Capitulo 65: Mellizos

— ¡Mama! — Jayden sonrió cuando al entrar en la mansión fue recibido por su pequeño niño. Aleksei se abalanzó a los brazos de su madre.

— Mi pequeño guerrero — el omega depósito un beso en la frente de su hijo pequeño, al niño se le iluminaron los ojos

Para Aleksei Romanov, su madre era la joya más hermosa, sobretodo cuando le sonreía o le decía dulces palabras. Sentir los tiernos besos en la mejilla o en la frente, era lo mejor, más si su madre acariciaba su cabello.

No obstante, todos podían ver la adoración que tenía el niño pequeño ante su madre. Si le daban a elegir, el niño claramente elegiría al omega de cabello castaño y ojos azules, sin importar que se pareciera a Aleksander.

Pero Cassandra, esa niña sería capaz de convocar al mismo diablo si a su padre le llegaban a hacer algo.

Aleksei Romanov, era el niño de mama.
Mientras que Cassandra Romanova era la niña de papá. Y estaba claro a quien prefería cada niño.

— ¿Dónde está tu hermana?— pregunta Jayden buscando a su hija.

— Ella esta molesta. Está en su cuarto. No quiere hablar conmigo — el niño se cruza de brazos, enfadado por la actitud de su hermana.

— ¿Sabes que sucedió para que se molestará? — Aleksei se encogió de hombros.

Jayden soltó un suspiro y depósito un último beso en la frente de hijo, antes de enviarlo a buscar galletas y un vaso de leche. El niño corrió hacia el salón buscando a su abuela, para que la mujer lo ayudara. Jayden se volteo hacia las escaleras y se dirige hacia la habitación de su hija.

Ahora ambos niños tenían sus propias habitaciones, al principio había sido difícil separarlos, pues, dormían juntos desde que Aleksei era un recién nacido.

Jayden dió pequeños golpes en la puerta de su hija, y cuando oyo el "adelante" se adentro a la habitación. Cuando entro a la habitación, al omega se le encongio el corazón.

Su niña querida estaba sobre la cama, con la espalda pegada a la pared, al mismo tiempo que abrazaba sus rodillas y escondía su rostro en sus brazos, observando la nada.

Jayden cerro la puerta de la habitación y se acercó a su hija, tomando asiento en el borde de la cama.

— Cassy, ¿Está todo bien? — la niña miro a su madre y asintió. — Entiendo si no deseas hablar, como también entiendo si no quieres responder a mi pregunta. — Jayden le dió una pequeña sonrisa — A pesar de que eres una niña, eres madura para tu edad, y sobretodo sigues experimentando los sentimientos y emociones que ciertas cosas provocan.— Jayden toma la mano de su hija con delicadeza.

— Mamá...

— Si no quieres hablar, entonces no hables. Si quieres llorar, entonces hazlo. A fin de cuentas, eres una niña. — la niña soltó un leve sollozo y se abalanzó a los brazos de su madre. — está bien, cariño. Está bien.

— No mamá...no lo está — Jayden acarició el cabello castaño de Cassandra — Matthew se ira mamá...se va al ejército.

Jayden sonrió al oír las palabras de su hija. Había temido que alguien le hiciera algo. Pero el llanto y enojo de su hija se debían al cariño y vínculo de amistad que tenía con el niño de cabello negro. Pero aún asi, no iba a negar que el oír a su hija llorar le dolía.

— No quiero que se vaya mamá...— Jayden se apartó suavemente de su hija y tomó su rostro entre sus manos.

— Mi dulce niña — Jayden limpió las lágrimas saladas de su hija con sus pulgares. — Entiendo que no quieras que Matthew se vaya, tu y él se conocen desde pequeños. Pero debes entenderlo, así como tú eres la hija de los líderes, él es el hijo del jefe de seguridad.

— Pero...

— ¿Tu quieres que Matthew sea tu guardaespaldas? — ella asintió. — Para ser tu guardaespaldas Matthew tiene que hacer servicio militar, o también unirse a la marina. Es así como lo decidió su padre, cariño. Matthew ira al ejército para poder ser el día de mañana el mejor guardaespaldas para tí.

— Pero yo no quiero que se vaya...

— Lo se, pequeña. — acaricio su mejilla con suavidad — Pero tampoco puedes evitarlo. No te enojes con él, mi niña.

