Capitulo 66: Heredera
Jayden mordió su labio por el nerviosismo. Aleksander al ver como su esposo mordía su labio y jugaba nerviosamente con sus manos, puso su mano sobre las de su Omega. Jayden volteo su rostro hacia su esposo y suspiro al sentir los labios de su esposo sobre el dorso de su mano.
Era una de las formas de Aleksander para reconfortarlo. Tal vez para algunos no era un gran acto de cariño, pero para Jayden eso era más que suficiente.
— Señor Jayden Romanov. — la pareja se levantó al oír que llamaban al omega.
— La doctora los espera en el consultorio — informo la secretaria. — Permítame llevarlos. — Jayden asintió y caminaron detrás de la secretaria siendo llevados al consultorio.
Al entrar, fueron recibidos por una alegre doctora. La mujer se puso de pie, sonriente.
— Bienvenidos. Tomen asiento, por favor. — pidió señalando los asientos frente al escritorio, indicandoles que tomaran asiento. — ¿Cómo has estado Jayden? ¿Algún malestar o dolor? — El omega negó.
— No he tenido ningún dolor. Solamente náuseas matutinas. — la doctora asintió. — Y he tenido muchos antojos de pastel de chocolate.
— Eso es bueno. Pero también debes preocupar alimentarte bien, y comer saludable, eso haría un poco más fácil tu embarazo. — él asintió. Y la doctora volteo a ver al alfa de cabello albino. — También, es mi deber recordarle sobre los actos maritales. — las mejillas del omega se tiñeron de rojo — Con tu estado actual, es inevitable que te sientas excitado en algunas ocasiones. No me refiero a que este mal querer satisfacer sus necesidades, pero solamente te sugiero que tengas cuidado. ¿Está bien?
Jayden asintió y observó a su esposo, Aleksander también asintió, ante las palabras de la doctora.
— Muy bien. Ahora veamos cómo están esos bebes — dijo la mujer poniéndose de pie. — Ya sabes cómo es, ponte cómodo en la camilla y levanta tu ropa hasta dejar al descubierto tu abdomen. — el omega hizo exactamente lo que la doctora le ordenó.
Aleksander se puso a su lado, sosteniendo la mano de su esposo. La doctora no sabía quien estaba más nervioso en ese momento, si era el omega que miraba la pantalla con atención y lágrimas en sus ojos, o era el alfa que tenía una sonrisa boba en su rostro.
— Muy bien, aquí vamos — dice la doctora terminando de poner el gel sobre el un poco abultado vientre del omega y pasando el aparato sobre su piel. — Aquí hay uno, o una — señala y Aleksander cree que podría morir de felicidad en cualquier momento. — Y aquí hay otro, o otra — sonríe la doctora moviendo el aparato. — Estás son sus cabecitas, estás de aquí sus manitas, y sus piernitas.
Los ojos de Jayden se llenan de lágrimas al ver a sus dos bebés. Es imposible ocultar la sonrisa de felicidad que se dibujo en su rostro.
Jamás se había sentido tal feliz como en ese momento. El alfa también está feliz, para Aleksander fue casi imposible intentar de evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas por la felicidad y emoción que estaba sintiendo en ese momento..
—Mira, mi amor, ahí están nuestros bebés —susurró Aleksander con la voz temblorosa por la emoción.
—Son tan pequeños —dijo Jayden, apenas conteniendo las lágrimas—. No puedo creer que estén aquí, dentro de mí.
La doctora continuó moviendo el aparato, mostrando más detalles de los pequeños cuerpos en formación.
—¿Pueden ver esto? —dijo la doctora, señalando la pantalla—. Aquí se pueden ver sus corazones latiendo. ¿Desean que escuchemos sus latidos por un momento? — la pareja asintió con euforia. La doctora sonrió y subió el volumen en el monitor.
El sonido rítmico y rápido de los corazones llenó la habitación, una sinfonía de vida que alegro aún más a la familia.
