Capitulo 21

"Cuando las estrellas conspiran a nuestro favor"

Cuando llegamos al hotel Nolan se encargó de pagar la noche. Subimos a la habitación exhaustos por las siete horas que llevábamos en la camioneta, pero había una chispa en nuestros estómagos, que tenía el potencial de convertirse en un incendio capaz de darnos energía para mucho más.

Mentiría si dijera que no me estaba muriendo del miedo, porque por todos los santos que mis piernas temblaban de pánico, pero mis manos, aquellas que Nolan había acariciado mientras me pedía ir a una cita con él, cosquilleaban de solo recordar lo sucedió.

Y quizá me estaba ilusionando demasiado deprisa, pero se sentía bien ser querida cuando te habías acostumbrado a los golpes. Eran mil emociones nuevas y todas ellas me tenían tan fascinada que no pensaba más en el pasado, ni en lo ocurrido todos esos años. No había nada. Nada. Solo el presente que me llamaba "Florecilla" y poseía unos encantadores ojos azules.

Sí, en definitiva se sentía bien.

La habitación no era tan lujosa como en la que nos habíamos quedado en la playa, pero tenía una cama más grande, y vaya que necesitaba dormir. Habíamos guardado en mi mochila lo que necesitaríamos para esa noche, ahorrándonos de esa manera el subir todo el equipaje al hotel.

Nos turnamos el baño y una hora después ambos estábamos listos para disfrutar de las fiestas del mar.

Cuándo subimos a Charlie y el recepcionista nos indicó exactamente donde quedaba el lugar, no pude quitar la sonrisa de felicidad y emoción durante el camino. Se me hacía un nudo en el estómago cada que soñaba despierta con lo que ocurriría.

Al llegar, Nolan se estacionó y rápidamente se acercó a mi puerta para abrirla. Tomó mi mano y con aquel tono que su voz adquiría cuando me quería seducir, dijo:

―La flor más hermosa de todas.

Se veía realmente bien con aquella camisa azul cielo que hacia resaltar sus ojos. Lucia despreocupado pero al mismo tiempo formal. Era Nolan, con aquellos ojos intensos cuyo mejor accesorio era esa sonrisa irritante que nunca admitiría que me comenzaba a gustar.

La fiesta era al aire libre. La playa se veía decorada con antorchas y fogatas en las que todos bailaban alrededor. La música no era ruidosa sino movida. Mis caderas se comenzaron a mover disimuladamente al compás del ritmo. Se respiraba un ambiente de unión, de fuerza y plenitud. En una ciudad pequeña donde todos se conocían, bien podría decirse que tenía un deje de comodidad.

Entramos a la fiesta y aunque había una multitud de personas en el sitio, no me sentí incomoda, ni me faltaba el iré. No tuve ningún ataque de pánico por sentirme asfixiada. Me sentía protegida siendo la chica del vestido bonito que iba del brazo del chico de ojos azules al que todas le sonreían.

―No puedo creer que estemos haciendo esto―dije soltando una risa nerviosa.

―Ni yo―respondió volteándose hacia mí―, pero eso es lo que lo hace más interesante, ¿no?

Le sonreí.

―Tienes razón.

―Siempre―no podía faltar su tono arrogante―, ahora hay que ir por una bebida. Estoy viendo una desde aquí que me hace ojitos.

Caminamos aún del brazo hacia la barra que estaba debajo de una carpita.

― ¿Qué son esas cosas de ahí?―le preguntó Nolan al barman mientras señalaba una piña que utilizaban como vaso y vestía una sombrilla de colores.

―Piñas coladas, señor.

Asintió pensante.

― ¿Y tiene alcohol?

Preguntó provocando que el tipo riera como si hubiera dicho un chiste.

―Señor, todo aquí tiene alcohol.

Nolan sonrió como si hubiese encontrado oro.

―Deme dos.

―En seguida-dijo comenzando a trabajar.

Cuando los tuvo listos, cada quien tomó el suyo, nos miramos durante unos segundos, sonreímos y le dimos un largo trago. Mi garganta recibió el líquido con aquel gusto dulce y fuerte que lo acompañaba. Era como un incendio que se apagaba a sí mismo.

―Esto es delicioso―alagué antes de darle otro trago. Mi rostro se llenó de placer con el sabor.

Nolan me intentó sacar conversación mientras estábamos en la barra bebiendo aquello.

―Se supone que en la primera cita te debo de respetar, pequeña Moly, así que bailar es lo más educado que se me ha ocurrido hacer con tus bellas caderas―dijo mientras dejaba su piña en la barra y tomaba la mía para colocarla junto a la suya.―, y no aceptaré un no por respuesta.

Tomó mi mano y se fue excusando con la gente para llegar a la fogata en la que todos bailaban alrededor. Como muchas chicas ahí, me tuve que quitar los zapatos para que no se me enterraran en la arena. Los coloqué en el suelo a un lado de donde estábamos y cuando subí la mirada, los ojos de Nolan me veían atentos.

―Yo no sé bailar―le advertí mientras tomaba una de mis manos entre las suyas y con la otra se adueñaba de mi cintura. Me atrajo hacia él de un tirón suave.

―Si lo has hecho en la ducha lo puedes hacer aquí, Florecilla―me dijo comenzando a moverse lentamente―. Tú solo intenta seguirme el paso y el ritmo te saldrá solo.

Le seguía en aquella danza sensual donde el ritmo lento hacia que nuestros cuerpos quedaran muy juntos, rozándose en cada movimiento que la canción permitía. Era una mezcla embriagante de emociones, que se adherían a mi piel de la misma forma que lo hacia el olor que desprendía Nolan.

―Tienes que soltarte un poco más―indicó apretando su agarre y atrayéndome más a él.

Su repentino movimiento hizo que quedáramos muy juntos, tanto, que nuestros sentidos se embriagaban con la cercanía; tanto, que era una cuestión de ganas la que influía para que se acortaran esos pequeños milímetros que separaban nuestros labios.

De nuevo estábamos así, tan cerca que su respiración se reunía con la mía, tan cerca que nuestros corazones comenzaron a latir al unísono, tan cerca que sería un pecado no calmar las ansias que revoloteaban entre nuestras bocas.

―Yo... iré a buscar más piñas.

Solté como excusa para salirme de entre sus brazos y alejarme mientras el mundo aún parecía darme vueltas y en mi cintura todavía se sentían sus manos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top