— Señorita...— Jayden miro hacia la puerta, Matthew estaba en el marco de la puerta.

El omega dejo un beso sobre la frente de su hija y se puso de pie, Matthew hizo una leve inclinación ante el omega.

— Tranquilo. Solo está triste — susurro el Omega cuando paso al lado del niño y le dió una pequeña sonrisa.

Cuando Jayden abandono la habitación de su hija, el joven de catorce se acercó a la castaña. Cassandra lo ignoro, volviendo a esconder su rostro en sus piernas y brazos. Matthew soltó un suspiro y tomo asiento al lado de la joven.

— Volvere. Volveré en unos años, Schmetterling. — Cassandra lo observó.

— Pero no quiero que te vayas...

— Tampoco quiero irme. Pero es lo mejor. — el sostuvo su mano con delicadeza — Volveré, Cassy. Y seré tu guardaespaldas. — ella negó. — Quiero ser tu primero, Schmetterling.

— ¿Mi primero? ¿Mi primero de que? ¿De amistad? — el pulgar del niño limpia la lágrima bajo los hermosos ojos miel de la niña.

— En todo, Schmetterling.

Entonces también quiero ser tu primera — ella sonríe — Prometelo.

— Lo prometo.

Los ojos del niño se abrieron como platos cuando la castaña lo abrazo. Matthew se quedó quieto, sin saber si corresponder al abrazo de la niña estaría bien. El tomar su mano, era algo que tenía permitido, pero ya había roto varias reglas al limpiar las lágrimas de la hija de los líderes, sobretodo al mantener una relación que fuera amistad.

Su padre le había dicho que se mantenga alejado de Cassandra, que solo se apegue al deber, al deber de trabajar y de ser el mejor guardaespaldas. Solo que era imposible, era imposible no seguirle la corriente a esa niña exasperante e insistente que iba detrás suyo, niña que hacia locuras, niña que disfrutada de irritarlo y pelear con él en el campo de entrenamiento.

— Tienes que volver. Y cuando vuelvas, tu serás mi primer guardaespaldas. — ella se separó de Matthew. — Y cuando nos comprometamos...

Schmetterling, no nos vamos a comprometer.

— Quiero un anillo del tamaño de mi puño — continua hablando ignorando al niño y mostrando su puño.

— Sigue soñando.

— Y cuando nos casemos.

— Loca. No nos vamos a casar.

— Quiero una casa grande, más grande que está. — continúa.

— ¿Y de donde voy a sacar dinero para eso? — habla irritado el joven y ella sonríe.

— Pensé que habías dicho que no nos íbamos a casar. — Matthew voltea los ojos.

— Efectivamente. — ella se cruza de brazos. — No podremos porque estaré en prisión por robar un banco para pagar por ese inútil anillo del tamaño de tu puño que tanto quieres.

Ella sonrío. Y por alguna razón, esa sonrisa le agrado al niño.

Eran niños.

Una niña de doce años. Y un niño de catorce. Eran jefa y sirviente. La millonaria y el guardaespaldas. Y a pesar de que esas promesas eran de niños pequeños, niños que consideran las cosas un juego. Muy en el fondo, hay algo en ellos que le dictan lo contrario.


Jayden se removió al sentir unas caricias sobre su rostro. Se hizo a un lado, dándole la espalda, pensando que había sido su mente jugandole una  mala pasada. O eso creyó hasta que sintió unos besos en su cuello y hombro.

Abrió sus ojos rápidamente y se volteo a ver a la persona que se atrevió a ponerle una mano encima.

— Buenas noches, amor mío.

Los ojos del omega se llenaron de lágrimas al ver al alfa albino frente a él. Jayden se abalanzó hacia los brazos de su esposo.

— Volviste. Finalmente volviste. — sonrió el Omega y observó a su esposo. — ¿Pero...no habías dicho dos meses? — Aleksander dejo un corto beso en los labios de su omega.

— Si, o al menos eso creí. Sorprendentemente, los alemanes firmaron el tratado de alianza. — explica y Jayden frunce el ceño — Esa misma carita que tienes tú, la tenía yo cuando los alemanes recibieron una llamada y dijeron que estaban de acuerdo. Apenas firmamos el trato nos apresuramos a volver. — aclara acariciando la mejilla de su esposo.

