Capítulo 46: Quiero a mi bebe

Era su culpa. Era toda su maldita culpa. Si tan solo no hubiese permitido que esa horrible mujer entrara en su casa, en su hogar. Él ahora tendría a su bebé en sus brazos, a su pequeña bebe.

— Lo siento — susurro Alice a su hijo.

Aleksander negó. Había llegado tarde. No había estado ahí para su omega. Gael puso una mano en el hombro de su hermano, y lo abrazo, pero el abrazo fue muy corto.  El alfa mordió su labio antes de acercarse a su omega.

Verlo de esa manera. Sentado en el suelo, alrededor de la sangre, con las manos cubiertas de sangre y sobre todo... cargando a lo que es su hija. Solo partía el corazón del omega.

— Cariño — el omega miro a su costado. Su omega tenía los ojos llenos de lágrimas, ojos que estaban rojos e hinchados.

Aleksander se arrodilló al lado de su omega, sin importarle la sangre que manchaba las rodillas de sus pantalones. El alfa intentó agarrar a su hija, pero Jayden negó apartándose.

—Jay, por favor...— suplico el alfa

— Es una niña, alfa. Es nuestra bebé. — susurro el omega meciendo a su bebe en sus brazos.

— Jay, dame a nuestra beba — pidió el alfa extendiendo sus brazos hacia su omega. Pero el omega, negó abrazándola contra su pecho.

— Sé que debo soltarla... pero no quiero que se vaya. Es mía, no quiero perderla, no quiero dejarla.— sollozo apretando en su pecho al bulto entre sus brazos.

— Jay, debes dejarla ir, ella ya no está. — Gael muerde su labio al decirlo.

— No lo haré, no puedo... Es mía, es mi bebe. — lloro apretando aquel cuerpecito prematuro sin importarle la sangre — Ya no más. Por favor, alfa, nuestra beba está viva.

— Cariño dámela...

— No quiero perder a mi bebita

— Lo sé, amor, lo sé, yo tampoco quiero. Tranquilo — murmura el alfa abrazando a su omega, el cual llora en su pecho

— ¿Puedo irme con... con ella? — dice en un susurro haciendo que los presentes se estremezcan ante sus palabras

— No, no puedes irte con ella, Jayden, no puedes — menciona rápidamente Aleksander. — No puedes dejarme, nuestros hijos y yo te necesitamos.

— Es mi bebe, es mía, por favor déjame ir con ella.

— Vamos a sentarnos, pequeño — dice Alice, acercándose hacia el omega, Aleksander lo levanta hacia la cama con ayuda de Alice y se sientan aún con Jayden ferrado a la beba. — Sé que esto es horrible, que esto te está matando. Que está doliendo, mi corazón está igual de roto que el tuyo, pero cielo — da una pausa acariciando sus cabellos — tu bebe, ella no quiere que te vayas, Jay, ella quiere que su mami se quede aquí. Quiere que estés bien, quiere que seas feliz.

— Yo soy feliz con ella. No necesitó nada más, solo la quiero a ella.

Alice mira a Arwen, la mujer niega con la cabeza. Debian quitarle a Jayden la bebe. El no podía segur teniéndola en brazos, de lo contrario perdería la cabeza. Su mirada fue hacia su hijo, Aleksander tenía los puños apretados, su hijo estaba intentando ser fuerte. Ella movió su cabeza haciéndole una seña. El albino tomo el lugar de su madre y abrazo a su omega.

— ¿Puedo cargarla? — pidió Alice intentando no llorar.

Jayden miro a su suegra, luego a su bebe, para el, su hermosa niña estaba dormida.

— Si — susurro poniéndose de pie — Pero tenga cuidado, ella sigue durmiendo. — Alice asintió y cargo a su nieta en brazos, la mujer soltó un leve sollozo antes de depositar un pequeño beso en su frente.

Alice se acercó lentamente a Arwen, entonces le entrego el cuerpo de la beba a la bruja.

— ¡NO! ¡No! — grito el omega intentando correr hacia Arwen, pero fue detenido por Aleksander, este se aferró a su omega. — ¡Devuélvemela! ¡Devuélveme a mi hija! — grito entre llantos, golpeando el pecho de su esposo

— Jay cálmate. Por cariño, por favor, mi amor — suplico el alfa mientras su omega lo golpeaba.

— ¡No! ¡No! ¡Devuélveme a mi bebe! ¡Quiero a mi bebe! 

El omega cayó al suelo cuando sintió sus piernas flaquear. El alfa lo apretó contra su pecho, sin importarle los insultos y golpes de su omega.

— Quiero a mi bebe — pidió — Por favor, devuélveme a mi bebe. ¡Por favor! ¡Devuélveme a mi bebe! 

