Capítulo 43: Noticias

La platinada abrió sus ojos al sentir un calor sobre su rostro. Se estiró en la cama y extendió su mano a su lado, se incorporó rápidamente al ver ese lugar vacío.

La sensación de miedo apareció en su pecho. Temía que Ares la haya abandonado, no quería estar sola, no de nuevo.

Se levantó de la cama con rapidez y sin importarle si estaba descalza o no, bajo las escaleras. Su corazón latió con rapidez al no ver a Ares en el salón.

Mordió su labio, sus ojos se llenaron de lágrimas.

¿Él la había vuelto a abandonar?

— Despertaste — Alyra se giró rápidamente al oír aquella voz.

Ares estaba saliendo de la cocina con una taza de café. Sin previo aviso, la joven corrió hacia el alfa, aferrándose a él. Ares la sostuvo con un brazo, al mismo tiempo que intentaba que el café no se volcara.

— Aly...

— Pensé que me habías dejado sola. Pensé que me habías abandonado — Ares dejó un beso sobre la cabellera platinada de su amada.

— Ya te dejé una vez, hermosa. No lo volveré a hacer. — Ares acarició el largo cabello de la albina.

Alyra se separó del alfa y este dejó un beso sobre su frente.

— Iba a llevarte el desayuno a la cama — confesó Ares mientras caminaba hacia la cocina — Pero ahora que estás despierta, podemos desayunar juntos, ¿Te gustaría? — Alyra asintió.

— Me gustaría desayunar conmigo. — afirmó la albina.

La mirada de la joven se desvió hacia el reloj en la pared de la cocina. Aún era temprano, debería volver por la tarde a la mansión si no quería preocupar a su familia. Ella había salido sin avisar, solo diciendo que iría a caminar.

Seguramente la estaban buscando.

Ares depósito un tazón de frutas, cuatro tostadas con mermelada, una tasa de café, y dos panecillos dulces enfrente de la joven.

— No soy bueno cocinando, pero algo es algo — Alyra le sonrió. El alfa tomó asiento enfrente de su niña y comenzaron a desayunar.

La mañana se pasó rápido, entre risas y charlas banales. Alyra no había reído tanto en mucho tiempo, mucho menos sonreído. Las pocas veces que lo había hecho, habían sido al ver a su familia o en el nacimiento de su sobrino.

Vivir en la mansión Ivanov era un infierno. Un infierno viviente del cual ya estaba acostumbrada.

— Princesa — Alyra lo miro. — ¿Estás bien? Te quedaste en silencio de repente — ella asintió y le dio una pequeña sonrisa.

— Debo regresar en unas horas. Mi familia me debe estar buscando. Dije que saldría a caminar, no que pasaría la noche contigo.  — El sonrió y acarició la mejilla de la platinada con dulzura.

— Te acompañaré — Alyra asintió.

Cuando terminaron de desayunar, ambos levantaron las cosas que utilizaron al desayunar. Ares se ofreció a lavar los trastes, así que la albina aprovechó para ir a la sala de estar.

Había una gran ventana en la sala de estar, Alyra se paró frente a ella y sonrió al ver la nieve caer. El invierno, era una de sus estaciones favoritas. Disfrutaba ver como la nieve caía lentamente y cubría el vasto césped.

Sintió unos brazos abrazarla por detrás, ella al principio se alarmó, pero cuando sintió el suave beso sobre su cabeza, tuvo la certeza de que estaría segura.

— Hay algo que deseo hablar contigo. — susurro Ares en su oído.

— Te escucho. — ella se volteó para mirarlo a la cara. Él se mordió el labio por un segundo,

— Escapa conmigo.

Aquello la tomó por desprevenida, se esperaba cualquier cosa a excepción de eso.

— ¿Qué...? ¿Qué has dicho? — pregunto aún sorprendida

— Escapa conmigo — volvió a repetir Ares — Hoy mismo podemos huir, mi niña. Lejos, donde nadie nos encuentre.

— Ares...

Ella no podía huir, no después de tanto tiempo. Colin la había hecho pedazos, la había destruido de la manera más ruin y vil que existía en el mundo, desde humillaciones hasta abusos sin fin.

