Capitulo 42: Reencuentro y verdades

— Te extrañe, mi Rosa.

— ¿Es una broma, Ivanov? — masculla la albina entre dientes — No vuelvas a llamar.

No Cortes, Aly. Por favor no cortes — ella se detuvo ante la suplica — Se debes odiarme, y que estas molesta conmigo por múltiples motivos.

— Motivos no me faltan — podría apostar que el alfa sonrió del otro lado de la línea. Ella lo sabía, lo conocía.

Lo se, lo se. — Ares suspiro — Te lo pido, mi rosa. Déjame explicarte todo, por favor.

Ella se quedó en silencio por un momento. Pensando en las palabras de aquel alfa, que había desaparecido de la noche a la mañana.

— Bien. Tienes cinco minutos. Explicate.

Gracias. Me explicare, pero no por teléfono, mi amor. Lo que debo decirte, debe ser frente a frente.

— Ares, no creo...

Por favor. Te lo suplico, mi niña hermosa — Alyra suspiro y luego asintió.

— Esta bien.

Bien, muy bien. — pudo escuchar una pequeña risa por parte del alfa — ¿Recuerdas el arroyo donde te conocí?

— Si. Lo recuerdo.

Bien. Una vez que lleges al arroyo, encontraras un sendero. Síguelo, y llegaras a una pequeña cabaña.

— Ares...

Te veré allí. Por favor, Alyra. Solo una oportunidad más.

Ella sintió su corazón latir fuertemente.

— Esta bien. Te veré allí.

Te esperare. Hasta pronto, mi rosa.

Antes de que la platinada dijera algo, la llamada se corto. Ella dejó el teléfono de nuevo en su lugar, y tomó asiento.

Ares había llamado.

Ares había hablado con ella.

Iban a verse.

Cabaña.

Sendero. Ahora.

Alyra se puso de pie rápidamente cuando cayó en cuenta de los hechos. Ares, aquel alfa que hacia latir con fuerza su corazón, había llamado y quería verse con ella. Entonces se apresuró, ya pasaban de las tres de la tarde, si se apresuraba, llegaría a la cabaña al momento que estaría oscureciendo. Le informó a una de las sirvientas que saldría a tomar aire fresco, así podrían decirle a su madre.

Fue hacia la cochera de la mansión, y tomó prestado el coche de Aleksander, estaba seguro de que su hermano no se molestaría si tomara su coche.

Subió al coche y manejo hacia el arroyo. No lo iba a negar, escuchar la voz de aquel alfa, luego de tanto tiempo, fue como si hubiese encendido algo dentro de ella. Algo que pensó que jamás volvería a sentir.

Felicidad.

No sabe cuando, pero cuando salió de sus pensamientos, ella ya estaba frente a aquel resaltante sendero. Vio que era ancho, así que se adentro por aquel sendero.

Creyó que su corazón había latido con suficiente fuerza, pero cuando vio aquella cabaña, pálpito aun más fuerte.

Estacionó el coche, y bajo de el. Miro a su alrededor, no recordaba esa parte del bosque. Apartando aquellos pensamientos de su cabeza se dirigió hacia la puerta de la cabaña, suspiro y entonces giro la perilla.

Al entrar, un acogedor calor hogareño la invadió. Era época de invierno, en la villa, al entrar en medio del bosque el frío era mas intenso. Se adentro en la casa, era amplia, acogedora, pero al parecer no había nadie.

— Viniste — la albina se giro rápidamente al oir aquella voz.

Ahí estaba. La causa de su dolor, la causa de sus desvelos y lágrimas. Ahí estaba, de pie, mirándola fijamente.

— Alyra... — ella retrocedió

— No te acerques — pidió. Ares se detuvo y asintió.

— Lo se. Debes odiarme, estuve lejos durante un año y... — él guardo silencio — Lo siento, Aly. Ese día, aquel catorce de diciembre yo no quise...

— ¿Abandonarme? — ella río irónica. — Ese catorce de diciembre te espere, Ares. Durante una maldita hora, bajo aquella lluvia. ¿Y sabes que pasó?

— Aly...

— No llegaste. — alyra se acerco al alfa— ¡No llegaste y me case con él! — grito golpeando su pecho — ¡Me casé con él! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no llegaste?! ¡¿Por qué?! — ella dio varios golpes en su pecho al mismo tiempo que lágrimas bajaban por sus mejillas.

— Alyra...

— ¿Por qué? — ella sollozo — ¿Por qué no llegaste? — levanto su cabeza y lo miro.

