Capítulo 23: Un engaño
— Mi señor — Zinnia le ofreció una taza con un tónico para controlar su asma pero Jayden nego.
— Hará daño al bebé — susurro y se recargo sobre el asiento — Solo...necesito unos minutos — susurro e intento que respiración volviera a la normalidad.
— Debe decirle al señor Aleksander — el omega miro a su doncella y nego.
— No... Mi esposo no puede enterarse — susurro y miro a la niña en los brazos de la nana.
La anciana se acercó al omega y le tendió a la niña, quien ansiosamente se apego a su madre. Jayden sonrió y dejó un beso en la cabellera de su niña.
— Nada de lo que sucedió hoy debe saberse ¿entendido? — el omega miro a la servidumbre frente a él y todos asintieron.
No había razón para llevarle la contraria al omega. Desde que Jayden se había casado con Aleksander, el omega los trataba bien, ayudaba en la cocina, tenía charlas con ellos, los trataba como si fueran de su misma clase.
— Pueden retirarse — todos asintieron y salieron de la sala.
Jayden miro a la niña en sus brazos y sonrió. Se puso de pie con ayuda de Zinnia y caminaron hacia la habitación. Al llegar, el omega intento dejar a la niña en la cuna, pero esta se aferró a los brazos del omega por lo que fue imposible dejarla. Jayden soltó un suspiro y camino con la niña en brazos por toda la habitación.
Se acercó hacia la ventana y vio como comenzaba a llover, pequeñas gotas empañaban el cristal de la habitación. Cassandra se removió en los brazos de su madre y Jayden la miro.
— Nunca tuve una madre ejemplar — susurro el omega a la niña — No tuve una madre que protegiera mis sueños de aquel monstruo debajo de la cama, mi madre era el monstruo — Jayden acarició el cabello negro de la niña, y el omega no se percató de la persona que entró a la habitación.
— Pero contigo pequeña, prometo ser la madre que necesitas, ser alguien digno para que me llames madre — depósito un pequeño beso en la frente de su niña.
Los ojos del omega de llenaron de lágrimas pero rápidamente nego con la cabeza. Odiaba sentirse débil, odia llorar, y odiaba los drásticos de humor debido a su embarazo.
Jayden se dio la vuelta con la niña en brazos, y se encontró a su esposo. El alfa tenía la mandíbula apretada, su ropa de cacería estaba cubierta por la sangre de los animales.
— Alfa...
— Hablaremos más tarde. — musito antes de dar media vuelta e irse al baño.
Jayden suspiro y miro a la niña.
— Tu papa esta molesto, mi amor. — Jayden miro a Zinnia — Llevasela a las nanas, necesito hablar con mi esposo. — La doncella asintió y cargo a la pequeña.
Cuando Zinnia salió de la habitación con Cassandra en brazos, Jayden tomó asiento en la cama. Esperando a que su esposo terminara de ducharse.
Luego de unos minutos, que para el omega fueron eternos. Aleksander salió del baño, una toalla enrollaba su cintura, tenía el torso descubierto, y su cabello albino mojada, pequeñas gotas se deslizaban por el rostro del alfa.
El alfa lo ignoro, y fue hacia el armario, se puso su habitual ropa negra, todo bajo la atenta mirada del omega. El alfa caminó hacia el espejo de la habitación y vio por el reflejo a su omega.
— ¿Estas molesto? — pregunto Jayden y lo miro.
— No.
— Mientes. — el omega se puso de pie — Tus feromonas te delatan. No es el habitual aroma al que estoy acostumbrado, es más fuerte, más agrio. Insoportable. — Aleksander se dio la vuelta encarandolo.
— ¿Hay algo que quieras decirme? — inquirió el alfa — Cuando me fui de cacería, antes de que vuelva. ¿Ocurrio algo? — Jayden trago en seco.
— No... — el omega desvío la mirada
— Mientes. — Aleksander se acercó peligrosamente a él y levanto su mentón — Mirame a los ojos cuando te habló. No desvíes tu mirada. — susurro con la voz ronca — Te lo preguntare solo una vez más, ¿Cuando no estaba, ocurrió algo?
