miembros de la familia del otro. Gabriel le había tomado cariño a la joven e incluso la consideraba parte de su familia.
Ademas, Cassandra se rehusaba a tener otra madre. Para ella, la única madre que tenía y siempre tendrá sería Jayden. Y no quería que una mujer o un omega llegara a sus vidas a intentar ocupar ese lugar.
— Si considera casarse...
— Esto es suficiente. — Aleksander se pone de pie. — No quiero que se vuelva a hablar de este tema.
— Pero señor Romanov....
— El cuerpo de mi esposo aún no se enfría, mis hijos siguen dolidos e heridos por tal acontecimiento ¿Y ustedes quieren que me case?
— Romanov...
— La junta ha llegado a su fin. No quiero oir nada de esto. — sin decir más, los hombres se pusieron de pie y salieron de la sala de juntas.
Cuando todos se fueron, Aleksander soltó un resoplido y volvió a tomar asiento, recargandose contra él asiento mientras que recostaba su cabeza sobre su mano masajeando su cien.
— Aleksander. — el albino miro a su hermana. Alyra asomo la cabeza por la puerta de la sala — Guiliana está aquí.
— ¿Que? ¿Aquí? — Alyra asiente.
Maldición.
Daniel realmente no perdía el tiempo.
No le basto con sacar el tema del matrimonio, sino que también envío a su hija.
— Ha pedido verte. ¿Deseas recibirla? Tu y yo conocemos las intenciones de Guiliana. Si deseas puedo decirle que no estás, se que desde Jayden...— apreto los labios — Bueno... Se que no quieres saber nada sobre una relación.
A la albina no le simpátizaba aquella mujer y tenía sus motivos, a simple vista Guiliana parecía la mujer perfecta, pero si la veías más de cerca, era un lobo vestido con piel de cordero.
— Esta bien. — Aleksander se pone de pie — Yo me haré cargo de ella. — Alyra asintió.
El alfa deja un beso en la frente de su hermana y salió de la sala de juntas. Efectivamente Giuliana estaba allí, tenía puesto un vestido color celeste pastel, unos zapatos blancos y su cabello recogido en un rodete.
Verla vestida de esa forma, fugazmente lo hizo recordar a Jayden; su esposo adoraba usar colores pasteles, especialmente el celeste y blanco, más en sus camisones de encaje, los cuales resaltaban todo atributo de su cuerpo.
Guiliana sonrió creyendo que había cautivado al alfa al venir vestida de esa manera sin saber que solo había provocado un deja vu en el albino.
— Señorita Smith, ¿A qué se debe su visita? — cuestiona el albino saliendo de su trance y cruzándose de brazos.
— Deseo hablar contigo. — para Aleksander no paso por desapercibido el tono coqueto de la mujer.
— Podemos hablar en mi despacho. — Aleksander la guio hacia el despacho.
Al entrar, Guiliana tomo asiento. Aleksander suspiro pues aquella mujer le había indicado que no se iría hasta que él la escuchará.
— Muy bien. ¿Que quieres hablar conmigo? — pregunta recargandose en su asiento.
— Quiero casarme contigo.
Aleksander soltó un carcajada ante las palabras de la mujer. Guiliana debía estar demente al pedirle algo así. Además, si él deseaba volver a casarse estaba seguro de que ella no sería con quién deseara casarse.
— ¿Perdiste la razon? Guiliana no me casare contigo. Ni ahora ni nunca. — ella frunció el ceño.
— Por favor, Aleksander. Dejame casarme contigo, permíteme ser tu esposa.
— No. Yo tengo un esposo y su nombre...
— ¡Él está muerto! — exclamó poniéndose de poe — ¿Es que no entiendes? Jayden Ivanov está muerto, tu y tus hijos sufren día a día. ¿No xrees que los niños necesitan una madre?
— Tienen una madre.
— Pero no con vida. — Aleksander apretó la mandíbula.
— Guiliana no me...
— Un año. — murmuró. — Solo un año, piénsalo Aleksander. Si te casas conmigo los del consejo dejarán de presionarte, además, tus hijos más pequeños necesitan una madre.
