Capítulo 12. Artículos Viejos
Joyas seguían siendo traídas por asistentes. JiMin tragó saliva al verlas.
'Puedo hacerlo bien. Puedo hacerlo bien. Puedo hacerlo... ¡hacerlo bien!'
Había practicado durante los últimos días para este momento, pero al mirar el deslumbrante montón de joyas, sintió que su corazón se encogía.
'¿Cuánto vale esa gema de ahí?', se preguntó. Justo cuando él miraba a su alrededor, un anillo con una gran esmeralda incrustada le llamó la atención. JiMin fijó sus ojos en el anillo.
'Debe ser eso'.
La Esmeralda de Aled. Era la pieza de joyería más famosa incluso entre los tesoros pertenecientes a la familia imperial. ¿Y cómo no sería famosa cuando fue un regalo que un Rey Elfo le hizo al Emperador fundador hace mucho tiempo, en los días en que los elfos de los bosques vagaban por el continente? Se trataba de una joya legendaria cuya historia alcanzaba para hacer una novela de 100 volúmenes.
'Y lo que debo hacer a partir de ahora es...'
JiMin sintió que se desmayaba al pensar en lo que tenía que hacer. A partir de este momento, tenía que cometer un acto insensato, que nadie se había atrevido desde la fundación del Imperio.
JiMin se estremeció violentamente, mientras YoonGi recogía la Esmeralda de Aled y la llevaba ante él. Luego habló en voz alta para que todos sus leales súbditos lo escucharan.
-"Consorte. En el momento en que te miré a los ojos, me vino a la mente esta gema, ya que tiene el mismo color que tus ojos. Tengo la intención de usarla como anillo de bodas. A partir de ahora, esto es tuyo. Ahora, dame tu mano."
JiMin hizo lo que él le pidió, así que extendió su mano. Se escucharon jadeos entre los funcionarios. La Esmeralda de Aled pertenecía a la familia imperial. Era una joya que solo se transmitía de Emperador a Emperador, ¿Pero se la iba a regalar al Consorte como anillo de bodas?
YoonGi deslizó el anillo en su dedo. Ambos formaron una hermosa escena. Tanto que si los dos no fueran el Emperador y el Consorte, y el anillo en el dedo del doncel no fuera la Esmeralda de Aled, alguien podría haber aplaudido para que vivieran felices para siempre.
Los funcionarios dudaron si debían gritar que no debía hacer eso o vitorear. En medio de sus dudas, un valiente se adelantó como si hubiera tomado una decisión. Sin embargo, antes de que ese funcionario pudiera abrir la boca, JiMin hizo su movimiento primero.
Agarró el anillo de su dedo y se lo quitó, tras lo cual lanzó la Esmeralda de Aled al suelo con toda su fuerza.
¡Cling!
El tesoro imperial chocó contra el suelo, emitiendo un sonido claro y hermoso. Había puesto tanta fuerza en el lanzamiento, que el anillo rebotó hacia arriba con una velocidad vertiginosa, y se elevó tanto que casi alcanzó el techo. Los ojos de todos los presentes se movieron hacia arriba, hacia abajo, arriba, abajo, arriba y abajo, siguiendo la trayectoria del anillo. Luego, rebotando en el suelo por última vez, aterrizó dentro de un jarrón ornamental cercano. El jarrón se sacudió mientras se producían algunos ruidos en su interior. Fue un desenlace muy bueno.
-"¡Felicidades!"
-"¡Se lo ha puesto!"
Algunos espectadores aplaudieron y vitorearon con pesar en su interior. Pero pronto no pudieron ocultar su asombro cuando vieron que un asistente corría hacia el jarrón llorando; se dieron cuenta de lo que estaba haciendo ruido dentro de la cerámica.
-"..."
Susurros silenciosos llenaron la sala. Eran tan silenciosos que incluso se podía escuchar el arrastre de un insecto, y en medio de este terrible silencio, sólo los sonidos del anillo que giraba dentro del jarrón sonaban como un trueno en los oídos de todos. Y entonces sus mentes finalmente procesaron adecuadamente lo que había ocurrido.
El Consorte...
Había arrojado...
El mayor de los tesoros imperiales al suelo...