— No.
— ¡Maldicion Jayden! — el omega retrocedió ante el grito del alfa — ¿Que tan difícil es decirme la verdad?
— Yo... No entiendo.
— Victoria. — el rostro del omega palideció. — Ella vino a verte. Te hizo pasar un mal rato, y no me lo dices.
— ¿Como...?
— ¿Como lo supe? — el alfa niega — Cada día, que debo irme, y debo dejarte. No puedo estar tranquilo. Me preocupó por tí. Tengo informantes, Jayden. Sino fuera por ellos, no sabría que esa mujer vino a verte y te hizo pasar un mal rato.
— Fue solo una charla.
— Te dio un ataque. — mascullo con molestia el omega. — ¿Por que no confías en mí?
El omega guardo silenció. Y Aleksander nego.
— Bien. Si no quieres responder no lo hagas.
Aleksander se dio la vuelta molesto, y camino hacia la puerta de la habitación. Pero cuando estaba por abrir la puerta, escucho unos pasos detrás de él, y luego, sintió como unas pequeñas manos lo abrazaban por detrás.
— Perdón. — susurró el omega.
El alfa bajo su mano del picaporte suavemente al escuchar a su omega. Aleksander puso una de sus manos sobre las manos de su omega.
— ¿Por qué?
— Confío en ti. Siempre lo he hecho. Pero es difícil, es difícil mirarte a los ojos y no sentirme culpable. — susurro —. Soy débil, tengo miles de defectos. No puedo ser esa persona fuerte que necesitas a tu lado. — apoyó su cabeza sobre la espalda del alfa — Cuando me tratas con amor, cuando me tratas como a una persona, mi corazón se siente feliz. Pero luego, cada noche, sufro esos malditos ataques, esos recuerdos tormentosos que me consumen cada vez más. Y entonces me pregunto, ¿cómo eres capaz de amarme? — sollozo — ¿Como puedes hacerlo? Sabiendo estoy manchado, sabiendo que solo soy un omega enfermizo que ha sido tocado por varios hombres. Tú siempre me apoyas, me cuidas, me proteges. Por mi culpa, tienes esa cicatriz en el ojo, casi pierdes la vista por eso, incluso recibiste un disparo por mí. Odias a los Ivanov por lo que me hicieron, manchaste tus manos de sangre por lo que Ashton me hizo, odias a la mujer que me dio a luz. Pero, ¿no me odias a mí? — Jayden suspiró — No quería contarte sobre lo que ocurrió hoy, porque no quieres que piense que soy débil. Soy un omega, sí. Tal vez esté enfermo. Pero, ¿cómo puedo ser tu esposo si me quejo de todo? Lo siento. Realmente lo siento — sollozó.
— ¿Debil? — Aleksander se volteó y miró a su omega — Amaré, ¿tienes idea de cuánto te amo? No eres débil, eres fuerte.
— No soy fuerte... — murmuró Jayden, con la mirada baja.
— Sí, lo eres. — Aleksander levantó su mentón, obligándolo a que lo mirara fijamente — Eres la persona más fuerte e increíble que he conocido en mi vida. Sé que crees que te salvé la vida el día que te encontré en aquel baño, pero déjame decirte que, en realidad, fuiste tú quien salvó mi vida. — aquello sorprendió al omega — Amo cada uno de tus defectos, por mínimos que sean. No me importa quién te haya lastimado en el pasado, porque te prometo que mataré a todo aquel que lo hizo. La cicatriz en mi rostro me hace sentir orgulloso, pues sé que protegí a mi omega. No me importa que estés enfermo, estaré a tu lado cuidándote siempre. — Aleksander acarició suavemente la mejilla de Jayden — Jayden, te amo, y no existe ninguna razón para que te sientas culpable o débil. Está bien llorar, porque eso no te hace débil. Hablar de tus problemas con alguien o buscar ayuda tampoco te hace débil, al contrario, te hace aún más fuerte. Si quieres llorar, llora. Porque así limpiarás todo el dolor que haya en tu corazón, no te romperás. Y si llegaras a romperte en miles de pedazos, entonces comenzaremos de nuevo. Te ayudaré a recoger las piezas, una por una, y te ayudaré a sanar. Sanaremos juntos, amor mío. — Aleksander selló sus palabras con un beso dulce y pausado — Así que no quiero que vuelvas a sentirte inseguro, ¿está bien?