— No creo...
— Él ya no volverá.
Aquellas palabras fueron un golpe a la realidad del alfa. Y era cierto, Jayden ya no volvería, pero era eso lo que le aterraba.
— Al menos escucha mi propuesta. — Aleksander la miro y asíntio.
Al cabo de media hora, Guiliana salió del despacho llevándose un pequeño susto al ver a la joven de cabello castaño recargada sobre la pared de brazos cruzados y una mirada de querer asesinarla. Pero aún así la mujer le sonrío con arrogancia y se esfumó de su vista.
Cassandra entro al despacho de su padre, dónde Aleksander estaba recostado en el sillón mientras que con una mano sostenía su cabeza.
— ¿Que hacía esa mujer aquí? — Aleksander abrió sus ojos y observó a su hija.
— Esa mujer, señorita. Tiene nombre.
— Mmh. Bien, entonces, ¿Que hacia la señora Araña aquí? — pregunta cruzándose de brazos.
— Cassandra...— advirtió Aleksander pero la niña levanto una ceja expectante. — Solo vino a hablar de negocios.
— ¿Y desde cuándo querer meterse en tu cama se comenzó a llamar negócios? — pregunta sarcástica.
— ¿Hay algo que desees decirme, Cassie? — inquiere Aleksander observando a su hija.
— Escuché la conversación de ustedes dos. — reveló. — Deberías aprender a cerrar la puerta, padre. Ademas, la araña tampoco disimulo su alegría cuando aceptaste.
— Cassie... — Aleksander se puso de pie, rodeo la mesa e intento acercarse a la castaña Pero está retrocedió.
— Solo han pasado dos años...— susurro y Aleksander pudo ver el dolor en esos grandes ojos color miel. — ¿Tan rápido te olvidaste de mamá?
—Jamás olvidaré a tu madre, Cassandra —dijo Aleksander, su voz firme pero llena de tristeza—. Jayden siempre estará en mi corazón.
—No te creo —replicó Cassandra, dando un paso atrás—. Si de verdad lo recordaras, no dejarías que esa mujer intentara ocupar su lugar.
—Hago todo lo que está a mi alcance para protegerlos a ti y a tus hermanos. Estoy haciendo lo mejor que puedo. ¿Qué es lo que quieres de mí? —gritó.
—¡Quiero a mi madre! —gritó Cassandra con lágrimas en los ojos.
La confesión de su hija resonó en la habitación, y el silencio que siguió fue abrumador. Aleksander sintió que su corazón se rompía al ver el dolor en el rostro de su niña.
—Cassie, yo... —comenzó a decir, pero las palabras se le atascaban en la garganta.
Cassandra soltó un suspiro tembloroso y se enjugó las lágrimas con el dorso de la mano.
—. Sé que estás tratando de hacer lo mejor para nosotros, pero no permitas que Guiliana se meta en nuestras vidas. Los mellizos pueden necesitar una madre, incluso Aleksei, pero nosotros ya tenemos madre y su nombre es Jayden Romanov.
Aleksander se quedó en silencio, sintiendo culpabilidad ante las palabras de su niña amada.
—Cassie, sé que esto es difícil, y sé que extrañas a tu madre. Pero quiero que sepas que todo lo que hago es por ustedes.
—Entonces, por favor, no te cases con Guiliana —pidió Cassandra, su voz llena de emoción—. Si lo haces, espero que no te arrepientas, porque nunca podrá reemplazar a mamá. — la castaña dió media vuelta y salió del despacho de su padre.
— ¡Cassie, regresa! ¡Cassandra! — grito el albino llamando a su hija, la cual lo ignoro y siguió su camino.
Aleksander soltó un resoplido y volvió a tomar asiento.
Lo había jodido.
Y prueba de eso estaba en su hija. Aquella niña le había mostrado su error.
Error que a las horas llegó a los oidos de todos, desde los habitantes de la villa hasta los miembros de su familia. No estaba de más decir, que a nadie le había gustado la idea de Aleksander casándose con alguien más, pues, a ninguno le simpátizaba Guiliana.