Ares no soporto ver aquellos hermosos ojos azules llenos de lágrimas. Entonces la abrazo. Aun ante la resistencia que ponía la albina ante el abrazo del alfa.

— Lo siento mi amor. Lo siento mucho — Ares la apreto contra su pecho.

— ¿Por qué? — sollozo en el pecho del alfa — ¿Por qué no llegaste? — Ares acarició su cabello.

— Lo intente. — confeso. — Ese día espere que Victoria saliera de la mansión. Creí que se había ido, pero entonces, oi gritos. — ella levanto su cabeza del pecho del alfa y lo miro.

— ¿Gritos? — Ares asintió.

— Pensé que Victoria se había ido, pero me equivoque. Entonces, justo cuando estaba por irme, alguien me golpeo por detrás. — él suspiro — Entonces cuando desperté, ya no estaba en la mansión, estaba en una bodega.

— Ares...

— Me torturaron Aly. Me golpearon de múltiples maneras hasta casi matarme. Victoria había enviando a hombres para que me asesinaran, ella no quería que interviniera en sus planes.

— ¿Pero entonces...?

— ¿Como escape? — ella asintió. — No lo se. Cuando ví la puerta de la bodega abierta, y cuando me di cuenta que las sogas estaban flojas, escape.

— ¿Entonces por qué no llegaste? ¿Por qué no me buscarte?

— Lo hize — confeso. — Pero, mi niña, cuando llegue a villa Belov, cuando llegue a la mansión, te ví. Vestida de novia y en el altar con Colin. No creas que no quise entrar y interrumpir tu boda, tomarte de la mano y huir. Tenía tantas ganas de hacerlo, pero cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. — el acarició su mejilla — Tú ya eras esposa de Colin.

Ella nego. No lo creía, no podía. Durante todo este tiempo, durante todo este año y medio, ella creyó que él la había abandonado, que le había mentido y que solo había jugado con ella, que había jugado con ella de una manera cruel.

Se resignó a su destino, se resignó a ser la esposa de aquel infeliz que tenía de esposo. Permitiendo ser degradada, humillada y maltratada de miles de formas.

No sólo había sufrido maltrato sicológico, sino que también físico. Humillaciones, degradaciones. Una peor que otra.

— Yo... — ella sollozo — Creí que me habías abandonado — él nego y tomó el rostro de la platinada entre sus manos.

— Jamás sería capaz de abandonarte. Te juro que lo intente, Aly. Intente llegar a ti, pero cuando lo hize, fue demasiado tarde — el alfa la abrazó.

Ella sollozo en su pecho, mientras Ares acariciaba su cabello con delicadeza.

Extrañaba abrazarla, acariciar su largo y hermoso cabello platinado, ver sus hermosos ojos azules al igual que los diamantes. Extrañaba sentir el calor de su cuerpo, escuchar su suave voz. Extrañaba todo de ella. Y finalmente, la había vuelto a tener en sus brazos.

— Crei que te había perdido, mi rosa. Pero ahora que te tengo en mis brazos, ahora que puedo escuchar tu corazón latir. Me doy cuenta de que aún me amas.

— Eres un idiota — ella sonrió, aun sin despegarse de él.

— Lo soy. Pero soy tú idiota.

Ella sonrió y él también lo hizo. Fue en ese momento que una llama de esperanza volvió a surgir dentro de sus corazones.

— Tengo sueño — Cassandra apoyo su cabecita sobre el hombre de su madre, al mismo tiempo que el omega cargaba a su bebé.

La boda de una de las hijas de un miembro importante de la Organización había termido tardisimo. Ahora estaba viajando de regreso a la mansión.

— Duerme mi niña — Cassandra cerro sus ojos ante las palabras de su madre. Jayden miro a su izquierda, y entonces cayó en cuenta que su esposo no estaba.

Aleksander le había informado, que debía hablar unas cosas con unos miembros de la Organización y que también con Emiliano. Gael le había asegurado que el alfa no se tardaría mucho, así que Jayden pudo volver tranquilo a la mansión con sus hijos, su suegra y su cuñado.

— ¿Cree usted que tarde mucho? — Alice se volteo en su asiento y miro a su yerno.

— No lo creo. Solo hablaran de negocios. Ellos saben que no me gusta que lleguen tarde — Alice le dio una pequeña sonrisa. — Antes de las tres de la madrugada, estaran de regresó. Te lo aseguró.

Y le creyó. Pero no fue así. Ahora mismo, el omega se encontraba en la habitación, impaciente, mientras jugaba nerviosamente con sus manos, aguardando por su esposo.

Miro el reloj de la habitación, pasaban de las dos de la madrugada.