Pataleo, grito, lloro, suplico. Sus gritos no se detuvieron hasta que sintió su corazón pesar, su cuerpo roto y sobre todo su mundo destruido. El no se detuvo, no dejo llorar, gritar y forcejear, hasta qué cayó inconsciente, hasta que se derrumbó.

Había perdido a su bebe. A aquella bebe que esperaba con ansias. Una bebe que no había vivido, ni siquiera abierto sus ojitos, para ver la habitación, la cuna, los cientos de juguetes, aquella ropa que permanecería intacta. Había perdido a su hija, a un pedacito de su alma, de su corazón. Había perdido a pedacito de el.

Aleksander recostó a su omega en la cama. Se sentía horrible, su cabeza dolía, como si estuviera a punto de estallar.

— Alek...— Alice intento decir algo, pero el alfa negó, se puso de pie y camino hacia la puerta.

Sus piernas fallaron, causando la preocupación de los presentes, pero cuando intentaron ayudarlo, el negó, y volvió a incorporarse para salir de la habitación. Entonces se fue, entro al estudio, y lo volvió un desastre.

Tiro y rompió todo lo que estaba a su alcance. Agarró uno de los floreros y lo estrello contra la puerta, casi dándole al alfa que había entrado. Aleksander cayó de rodillas al suelo, llevándose ambas manos al rostro. 

Gael se acercó a su hermano y se arrodilló, entonces lo abrazo.

— Le fallé — sollozo el alfa — Le falle hermano, le falle. No pude proteger a mi omega, tampoco pude proteger a mi bebé.

Gael abrazó a su hermano. Aleksander se había roto. La única vez que lo había oído llorar de esa manera tan desgarradora, fue cuando su madre tuvo a Alyra. Arwen había dicho que posiblemente Alice no sobreviva. Gael recordó haber buscado a su hermano por toda la mansión, hasta que finalmente lo halló en uno de los armarios, hecho bolita y llorando. Ahora, nuevamente lo estaba volviendo a oír. Y aquello, hacía doler su corazón.

El día del entierro llegó. Y había sido lo peor. Según las tradiciones de la villa, el cuerpo debía ser quemado, y sus cenizas ser enterradas.

Todos los presentes estaban conmocionados. Ver al futuro omega luna de la manada, aferrarse al cuerpo de su bebe sin querer soltarlo, rogando que por favor llorara. Era algo que partía el corazón de todo.

Aleksander volteo hacia su omega, vio la tristeza en su rostro, y sentía impotencia, llevaba más de un día torturando a aquella mujer que insinuó estar embarazada de el. Pero Verónica no decía nada, solamente se quejaba del dolor, y decía que todo había sido planeado por ella.

Si alguien la hubiese conocido en el pasado, estaría seguro de que nadie la podría reconocer. Tenía heridas tanto en su cuerpo como en su rostro, estaba encadenada en una de las habitaciones de la casa roja.

El albino salio de sus pensamientos y observo a su omega. Se encontraba tan demacrado, con ojeras, pálido. Ni siquiera parecía ser el omega con el que se había casado; radiante, alegre, hermosos, genuino. No, era todo lo contrario.

— Jay — Aleksandr se acercó a su esposo.

Jayden vio como su bebé era quemada. Vio como las llamas, consumían su pequeño cuerpecito. Ya no tenía lágrimas para derramar, solo podía sentir el dolor en su corazón. Pero además de eso, sentía rabia, irá.

Aquella mujer desgraciada, que aún permanecía encerrada, le había arrebatado a su hija. Aquella bebé de la que ni siquiera había podido oír su llanto.

Pero eso no se iba a quedar así. Él se encargaría de que esa mujer pagara. No solo había entrado a su casa, perturbando la paz de su familia, sino que también había sido una informante, y tenía su sospecha de quién había sido.

— Me la arrebataron. Ni siquiera pude oír su llanto, ni una sola vez — el omega miro a su esposo — Y es por eso que la mataré. Una vida por otra vida.

El albino frunció el ceño ante esas palabras, sobre todo ante el tono de voz de su omega. Jayden le dio una última mirada al cuerpo de su bebe, antes de girarse e ir en dirección hacia la casa roja.

— Detenlo — pidió Alice a su hijo. — Detenlo antes de que haga algo de lo que pueda arrepentirse.

Aleksander se apresuró a ir detrás de su omega luego de salir e su estado de shock. El omega, por otro lado, se adentró en la casa roja, donde inmediatamente el olor a sangre, y otros olores que fue incapaz de identificar, invaden sus fosas nasales. 

Cuando entra es capaz de oír gritos llenos de dolor, al igual que puede oír la voz de su cuñado.  A medida que se iba acercando, los gritos eran más fuertes. Vio la puerta abierta de una de las tantas habitaciones de aquel lugar, cuando entró en ella, su cuñado estaba allí sentado frente aquella mujer que le había arrebato una parte de el. Lo único que los separaban era una mesa de metal con sangre en ella. 