Cuando se pudo librar de las críticas de su familia, el albino fue hacia el cementerio, pero especialmente hacia una tumba en particular. Su corazón se encogió al ver que estaba a solo unos pasos de llegar a su destino.
Apretó con fuerza el ramo de flores blancas y celeste que tenia en su mano, eran las flores favoritas de su esposo. El aire fresco de la mañana acariciaba su rostro mientras su mirada permanecía fija en la tumba que había visitado tantas veces antes. Se arrodilló lentamente frente a la lápida, sintiendo el peso en su corazón.
Con manos temblorosas, Aleksander depositó las flores sobre la tumba y cerró los ojos por un momento, reuniendo el valor para hablar.
— Hola, amor, — comenzó, su voz apenas un susurro. — He venido a contarte algo importante. — añadio mirando el retrato de su esposo, Jayden tenía una radiante sonrisa en su rostro.
Era una pena que esa sonrisa solo se volverían a ver en fotografías.
— Yo...voy a...— las palabras se atascaron en su garganta, incluso parecía que su lengua se había enredado en su boca.
Soltó un sonoro suspiro y cerró sus ojos con fuerza antes de abrirlos nuevamente y ver el retrato de su esposo.
— Voy a casarme. — dijo finalmente — Su nombre es Guiliana Smith, ella es buena, amable, educada, y creo que podría ser una buena madre para nuestros hijos.— comento intentando sonreír, pero su sonrisa se esfumo a los segundos.
Era ridículo. Completamente ridículo.
— Ella es... Joder. ¿A quien engaño? Ella no es nada de eso..— susurro mirando la lápida —. Ella jamás sería como tú. Peor aún, no eres tú. Dioses...— despeinó su cabello con frustración.
Guiliana no le llegaba ni a los talones. ¿Pero que podía hacer? Ethan y Emma necesitaban una figura materna, al igual que Aleksei y Cassandra, además, Aleksander no quería que su hija intentará hacerse responsable de sus hermanos.
Sabía que Cassandra no la aceptaría, mucho menos Aleksei, y está bien. Él puede lidiar con eso. Incluso si sus hijos lo odian, también puede lidiar con eso.
Miro nuevamente el retrato de su esposo y negó levemente.
— Perdóname. Perdóname, amor. — Hizo una pausa y su voz se quebró mientras continuaba.— Se que sueno débil, pero realmente he tratado de seguir adelante, de ser fuerte por nuestros cachorros, pero me arrepiento tanto... me arrepiento de no haber respondido esa llamada. De no haber llegado a tiempo para salvarte. — un nudo de formo en su garganta.
La imagen de Jayden cayendo desde el acantilado, ver como su cabeza daba contra las rocas y el río se lo llevaba fue un dolor desgarrador en su corazón.
— Pero quiero que sepas que nadie, jamás, ocupará tu lugar. Siempre serás el amor de mi vida.
Aleksander se inclinó hacia la lápida, apoyando su frente en el frío mármol.
— Espero que puedas perdonarme, amor mío.
El tan ansiado día de la boda había llegado y con ella el desagrado de los integrantes de la familia Romanov. Y no solo la familia, sino, que varios miembros de la villa estaban en desacuerdo, pues, para ellos solo tenían una Luna, un matriarca y era Jayden Ivanov.
Los preparativos de la boda habíanu sido bastante rápidos. Mas de lo que la familia Romanov hubiese deseado.
Ahora mismo, todos se estaban preparando para la gran boda, boda de la que mucha gente está disconforme.
— Eres una tonta. — dijo molesta Guiliana cuando Zinnia le trajo el ramo de rosas rojas. — He pedido rosas blancas, no rojas.
— Señorita, usted pidió...— la joven guardo silencio cuando Guiliana la golpeó con el ramo de rosas.
— ¡Estúpida! ¡¿Cómo te atreves a contradecirme?! — grito molesta abofetenandola. — ¡Eres una insolente que no sabe hacer bien su trabajo! ¡No eres más que una prostituta que le abre las piernas a su jefe!
— ¡Tenga cuidado como me habla! — grito Zinnia molesta. Aquella mujer había agotado su paciencia.
