Capítulo 14: Ella
Ya habían pasado dos meses, desde que su relación con Aleksander habia mejorado, ambos eran más unidos, hacían más cosas juntas, incluso su casa estaría lista en unos meses más —según el alfa—. Además de su relación, incluso habían más momentos íntimos entre ellos. Pero aún así, habían ciertas cosas entre ellos que no cambiaban; Aleksander odia la cicatriz en su rostro, y sobre todo odia que el omega tocará esa cicatriz, ya que según el alfa, solo daba asco. Segundo, de todas las veces que habían tenido "relaciones" lo que hacia el alfa era no correrse dentro del omega, y por último todos estaban comenzando a cuestionar la falta de un cachorro.
El omega estaba harto de escuchar esos rumores cada vez que salia de la mansión. Rumores a los que le restaba importancia cuando permanecía en la cocina de la villa, o cuando salía caminar en compañia de Zinnia y de Aaron, ese alfa se había vuelto muy apegado a su doncella y también se había vuelto un buen amigo suyo.
No había momento en que las personas de la villa lo vieran solo, siempre estaba acompañado de su doncella o del alfa. En varias ocasiones, las personas de la villa decían que el omega disfrutaba de la compañia de otro alfa, que la compañia de su esposo.
Pero lo que no sabían las personas de esa villa, era que cada día por la noche, o cuando la oportunidad se presentaba, el omega provocaba a su alfa, y este, accedía complacido, hipnotizado por la manera en la que su omega movia sus caderas, o daba pequeños saltos. Embelesado por los gemidos de su omega y por la lujuria en sus hermosos ojos esmeralda.
Al alfa albino no le importaban los rumores que decían de su omega, porque sabía, que su omega le demostraba que no había compañia que disfrutará más que la suya. Y no sólo en las charlas banales sino también en lo íntimo.
Como en este precisó momento.
Aleksander tenía sus manos puestas en su cadera, mientras lo obligaba a moverse con más rapidez. Su cadera subía y bajaba con un ritmo que le era placentero. El sudor había cubierto su piel y el aroma a rosas estaba exponenciado ahora. Jayden estaba en éxtasis, brindándose placer con el cuerpo de Aleksander. Aun si acababa de tener un orgasmo, había sido como si eso solamente le hubiera abierto el apetito.
Aleksander pensó que quizá había muerto y ahora estaba en el paraíso. Jayden era una visión erótica. Un espectáculo para sus sentidos. No podía ser posible que finalmente hubiera conseguido cumplir sus fantasías. Sus manos apretaron suavemente los muslos del omega para comprobar que, efectivamente, estaba ahí, que era real. No era un sueño, no era su imaginación. Y se sentía al límite. No sabía cuánto más podría contenerse.
Había esperado tanto tiempo que ahora era como una sobredosis. Aleksander estaba a total merced de Jayden, dejándole su cuerpo a disposición para que hiciera lo que más placer le diera.
Deseoso por un beso, el alfa terminó sentándose para poder acceder a su omega, probando su boca y su piel una vez más, mientras Jayden seguía moviéndose a placer, gimiendo con esa sonrisa que le ponía las rodillas débiles a Aleksander.
Deseoso por un beso, el alfa terminó sentándose para poder acceder a su omega, probando su boca y su piel una vez más, mientras Jayden seguía moviéndose a placer, gimiendo con esa sonrisa que le ponía las rodillas débiles a Aleksander.
— Jayden... — jadeó con la voz temblorosa y grave — No puedo... No puedo aguantar más...
— Shh... — sus manos tomaron las mejillas del mayor para mirarlo. Besó sus labios una vez más antes de abrazarlo — Quiero sentirlo... Déjame sentirlo... Lléname de ti.
Tal como si fuera un encantamiento, Aleksander se aferró a Jayden y mordió su hombro, abriendo la marca permanente de su unión. Cuando el sabor de su sangre tocó su lengua, finalmente llegó al orgasmo y eyaculó en el interior del omega hasta anudar.
Besó su piel con adoración y luego se desplomó en la cama sin soltar al castaño, abrazándolo.
— ¿Estas bien? — pregunto en un susurro el alfa mientras acariciaba el cabello de su omega.
— Si — susurro — Aleksander — el omega levantó su cabeza de su pecho — ¿Te gustaría tener un cachorro? — pregunto con cautela.
El rostro del alfa palidecio, y fue como si la piel de su omega quemara, Aleksander se apartó rápidamente y comenzó a vestir con rapidez.
— ¿Que sucede? — preguntó confundido.
— Iré a pedirle a Zinnia que te prepare un té — musito
— ¿Un té?
— Si. Un té abortivo — aquellas palabras fueron como un puñal en el corazón del omega.