Jayden sonrió y asintió. Aleksander también sonrió y dejó un beso sobre sus labios.
— Te amo.
— Yo también te amo, alfa.
— Maldito niño — mascullo la omega tirando la copa de vino contra la pared.
Roan retrocedió cuando vio a su madre tirar la copa contra la pared de la sala. Los vidrios se esparcieron por todo el suelo, y el líquido manchó la pared y el suelo.
— ¿Madre? ¿Estas bien? — pregunto Roan acercándose a la mujer. Victoria lo miro y nego con molestia.
— Ese mocoso, se cree que puede darme ordenes. — Roan frunció el ceño — Fui a visitar al maldito bastardo de Jayden, quise intentar hacer las pases con él. Carga a un miembro de la familia Ivanov en vientre, él no está capacitado para ser madre. — resoplo la mujer tomando asiento.
— ¿Y tu si? — Victoria miro a su hijo — Tú no eres una buena madre.
— ¿Que estas diciendo?
— Estas enferma, madre. — Ella apretó su mandíbula — Usas a tus hijos para tu propio beneficio. Primero utilizaste a Colin, lo obligaste a estudiar Derecho para cubrir los tratos sucios. Luego fue Alaric, lo golpeaste y usaste solo para que Danil no se apartara de tu lado, luego fui yo, me utilizaste para acercarme a Gael, lo enamore y luego hice que me odie, y no te importó lo que yo realmente sentía — mascullo con molestia en su voz — Y luego usaste a Jayden, y con él, le mentiste a Danil. ¿Que sucedería si Danil y Jayden se enteraran de la verdad, madre?
— ¿Que estas queriendo decir?
— Estoy queriendo decir, que tú no fuiste abusada mamá.
— Roan...
— Tu engañaste a Danil, cuando te comprómetiste con él, porque estabas enojada cuando te enteraste que él queria disolver el compromiso.
— ¡Roan!
— Tú lo engañaste, y fingiste tu violación. Fue por eso, que le tomaste odio a Jayden, porqué jamás esperaste quedarte embarazada.
— Cierra la boca.
— Y cada vez que lo vez, recuerdas lo que hiciste. Y lo odias, lo odias que hasta permitiste que abusaran de él. Eres un asco de madre, eres... — el alfa guardo silencio cuando la palma de la mano de su madre se estampó contra su mejilla
— ¡Cierra la maldita boca! — bramo molesta — Eres un idiota, primero no sólo te enamoraste de Gael Románov, sino que también te atreves a defender al bastardo que tienes e hermano. — Ella tomó su cabello con fuerza — Si te atreves a decir una palabra de esto, puedo jurarte Roan, que sufrirás el mismo destino que sufrió tu padre — ella se acercó a su oído — la muerte.
El alfa se apartó con brusquedad y miro a la mujer frente a él. Su madre realmente estaba loca. Y fue por esa loca, que perdió al hombre que amaba.
El omega dio incontables vueltas en la cama. Jayden miro el techo de la habitación y resoplo. Luego, miro la habitación y volvió a resoplar, esta vez más fuerte. Por último, miro al alfa que mantenía una mano en su cintura y resoplo. Pero sus resoplidos no despertaron al alfa tonto que tenía de esposo.
Entonces, se movió aún más. Cuando creyó que su esposo se despertaria, Aleksander solo se acomodo aún más en la cama, presionando su agarre en la cintura de su omega.
— Alfa — Jayden lo removió — Alfa, alfa despierta — Aleksander soltó un quejido. — Alfa — el albino abrió sus ojos con pesadez y al hacerlo se encontro con aquellos ojos verdes que lo volvía loco.