El sonido de sus corazones latiendo, se había vuelto la nueva melodía favorita de Aleksander.
—Es... es increíble —murmuró Jayden, apretando la mano de Aleksander—. No sabía que podía sentir tanto amor por alguien que aún no he conocido.
Aleksander besó suavemente la frente de Jayden.
—Yo tampoco. Pero ya los amo más de lo que jamás imaginé posible —respondió Aleksander, con los ojos brillantes por las lágrimas. La doctora sonrió al ver la reacción de la pareja.
—Todo parece estar en perfecto estado. Los dos están creciendo bien y se ven saludables. Tienen mucha suerte de tenerse el uno al otro y a estos dos pequeños en camino.
Jayden no pudo evitar sollozar suavemente, pero esta vez, eran lágrimas de pura felicidad.
— Puedes limpiarte. — le dijo la mujer apagando el monitor y tendiendole una servilleta al omega — Iré a imprimir la ecografía.
—Gracias, doctora —dijo Aleksander, su voz firme aunque sus ojos no podían ocultar su emoción—. Gracias por todo.
—Es un placer ser parte de este momento tan especial —respondió la doctora —. Ahora, quiero que continúen cuidándose y sigan todas las indicaciones. Y no duden en contactarme si tienen cualquier duda o preocupación.
—Lo haremos —aseguró Jayden, limpiándose las lágrimas y sonriendo ampliamente.
La mujer asintió y salió del consultorio para imprimir la imagen de los bebés. A los minutos, volvió a entrar y les entrego el sobre junto con unas instrucciones de como debía cuidarse.
Jayden y Aleksander habían salido del consultorio más feliz que nunca. Ningúno podía dejar de ver la ecografía de los bebés. El albino le abrió la puerta del coche a su esposo, y Jayden sonrió antes de subir.
Aleksander permaneció afuera unos minutos, dándole instrucciones al grupo de guardaespaldas que estába detrás de ellos. Mientras el alfa estaba fuera, el teléfono del omega comenzó a sonar.
— ¿Diga?
— ¿Y bien? ¿Que te han dicho? ¿Tú y los bebés están bien? — una pequeña sonrisa apareció en los labios del omega al oír la voz de Francisco.
— Estamos perfectamente — responde — Hoy pudimos escuchar sus pequeños latidos, fue lo más hermoso que oí.
— ¿Pudimos? ¿Fuiste acompañado de alguien?
— Mhm. Mi esposo regreso de Alemania hace unos días, hoy, él fue el que me acompaño a la cita con la doctora.
— Eso es bueno. Muy bueno.
Ambos guardaron silencio por un momento. Jayden soltó un suspiro.
— Tu....¿Tuviste algo que ver?
— Jayden, si quieres preguntar algo, entonces hazlo sin rodeos. — el omega suspiro.
— ¿Tuviste algo que ver con que los alemanes firmarán el trato?
Silencio. Y más silencio.
Jayden estaba por retractarse. Tal vez había sacado conclusiones muy rápidamente.
— Disculpa, yo...
— Si.
— ¿Que has dicho? — pregunta nuevamente sin asimilarlo, creyendo que había oido ma.
— He dicho que sí. Si tuve que ver con el trato que tenía tu esposo con los Alemanes.
— ¿Porqué? — pregunta y en ese momento el albino entro al coche. — No entiendo. — Aleksander frunció el ceño y Jayden negó levemente restándole importancia.
— Por qué...Dioses. Cuando recibiste su llamada, cuando ví tu tristeza al estar lejos de él, pense en tu padre. Cometí errores con tu padre, causándole sufrimiento, debo admitir que me negué a aceptar la relación que tenía con tu madre. A veces pienso que si, no me hubiera interpuesto en la relación de tus padres, tal vez nada de lo que sufriste hubiese sucedido. — Jayden mordió su labio. — No podía dejar que eso pasara, así que intervine.
