Capitulo 14

"Ángel Guardián"

Había sangre.

De sus muñecas salía a borbotones aquel líquido espeso y caliente, mientras su boca dueña de aquel bello color rosado que la caracterizaba, ahora estaba morada, de una tonalidad que reflejaba la muerte.

Su fin estaba cerca.

Mis ojos no paraban de llorar. Las lágrimas me corrían por las mejillas buscando alejarse de aquel infierno en el que me encontraba. El mundo se me iba encima. Ya no tenía escapatoria. La tristeza se convirtió rápidamente en un abismo que de a poco me consumía.

Pude ver como el alma comenzaba a dejar su cuerpo, esfumándose por esa boca igual a la mía.

La estaba perdiendo.

― ¡Moly, despierta!

Abrí los ojos de golpe.

La respiración me faltaba, sentía una opresión en mi pecho que no me dejaba pasar el aire. Sentía como me temblaban las manos, y de mi cara caían chorros de sudor. Estaba empapada.

¡¿Dónde estaba?!

Me voltee por todos lados averiguando donde me encontraba, jadeante, en busca de aire. No podía respirar.

― ¡Oye, Florecilla!―unos brazos me detuvieron fuerte para que dejara de moverme. Ambos estábamos sentados―.Mírame, Moly―su voz fue suave y sus ojos me miraron de una forma que hacía que el pánico se esfumara de a poco de mi cuerpo. Nolan―. Fue solo una pesadilla. Estas seguras aquí conmigo.

Sus palabras llegaron a mis oídos e hicieron eco en mi mente.

―Y-Yo...no puedo respirar―la voz me salía amortiguada.

Rápidamente el chico abrió la casa de campaña y el aire fresco me golpeo el rostro. Cerré los ojos sintiendo como mis pulmones se llenaban. Había un nudo en mi estómago que me punzaba y sabía que era el miedo, temor a los recuerdos que se regocijaban en mi mente estropeando mi felicidad.

«Está todo bien, Moly. Fue una pesadilla. Eso ya es pasado»

Sentí una mano que comenzaba a sobar suavemente mi espalda. El contacto me comenzó a quemar, quería alejarme, salir corriendo, que me soltara...huir.

―No me gusta que me toquen―hablé con la poca voz que pude recuperar.

La mano se alejó con la misma suavidad con que llegó.

―Yo no te voy a lastimar, Moly.

Escuché su voz detrás de mí. Voltee la cabeza sobre mi hombro para poder verlo.

―Lo sé―la voz me salió mejor esta vez―. Pero aún no me acostumbro a las caricias.

Vi en sus rostro una mueca de lastima e impotencia. Salí de la casa de campaña donde dormíamos y con la poca luz que aún daba la fogata casi extinta, tomé mi mochila y saqué una botella de agua. Bebí la mitad de un solo trago y el resto lo utilice para limpiar el sudor de mi rostro. Necesitaba con urgencia una ducha.

Volví a guardar las cosas en la mochila y tomé una bocanada de aire antes de volver a la casa de campaña.

Nolan estaba sentado, en la misma posición en que lo había dejado y vestía el mismo rostro preocupado.

― ¿Te encuentras bien?―me preguntó al ver mi rostro aún pálido.

Asentí lentamente, sin fuerzas, mientras me volvía a acostar a su lado. Le hice una seña para que tomara su lugar junto a mí. Tardó varios segundos en hacerlo, y ambos nos quedamos mirando el techo de la casita, cada quien con la mente en mil lugares distintos menos ahí.

―Estoy bien, Nolan―me sentí en la obligación de tranquilizarlo―, solo que creo que ya no podre dormir.

―Quizá yo pueda ayudarte.

Ambos susurrábamos, como si alguien en aquel bosque inmenso nos fuera a escuchar.

«Todos los males tienen cura, Florecilla» se escuchó su voz en mi cabeza.

― ¿Cómo?―le pregunté con curiosidad, aun sintiendo el nudo de pánico en el estómago.

― ¿Alguna vez te han contado un cuento para dormir?

Su pregunta me sacó una risa pequeña en medio del bullicio que era mi cabeza.

― No soy una niña chiquita, Nolan.

El negó con la cabeza a mi lado.

