Capitulo 17

"Mariposas en el estómago"

Caminábamos de regreso a la camioneta después de la pequeña aventura que habíamos vivido en aquel lugar. Mis manos aún temblaban cada que recordaba la imagen de Nolan colgando del acantilado, y él lo sabía.

A ambos todavía nos removía en las entrañas el recordarlo, así que el chico, conociendo el mal que cargaba, no había dejado de sacarme platica en todo el camino

― ¿Dónde aprendiste a hacer poesía?―preguntó a mi lado. Su rostro estaba mojado por el agua que utilizó para limpiarse el sudor y en sus ojos aún se apreciaba una chispa de miedo.

Me encogí de hombros al responder.

―No lo aprendí, solo lo hago, y tampoco es como si fuera muy buena, pero ayuda.

«Calma mis demonios»

― ¿Y tienes más?―sus ojos me miraron con intriga y un toque de duda.

―Sí―me limité a responder.

Poco a poco me estaba abriendo más a él.

― Y algún día....espera.

Se quedó en silencio, incluso detuvo su andar. Parecía una estatua con una mueca de concentración en el rostro.

Fruncí el ceño mientras me detenía yo también.

― ¿Qué sucede?

Él me hizo un gesto para que guardara silencio. Me quedé mirándolo, aún más confundida, y de pronto, su mano se cerró en mi cintura, y utilizó aquel agarre para llevarme hacia él.

«Dios mío.»

Su pecho quedó, de nuevo, rozando mi espalda, como la vez que estuvimos en su habitación. Nolan colocó su barbilla en mi hombro, agachándose un poco para poder hacerlo.

―Guarda silencio y escucha―susurró en mi oído. Sentí unas cosquillas que comenzaron justo en aquel punto en donde golpeo su aliento y terminaron en el dedo chiquito de mi pie izquierdo.

Le obedecí. Me quedé callada y con los oídos atentos. Podía escuchar los latidos de su corazón, el viento que movía las hojas de los árboles, los pájaros que cantaron a lo lejos y...

―Agua―susurré como si fuera el mayor descubrimiento del mundo.

―Hay una cascada cerca―anunció Nolan separándose al mismo tiempo de mí. De pronto, me sorprendí extrañando su calor.

Los ojos del chico brillaban con diversión, juguetones, hambrientos de zambullirse en las aguas que se escuchaban caer.

―Una carrera de aquí a la cascada―sugirió relamiéndose el labio inferior. Mis ojos siguieron el camino de su lengua.

― ¿Y cuál es el premio para el ganador?

El chico se encogió de hombros e hizo una mueca como si pensara, pero era evidente que tenía todo calculado. Él siempre movía las cosas a su favor.

―Sí yo gano, tú me lees tu poema favorito―su voz sonaba juguetona.

« ¿Debía fiarme de él, entrar en su juego?»

Levanté una ceja en su dirección.

― ¿Y si yo gano?

Me sonrió coqueto.

―Te dejaré conducir a Charlie.

Solté una risa, una carcajada potente, y de pronto, lo vi correr.

― ¡Oye!―le llamé apreciando solo la fuerte espalda que avanzaba con mucha velocidad hacia dónde provenía el sonido del agua.

― ¡Que lenta eres, Florecilla!

Comencé a correr en su dirección, siguiendo sus pasos, aumentando la velocidad cada que recordaba el premio del ganador.

― ¡Eso es trampa!―me quejé escuchando la carcajada que retumbó por todo el lugar.

« ¡Vamos, Moly!»

Aumenté la velocidad y me aproveché de que era más pequeña que él para escabullirme a su lado.

― ¡Oye!―rezongó al verme pasar junto a él.

Los arboles pasaban con velocidad a mi lado, el césped se sentía acolchonado en contacto con las fuertes pisadas que daban mis pies.

Podría sentir en mi nariz el olor a naturaleza y a lo lejos, divisaba el gua que caía.

― ¡Moly!

― ¡Que lento eres, Nolan!

No detuve mis pies hasta que mi mirada se encontró completamente con la cascada, y entonces, me di por victoriosa.

El agua caía desde una gran altura en un pequeño lago donde el líquido se veía cristalino. Era como mágica la forma en que todo hacía que mi estómago revoloteara, al ver el espectáculo que la naturaleza ponía frente a mí.

―Creo que vas a tener que darme las llaves de Charlie―anuncie con una gran sonrisa en el rostro al notar como Nolan se colocaba a un lado de mí.