— ¡Dime quién te envió! — grito el alfa golpeando la mesa.

— ¡Jamás!— grito al mismo tiempo que escupió en la cara de Gael.

Verónica miró por encima del hombro del albino, ella sonrió de una manera que revelaba sus dientes manchados por la sangre. Gael también miró detrás de el encontrándose con su cuñado, rápidamente se puso de pie.

— Jayden, ¿qué haces aquí? No deberías estar aquí ...

— Tu arma.

— ¿Qué? — pregunta confundido.

Jayden lo mira, y Gael ya no puede ver la ternura en los ojos de su cuñado.

— Que me des tu arma — repite, pero esta vez extiende su mano hacia el.

— Jayden no creo que...

— ¡Ahora! — exclama y Gael asiente, antes de tenderle su arma.

Cuando el omega tiene el arma en sus manos, vuelve a mirar a Verónica. Ella aún seguía con esa desagradable sonrisa en sus labios. El toma asiento en donde Gael estaba hace unos minutos, enfrente de esa mujer.

— ¿Por qué? — pregunta en un susurro, Verónica lo mira sin entender — ¿Por qué mi bebé? ¿Por qué mi familia? — aclara — Cuando llegaste a la mansión diciendo estar embarazada de mi esposo, créeme que me dolió, me sentí herido, demasiado. — el suspiro — Te dejé entrar a mi hogar, en mi familia, incuso cuando la bruja confirmo que estabas embarazada, no me opuse a que te quedaras. Durante meses evite acercame a ti, porqué crei qué era lo correcto y que no verme le haria bien a tu bebe. — el nego — Dime quien te envio.

—  Tu crees que es mi culpa ¿No? — ella rio —. Pues, dejame decirte que no fue asi, fue tu absurda amabilidad, tu estupida personalidad genuina y cariñosa la qué mato a tu bebe.— Jayden intento no derramar ninguna lagrima ante aquello — Eres un simple omega, debil, patetico. Tanta amabilidad me da asco, tu me das asco. — Jayden abofeteo el rostro de aquella mujer hiriendola.

— ¿Quien te envío?— pregunta nuevamente intentado qué su voz no se quiebre. 

Ella sonríe nuevamente ante la pregunta del omega .

— Tu ya sabes la respuesta. Tu sabes quien fue.

Entonces tenía razon, sus sospechas eran ciertas. Victoria había sido la culpable.

— ¿Por qué? Desde hace tiempo que no he hablado con ella, ni siquiera se donde esta o como esta. ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué mi bebe? ¿Por qué mi familia? — pregunta pero ella solo rie — ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué mi bebé?! — la risa de Veronica se detine cuando el omega se levanta abruptamente y pone el arma sobre su cabeza — ¡Responde! ¡Responde maldita seas! ¡¿Por que?! 

— ¡Por que te odia! — grita furiosa — Te odia desde el dia que naciste. — aclara — ¿Sabes por que te odia tanto que no es capaz de mirarte a la cara?— Jayden quito el seguro del arma — Porqué te tiene miedo —el omega fruncio el ceño.

—  ¿Que mierda dices?

— Todos en Villa Bogdan lo saben, inclusive el hombre a que alguna vez llamaste padre, todos saben que la lider de la mafia roja usaba a su unico hijo omega para cerrar sus tratados. Oh dulce y pobre Jayden, el pobre niño que debia abriri sus piernas desde los ocho años para complacer a los socios de mama...

— ¡Callate! 

—  Victoria te odia, porque cada vez que te ve le recuerdas a su pasado, le recuerdas a sus errores, eres su karma y te tiene miedo, te teme tanto que te odia. 

— ¡Cierra la boca! ¡Cierra la boca!

— No eres mas que un bastardo, el produto de una infidelidad, un niño que debia dejarse follar por cualquier hombre. ¡Das asco Jayden Ivanov! ¡Das...!

El sonido de un disparo hizo eco en la habitacion. Veronica tenia un agujero en medio de sus cejas, la sangre habia salpicado la pared detras de ella, pues la bala habia perforado su craneo. Pero no solo eso, la sangre tambien salpicado en el rostro del omega que sentia su mano temblar.

La habia matado, la habia asesinado. Asesino a la informante de la mujer a la que llamaba madre, habia asesinado a la asesina de su bebe. 

Sintio como una mano se posaba sobre la de el, desvio su mirada hacia su costado y se encontro a su esposo, al verlo, el arma cayo de sus manos, y entonces el omega se abalanzo hacia el alfa, siendo rodeado por los fuertes brazos del alfa. 

— Esta bien, dorogoy. Todo estara bien

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