Capitulo 54: Sentencia
La castaña salió de la mansión. No quería molestar a su madre cuando tomaba su medicina, Zinnia le había explicado que su madre no debía agitarse o preocuparse. Sin importar las veces que su madre le había dicho, que ella no era ninguna molestia, y que adoraba su compañía. Ella prefería que su madre estuviera tranquilo.
Camino hacia los columpios que sus tíos habían puesto para ella bajó los árboles. Pero al llegar había un niño en uno de los columpios, no le molestó. Pues, sus padres le habían enseñado a compartir, que todas las personas en la villa, eran su gente, y que ella como hija de los futuros líderes debía ser gentil, generosa y amable.
Así que no le tomo mucho importancia y tomo asiento en el otro columpio vacío. Para la niña fue imposible no mirar al niño.
Cabello negro, ojos negros, y de expresiones serias.
— ¿Quién eres?— inquiere Cassandra mirando al niño el cuál es posiblemente dos años más grande que ella.
El pequeño la miro por unos breves segundos, antes de ignorarla y seguir columpiandose.
— Te hice una pregunta. ¿Quién eres? — insiste la castaña, pero el niño se encogió de hombros. — ¿Eres mudó? — Cassandra resopló. — Eres mudo, o eres un tonto.
— No soy un tonto — respondió el niño, y Cassandra sonrió.
— ¡Ah! Entonces puedes hablar — ella sonrió — ¿Me dirás quién eres? — Él nego y ella resopló. — Que aburrido eres.
— Fastidiosa. — ella lo miro indignada
— Tonto
— Bobalicona
— Maleducado
— Llorona
— Cara de globo
— Fea — Cassandra entrecerró los ojos.
— No soy fea, soy bonita. Mírame bien — ella llevo una mano a su mejilla sonriendo dulcemente como lo hacía todas las veces que deseaba algo.
Él niño la miró. Efectivamente esa niña horrenda era bonita, pero no lo iba a admitir, ella era muy fastidiosa.
— ¿No te parezco bonita? — el niño resopló.
— No. Mientras más te miro, más fea eres.
La castaña hizo un puchero con sus labios soltando leves sollozos, y llevando sus manos a su cara, llorando.
Él resopló. Odiaba ver a las niñas llorar. Se acerco a la castaña y puso una mano sobre su cabeza, él era más alto que ella, así que había una pequeña diferencia de altura.
— Está bien, no llores. Eres bonita, muy bonita — respondió dando pequeñas palmas en la cabeza de la castaña.
Cassandra saco sus manos de su rostro y levanto su mirada hacia el niño de ojos negros.
— ¿De verdad?
— Mhm — él asintió y ella sonrió — Pero sigo creyendo que eres rara.
— Y tu un aburrido. — él nego ante el cambio de humor de la castaña. — ¿Quién eres? Conozco a todos los niños de la Villa, tú eres nuevo.
— Mi padre es el jefe de seguridad de la familia Romanov, es el encargado de proteger a la familia — explico con orgullo el niño. — ¿Tú... quién eres?
— Me llamo...
— ¡Matthias! — ambos niños voltearon hacia el hombre vestido de negro.
El alfa se acerco a ambos niños, e hizo una leve inclinación ante la niña de cabello castaño y ojos de color miel.
— Señorita Romanova — la niña sonrió
— Buenas tardes, señor Mark. ¿Cómo le va? — pregunta educadamente.
— Estupendo, señorita. — le respondió el viejo alfa — Disculpe si mi hijo fue maleducado con usted — Cassandra nego. Matthew miro a la niña
— No lo fue, al contrario, fue muy gentil conmigo — respondió mirando al niño frente a ella.
— Señorita Cassandra — la niña se giro al oír que la llamaban.
Zinnia hacia una seña con su mano, llamándola. Cassandra miro al hombre y al niño.
— Si me disculpan, debo retirarme. Fue un gusto verlo, señor Mark — sonrió.
— El gusto fue mío.
Cassandra miro a Matthias, el niño se había quedado en silencio, ella sonrió y dió unos pasos hacia el pelinegro acercándose a su oído.
— Se que no quieres ser mi amigo. Pero lograre que seas mi amigo, y también lograre que seas mi novio — ella sonrió divertida y dejo un rápido beso en la mejilla del niño antes de correr hacia la doncella de su madre.
