Capitulo 6
"Todo de ti me interesa"
La sangre chorreaba de su cuerpo.
Tomaba el cuchillo y se lastimaba una y otra vez.
Sus ojos parecían irse y en su boca se formaba una sonrisa de liberación.
Eso era todo. Se estaba yendo. La estaba perdiendo.
― ¡No!
Me levanté exaltada, sintiendo como mi pecho subía y bajaba con dificultad. El corazón me latía con fuerza. Tenía el alma en los pies. La frente me sudaba. Estaba pálida, lo sabía, y mis manos no dejaban de temblar. Toda yo no dejaba de temblar. Había un miedo en mi pecho que tenía por nombre pasado y de nuevo lo había revivido con aquella pesadilla. Siempre la misma pesadilla.
― ¿Te encuentras bien, Moly?―la voz de Nolan era tranquila mientras tomaba mi brazo. Instintivamente me quite y pegué mi cuerpo completamente a la ventana de la camioneta. No quería que nadie me tocara.
― ¿D-Donde estamos?―la voz me temblaba.
―En las afueras de la ciudad. Me bajé en la gasolinera a cargar el tanque y cuando subí ya estabas dormida. Te desvelaste anoche, así que te dejé descansar.
Su respuesta me hizo ver por las ventanas para identificar el lugar. Estábamos estacionados en la orilla de la carretera. No había autos a nuestro alrededor, y nos rodeaba arena y plantas desérticas. Habíamos salido de la ciudad, por primera vez había salido de aquel lugar. Casi pude sentirme mejor, pero el pánico de la pesadilla me había dejado un sabor amargo en la boca que sabía que me duraría todo el día.
― ¿Estas bien?―volvió a preguntar.
Me limite a asentir
―Fue solo una pesadilla―le agregué al gesto.
Nolan se acomodó en su asiento al igual que yo. Escuché como volvía a encender el auto mientras me hacía un ovillo en mi lugar.
«Estás segura ahora, todo ha acabado. Todo ha acabado. Todo ha acabado»
Me repetí intentado que aquello me ayudara a creérmelo.
―Era solo una pesadilla. Cálmate, Moly―me dije bajito.
Pude sentir la mirada de Nolan poniéndose en mi espalda a intervalos cortos de tiempo. Tres segundos el camino, tres segundos yo. Tres segundos el camino, tres segundos yo.
― ¿Qué miras?―le pregunté con la voz amarga sin tener la fuerza de apartar los ojos de la carretera.
«Estás segura ahora. Todo ha acabado.»
Nolan puso sus ojos tres segundos en mí.
―Si quieres puedes contarme tu sueño, tal vez te ayude a calmarte.
No le contesté.
Me quede mirando por la ventana con un nudo en la garganta. Aquella pesadilla era tan privada y tan mía, que no le pertenecía a otros oídos. Otro corazón no tenía por qué lidiar con ese dolor que tenía mi nombre tatuado.
Suspiré. No tenía las agallas para decirlo en voz alta porque tenía miedo de que volviera a ser real.
Nolan no volvió a insistir.
Pasé media hora en silencio después de aquello con mi mano temblando sobre mi regazo. Sabía bien lo que quería, o más bien, necesitaba.
Abrí mi bolso de mano e hice, con delicadeza, a un lado la carta de Nicolás para poder sacar la pequeña libreta que contenía todas mis heridas. Casi podría atreverme a decir que en sus hojas estaba la medicina que curaba todos los males y en la tinta que bailaba con la pluma se encontraba el arma que alejaba a mis demonios.
La abrí como si temiera que de ella se escaparan las palabras y vacié en sus hojas todos mis miedos. Me sumergí como una clavadista y olvidé completamente en que mundo estaba. Solo podía sentir como las letras flotaban formando frases y de pronto, todo fue arte.
― ¿Qué escribes?
Cerré de golpe el diario.
―No es nada.
Pero no logré convencerlo.
―No te gusta contestar preguntas, ¿cierto?
―Simplemente no estoy de humor para socializar, Nolan.
―Tú nunca socializas, pequeña Florecilla.
Apreté los dientes.
―Lo hago con las personas que me caen bien.
«Tú no te cae bien nadie» me recordó mi conciencia.
«Porque las personas no son de fiar» contesté.