Aleksander miro hacia el reloj en la pared y noto que eran las tres de la mañana. Su mirada volvió a los ojos de su omega y apartó unos mechones rebeldes de su rostro.
— ¿No puedes dormir? — acarició su mejilla — ¿Pesadillas, amaré? ¿Que tienes? — pregunto el alfa.
— Tengo hambre — el omega hizo un puchero y Aleksander lo miro confundido.
— ¿Hambre? — el omega asintió.
— Quiero pasteles piña y limon, pero también fresas — Aleksander volvió a mirar el reloj en la pared.
¿En donde conseguiría esas frutas por la madrugada?
— Pequeño, es muy tarde.
— Pero yo quiero — insistió y el alfa se preocupó cuando los ojos de su omega se llenaron de lágrimas.
Aleksander se incorporó rápidamente en la cama.
— Esta bien, amor. Pero no llores, iré a buscar los pasteles y fresas — Aleksander dejó un pequeño beso en la frente de su omega, se puso una camisa blanca ya que solo estaba su pantalón negro de dormir.
Aleksander se levantó de la cama y salió de la habitación, lo menos que quería era que su omega llorara. Fue hacia la habitación de su madre, y dio pequeños golpes en la puerta, a los minutos, su madre le abrió. La mujer tenía su bata de color verde de satin, y su cabello negro recogido en un rodete.
— ¿Alek? ¿Que sucede, cachorro? ¿Estás bien? ¿Jayden esta bien? — Alice puso una mano sobre el rostro de su hijo, algo sorprendida por verlo de pie frente a su puerta en las altas horas de la noche.
— Es Jayden, mamá — Alice lo miro confundida — Él...quiere pasteles de piña, limón, y también quiere fresas. Pero no se como conseguirlas — Alice suspiro de alivio y soltó una pequeña risa.
— ¿Tiene antojos? — Aleksander asintió — Creó que quedaron unos pasteles de piña, y unas fresas — respondió Alice cerrando la puerta de su habitación y comenzando a caminar hacia la cocina con su hijo a su lado
— ¿Es normal que llore? — pregunto y Alice asintió.
— Los omegas somos sensibles en los embarazos. — Afirmó — Recuerdo que cuando estaba embarazada de Alyra tenía antojo de comer miel — Aleksander frunció el ceño.
— ¿Miel? ¿Solo miel? — Alice asintió.
— Pero, también recuerdo que luego de tener a tu hermana, odie la miel, incluso hasta ahora lo hago, pero lo más curioso es que a tu hermana le fascina. — Alice sonrió ante el recuerdo de su niña.
Alyra siempre desayunaba algo de miel ; panecillos con miel, pasteles con miel, postres con miel, helado con miel. Su niña era realmente fanática de la miel, en cambio ella, apenas podía probar una cucharada.
Cuando llegaron a la cocina, Alice se acercó a la medida y destapó la fuente que tenía los pasteles de piña, espolvoreados con azúcar encima.
— Cariño, ¿Podrías pasarme un plato, por favor? — pidió Alice mientras agarraba las pinzas, Aleksander asintió y le pasó un plato a su madre.
La mujer puso los pasteles de piña sobre el plato, antes de abrir el refrigerador y sacar un plato de fresas frescas. Alice puso un poco de fresas en el plato, al lado de los pasteles.
— No hay pasteles de limón, ¿Crees que se molestara? — pregunto ansioso el alfa.
— No lo sé, cachorro. El humor de los omegas varía. — Alice le tendió el plato a su hijo y le dio una pequeña sonrisa — Ve.
Aleksander le dio un beso en la mejilla a su madre, y fue nuevamente a la primera planta, a su habitación. Al entrar, se encontró a su omega, durmiendo con Cassandra a su lado. Aleksander cerro la puerta con cuidado y se acercó a ellos, dejó el plato sobre la mesita de luz, al lado se Jayden, y tomó asiento cerca de su omega y su hija.