Aleksander se terminó de vestir y comenzó a ponerse los zapatos. Jayden estaba helado, aquellas palabras le habían dolido.
— Aleksander...
— Jayde, no puedo.
— ¿Que?
— No puedo — repitió el alfa.
— No logró entender que es lo que no puedes.
— No puedo tener un hijo contigo... — confeso.
— No lo entiendo. — susurro — ¿Que razón podrías tener, para no tener un hijo conmigo? ¿Para no formar una familia conmigo? ¿Para no...amarme?
— Jayden...
— Se que no me amas. Pero jamás creí que me detestaras tanto. — susurro dolido.
— Jay...— el alfa solto un suspiro de frustración — Debes saber, que yo jamás podría darte hijos, simplemente porque no lo deseó — aquellas palabras hicieron añicos el corazón del omega — Tu sueño, era tener un cachorro ¿no es así? Querías tener un hogar repleto de amor y risas, y darle a los niños todo el amor que jamás te dieron. Y eso es lo que mereces, pero yo no puedo dartelo.
— Aleksandr...
— Pero si quieres seguir siendo terco, y quieres seguir aquí, hazlo. Pero te estas condenando, porque jamás tendría un hijo, mucho menos conmigo.
Sus palabras era crueles. Si.
Pero su omega no entendía, realmente no lo entendía. Si Jayden quedaba embarazo, Aleksander corría el riesgo de perderlo, y no quería eso.
— No te creó — el omega nego varias veces mientras se cubría con las sabanas. — ¿Porque... Porque tu?
— ¡Porque no eres ella! ¡No eres Lianna! ¡No quiero formar contigo una familia! ¡Queria formarla con ella!
Una bofetada hubiese dolido menos.
«Porque no eres ella»
Su esposo, hace tan solo unos días, le había prometido todo, habían hecho juramentos, promesas. Pero eran promesas vacías, eran juramentos quebrantables, eran simples palabras. Solo eso.
— ¿Entonces me culpas? — preguntó dolido — me culpas por no ser ella, me culpas porque te obligaron a casarte conmigo, me culpas por ocupar el lugar que sería de ella — Aleksander nego.
— No, Jayden — el omega frunció el ceño -— tu jamás ocuparías su lugar.
Aquellas palabras se sintieron como una flecha atravesando su corazón.
El alfa vio como al omega se le llenaron los ojos lágrimas, Jayden llevó una mano a su pecho e hizo una mueca. Antes de siquiera poder decir palabra alguna, el omega había corrido hacia el baño y había cerrado con llave. Aleksander soltó un suspiro frustrado y desordeno su cabello, de un momento a otro habían vuelto a pelear.
— Jayden... — el alfa dio pequeños golpes en la puerta del baño — ¿Podemos hablar?
Silencio.
— Jayden. — volvió a llamar.
Más silencio.
Aleksander suspiro y se alejó de la puerta del baño, agarro su saco que estaba sobre la cama y le dio una última mirada a aquella puerta negra antes de salir por completo de la habitación.
Esta vez, tal vez las cosas jamás se arreglaran, menos de la confesión que hizo el alfa; haberle dicho que él no era Lianna, fue un golpe bajo, bastante. Porque no sólo había lastimado al omega, sino también a si mismo.
— Hoy vendrán unos amigos a cenar — todos miraron a Vlad cuando este habló — Es una pequeña cena de negocios — aclaró el alfa mientras llevaba la copa de vino a sus labios.
— ¿A que hora? — pregunto Gael.
— Por la noche, tal vez, la fiesta dure hasta la madrugada, al fin y al cabo, son hombres a los que les gusta bebér y fumar — susurro Alice mientras llevaba un bocado de comida a su boca.
Gael asintió y siguió comiendo en silenció. Lo que se podía oir en la mesa, eran las pequeñas risas de Alyra quien le hablaba a Kaiden —quien había llegado de visita— sobre los nuevos "amigos" que había conocido en el jardín de la mansión. También eran las conversaciones banales que tenía la dama negra con sus hijos, pero en esa mesa, había un lugar vacío, uno que llevaba vacío dos días. Aleksander miro por impulso a su lado, y recordó que su omega ya no estaba ahí.
— ¿Donde está Jay? — pregunto Alyra curiosa mientras miraba la silla vacía.
— Tu cuñado se siento mal, cielo. — respondió Alice a su hija.
— ¿Puede comer postre? Ayude a Tomasina a prepararlo — pregunta la niña y Alice asiente.
— Si puede, preciosa. — Alyra se levantó de la mesa con una radiante sonrisa en sus labios.
— ¡Ire a llevarle postre! — exclamó feliz la joven y corrió hacia la cocina.
Cuando la menor salió del Gran comedor, Alice miro a su hijo.