Jayden tenía un presentimiento con respecto a eso. Pero en ese momento no me hizo caso, al contrario, volvió a abrazar a su esposo y a dejar besos por todo su rostro.

— No tienes idea de cuánto te extrañe. — susurro el Omega y Aleksander sonrió.

En un rápido movimiento el alfa lo dió vuelta, quedando de ese modo Jayden a horcadas sobre él, con Aleksander contra el respaldo de la cama y con las manos en las delicadas caderas de su esposo, caderas que amaba tocar y acariciar.

— No sabes la falta que me has hecho. — Aleksander sonrió y comenzó a dejar besos en el cuello de su omega. Jayden soltó un leve gemido cuando su esposo besaba la marca en su cuello.

— Debemos hablar...— murmura el omega soltando un gemido cuando su esposo comienza frotarse contra él.

Aleksander soltó un gruñido antes de esconder su rostro en el cuello del menor, le fascinaba el aroma a vainilla que desprendía su omega. Los besos del albino cesaron al percibir un toque de leche en el aroma de su omega, volvió a oler la zona unas cuantas veces mas para verificar.

— ¿Corazón?

— ¿Uhm?

— Estás comenzando a oler diferente. — Jayden sonrió.

— ¿De verdad? — Aleksander asintió.

— Hueles a leche. — el alfa se aparto del cuello de su omega para observarlo. La radiante sonrisa en los labios de su omega lo hizo caer en cuenta la realidad. — ¿Estás....?

— Pensé que jamás te darías cuenta — soltó una pequeña risa.

— ¡Joder! — exclamó el alfa y volteo a su omega comenzando a repartir besos por todo su rostro, provocando su risa. — ¿Porqué no me dijiste antes? ¿Te hice daño? ¿Estás bien? ¿Fui muy brusco? — Jayden negó divertido.

— Estamos bien, amor. — Jayden sostuvo su rostro con ambas manos. — Quería que tú dieras cuenta.

— Sabes que me hubiese dado cuenta en cualquier momento, cariño.

— Ya se. ¿Huelo bien? — Aleksander acaricio su mejilla.

— Si, pero algo intenso. — respondió el alfa y depósito un beso en los labios de su omega. — ¿Tú y el bebé están bien?

— Si cariño, los bebés y yo estamos bien.

La cara del alfa fue inolvidable. Jayden soltó otra risa al ver la cara de shock de su esposo.

— ¿Bebés? ¿Eso quiere decir que tendremos dos? — Jayden asintio.

— La doctora dice que son mellizos.

— ¡Dioses! ¡Seremos padres! — grito el alfa eufórico — ¡Mellizos mi amor! ¡Mellizos!

Jayden soltó un risa ante la emoción de su esposo. El omega se movió en la cama hasta llegar al mueble al lado de la cama, Aleksander lo miro con el ceño fruncido, Jayden agarro el pequeño sobre y se lo dio a su esposo.

El albino saco la pequeña foto de aquel sobre, y Jayden jamás creyó que la sonrisa de su esposo podría ser más grande.

— Esto...

— Son nuestros hijos, mi amor. Nuestros bebés — el omega sostuvo la mano de su esposo y la puso sobre su vientre.

— Dios... Esto es hermoso — susurro el alfa mirando la ecografía. — Son dos habichuelas. — Jayden soltó una risa al apodo que le puso su esposo a sus bebés.

— Son bebés, no habichuelas, cariño.

— Para mí son habichuelas — responde el alfa dejando un beso en la frente de su esposo. Jayden sonrió y el alfa lo beso.

Ahora estaba completamente feliz. Había cerrado el trato con los alemanes, había regresado a casa con su familia y lo más importante había recibido la noticia más hermosa del mundo. Tendría mellizos.

— Cariño...

— ¿Uhm?

— Apestas. — el albino se miró. — Ve a tomar una ducha. — el alfa asintió.

Aleksander se aparto de su omega, poniéndose de pie y en un rápido movimiento cargó a su esposo en brazos. Jayden soltó un gemido de sorpresa cuando el alfa lo sostuvo en brazos al estilo nupcial.

— ¿Que estás haciendo? Bájame — el alfa negó.

— ¿No es obvio? Tomaré una ducha con mi esposo.