— Gracias...— musitó. — Te lo agradezco mucho.
— No es nada. Yo...— Jayden escucho un suspiro del otro lado de la línea — ¿Crees que puedas venir? Hay algo que deseo decirte. Algo que no puedo decírtelo por teléfono. — Jayden miro a su esposo.
— Si, creo que puedo ir.
— Está bien. Entonces te esperó.
— Si.
— Cuídate. — Jayden apartó el teléfono de su oido cuando la llamada se cortó. Miro su teléfono en manos por unos segundos antes de mirar a su esposo.
— ¿Estás bien, cariño? — pregunta Aleksander con un leve tono de preocupación en su voz, Jayden asintió.
— ¿Te gustaría conocer a alguien? — el omega frunce el ceño.
— ¿A quien...?
— Mi abuelo — dice rápidamente. — Quiero que conozcas a mi abuelo.
Jayden bajó del coche con la ayuda de Aleksander. Ambos se quedaron de pie, observando la gran mansión a unos pasos delante de ellos.
—¿Es aquí? —preguntó Aleksander, mirando a Jayden.
Jayden asintió, con una leve sonrisa en el rostro.
—Sí, es aquí. —Hubo una pausa antes de que Aleksander volviera a hablar.
—¿Ya habías venido aquí antes?
—Lo hice —admitió Jayden, recordando la mañana en que se enfrentó a su abuelo. —El mismo día que volviste, antes de que llegarás, vine aquí a hablar con él.
Aleksander lo miró con interés.
—¿De qué hablaron?
—Lo sabrás pronto. Vamos, entremos.
Caminaron hacia la entrada, donde los mismos guardaespaldas que estaban presentes aquel día los esperaban. Jayden les ofreció una leve sonrisa y los guardaespaldas se hicieron a un lado, permitiéndoles el paso. Al entrar a la mansión, una muchacha de la servidumbre los guió hacia el salón.
—No tenía idea de que tu abuelo se encontraba en Rusia —dijo Aleksander, mientras Jayden se sostenía de su brazo.
—Yo tampoco lo sabía. Cuando recibí su llamada, me sorprendió. Lo último que sabía era que estaba en España, pero cuando me dijo que viviría un tiempo en Rusia, fue imposible no venir a hablar con él.
Antes de que pudieran continuar, una voz profunda interrumpió la conversación.
—Jayden.
La pareja se volteó y vio a Francisco, que sonreía al ver nuevamente a su nieto.
—Viniste.
Jayden se apartó de su esposo y se acercó a su abuelo. Esta vez fue el omega quien dio el primer paso y lo abrazó.
—Te dije que vendría —murmuró Jayden.
Francisco se quedó quieto por unos segundos, sin poder creer que su nieto lo había abrazado, pero al caer en cuenta de la situación, rápidamente lo abrazó de vuelta.
—Me alegra que lo hayas hecho —murmuró Francisco con voz ronca.
Luego de unos minutos, ambos se separaron.
—Abuelo, te presento a mi esposo, Aleksander Romanov, líder de la mafia Negra —dijo Jayden con orgullo.
Aleksander se acercó y extendió su mano.
—Es un gusto conocerlo, señor Ivanov.
Francisco asintió y estrechó la mano del albino.
—Lo mismo digo, Romanov.
Jayden sonrió feliz y se acercó a su esposo, volviendo a sostenerse de su brazo. Aleksander le dio una media sonrisa y depositó un beso en su frente. Aquella escena confirmó una de las tantas sospechas que tenía Francisco sobre el albino.
—Por teléfono dijiste que querías hablar de algo importante, ¿qué sucede? —preguntó Jayden.
Francisco hizo una seña para que fueran a la sala. Cuando llegaron, el alfa mayor tomó asiento en uno de los sillones individuales, mientras que la pareja se acomodó en uno de los sillones largos de la sala, frente a él.