¿Y si le había sucedido algo? ¿Que sucedió?

Cientos de preguntas hicieron eco en la cabeza del omega.

El llanto de Alekséi saco de sus pensamientos al omega, se acercó a la cuna de su bebé y lo cargo en brazos.

— No llores, mi niño — Jayden mesio a su bebé en brazos, luego depósito un beso sobre su frente.

Jayden escucho la puerta de la habitación ser abierta, rápidamente se giro con el bebé en brazos. Un suspiro salió de sus labios al ver a su amada niña entrar a la habitación mientras refriega sus ojitos.

— Mi hermosa niña — Jayden se acerca a Cassandra. — ¿Que sucede, mi niña? —  pregunta al mismo tiempo que acaricia el cabello de su hija con su mano libre.

— No puedo dormir, mami. ¿Puedo dormir contigo? — Jayden asintió y dejó un beso sobre la frente de su niña.

El Omega dio una última mirada al reloj de la habitación, antes de apagar las luces y acostarse con sus hijos en la gran cama, Alekséi sobre su pecho, y Cassandra acostada a su lado.

— Mami...

— ¿Si, mi niña?

— ¿Podrías cantar una canción de cuna? Hace tiempo que no te escucho cantar. — Jayden sonrió.

— Tengo una voz, horrorosa — Cassandra lo miro

— Eso no es cierto, mamá. Tienes una voz hermosa — Jayden soltó una pequeña risa y asintió.

Какие звезды на небе, мои жемчужины,
И они светят один, и светят один
Так много раз мои глаза, мои же мчужины,
плачь, прости, я плачу, прости.Вздох, ты не слышишь меня, моя жемчужина,Она целует, детка, мама для м enia .Эйде, мама, люби меня и меняОни поклонялись тебе, они рвутся за тебя.
Эйде, мама, люби меня и меня
Она целует, детка, мама для меня.
Ты не мать, моя жемчужина,
Ни ты не боишься Бога, ни боишься Б ога.
Она целует, детка, мама для меня.Эйде, мама, люби меня и меняОна целует, детка, люби меня.Эйде, мама, люби меня и меня

La niña cerro sus mediante que su madre le cantaba. Amaba la manera en la que su madre le cantaba, de manera dulce, suave. La niña cerro por completo sus ojos quedando profundamente dormida, Jayden bajo su mirada hacia su bebé, y también lo encontró plácidamente dormido.

Con mucho cuidado depósito a su bebé en la cama, el cual fue rápidamente abrazado por Cassandra. Jayden sonrió ante la escena, y se incorporó en la cama rápidamente al sentir náuseas.

Se puse de pie y corrió hacia el baño, se puso de cuclillas y entonces vómito. Sintió un fuerte dolor en su cabeza, desde la mañana que se sentía mal. Su cabeza dolía, se sentía cansado, con bastantes náuseas ni siquiera soportaba algunos olores.

Ante sus pensamientos, una pequeña sonrisa se dibujo en el rostro del omega. Jalo la cadena del baño, y camino hacia el gran espejo de la habitación, agradeciendo la luz que entraba por la ventana.

Se paro frente al espejo, y levanto su camisa.

¿Seria posible....?

¿El estaba embarazado nuevamente? Hace un tiempo había dado a luz a su niño, Alekséi había sido su milagrito. Cassandra era su Perla, su tesoro. Amaba a sus hijos con todo su corazón, y estaba seguro de que si estaba esperando otro bebé, no dudaría en amarlo. Sabía que su esposo también lo amaría, Aleksander le habia dicho que deseaba formar una gran familia con él.

Sonrió ante aquel pensamiento. Mañana cuando saliera el sol, hablaría con Arwen, necesitaba que la bruja confirmara sus sospechas. Con una sonrisa en su rostro, volvió a la cama y se recostó al lado de sus niños. Ambos dormían plácidamente, Jayden depósito un beso sobre la frente de cada uno, antes de acomodarse en la cama y sumirse en un profundo sueño.

La puerta de la habitación fue abierta, el alfa entró de puntillas. No quería ver a su omega molesto, mucho menos que este le gritara por llegar tarde. Miro el reloj de la pared de su habitación, ya eran las cinco de la madrugada.

Su cabeza dolía demasiado. No recuerda haber tomado tanto. Luego de su reunión con Emiliano y algunos hombres importantes, recuerda que su cuñado le propuso beber unas copas, pero luego de beber y cuando vio que eran las dos de la madrugada. Se despidió de su hermano y cuñado para volver a su hogar, a su habitación y así dormir con su familia.