Si, era cierto que en esos últimos años habían incontables rumores sobre ella y Kaiden, rumores que se habían encargado de tacharla de prostituta y que por esa razón las personas que no la conocen piensan que abriendo sus piernas es como mantiene su puesto.
— ¡Ten cuidado tú! ¡En unas horas seré la señora de esta casa! ¡Bastarda buena para nada!
— ¡Usted...!
Guiliana volvió a abofetearla, esta vez provocando que el labio de Zinnia sangrara. La joven llevo sus dedos hacia su labio e hizo una mueca ante el sabor metálico en su boca.
— ¡Desgraciada! — exclamó histérica Guiliana — ¿Cómo te atreves a siquiera responderme? Te he ordenado rosas blancas, no rojas, ¿No sabes que no quiero ningún color que haya usado Jayden Ivanov?— inquiere molesta — Que les quede claro a todos ustedes que a partir de este momento, la señora de esta casa soy yo.— las sirvientas que se encontraban ayudándola a vestirse guardaron silencio.
— Usted no es la señora de la casa, usted no tiene derecho a darnos órdenes.
— ¡Maldita!
Zinnia cerro sus ojos esperando recibir la bofetada de Guiliana, pero la bofetada jamas llego. Al abrir sus ojos, se encontró con un brazo de tez blanca con una pulsera de oro y rubies.
— ¿Quien te crees que eres para abofetear a una sirvienta? — habla Cassandra molesta sosteniendo la mano de Guiliana. — ¿Quien te crees que eres para insultar al personal? ¿Quien te crees que eres para gritar y humillar a una persona? — pregunta molesta la castaña soltando con brusquedad el brazo de Guiliana.
Se volteo a ver a Zinnia, y examinó su rostro, la doncella de su madre tenía una de sus mejillas rojas.
— Ve a lavar tu rostro. — susurro Cassandra. — Y pon algo sobre esa mejilla.
— Pero...
— Estoy segura que Guiliana puede ir a buscar sus propias flores. — la nombrada abrió su boca indignada. Zinnia asíntio y salió del cuarto.
Cassandra se volteo a ver a la futura esposa de su padre y se cruzó de brazos. Guiliana miro desde la cabeza a los pies a la castaña y se sintió furiosa.
En las invitaciones había prohibido estrictamente el color rojo, pues, el color rojo era un color que había usado Jayden Ivanov cuando se casó con Aleksander, y Guiliana no quería siquiera una similitud con aquel omega.
Pero la joven frente a ella al parecer no lo había entendido, Cassandra tenía el cabello recogido en un rodete elegante y bien peinado con unas hebillas de rubí, también tenía un vestido rojo con apertura en la pierna izquierda, un vestido ceñido al cuerpo que resaltaba cada atributo de su cuerpo, sin mencionar la joyería de rubi y labios color rojo pasión.
Ella realmente le estaba llevando la contraria.
— Insolente. ¿Cómo te atreves a vestirte de esa manera? — Cassandra sonrió.
— Me visto como quiero. — responde
— Que irrespetuosa. Ten cuidado como me hablas, mocosa. Que en unas seré tu madre.
— Jamás serás mi madre. — dice sería — Ten cuidado tú. ¿Te crees que por ser la prometida de mi padre puedes tratar de esa manera a la gente del personal?
—Esa sirvienta no es mas que una prostituta que abre sus piernas para obtener lo que desea.
— ¿Te estás describiendo? Por qué creo que si. A comparación de ti, Zinnia hace las cosas con honor. Ella no espero a que mi madre muriera para meterse a la cama de mi padre como tú...
— Mocosa...No voy a permitir que me hables de ese modo, ¿Escuchaste? — Guiliana levantó su mano para abofetearla pero Cassandra la detuvo.
— No te atrevas a ponerme una mano encima o te puede ir muy mal. — amenazó Cassandra.
Pero Guiliana no iba a permitir que una niña, además de bastarda, viniera decirle como hacer las cosas, así que con su otra mano libre, abofeteo a la castaña.
Guiliana sonrió, pero esa sonrisa de esfumo rápidamente cuando Cassandra correspondio el golpe, abofeteandola no una vez, sino dos.