— Podemos huir lejos — él tomó el rostro de Alira entre sus manos con una dulzura que ella desconocía — Aquella noche, cuando te prometí escapar, lo había dicho en serio. Creí que jamás volvería a verte, que jamás volvería a tenerte en mis brazos

Ella negó. Eso no estaba bien

— Nos iremos lejos, Aly. Tú y yo, podemos ir a España, Italia, Roma, hasta incluso Australia. No importa, iremos a donde tú quieras.

— Ares... — intento interrumpirlo, pero era imposible, él hablaba con tanto anhelo, tanta emoción que era incapaz de oírla.

— Abriremos una florería, un invernadero. — le sonrió sin saber que eso hizo doler el corazón de la albina — Sé que te gustan esos insectos extraños. No me opondré, si eso es lo que deseas.

Alyra nego, pero aún así el siguió hablando.

— Mi niña huye conmigo, te prometo que...

Todo lo que él le estaba prometiendo, todas aquellas hermosas palabras, incluso hasta las promesas, era algo que ella deseaba más que nadie.

— Ares.

— Nadie nos encontrará, Aly. Una vez que estemos lejos, podremos comenzar de nuevo. Incluso hasta casarnos y formar una familia.

— No... — ella negó.

— Seremos felices y...

— ¡Ares! — exclamó desesperada. Él guardó silencio ante el grito de su rosa y la miro. — No me iré contigo.

¿Qué? — el alfa dio pasos hacia atrás, mientras los ojos azules de la albina se llenaban de lágrimas.

— No iré contigo — volvió a repetir.

Aquellas palabras se sintieron como si lo hubiesen azotado con varas de metal caliente.

— Aly...

— Lo siento — Susurro arrepentida la albina. Él negó con lágrimas en los ojos. — No puedo, no...

— ¡Maldición! ¡No! ¡No! — grito dolido y molesto, estrellando su puño contra la pared.

Ella retrocedió ante aquel grito. Su corazón latió con fuerza, al mismo tiempo que ella se aferró al dobladillo de su camisa, apretando sus dedos con fuerza, al punto que sus nudillos se volvieron blancos.

— ¿Por qué? ¿Por qué no...?

— Yo... No puedo... No — ella sollozó.

Él se giró a mirarla, y dio un rápido que movimiento hacia ella, arrepentido por haberle levantado la voz. Pero se había movido tan de repente y tan rápido que la tomó por sorpresa, y por instinto ella retrocedió mientras su corazón le latía en la garganta, como si en cualquier momento lo escupiría. Fue solo un momento fugaz cuando vio a Colin en vez de Ares, creyendo que la golpearía. Pero se arrepintió e incluso culpó a su mente cuando oyó la voz de Ares, y noto como él se paralizó en el momento al ver el destello fugaz de temor en sus ojos.

— Tú...— él frunció el ceño y retrocedió —, ¿Estás... asustada de mí?

Intento decir algo, pero solo logró abrir la boca y volver a cerrarla.

— ¿Me tienes miedo?

Ella quiso decirle que no. Pero las palabras se atoraron e hicieron un nudo en su garganta. El río con ironía, la mujer que amaba, la mujer por la cual estaba decidido a entregarlo todo, era la misma mujer que lo miraba asustada y con temor.

— Ares... — susurró y mordió su labio.

— ¿Sabes... lo horrible que se siente que la persona que amas te tenga miedo?

— Lo siento — susurró y soltó un leve sollozo.

— ¿Sabes lo horrible que se siente? Me tienes miedo Aly. ¿Crees que soy igual que él? ¿Crees que sería capaz de golpearte?

— No yo... Yo jamás...

— ¿Piensas que soy él? ¿Lo pienses? — ella guardó silencio. — Jamás te haría daño. Preferiría morir antes de hacerlo. — él se acercó despacio a ella y tomó su rostro en sus manos — Te amo demasiado como para hacerte daño.

— Ares, tú...

— Por favor, por favor... — pidió — No me tengas miedo.