—La razón por la que te he llamado es para hablar sobre tu hija — dijo Francisco.
Aleksander y Jayden fruncieron el ceño al unísono.
—¿Se refiere a Cassandra? —preguntó Aleksander.
Francisco asintió.
—Sí, es sobre ella.
— ¿Que es lo que sucede con mi hija?
—Quiero nombrarla mi heredera.
Heredera.
Esas palabras hicieron eco en la mente de Jayden. Su niña, su querida hija... ¿Heredera?
—¿Tu heredera? —preguntó Aleksander, incrédulo. —¿Por qué? ¿Por qué querrías eso?
—Concuerdo con mi esposo. ¿Por qué ese repentino deseo de hacer a nuestra hija tu heredera? —inquirió Jayden.
Francisco soltó un suspiro, acomodándose en su asiento.
—Estoy viejo, Jayden. No sé cuánto tiempo más viviré. Según las reglas de la familia, la persona que debe heredar el título de líder de la mafia española, el BOSS, debe ser un alfa. Pero el único alfa que quedaba murió.
—¿Te refieres a...?
—Ares —terminó Francisco. —Ares era el heredero perfecto, él que debía de heredar todo, pero lamentablemente, eso ya no es posible. Estaba dispuesto a cambiar las reglas y nombrarte a ti como heredero. Hubieras sido el primer omega en manejarlo todo. Pero estás casado, tienes una familia, y estás esperando mellizos. Ya eres dueño de una mafia, una que manejas con tu esposo.
—Abuelo... —Jayden comenzó, pero Francisco levantó una mano para detenerlo.
—Déjame terminar. Sé que tu hijo más joven, Aleksei, ocupará el lugar de líder de la organización más adelante. Él es heredero por derecho y tradición, pero no Cassandra. Entonces, le cederé mi título, mi riqueza y todo lo que poseo a ella.
Jayden y Aleksander se miraron.
—¿No crees que la cuestionarán? Una mujer, una omega siendo tu heredera, ¿crees que lo aceptarán? —preguntó Jayden.
—No importa lo que los demás piensen. Solo importa lo que ustedes piensen. Ella será la primera mujer omega en ocupar el título de líder de la mafia española. En vez de llamarla BOSS, la llamarán Queen, porque eso es lo que será. No se preocupen, me encargaré de que esa niña tenga el mundo a sus pies. Y estoy seguro de que es capaz de hacerlo.
Jayden apretó la mano de su esposo. La idea de que su hija se convirtiera en líder le emocionaba, porque nadie se atrevería a humillarla, pero también le daba miedo.
—Además, si ustedes están de acuerdo, el día de la fiesta que celebraré en unas semanas, anunciaré a todos que ella será mi heredera e inmediatamente ocupará el título de princesa de Borbón.
—¿Princesa de Borbón? ¿Es eso posible? —preguntó Jayden, sorprendido.
—Claro que es posible. Nuestra familia ha tenido relaciones con familias monarcas de varios países durante años. A mí se me ofreció el título de duque una vez, pero lo rechacé. En cambio, a tu tía se le confirió el título de princesa de Borbón. Ahora que ella no está, creo que sería lo correcto que Cassandra ocupe ese puesto. — Francisco se veía feliz mientras explicaba. —Por favor, cumplan el deseo de este viejo alfa y acepten mi propuesta.
Jayden miró a su esposo. Aleksander soltó un suspiro y asintió lentamente.
—Está bien —dijo Aleksander, mirando a Francisco. —Aceptamos tu propuesta. A partir de este momento, nuestra hija será tu heredera.
Heredera.
Cassandra Romanova pasaba de ser la hija de los líderes de la mafia negra a heredera del imperio Ivanovich, futura señora de la mafia española, princesa de Borbón, la joya rusa, y sobre todo, futura BOSS de la mafia española. La primera en muchas, pero muchas décadas.
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