— ¡En tu vida vuelvas a levantarme la mano! ¡¿Entendiste?! — exclama molesta Cassandra.
— ¿Ah sí? No me digas ¿Te crees mucho por ser una princesita, verdad?
— No, no, no. — Cassandra sonrió — No es porqué sea una princesita, ¡Sino porque soy Cassandra Romanova Ivanovich y a mi me respetas!
Guiliana no sabía que decir. Había querido darle una lección a esa niña, humillarla, pero al parecer las cosas terminaron siendo otra cosa. Había sido ella quien terminó humillada por las palabras de una niña de quince años.
— Es hora. — Gael entro a la habitación y observó a Guiliana y a su sobrina. — ¿Está todo bien? — inquiere el albino cruzándose de brazos.
— Perfecto. — sonrió Guiliana y salió de la habitación.
Gael observó a su sobrina, Cassandra blanqueó los ojos y se acercó a su tío.
— Creo que mi mano necesita hielo. Jamás creí que matar a una araña fuera tan difícil. — Gael suelta una risa ante las palabras de su sobrina y deja un beso sobre su frente.
— No te preocupes, a la próxima le damos con el zapato. — Cassandra negó divertida y se colgó del brazo de su tío.
Ambos fueron hacia el salón de la mansión donde sería llevado a cabo la ceremonia matrimonial. Cassandra solo esperaba que su padre recapacitara a último momento y cancelar todo.
En cuestión de minutos todos estaban en sus respectivos asientos. Había varios incorpores y molestos al ver como Guiliana entraba al salón y caminaba hacia Aleksander.
Por otro lado, solo la familia de la novia se alegraba, pues, al casarse con Aleksander Romanov no solo aseguraba más poder, sino que también riquezas, pues, no había persona en el mundo que no supiera que los Romanov eran millonarios, más la fortuna que heredaría Cassandra Romanova los volvía billonarios, o al menos a la castaña.
El sacerdote levanta sus manos, solicitando silencio, y comienza a hablar.
— Estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a Aleksander Romanov y Guiliana Smith en sagrado matrimonio. Este es un vínculo de amor y compromiso, un viaje que ambos han decidido emprender juntos. Que este día sea testigo del inicio de una nueva vida llena de felicidad y comprensión. — Aleksander nego levemente.
Ya había pasado por eso. Y apesar de que su compromiso con Jayden no se había realizado con amor, estaba seguro que ya tenía sentimientos encontrados con respecto a Jayden, sentimientos que habían florecido cuando lo vio por primera vez debajo de ese velo.
Guiliana miro a Aleksander, pero el alfa no la miraba, no siquiera presionaba sus manos como ella lo hacía en un vago intento de llamar su atención. Ella estaba segura que el albino pensaba en el idiota de Jayden, y no en el hermoso momento que estaban viviendo.
— El matrimonio es un acto de fe, de confianza, y es también una promesa de cuidar el uno del otro en los días por venir. — nadie estaba feliz con esa unión.
No era lo que esperaban. No era lo que querían.
Cassandra apretó la mano de Damien, el joven la miro y vio el dolor reflejado en la mirada de su prometida.
Aleksei solo esquivo la mirada. No deseaba ver a su padre casarse con otra persona que no sentía ni una pizca de amor por ellos.
— Ahora, como parte de esta ceremonia, debemos dar la oportunidad a todos aquí presentes para que hablen si hay alguna razón por la cual esta unión no deba llevarse a cabo.— Aleksander observó a los presentes.
Era idiota la esperanza y pensamiento que había pasado por su cabeza, al igual que absurdo.
— Si alguien se opone, que hable ahora o calle para siempre.
Estaba hecho.
Guiliana sería su esposa.
«Jayden... perdóname»
— Entonces los declaro...
Las palabras del hombre se perdieron en el aire cuando las puertas de la sala se abren de golpe.
— ¡Yo me opongo!
Aleksander voltea rápidamente hacia la puerta. Y no está de más decir, que su corazón se detuvo.
— ¡Aleksander Romanov está casado y es conmigo!
— Jayden...
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