Recuerda que antes de salir, bebió un vaso de vino que le ofreció una de las sirvientas. Luego, su mente se vuelve borrosa, no recuerda nada. Lo peor es que despertó en una habitación sin camisa, y sin nadie a su alrededor. Entonces se apresuró a volver.

El alfa estaba tan sumido en se pensamientos que no se dio cuenta cuando chocó la mesita de luz.

— ¿Alek? — el alfa maldijo por lo bajo al oir la voz de su omega.

Miro hacia el umbral de la puerta que llegaban al cuarto, y se encontró a su omega, Jayden tenía puesto su habitual ropa de dormir, una ropa que siempre volvía loco al alfa, sobre todo al ver los muslos de su omega.

— Lamentó haberte despertado, cariño — se disculpo el alfa y fue hacia su omega.

— Llegas tarde — susurro el omega, no queriendo despertar a sus hijos.

— Lo siento, mi amor. He perdido la noción del tiempo — el alfa deposito un beso sobre la frente de su omega — No volverá a pasar — Jayden asintió y el alfa sostuvo su rostro, para luego depositar un beso sobre sus labios.

— Alek...

— ¿Mhm?

— Apestas a alcohol — el omega hizo una mueca y el alfa sonrió. — Es mejor que tomes un baño. No deseo que los niños vean a su padre borracho. — Jayden se dio la vuelta pero fue abrazado por detrás.

— Cariño apestas a alcohol — susurro el omega soportando las náuseas

Aleksander nego, y comenzó a repartir besos en el cuello de su omega.

— Quiero estar así contigo — Jayden suspiro y se volteo a mirarlo

— Ve a tomar un baño. Me encargaré de los niños. Luego podrás seguir conmigo — el alfa sonrió y plantó un beso en los labios de su omega, antes de ir hacia el baño.

Jayden nego divertido ante aquello. Volvió a la habitación y sonrió al ver a sus hijos durmiendo plácidamente. Le daba pena molestarlos.

Por suerte recordó que la habitación de sus hijos estaba al lado de la de ellos, y que había una puerta que llevaba a esa habitación.

Cargo a su niña en brazos y fue hacia la otra habitación, la cual estaba dividida en dos partes, la primera tenía un color lila con dorado y blanco. Mientras que la otra tenía un color azul con blanco y dorado.

Jayden depósito a su hija con suavidad sobre la cama. Cassandra se removió un poco pero aún así no se despertó. El omega volvió a la habitación y esta vez fue hacia su bebé, cuando lo cargo en brazos, Alekséi abrió un poco sus ojos.

— Shh — Alekséi se pego aún más al cuerpo de su madre y volvió a quedarse plácidamente dormido.

Jayden fue hacia la habitación donde dormía Cassandra, y depósito al bebé en la cuna. El niño se removió y abrazo su peluche de León.

El omega solo esperaba que su esposo no le regalará un león a su hijo. En el cumpleaños número cinco de su niña, Aleksander le había traído dos Tigres blancos a su niña, diciendo que ellos la protegerían. Jayden recuerda las veces que buscaba a su hija y solo la lograba encontrar en la jaula de los tigres.

Salió de sus pensamientos, y se acercó a sus hijos depositando un beso sobre la frente de cada uno. Con cuidado salió de la habitación y volvió a la suya.

Al entrar, encontro a su esposo acostado en la cama, con el torso desnudo y los brazos sobre su cabeza, con los ojos cerrados. Jayden se sumió a la cama con cuidado y se recosto en su pecho, mirándolo.

— ¿Sucede algo? — inquiere el omega y Aleksander abre sus ojos mirandolo.

— Si yo... Cometiera un error — Jayden frunce el ceño — ¿Tu me perdonarias?

— Dependiendo de cual sea ese error, cielo. — Aleksander niega levemente y deja un pequeño beso en la frente de su omega. — ¿Te sientes culpable por llegar tres veces tardes en el mes? — Jayden sonrió.

— Jay...

— Se que tu hermano y Emiliano son bastante bebedores. Los conozco, ellos te llevan a "reuniones" y llegas tarde — sonrió divertido. — Si eso es lo que te preocupa, te aconsejó no hacerlo más — plantó un suave beso en los labios de su omega — Descansa cariño

Jayden recosto su cabeza en el pecho de su alfa y se quedo dormido a los minutos. Pero hubo alguién que no logró conciliar el sueño, y ese fue Aleksander.

Tenía recuerdos en su cabeza. Recuerdos borrosos que no le gustaban para nada. Miro a su omega y temió, temió que si esos recuerdos borrosos eran lo que el imaginaba lo perderia.

— Jay... Lo siento.




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