Y de pronto, su camisa calló al suelo.

Mis ojos se abrieron y lo miraron con locura, ¿pero que hacia?

A la camisa le siguieron los tenis y los calcetines.

―Tienes que seguirme si las quieres―sonrió de lado mientras se llevaba las manos al cierre de los pantalones.

― ¿Pero qué haces?―exclamé espantada cuando comenzó a bajarlos.

Se encogió de hombros y arrojó la prenda al suelo. Mis mejillas se encendieron.

―Te formo nuevos recuerdos―respondió acercándose a la orilla de la cascada.

Para cuando me di cuenta ya se estaba tirando un clavado mientras exclamaba un grito de regocijo. El agua que salpicó me llegó a los pies.

Lo mire con atención, sumergiéndose para empaparse, y no pude evitar observar que su cuerpo estaba lastimado con raspones por el accidente anterior. El abdomen lo tenía manchado con algunas gotas de sangre y sus brazos no estaban mejor.

―Nolan, estás herido―le anuncie.

Él, con una mueca de espanto comenzó a revisarse el cuerpo.

―No es nada―soltó un suspiro de alivio―, me he hecho cosas peores. Cuando regresemos con Charlie puedes curar los raspones―me sonrió coqueto―, y si tienes suerte te dejaré tocarme los músculos. Aunque, ¿te digo un secreto?

―Dime.

―Hoy te veo muy afortunada.

Solté una carcajada en su dirección sintiendo una felicidad distinta en el estómago.

―Déjate de juegos y sal de ahí para ir a la camioneta a curarte eso.

Hizo un puchero.

―¡Vamos, Moly, no seas amargada!―se quejó―. Quítate esa bella ropa que te sobra y entra al agua.

Rodee los ojos y me mordí el labio nerviosa para ocultar una sonrisa.

―Yo...

―Nada de excusas, Moly Kate―me cortó―. Te prometo que cuando le cuentes esta historia a tus hijos, te encantará decir que te metiste al agua desnuda con ese chico guapo.

Esa vez si dejé que la risa saliera mientras negaba con la cabeza.

―No le contaré eso a mis hijos.

Se encogió de hombros.

―Bueno, siempre puedes ocultarles detalles―levantó sus cejas de forma seductora.

Tenía dos posibilidades en aquel momento: podía dar media vuelta y esperarlo en la camioneta, o quedarme, dar un salto al agua y dejar de privarme de ser feliz. Y Nolan tenía razón, iba a llegar un punto de mi vida en el que me iba a encantar decir que entré en el lago.

―Está bien, tú ganas―levanté las manos en señal de rendición.

― ¿Qué yo gano?―y su voz murió cuando mis manos se colocaron en el dobladillo de la blusa. Me la saqué sin pensar―. Por Dios... que bien se siente ganar.

Sonreí mientras reunía los zapatos con la blusa. Dudé cuando mis manos tomaron el pantalón. Saboree cada segundo que me tarde en quitarlo, y entonces, fui consciente de que me quedé en ropa interior frente a Nolan.

Me acerqué a la orilla del lago, temerosa.

― ¡Señoras y señores, preparen sus ojos para apreciar a la gran Moly Kate Whrite colocándose en su puesto para dar el clavado que podría marcar la historia!

Solté una carcajada y sin pensarlo, salté.

El agua salpicó a mí alrededor. Sentí como mis pies tocaron el fondo y me impulsé con ellos para salir a la superficie. Mantuve los ojos cerrados en todo momento y al abrirlos me di cuenta de que había quedado demasiado cerca de Nolan, tanto, que el chico no desperdició la oportunidad de colocar sus manos en mi cintura.

Respingué al sentir su cálido tacto debajo del agua casi fría. Su olor embriagó lentamente a mis sentidos, y después con fuerza, como una avalancha devastadora. Sus ojos azules miraron a los míos de la forma que un hombre debía de ver a una mujer. Mi cuerpo estaba atento a cada uno de sus movimientos, a la piel de su pecho desnudo que se pegaba al mío, a sus labios que tomaron la iniciativa de continuar la tortura y se comenzaron a acercar, poco a poco.

―Una carrera a la cascada―exclamé para escaparme de la situación mientras me disponía a nadar hacia el lugar donde se precipitaba el agua.

Atrás de mí, Nolan se quedó con los brazos estirados en los que encajaba a la perfección mi cintura y con la boca repleta de ansias por la mía.

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