Los funcionarios giraron lentamente sus cabezas hacia JiMin, que soportó sus miradas y pronunció la frase que había practicado miles de veces durante los últimos días en el palacio del Consorte.
-"Oh, cielos. El anillo era tan pequeño que se lo llevó el viento."
-"¿Qué, qué...?"
Todos los reunidos en la sala dudaron de sus propios sentidos ante lo que habían presenciado. Se frotaron los ojos, se pellizcaron el dorso de las manos y abofetearon la mejilla de la persona que estaba a su lado, pero viendo que nada pasado, supieron que definitivamente no se trataba de un sueño. El tesoro imperial había sido tratado como un simple objeto de la calle.
-"¡¿Qué, qué demonios?!"
Uno de los funcionarios del frente soltó un grito. Se acercó apresuradamente al jarrón que contenía el anillo y lo agitó. Un sonido bastante fuerte sonó desde el interior.
Varias personas cayeron de rodillas. La Esmeralda de Aled era como un testamento de la historia del imperio. El anillo medía unos cinco centímetros, pero ¿Qué había dicho? ¿Era tan pequeño que se lo llevaba el viento?
-"Realmente..."
La voz de YoonGi los hizo recobrar los sentidos. Contuvieron la respiración ante su mirada y su tono grave. YoonGi se acercó al jarrón que sostenía un funcionario y sacó el anillo.
-"¡Su Majestad el Emperador! ¡La Esmeralda de Aled no puede ser tan ligera! Su... Su Majestad el Consorte se..."
El funcionario no se atrevió a terminar de decir, 'Su Majestad el Consorte seguramente se ha vuelto loco', por lo que detuvo sus palabras... pero fue en ese momento cuando la mano de YoonGi se movió. El anillo que tenía en la mano voló a la velocidad de la luz; se abrió paso entre los funcionarios y chocó contra la pared del fondo.
¡Crunch!
La colisión provocó un sonido como el de un golpe de madera con un martillo. Todos pudieron observar la pared agrietada y el anillo incrustado en ella. YoonGi contempló la escena y asintió de forma comprensiva.
-"Como ha dicho el Consorte, muy ligero."
-"..."
No hubo ningún funcionario que se atreviera a preguntar, '¿Ligero cómo?'
Mientras todos se quedaban sin palabras, YoonGi se acercó a las joyas que habían traído los asistentes. Cogió un collar adornado con un rubí del tamaño del puño de un niño.
-"¡Es el Rubí de Piot!"
A continuación, recogió un brazalete que ostentaba un zafiro azul.
-"¡Ah! ¡Esa es la Celceta de la Eternidad!"
Los funcionarios gritaban sorprendidos cada vez que recogía un artículo.
-"¡La Estrella de Regias!"
-"¡El Eclipse del Emperador Oscuro!"
Todos estos nombres que salían de sus bocas ocupaban espacios significativos en las páginas de la historia imperial. Y colectivamente, fueron diciendo los nombres de las joyas que recogía el Emperador. Para cuando la mayoría de los nombres que conocían habían sido pronunciados, un verdadero montón de joyas imperiales se amontonaban en los brazos de YoonGi. Tras tomarlas todos, YoonGi se dirigió a JiMin. A continuación, hizo que un asistente que estaba a su lado sujetara lo que traía.
-"¡Uf!"
El asistente se tambaleó en el lugar. Al poco tiempo, su cara se puso roja y el sudor comenzó a brotar de su frente.
'¡Qué pesados!', exclamó el asistente para sus adentros. No se había dado cuenta porque el Emperador los había llevado con mucha facilidad; ¿Cómo podía resultar ligero un motón piedras preciosas y metales preciosos? Pero, independientemente de que el asistente sudara o no, YoonGi sólo tenía ojos para JiMin, que llevaba una mirada de indiferencia y serenidad, como si fuera ajeno a lo que ocurría.
'Aunque debe de estar temblando por dentro', pensó YoonGi.
Anoche JiMin se había aferrado a él, llorando
-¡Su Majestad, no puedo hacerlo!
JiMin había saltado asustado, diciendo que nunca podría lanzar tales tesoros. Pero cuando YoonGi le dio las dos opciones siguientes
-¿Quieres morir? ¿O quieres lanzar?