El alfa dejó un beso en la frente de ambos, y los volvió a cubrir con las suaves sabanas. Jayden se removió un poco y abrió sus ojos lentamente.
— Debes dormir, cariño. — Jayden negó.
— Mi esposo se esforzó en cumplir mis deseos ¿Como podría dormir? — el omega apartó a la niña de su lado muy suavemente y se sentó en la cama.
Aleksander le tendió el plato y el omega comenzo a comer gustoso.
— los pasteles de piña son mis favoritos desde que era un niño. — susurro el omega antes de darle un bocado a uno de los pasteles.
Aleksander sonrió ante el brillo en los ojos de omega. Luego, vio como la hermosa y dulce sonrisa en los labios de su omega se esfumaba, y este se perdía en sus pensamientos mirando el pastel en sus manos.
— ¿Amare? — Aleksander lo llamó pero el omega dejó el pastel aun lado. — ¿Que sucede?
— Ya no deseo comer.
Aleksander frunció el ceño con confusión ante las palabras de su omega.
— ¿Por qué no quieres comer? Hace un momento parecías muy contento con los pasteles de piña, ¿Que es diferente ahora? — pregunto suavemente mientras apartaba unos mechones rebeldes del rostro de su omega.
— No quiero engordar... No quiero darte asco — susurro y sollozo levemente.
Aleksander suspiro y tomó el rostro de su omega en sus manos, luego, depósito pequeños besos sobre el rostro de su omega.
— ¿Engordar? ¿Darme asco? — el alfa lo negó rotundamente — Jamás podrías darme asco, pequeño. No me importa si engordas, para mí, seguirás siendo el omega más bello que mis ojos hayan visto. Eres único, cada rasgo tuyo me fascina. Tu cabello rizado es como un enigma que siento el privilegio de desentrañar con mis dedos, mientras tus hermosos hoyuelos se forman al sonreír, hipnotizándome. Incluso tu risa, con su melodía suave y delicada, me da calma y le da vida a mi corazón — el alfa besó suavemente los labios de su omega — Tus labios, pequeños pero tan deseables, son la tentación que me consume sin remedio. Y tu aroma, oh, ese aroma... la mezcla de vainilla y miel, que me atrapa cada vez que estoy cerca de ti. Incluso el olor dulzón de la leche que emanas en ocasiones me vuelve loco. — otro beso — Dime ¿Cómo podrías darme asco, si para mí eres...?
El alfa hizo una pausa, intentando encontrar las palabras
— ¿Horrible? ¿Infantil?
— Perfecto.
Ambos se sumieron en un profundo silencio, el omega completamente sorprendido por las palabras de su esposo. Era un asombro abrumador escuchar esas confesiones del hombre que alguna vez debió asesinar, del hombre que jugó con sus emociones de la misma manera en que él también lo había hecho. Sin embargo, en ese instante, el omega no podía evitar sentirse cautivado por las palabras que emanaban de los labios de su amado alfa.
Mientras tanto, el alfa sonreía con una ternura indescriptible, dejándose perder en la profundidad de aquellos ojos verdes. No eran simplemente verdes, eran hermosos, únicos y especiales para él en cada sentido imaginable. No eran grises como los ojos de Victoria, la mujer que intentó dañar a su esposo. Tampoco eran negros como los ojos de Lianna, la amante ocasional que nunca llenó el vacío en su interior. Y tampoco eran azules como sus propios ojos, pues estos verdes eran algo más, eran especiales.
Eran de un verde común, pero a la vez raro y deslumbrante. Eran como el vasto césped que cubre los campos, como la esmeralda más pura y genuina que se puede encontrar oculta entre la tierra. Eran como los prados en primavera, rebosantes de vida y frescura. Aquellos ojos verdes poseían una belleza sobrenatural, capaz de envolverlo por completo y transportarlo a lugares mágicos.
Eran hermosos, tanto que el alfa sentía cómo su corazón se perdía en ellos, como si mirara a través de un telescopio las millones de estrellas y constelaciones que se expanden en el vasto universo.
Su universo.
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