― ¿Entonces tengo que ganarme tú confianza para que me dirijas más de tres palabras sin verme como si me quisieras sacar los ojos?
Apreté los dientes intentando meterme en la conversación para dejar de recordar la pesadilla. Aún seguía viendo sangre.
― ¿Cómo lograrías ganártela? No soy una persona fácil.
Me miró por tres segundos. Sus ojos brillaron.
―Las personas deben conocerse para comenzar a confiar una en la otra. Además, apuesto a que no es tan difícil. Ayer estábamos muy bien en mi habitación.
Mis mejillas se encendieron, y esta vez, yo fui quien lo miró. El cristal de la ventana un poco abajo hacia que el viento entrara y golpeara su cabello oscuro que danzaba como si los mechones pelearan entre ellos, y sus ojos, Dios...aquella mirada siempre se veía alegre como la de su abuelo.
― ¿Qué has dicho?―no sabía si molestarme, ruborizarme o sonreír.
―He dicho que quiero conocerte, Moly.
― ¿A mí?―mi boca aún estaba amarga.
Sus ojos se posaron tres segundos en los míos.
―Probablemente pasare todo el verano contigo y con Charlie, y a él ya le conozco hasta el último tornillo―palmeo el tablero de la camioneta―, así que sí, me gustaría saber más de ti para por lo menos conversar.
Sonreí un poco y volví a mover la cabeza hacia mi ventanilla.
―No hay mucho que saber―aún mi sistema estaba lleno de terror por la pesadilla, pero la idea de que alguien se interesara de esa forma en mí, comenzó a despejar el cielo nublado.
―Apuesto a que sí―respondió y podía asegurar que estaba sonriendo.― ¿Cuál es tu música favorita?
Intentó preguntar.
―Ya sabes que no respondo preguntas de buena gana, Nolan, y menos así de tontas.
―Vamos, Florecilla, también tienes que poner de tu parte.
Sonreí un poco escondiendo el gesto con mi mano.
―Entonces tú dime cuál es tu música favorita―repliqué y lo escuché soltar una gran carcajada.
― ¿Si yo respondo tú lo harás?
Me animé a voltearlo a ver y acerté con que estaba sonriendo.
―Es un trato―sabía que me iba a arrepentir.
―Me gusta el rock.
Me reí mirando como sus mejillas se enrojecían.
― ¿Enserio, el rock?
―No me juzgues, florecilla―amenazó.
―Jamás los haría―susurré.
Sus ojos se volvieron a posar en mí. Conté mentalmente tres segundos.
― ¿Cuál te gusta a ti?―le tocó preguntar.
Me llevé la mano a la barbilla como si pensara.
―Definitivamente las baladas, pero si me dieran a elegir, escogería la poesía por sobre la música.
Miré sus ojos teñirse con sorpresa, e incluso hasta yo me sorprendí. Había dado más información de la que pretendía y esta salió por mi boca sin darle permiso de pase.
― ¿Ves? Sí eres interesante, Moly Kate―me volteó a ver―. ¿Cuál es tu poema favorito?
Negué lentamente.
―Concéntrate en el camino, Nolan. Ya has recibido suficiente información de mí por el momento.
Esta vez, fue él quien negó regresando la mirada al camino.
―Eso no es verdad. Jamás será suficiente información de alguien al que te mueres por conocer.
Se estaba metiendo en terreno peligroso y definitivamente no debía dejarlo pasar.
― ¿Cuánto falta para llegar?―pregunté cambiando el tema y posando mi mirada al frente.
Dudó antes de responder. Nolan sabía lo que intentaba.
―Una hora aproximadamente. El GPS está sobre el estéreo, puedes revisarlo cuando quieras.
Asentí mirando la pequeña pantalla que indicaba el camino. En verdad estaba tan distraída que no lo había notado. ¿Así estuve toda mi vida?
― ¿Me dirás cuál es tu poema favorito?―insistió.
Solté una risa.
―No.
― ¿Ni aunque me ponga enfadoso?
Rodee los ojos.
―Si haces eso saltare por la ventana y me iré caminando.
Era capaz de eso porque, si había algo que yo valoraba, era el silencio. Había sido mi compañero por mucho tiempo, y debía admitir que era bueno guardando secretos.
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