— El que necesita una ducha eres tú, no yo, alfa. — Aleksander se encogió de hombros restándole importancia.

Al llegars al baño, Aleksander bajo a su Omega con cuidado. El albino fue hacia la bañera y la cargo con agua caliente. El omega metió sus manos y sonrió al sentir el agua, pero el omega estaba tan ido en sus pensamientos que no noto la mirada de su esposo en él. Aleksander sonrió, al ver la sonrisa en los labios de su omega, Jayden a veces era como un niño, pero ante sus ojos era lo mas hermoso del mundo.

El omega miro a su esposo y lo vio observándolo fijamente.

— ¿Que?

— ¿Sabes que eres lo mejor que me ha pasado?  — inquiere el alfa, Jayden sonrió acercándose a él, ayudándolo a desvestirse.

— Lo se. Tienes suerte de conocerme. — el albino acaricio su mejilla.

Aleksander se metió en el bañera cuando terminó de desvestirse, y el alfa sintió sus músculos relajarse al sentir el agua tocar su cuerpo.

El omega cargo un tazón con agua y comenzó a tirarla por la espalda del alfa, quien se estremeció ante el tacto del omega, le gustaba la sensación. Le gustaba estar cerca de su omega.

El alfa cerro sus ojos cuando el omega enredo sus dedos en su cabello platinado, las manos de su esposo eran mágicas, el alfa disfrutaba de ese tacto, de esa sensación que le produce la caricia de su omega.

— Tu...¿Eres feliz?  — aquella pregunta hizo al alfa abrir los ojos.

— Si. Muy feliz. Aunque me hubiese gustado haberte conocido de otra manera, cariño — respondió el alfa.

Jayden apartó las manos del cabello de su esposo, y frunció el ceño antes de mirarlo. Aleksander estuvo a punto de quejarse pero giro su rostro para mirar a su omega.

— ¿Estas seguro? — pregunto el omega

— Si. — Jayden mordió su labio.

— Aleksander, se que no querías casarte conmigo. Tal vez, hasta te obligue a quedarte conmigo tras el estar embarazado de de Aleksei.— aclaro el omega — ¿Realmente eres feliz? ¿Realmente todo esto valió la pena? — pregunto sarcástico.

— Si.

El alfa ni siquiera vaciló por un segundo al responder. Esa respuesta lo había sorprendido.

— ¿Que...? — preguntó sin creer lo que escuchó.

El alfa se acercó a su omega y tiro de su muñeca, Jayden cayó en la tina, mojando su blanco camisón de encaje y cayendo en las piernas del alfa. Aleksander se acercó al oído de su esposo y susurró.

— Si. — susurró con la voz ronca — Realmente soy feliz. Realmente valió la pena, y por supuesto que te amo, amor mio. — dejo un beso en su cuello — Yo mataría a todo aquel, que te hiciera daño. Destruirá el mundo si eso te hiciera sonreír — el alfa comenzo a repartir besos por el delicado cuello de su esposo.

Jayden estaba completamente sorprendido por las palabras de su esposo.

Cuando el alfa lo volteo de golpe, el omega soltó un gemido de sorpresa, sobre todo al ver la facilidad con la que el alfa lo voltea.

— Alek... — se quejó el omega pero el alfa atrapó sus labios con lujuria.

Cerró los ojos y cedió al beso, inclinándose un poco más para poder corresponderle. Largos segundos después, se separaron. Se miraron mutuamente. Podían decir muchas cosas, tal vez. Pero decidieron dejar que esa sensación en su pecho hablara por ellos.

Al primer beso le siguió otro y otro más. El aire se helaba conforme la madrugaba se asentaba pero Jayden y Aleksander parecían ajenos al clima. Sus labios se tocaban una y otra vez, memorizando la forma del otro, descubriendo la mejor manera de encajar uno con otro. Se acercaron hasta estar prácticamente entrelazados.

Había un gran deseo en sus miradas, era un fuego que los consumía cada que sus cuerpos chocaban. El deseo los cegaba y el placer los llevaba al límite. Ambos se pertenecían en cuerpo y alma. Cada beso, cada caricia y mordida era prueba del fuego que les quemaba por dentro. Ellos eran fuego, dispuestos a quemar todo a su paso con tal de tener placer.

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