Mark soltó una risa al ver la cara de sorpresa de su hijo. El niño parpadeó varias veces hasta que cayó en cuenta de la realidad.
— ¿Ella era...? — Mark asintió, desordenado el cabello de su hijo.
— Si. Ella es Cassandra Romanova, la hija de los líderes, la joya rusa. — le aclaro el hombre. — Ven. Vámonos, aún hay mucho que debes aprender.
Matthias asintió y se fue con su padre. Sin saber que, era cuestión de segundos para que la mansión Romanov se volviera un desastre.
Pues, en una de las grandes habitaciones de la mansión, un omega aguardada ansioso, impaciente. Deseaba con todas sus fuerzas que alguien apareciera por la puerta de su habitación y le diera noticias.
Daba vueltas y vueltas en la habitación, tanto que su hijo se había dormido en sus brazos. Jayden lo dejo sobre la cama matrimonial que compartía con Aleksander. Aleksei dormía profundamente, a los segundos, escuchó el sonido de la perilla de la puerta.
Soltó un suspiró, cuando vio a su hija y a su amiga entrar a la habitación. Cassandra se acerco a su madre y dejo un beso en su mejilla.
— ¿Estás bien, mama? — Jayden asintió.
— Lo estoy, princesa. Solo me encuentro algo ansioso — respondió el omega jugando con sus manos .
Cassandra sostuvo las manos de su madre, captando la atención del Omega. La niña acarició con dulzura las manos de su madre, dejando besos sobre ellas.
— Cuándo te pones nervioso o ansioso, lastimas tus manos— susurra la niña refiriéndose a el color rojo que rodeaba los dedos del omega.
Antes de poder responder, el ruido de coches estacionar rápidamente lo alertó. El omega se apartó de su hija y fue hacia la venta. Vio como sacaban entre varios a un cuerpo del coche, luego comenzo a oir gritos.
Rápidamente y con el corazón latiendo de una manera desenfrenada en su pecho, temiendo que esa persona pudiera ser su esposo, salió de la habitación, camino hacia las escaleras y fue en ese momento cuando vió a la persona con claridad.
No era Aleksander. No era su esposo.
Era Alyra, era su cuñada. La mujer a la cual le debía disculpas.
Sangre...inconsciente. Oh no.
El omega se apresuró a ir hacia su cuñada, Alice estaba llorando, Aleksander miraba a su hermano menor con preocupación, Gael estaba desesperado.
— ¡Por todos los dioses? ¿Que fue lo qué sucedió? — pregunto Jayden acercándose a su cuñado y a su esposo.
— Fuimos en busca de Colin — comenzo a explicarle Gael, mientras que llevaban a Alyra a la habitación para que sea tratada — Pero las cosas se salieron de control, Colín salió apuntando con un arma la cabeza de Alyra, la usaba de escudo — Jayden abrió la puerta de la antigua habitación de su cuñada permitiendo que todos entraran.
Llevaron a la omega a la gran cama matrimonial y la recostaron sobre la superficie blanda, en ese momento Arwen entró a la habitación y se acercó hacia Alyra, la mujer le dio instrucciones a varias sirvientas, quienes obedecieron rápidamente.
— ¿Que fue lo que sucedió? — le preguntó Jayden a Gael mirándolo.
— Colín está muerto. — Jayden miro a su esposo — Lo asesine.
Jayden se quedó en silencio. Fueron solos unos segundos en los que su cerebro asimiló aquellas palabras. De cierta manera, aquella palabra lo hizo sentir aliviado, pero también preocupado, porque eso significaba que la Orden iria por Aleksander.
— Jayden...— El omega negó
— Necesito estar solo. Tengo que irme — el omega salió de la habitacion de su cuñada.
Se estaba sofocando. Sentía que el faltaba el aire. Sin importar que estuviera respirando, él sentía que el aire no llegaba a sus pulmones.
Salió de la habitación, bajo las escaleras y salió de la mansión. Su respiración se volvía cada vez más agitada, su corazón latía cada vez más rápido, y fue ese mismo corazón el que se detuvo cuando vio a dos personas ser bajadas del coche.
— Alaric — el joven pre adolescente miro hacia el enfrente, encontrándose con el asesino de su padre.