A primera hora, luego de que su esposo se fuera al trabajo y luego a unas juntas con la Organización. Jayden se apresuró a llamar a la bruja de la villa, Arwen no tardo en ir ante el llamado del omega.

Ahora, Jayden se encontraba ansioso, nervioso. Tanto que sus manos temblaban. A pesar de tener sospechas sobre su condición, necesitaba que Arwen lo confirmara.

Cuando la mujer término de revisarlo, esta comenzó a guardar sus cosas, y ordenó al Omega que se volviera a vestir. Una vez que Jayden término de vestirse, se giró a mirarla.

— ¿Entonces? — preguntó algo nervioso. Arwen le sonrió, lo que en cierto modo le dio tranquilidad al Omega.

— Felicidades. — Jayden sonrió — Estás embarazado.

Él soltó una risa. Está feliz. Sentía mucha emoción, tanta, que sentía que explotaría.

— Un bebé, Arwen. — la bruja asintió — Tendré un bebé. — él sonrió aún más, si es que eso era posible.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué tanta alegría? — pregunta Zinnia entrando a la habitación con Alekséi en brazos. El niño tenía un oso de peluche en sus bracitos.

— Estoy embarazado, Zinnia — le contó feliz el Omega — Tendré otro bebé. — la omega también sonrió al oír aquella noticia.

— Muchas felicidades, señor. — ella le sonrió. Alekséi, al escuchar la voz de su madre, se removió en los brazos de la doncella del omega y extendió sus bracitos hacia su madre.

— Con este embarazó debes tener cuidado — ordenó Arwen, cuando el omega cargo al bebé — Tu hijo rechazara tu leche, la cual se volverá algo agria, al menos él la sentirá así. Seguramente se vuelva más pegado a ti. — Jayden asintió.

— ¿De cuántos meses estoy? ¿Hay algún problema con el bebé? — pregunto mientras su bebe jugaba con sus rizos.

— Tu último celo fue hace tres meses, así que según mis cálculos estas de dos meses, lo que significa que te embarazaste durante tu celo — Jayden volvió a asentir — Con respecto a tu bebe, si está bien, no veo ningún problema hasta ahora. Pero sabes que siempre es mejor que vayas al hospital y te realices los estudios necesarios. ¿Está claro? — asintió felizmente

— ¿Has visto a mi esposo? — pregunta Jayden a su amiga. 

Estaba ansioso por contárselo, deseaba ver la cara de su esposo cuando le diera la hermosa noticia de que esperaban otro bebe.

— El señor Aleksander se encuentra en una reunión con unos hombres de la organización. Según oí, están hablando sobre la entrega de un cargamento que debe ser enviado a España. — explica — ¿Desea que lo llame? — pregunta Zinnia y el omega niega

— No, no lo hagas — le sonríe — Solo pide a los sirvientes que me informen cuando la reunión acabe.  — ella asintió — No puedo esperar a contárselo — dijo emocionado 

— ¿Le dirá a la señora Alice? — Jayden asintió

— Creo que una buena noticia como está la pondría contenta. Desde que mi cuñada se casó con Colin, ella ha estado bastante intranquila. Es como si una parte de ella se fue con Alyra. — Zinnia asintio, estando de acuerdo con las palabras del omega. 

Jayden acomodo a su bebé en sus brazos y acompañado de Zinnia y Arwen, los tres bajaron a la primera planta, la bruja hacia la salida y Jayden junto con Zinnia hacia el salón. Mientras bajaban las escaleras, Arwen le explicó los cuidados que deberá mantener durante el embarazo, y le recordó que debía ver al medico. Awen se despidió del omega y fue acompañada a la salida por  Zinnia. 

Cuando Jayden entro al salón, se encontro a su suegra bordando lo que parecía ser una tela para una almohada de uno de los grandes sofas. Por otro lado, s adorable niña se encontraba discutiendo con su cuñado. Kaiden no estaba dispuesto a probar una de las galletas que ella había hecho con ayuda de Zinnia para Emiliano y Gael.

— Comelo

— No lo hare. — Kaiden hizo una mueca al ver la galleta de puro chocolate. Odiaba el chocolate per parecía que su sobrina no entendia, o se hacia la tonta.