JiMin no dudó en responder
-¡Tengo brazos fuertes! Puedo hacer un buen lanzamiento.
'Aunque no creía que realmente tuviera brazos fuertes'.
YoonGi había pensado que él lo estaba diciendo sin ningún fundamento, pero cuando vio el anillo rebotar hacia arriba y hacia abajo hasta caer en el jarrón hace un momento, se dio cuenta de que JiMin sólo había dicho la verdad.
Los dos se habían encerrado en el palacio del Consorte para practicar para hoy. Aunque se llamaba práctica, consistía sobre todo en que YoonGi le decía a JiMin lo que tenía que hacer, y JiMin se aferraba a YoonGi con los ojos llorosos
-¡No puedo hacerlo, no lo haré, sálvame por favor!
'Pero, a pesar de todo su llanto, lo hace bien cuando se lo propone. ¿A esto le llaman ser fuerte en la práctica?', se preguntó.
YoonGi le preguntó, "¿Me da la mano, Consorte?".
En respuesta, JiMin le tendió la mano derecha con elegancia. Al tomar su mano, YoonGi descubrió que la punta de los dedos de JiMin temblaba ligeramente. Como esperaba, él se sentía bastante preocupado a pesar de su aparente indiferencia. YoonGi escogió un anillo de zafiro de la parte superior del montón de joyas que sostenía el asistente, y se lo puso en el dedo. Sin embargo, le quedaba flojo, puesto que el anillo era muy grande.
¿Qué demonios pretendía el Emperador?
Se preguntaban todos mientras centraban sus miradas en YoonGi. Sin embargo, a él no le importó lo más mínimo, continuó tranquilamente haciendo lo que quería. A continuación, escogió un largo collar de gruesas perlas y lo puso alrededor del cuello de JiMin. Pero eso no fue todo.
Esta vez, le quitó los pequeños pendientes que JiMin llevaba, sustituyéndolos por un nuevo par procedentes del montículo de joyas. Después, le puso una pulsera, y luego otro collar. YoonGi comenzó a colocar todas y cada una de las joyas que habían traído en JiMin. Decenas de collares en su cuello, numerosos brazaletes en sus brazos, y también innumerables broches en su vestimenta.
Su rostro comenzó a ponerse rígido ante el peso. El peso de las joyas estaba repartido por su cuerpo, por lo que no se sentía tan agobiado como el asistente que sostuvo todo, pero eso no significaba que estuviera cómodo. Tras colocar por fin la última joya en JiMin, YoonGi dio un paso atrás. Lo miró como si admirara su propio trabajo.
-"Creo que esto es suficiente para evitar que se las lleve el viento, Consorte. ¿Será suficiente como nuestro regalo de bodas?"
Prguntó YoonGi.
Se escucharon suspiros ante las palabras del Emperador. El Emperador estaba regalando todos los tesoros de la familia imperial al Consorte. Era un hecho sin precedentes. Ni siquiera los Emperadores, que se creían que estuvieron más locos que YoonGi, habían hecho algo como esto. El Ministro Imperial de Finanzas, que estaba en un rincón de la sala central, colapsó asombrado en su interior.
'¡¿Cuánto cree que vale todo eso?! ¡Suficiente para comprar la mayoría de los países y más! No, dejando eso de lado, ¡Son bienes culturales!'
Todos miraron al Consorte. ¿Quién en el mundo se sentiría descontento después de recibir esa cantidad? Todos pensaron que el Consorte estaría encantado y agradecería a Su Majestad el Emperador. Sin embargo, al contrario de lo que esperaban, en el rostro de JiMin no había ni un rastro de alegría. Más bien, su expresión parecía aún más rígida que antes.
¿Qué más iba a decir el Consorte esta vez? Esperaron a que JiMin hablara, con las manos apretadas y sudorosas.
-"Gracias por su bondad, Su Majestad. Pero..."
'¿Pero?'
Lo que salió de la boca del Consorte superó con creces sus imaginaciones.
-"¿No crees que un regalo de bodas sería mejor si fuese nuevo?"
JiMin preguntó tímidamente.
Y de esa manera, los artículos patrimoniales de la familia imperial fueron reducidos en un instante a artículos de segunda mano.
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