— ¡¿Porqué?! ¡¿Porqué lo hiciste?! — grita el joven alfa con rabia acercándose a su hermano, pero siendo detenido por dos hombres.
— No quise hacerlo. Fue un accidente
— ¡No existen los accidentes! — grita furioso — ¡Eres un asesino, Jayden! ¡Un asesino! ¡Mataste a mi padre, mataste a mi hermano! ¡Te odio! ¡Te odio!
Los ojos del Omega se llenaron de lágrimas al oír los gritos llenos de insultos por parte de su hermanito. La persona que estaba frente a él, ya no era el Alaric que el conocía, no era el niño por el cual daría todo.
Era un niño que lamentablemente había sido envenenado por las palabras mordacez de su progenitora.
— Alaric...
Y entonces ocurrió. En un abrir y cerrar de ojos, el niño ya no estaba siendo sujetado, Jayden ya no estába de pie, sino en el suelo, siendo asfixiado por su propio hermano. Los de seguridad intentaron sacar al menor de encima del omega, pero este estaba tan aferrado al cuello de Jayden que casi no era posible sacarlo de encima.
Jayden no podía reconocer al joven que lo estaba ahorcando, el niño que lo estaba asfixiando ya no era su hermano.
— L-l-lo s-sie-ento — se disculpo el omega con dificultad.
Alaric miro a su hermano, sorprendido por su disculpa. Y se dió cuenta de el error que estaba cometiendo. Soltó a su hermano, apartándose de Jayden.
Pero las cosas no terminaban ahí, Jayden miro como su hermano le arrebato una de las armas a los de seguridad y lo apuntó.
— No lo hagas. — Jayden se puso de pie con dificultad, intentando acercarse a su hermano.
— Matalo — Jayden miro a Victoria al mismo tiempo que Alaric — ¡Venga a tu padre!
El menor volvió a mirar a su hermano, apuntandolo. Su labio temblaba, al mismo tiempo que sus manos.
— No lo hagas... Alaric no lo hagas.
— ¡Hazlo! ¡Matalo!
— No lo hagas. No la escuches.
— ¡MATALO!
— ¡No!
Jayden cerro sus ojos al oír el ruido de la bala. Pero no sentío dolor, ni siquiera algún tipo de molestia.
Volvió a abrir sus ojos, y no había ningún rastro de sangre o herida en su cuerpo. Entonces, miro delante de él.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, cuando vio el cuerpo de su hermano caer frente a él.
— ¡No! ¡No! — solo al oír los gritos de su madre cayó en cuenta de la realidad.
— ¡Alaric! — el Omega corrió hacia el joven de cabello chocolate. Puso la cabeza de su hermano entre sus piernas, al mismo tiempo que con una de sus manos intentaba parar la sangre de su herida.
— L-l-lo s-sie-ento — sollozo — N-no q-qui-quise ha-cer-lo — Jayden asintió acariciando el cabello de su hermano con su mano libre, intentando no llorar.
— Está bien. Todo está bien — un hilo de sangre se deslizó por la comisura de la boca de su hermano.
— N-no q-qui-ero m-morir — lloro el niño.
Jayden sostuvo el cuerpo de su hermano cuando este comenzó a escupir sangre. Lo presiono contra su pecho, escuchando los sollozos de este.
— Está bien. Todo estará bien. El dolor pasara — susurra al mismo tiempo que lágrimas bajan por su mejilla.
El menor cerro sus lentamente. Sentía su cuerpo pesado, débil. Sentía sus párpados pesar, tenía sueño, mucho sueño.
— No, no, no, no — decía entre violentos sollozos el omega intentando inútilmente parar la hemorragia. — Lo siento, lo siento, Alaric. — lloro — Perdoname por no haberte protegido. — él intentó sonreír ante las palabras de su hermano — Estoy aquí, no me dejes, te tengo, pequeño. — las manos del niño se aferraban con la última fuerza de su cuerpo a su hermano.
Por más infantil que sonara, el niño creo que si su hermano permanecia cerca, todo el dolor desaparecería.
— ¡NO! ¡NO! ¡POR FAVOR NO!
Jayden lo mecio en sus brazos. Cómo cuando tenía ocho años. Culpandose a si mismo de no haberlo protegido de su madre.