— Deberías de hablar con él — Aleksander miro a su madre — No se que fue lo que sucedió, pero deberías de hablar con él. Sea cual sea el problema, de seguro debe tener una solución — Aleksander nego.
— No. No la tiene — musito.
— Dejame adivinar — Alice miro a su tercer hijo — ¿lo culpas? — ante esa pregunta Aleksander miro a su hermano.
— No sabes lo que dices...
— ¿Nombraste a Lianna? ¿Le gritaste? Tal vez lo engañas — Aleksander se levantó de la mesa y dio un golpe en la mesa.
— ¡Kaiden! — grito el alfa.
— Es suficiente — susurro Alice.
— Pero es cierto, madre, tu también lo has visto — murmuro el joven alfa — Todos en la villa, además de hablar de Jayden, también hablan de Aleksander — el alfa gruño — ¿Sabes lo que dicen de tí? — pregunto mirándolo — Dicen, que te acuestas con Lianna, mientras Jayden ayuda a nuestra madre a manejar los asuntos de la villa, dicen que tú vas a buscar placer en los brazos de otra omega.
— ¡Kaiden! — exclamó Gael.
— Es la verdad. — lo miro desafiante y luego miro a Aleksander nuevamente — ¿Lo sabias? Ella está embarazada, y nisiquiera esta casada ¿sera tuyo? — Alice miro sorprendido a sus tres hijos, al igual que Vlad.
— Aleksander — Alice se puso de pie — ¿Es eso cierto? ¿Lianna espera un hijo tuyo?
— Mama...
— Di la verdad, ahora, que estamos todos — Aleksander fruncio el ceño — El hijo que espera Lianna ¿Es tuyo? — pregunto Kaiden mirándolo fijamente.
Aleksander nego, incapaz de articular palabra alguna. Pero entonces escucho pequeños pasos acercarse.
— ¡Responde! — grito Vlad — ¿Esa muchacha esta embarazada de tu hijo?
— ¡Si! — grito el alfa.
El ruido de cristales romperse llamó la atención de los presentes, todos miraron en dirección a la entrada del comedor. Aleksander miro a la entrada del comedor, y se arrepintió al ver a la persona en ella.
— Jayden...
El omega nego varias veces, y retrocedió, estaba pálido, con los ojos llorosos. Jayden no podía creer las palabras que había oído.
Su esposo.
Su alfa.
Siendo el padre del bebé que esperaba su verdadero amor.
Aleksander no quería una familia con él, pero si quería una familia con Lianna.
— Jayden — Aleksander se acercó a él.
— No. Ya no te acerques. Alejate de mi — dijo entre lagrimas el omega — Ya me has hecho demasiado daño — retrocedió y salió del comedor.
— ¡Jayden! — grito Aleksander dispuesto a ir detrás de su omega, pero Gael lo detuvo.
— Es mejor que lo dejes solo. — Aleksander miro a su madre. — Ahora, debemos asegurarnos de que el bebé de que espera esa muchacha sea tuyo. La conozco, y se que Lianna hará todo por obtener lo que desea.
— Madre...
— Si el bebé que espera no es tuyo, la asesinare con mis propias manos, pero si ese bebé es tuyo, olvidate de que eres mi hijo. Porqué no fue así como te crié — susurro la dama decepcionada y salió del comedor.
Aleksander se quedó en medio del comedor, solo, mientras su familia se iba. Había cometido un error, y uno grande. Pero lo más importante, es que había perdido a su omega.
«Nadie sabe lo que es amar hasta que pierdes el amor, hasta que se escapa de tus manos como si fuera simplemente agua y como si nunca pudieras volver a tenerlo.»
Jayden miro el agua llenar la bañera, agua caliente. El dolor que sentía en su pecho se hacía cada vez más fuerte.
Aun no podía creer lo que Aleksander había dicho. El "bebé" que Lianna estaba esperando, era de él. Podía tolerar cualquier cosa, pero jamás pensó, que su esposo lo engañara y que sobre todo su amante estuviera embarazada.
— Zinnia — la sirvienta lo miro — Siento que mi cabeza esta apuntó de estallar, ¿Podrias traerme los medicamentos? — le pidió a la joven y esta asintió.
La joven salió del baño, y a los minutos entró nuevamente, esta vez con los medicamentos en mano. Se los dio a Jayden y este le agradeció.
— Quiero tomar un baño tranquilo. ¿Podrias procurar que nadie moleste? Si preguntan por mi, solo diles que estoy durmiendo ¿Puedes hacerlo? — la joven doncella asintió.
— Por supuesto, mi señor — Jayden le dio una pequeña sonrisa y la joven salio de la habitación pero antes de que se vaya Jayden la detuvo.