— Que lo comas

— Que no, saltamontes fastidioso

 — Abre la boca, viejo amargado. — ella fruncio el ceño molesta y Kaiden nego. 

— Ya dije que no, mocosa rebelde

— Tonto

— Mocosa 

— Viejo botarate

— Gnomo de jardin — ella abrio la boca al mismo tiempo que lleva una mano a su pecho indignada. Kaiden le sacó la lengua burlon

— Te acusare  con mi madre — lo amenaza fastidiada

— No le tengo miedo — se burla el alfa con comportamiento de un niño

— Entonces con mi padre — Kaiden nego y Cassandra asintio burlona

— ¡Papa! Tio Kaiden dijo que soy fea —dramatiza la niña fingiendo llorar mientras corria fuera del salón 

— ¡Eso es mentira! — gruñe — ¡Ven aquí, peqeño saltamontes! — grito el albino corriendo detrás de su sobrina. 

Jayden y Alice rieron ante la tonta pelea de ellos dos. Cassandra y Kaiden eran el caos hecho personas. E omega fue hacia su  suegra y tomo asiento a su lado. Alice le sonríe dulcemente antes de dejar el bordado de lado y cargar a su nieto en brazos.  

— ¿Sucede algo? — pregunta dulcemente mientras Aleksei está en sus piernas.  — Hoy estas... radiante. Se nota la felicidad en tu mirada.

El le sonríe nervioso. S suegra lo conocia bastante bien, el no podía ocultarle nada. Ni siquiera algo tan importante como su embarazo.

— Hay algo que debo decirle — Alice asiento , esperando que el omega continuara. — Yo estoy....

— Señor Jayden — ambos miraron hacia la entrada del salón, Znnia se acercó al omega y a la  omega luna. 

—  ¿Qué sucede, Zinnia? — pregunta Jayden 

— Hay una mujer que desea ver al señor Aleksander — Jayden fruncio el ceño

— ¿Una mujer? — Zinnia asintio — ¿Es Lianna? — Zinnia nego en respuesta — ¿Entonces...quien?

— No lo se, señor. Le dije que el señor Aleksander no se encontraba disponible. Pero ella dice que no se irá hasta que hable con el señor.

— ¿Quien será esa mujer? — pregunta Alice, y Jayden se encoge de hombros

—  Hazla pasar. Yo la recibire, si es urgente entonces ella no tendrá problema en que yo la reciba. — Jayden se puso de pie, junto Alice que cargaba a Aleksei. 

A los segundos una mujer de cabello negro, ojos color cafe, y de piel morena, con un vestido celeste y tacones entro al salón hechando humos.

— ¿Donde está Aleksander? — pregunta la mujer entrando molesta al salón, es como si estuviera apunto de estallar.

— Mi esposo no se encuentra disponible en este momento — explicó amablemente Jayden — Mi doncella dice que quieres hablar con el de algo urgente. — ella miro al omega y maldijo internamente 

— ¿Quien eres tu? — pregunta molesta 

— Soy Jayden Romanov, el esposo de  Aleksander — le sonríe forzadamente, la actitud de esa mujer le desagrada.

— ¿Esposo? Asi qué era cierto, él esta casado — bramo molesta — Pero no me importa.  Ya que estas aquí, creo que deberias saber que apartir de ahora, yo vivire contigo. Vivire en esta gran y lujosa mansion, ocupando mi lugar como la señora de la casa

— ¿Disculpa? — pregunta incredulo — ¿Qué estas diciendo? 

— Según la regla de la villa, un alfa puede crear su propio harem, sobretodo el heredero de la organización.

Aquellas palabras no le gustaron para nada. El mejor que nadie conocia las reglas de la villa. Era cierto que un alfa podía formar su propio harem, es era posible si el alfa se enamoraba de otro omega , si el omega no podía tener hijos. Si este repudia a su pareja actual o en otros casos si...

Jayden miro a la mujer frente a el. Luego a su suegra, enonces escucho pasos acercandose.

— ¿Tu...estas? — la mujer sonríe llevando una mano a su vientre

— Estoy embarazada, y es de Aleksander Romanov. Tu esposo.

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