— Jayden — cuando escucho esa voz y sintió una mano en su hombro.
Agarro el arma en el suelo y apuntó hacia arriba, en dirrección al alfa de cabello platinado.
— ¡¿Porqué?! — grito apuntando hacia su cabeza. — ¡¿Porqué mi hermano?! — el Omega se puso de pie.
— ¡Te iba a disparar!
— ¡A tí no te importa! — grito entre llantos el Omega — ¡Llevo días intentando que me entiendas! ¡Intentando que me oigas!
— Jayden...
— Te dije que lo de Alyra me dolía. Te dije, que quería a tu hermana a salvo. Pero no me creíste. Te dije porque hablé con la orden. ¡Pedí que creyeras en mi! — grito apuntando hacia su esposo mientras su mano temblaba. — ¡ME ODIAS!
— ¡HAZLO! ¡DISPARA!
Jayden apuntó hacia su esposo, pero fue incapaz de asesinarlo. Fue incapaz de disparar el arma en dirrección a su esposo. Entonces, disparo hacia el cielo, cayendo de rodillas.
Un desgarrador grito se oyó por toda la zona de las afueras de la mansión, grito que hizo que las cuerdas vocales del Omega se sintieran como si se cortarían.
Grito que demostró que Jayden Romanov se había roto.

En un mes, muchas cosas habían cambiado. Demasiadas.
La familia Borges había caído, todos sus miembros estaban muertos, a excepción de Victoria, ella había sido sentenciada de por vida, cada dia sería torturada recibiendo cinco latigazos, sin agua y sin comida por diez dias, cada mes.
Por otro lado, Roan había escapado. Había abandonado a su esposa e huido. Hasta el momento su paradero sigue siendo desconocido.
En la familia Romanov, las cosas también habían sido diferentes. Alyra por suerte había sobrevivido, la bala que había penetrado en su brazo, no le había provocado una herida grave, también dijeron que ella se había desmayado por el cansancio, y el dolor de sus heridas.
Kaiden, él había regresado de su viaje, trayendo consigo a una inesperada persona; su hijo.
Un niño pequeño de cuatro años, de cabello platinado, y ojos negros. Según Alice, era la viva imágen de Kaiden.
El alfa había dicho que la madre del niño era una vieja amiga. Él y ella habían estado juntos dos veces, cuando ella quedó embarazada él se había ido y ella estaba comprometida. Hasta que enfermo de gravedad, él no había vuelto a saber de ella, hasta que la madre de su amiga le había llamado para informarle que el cáncer le había arrebatado la vida a su niña.
Cassandra, Aleksei y Nikolas eran muy unidos. Y eso que llevaban conviviendo un mes.
Gael y Emiliano tenían pensado casarse. Pero primero querían asegurarse de que ya no hubieran problemas, antes de comprometerse y hacerlo oficial.
Sin embargo, la situación de Aleksander y Jayden era completamente diferente.
La relación entre ambos era más fría que el mismo hielo. Apenas podían verse unos a otros sin sentir dolor. Tampoco era bueno el ambiente entre ellos, hasta los sirvientes temian acercarse al cuarto de la pareja, pues, los ruidos de las cosas romperse, los gritos y las palabras hirientes eran lo más aterrador.
Nadie quería estar ahí. Ni siquiera ser uno de esos pobres muebles. Cómo en estos momentos, cuando la castaña volvió a oír a sus padres gritar y corrió hacia abajo en busca de su abuela.
— ¡Abuela! ¡Tío Gael! ¡Tío Kaiden! — la niña entro gritando al salón donde se encontraban los miembros de la familia.
— ¿Cassy? ¿Que sucede? ¿Estás bien?— Alice se acerca hasta su nieta examinandola.
— Papa y mamá están discutiendo otra vez — Alice cierra los ojos por un breve segundo antes de mirar a sus hijos y hacerles una seña para que vayan.
— Está bien, dulzura. Quédate aquí — pide Alice y deja un beso en la cabellera castaña de su nieta antes de mirar a su hija. Alyra asiente con una leve sonrisa, indicándole que vaya.
Pero a medida que se iban acercando a la habitación, los miembros de la familia se dieron cuenta de que esa discusión era diferente a las demás.