― ¿Y no te hubiera gustado que lo hicieran cuando lo eras?

Trague grueso.

«Mamá solía hacerlo»

―Sí, me hubiera gustado―me limité a responder.

Miré por el rabillo del ojo como sonreía.

―En ese caso, yo tengo un buen cuento que te puede gustar, ¿quieres que te lo cuente?―su voz sonaba animada.

Le seguí la corriente mientras asentía con una pequeña sonrisa.

―Hazlo―susurré.

Su mano se posó lentamente en mi brazo.

―Hay una condición.

Ya sabía yo...

― ¡Siempre hay una condición contigo!―me quejé poniéndome de lado para poderlo ver. Él hizo lo mismo. Sus ojos azules brillaban con diversión―. ¿Cuál es ahora?

Le pregunté rendida.

Rio un poco antes de contestar.

―Tienes que dejar que te abrace mientras te lo cuento.

Sus palabras llegaron a mí como veneno. Negué rápidamente, sobresaltada.

―Tu sabes perfectamente que no me gustan los...

― ¿Quieres dormir, sí o no?―paró mis reclamos. Lo miré con el ceño fruncido a punto de irme a dormir a la cueva de un oso.―Si te molesta te alejas, solo estoy pidiendo que lo intentes.

« Quiero sanarte, juntar cada trozo de tu corazón y enseñarte que la vida no se trata solo de ser fuerte. Algunas veces, pequeña Florecilla, es lindo tener a alguien que te cuide y sea fuerte por ti.» sus palabras de nuevo canturrearon en mi cabeza.

Tuve que ser muy fuerte para responderle.

―De acuerdo―miré instantáneamente la sonrisa de victoria en su rostro―, pero solo un momento y si me molesta me quitaré enseguida.

―No estoy pidiendo más.

Levantó sus brazos para que me acomodara entre ellos. No pude dejar de ver su rostro iluminándose durante el proceso que hice para acostarme en su pecho. De pronto la incomodidad volvió, las ganas de levantarme y calmar el ardor en mi piel...

―Shhh―comenzó a susurrar en mí oído al sentirme temblar.

―No me gusta, Nolan―me quejé con la voz ahogada.

―Solo aguanta unos segundos más, Florecilla―me pidió mientras comenzaba a pasear su mano por mi espalda.

El fuego comenzaba a esparcirse por mi cuerpo, me sentía arder.

Conté tres segundos mentalmente y después me alejé. Volví a mi lugar sintiendo que me encontraba segura y me había apartado del caos. El alivio rápidamente bañó mi cuerpo.

― ¿Podemos comenzar con el cuento?―le pregunté intentando olvidar lo que había pasado segundos atrás.

―Por supuesto, te lo ganaste―respondió a mi lado―. Veras que pronto comenzaras a acostumbrarte a los abrazos y a las caricias, y más conmigo aquí, que ahora que se cómo se siente tu piel, no creo poder estar mucho tiempo sin tocarla.

Reí ante su forma de agregarle su toque coqueto y divertido a la situación para restarle importancia.

―Cálmate ya y cuéntame el cuento.

Ambos nos quedamos de nuevo acostados viendo el techo de la casa de campaña. Estábamos arropados con la misma manta y yo había dejado la puerta de la casita abierta para que entrara aire fresco.

―Había una vez una rosa roja, tan perfecta, que cualquier ser mortal caería a sus pies, o bueno, a sus raíces. Era igual de hermosa que tú, y por su belleza fue enviada a vivir con los dioses del olimpo.

― ¿Es un cuento de fantasía?―me reí ante la voz gruesa que ponía para darle ambiente a la narración.

―Moly, guarda silencio por favor y déjame seguir contando la historia. Interrumpes mi arte.

Solté una carcajada ante su cara de ofendido e hice una seña con mi mano para que siguiera con su relato.

Se volvió a aclarar la voz.

―Cómo te decía, la flor era hermosa y tenía muchas virtudes...

Cerré los ojos mientras escuchaba la historia que salía de sus labios, y aunque hasta a mí me sonaba un poco loca, me fui quedando dormida de a poco, y soñé con una rosa roja que era cuidada por un dios de ojos azules.

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