— Zinnia — ella lo miro — Gracias. Gracias por ser una gran amiga, sobretodo por ser una fiel doncella — Zinnia sonrió y abrazo a Jayden, el omega se sorprendió pero aún así correspondió el abrazo de la joven.
Cuando se separaron la joven se inclinó, y salió por completo de la habitación, dejando sólo al omega en el baño. Jayden se acercó a la puerta y la cerro con llave, procuró que este bienn cerrada, antes de desatar la bata de su cuerpo y adentrarse a la bañera.
Cerro sus ojos por un momento al sentir el agua caliente tocar su cuerpo, estiró su mano y tomó el frasco de pastilla.
— ¿Todo podría acabar aquí? — susurro.
Era inútil. Era debil. Era ridículo.
Primero, había sido ingenuo, cuando solo tenía siete años, le había suplicado a su "primo" que se detuviera, había pedido por favor, como él le ordenó que lo hiciera, pero jamás se detuvo.
La primera pastilla llegó a su boca.
Se acostumbro a mendigar el amor de su madre, rogando por al menos unas palabras dulces de su parte. Pero lo único que obtuvo fue el desprecio de su madre.
Otra pastilla.
Por más que intentó, ser el hijo perfecto, todo se derrumbo cuando se presentó como un omega. Lo humillaron, abusaron de él, lo golpearon, e incluso se volvió enfermizo, un omega débil, enfermo, un omega sucio.
Tercera pastilla.
Cuando se casó con Aleksander, creyó, que tal vez podría comenzar una vida, sin dolor, sin preocupación. Pero se equivoco, jamás fue así.
Cuarta pastilla.
Y lo peor, es que se enamoró. Se enamoró de aquel alfa arrogante, de cabello platinado y ojos tan azules como el mar. Se enamoró de esa alfa que lo hizo sentir amada, por primera vez en su vida. Se enamoró de la persona que le dio una razón para vivir, pero también para morir.
Quinta, sexta y otra, otra y otra pastilla más.
Su mundo comenzo a dar vueltas, sus párpados amenazaban con cerrarse, su cuerpo se sentía pesado, incluso el sueño se estaba adueñando de él.
Ya no iba a mendigar amor, ya no iba a esperar que alguien se preocupara por él.
Su madre tenia razón, nadie lo iba a querer, ni siquiera lo tomarían en serio, mucho menos Aleksander lo haría. Aleksander jamás sentira algo más que el asco por alguien como él.
Él no era nadie, él era la definición del omega imperfecto, asqueroso y sucio.
Tal vez, realmente era un idiota. Estaba apuntó de suicidarse, su madre tenía razón, él era debil.
¿Pero que mas podría hacer?
Toda su niñez y parte de su adolescencia vivió con el odio de su madre, con el desprecio de sus hermanos, quienes fingían que lo amaban. Todas las noches, se levantaba asustado, por los horribles recuerdos de lo que le hicieron, y recordando las palabras de reproche de su madre.
Tal vez, el amar a alguien, y que esa persona no lo haya amado como el creyó, fue el detonante de su dolor.
¿Acaso debería seguir viviendo? Luego de que Aleksander este por tener un hijo con la persona que él amaba, solo le daba más dolor. No tenía apoyo, no tenía donde ir, pero tampoco podia soportarlo más.
Y era triste, le dolia, lo mataba.
Era triste pensar que a veces no se obtiene lo que tanto quieres, cuando eso que quieres esta más alla de tus manos, cuando eso que quieres se trata de una persona.
Especificamente, la persona que te acelera el corazón.
Era triste ver que le acelera el corazón a alguien, que lo que sientes por él no es mutuo, no es correspondido.
Era triste aguantarse las ganas de verlo y abrazarlo, decirle cuanto lo amas. Era triste saber que hay alguien más en su corazón y que nunca iba a ser él. Era triste no poder olvidarlo. No poder sacarlo de su mente.
Era triste saber que él no significaba nada en su vida. Y solo era una obligación.
Pero ¿Qué debería hacer? Él quería superarlo, quería superarlo para ya no sentir más aquel dolor.
Queria saber que hacer si le preguntan por él y que su corazon no se acelere, que su sonrisa no se curve al escuchar su nombre.
Queria pensar en él, no en Aleksander. Queria que sus sentimientos me pongan por delante a él y su felicidad, no que sus sentimientos se mezclen logrando una tristeza absoluta en donde ahondas cada uno de sus pensamientos.
Por favor, no queria esto, no queria volver a estar triste por alguien.
Entonces, recosto su cabeza sobre la bañera y cerro sus ojos dejando que el sueño se adueñara de su cuerpo.
«No eres más que un debil e inútil omega»
«No eres ella»
«No eres mi hijo, y jamás lo seras»
«Jamás te quise como lo hice con tus hermanos»
El sonrió. Pues, había querido morir desde que tenían memoria.
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