— ¡Maldito bastardo sin corazón! — le grito Jayden a su esposo golpeando su pecho, mientras lágrimas caían de sus mejillas.
— ¡¿Yo?! ¡Mira quien habla! — le grito el alfa mientras veía a su esposo llorar.
— ¡Te odio maldito infeliz! ¡Juraste protegerme, Aleksander! ¡Juraste protegerme! ¡Y solo me haces daño! — sus golpes cesaron lentamente mientras apoyaba su frente en el pecho del alfa mientras las lágrimas caían sin cesar — Lo prometiste Aleksander, lo prometiste.
El alfa cerro sus ojos con fuerza al escuchar los lamentos de su esposo, abrió sus ojos, los cuales ya estaban cristalizados mirando a su alrededor sin querer llorar. No quería hacerlo, no podía hacerlo. Debía ser fuerte, por él...por ellos.
Su omega levanto la cabeza de su pecho y lo miro, su rostro rojo, sus ojos rojos e hinchados. Lágrimas saladas empañaban su vista y mojaban sus mejillas. Mientras que sus frágiles manos seguían hechas puño en su pecho, dando uno que otro golpe.
— Prometiste protegerme — Aleksander suspiro al escucharlo — ¡Contesta carajo, di algo!
— ¡¿Que quieres que diga, Jayden?! ¡Me duele, si! ¡Porque también eres mi esposo! ¡No eres el único que sufre Jay, también lo hago y todos los putos días me arrepiento de no haberte creido! ¿Lo entiendes? No pude protegerte, no pude hacerlo por mi egoísmo. — el alfa se separó de su omega y se dirigió hasta la puerta encontrándose con su familia — Siento ser un mal esposo, Jayden. Lamento no haber Sido el esposo perfecto para tí.
— No te lamentes — Aleksander volteo a ver a su esposo — A fin de cuentas, ese era nuestro deber ¿no? Debía darte un hijo y cuando eso sucediera, tu y yo, no tendríamos ninguna relación más que el bebé. — el alfa negó al escucharlo — Debía matarte después de que Aleksei naciera m Porque simplemente era una moneda de intercambio. Pero ahora que ya no existe la familia Borges, ya nada impide que me mates ¿verdad? — lo miro a los ojos.
El alfa guardo silencio, las palabras de su omega eran ciertas, ya no había nada que impedía que uno asesinara al otro. A fin de cuentas, Jayden había sido utilizado por su propia familia para formar una alianza.
— Entonces, ¿Que quieres que haga? — pregunto Aleksander mirándolo.
«No hables, no lo hagas»
— Ya no soporto esto. No soporto que nos estemos haciendo daño.
— Jayden...
— No soy capaz de soportarlo, y tú eres consiente de eso. Entonces...
— ¿Quieres divorciarte? — pregunto el alfa con ironía y herido.
«No»
Deseo decir con todas sus fuerzas. Pero sus labios articularon otra respuesta.
— Si.
Solo el silencio, la oscuridad y los miembros de la familia Romanov fueron testigos del dolor que atravesaron el pecho de los dos jóvenes. Era claro que se amaban, que estaban dispuestos a dar su vida por el otro, pero no eran conscientes de lo que sus palabras y actos le estaban causando al otro.
Había un nudo que en vez de desenredar, los dos torpemente lo enredaban más, lo que aumentada el dolor en sus corazones.
Jayden sabia que no deseaba divorciarse, había formado una familia con el hombre del que se habia enamorado, amaba a su alfa, pero no quería atarlo a él y a su vida maldita.
Aleksander sabia que su omega mentía, lo sentía a través del vínculo, pero no negaría que esa simple respuesta de dos letras, rompió el corazón que jamás creyó tener.
—Si eso es lo que deseas, mañana llamaré a la notaría. — las palabras del alfa salieron crudas y duras antes de darse media vuelta hacia la puerta y salir.
Jayden llevo sus manos hacia su boca intentando callar sus sollozos.
— Jayden... — el omega miro a su suegra, Alice se acerco a él y lo abrazo.
— Lo siento — lloró sobre el hombro de la mujer — No quería perderlo. Lo amo.
— Lo sé, dulce niño. Lo sé — susurro la mujer oyendo los lamentos del joven.
Ellos estaban rotos por dentro, buscando un motivo para seguir viviendo aunque fuera el equivocado.
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