Capitulo 13

"Confesiones bajo la luna"

Al anochecer ya habíamos llegado a nuestro destino. Nolan se había salido de la carretera para estacionarse junto a ella y pudimos apreciar antes de bajarnos como se ocultaba el sol entre los árboles.

― ¿Dormiremos en la camioneta?

―Charlie―me corrigió Nolan con los ojos aún puestos en el cielo.

―Charlie, claro―me reí mientras lo decía―. No creo que sea muy cuerdo salir al bosque oscuro a buscar un acantilado.

A mi lado, Nolan soltó una carcajada y me volteo a ver con esos ojos que podían paralizar al mundo por un día entero.

― ¿Qué no íbamos a formar nuevos recuerdos?―me retó con su sonrisa de lado.

― Yo no pienso morir, Nolan Rule―le amenacé con mi dedo apuntando a su pecho.

El chico soltó una carcajada que retumbo por toda la camioneta y después abrió la puerta. Salió y me miró sobre su hombro.

― ¿Vienes?―preguntó antes de caminar hacia la parte de atrás.

Me quedé en el asiento viendo cómo se alejaba. La oscuridad de la noche que llegaba saludando me envolvió y no pude hacer más que salir yo también de la camioneta y dirigirme hacia donde había ido.

―¡Nolan!―le llamé llegando a su lado―.¿Estás loco?, ¡nos comerá un oso!

Él me sonrió y abrió el maletero de Charlie. Las luces de la camioneta se encendieron instantáneamente dejando ver las bolsas con las cosas que había comprado en la tienda junto a la gasolinería.

― ¿Estas lista para empezar tu nueva vida llena de nuevos recuerdos?

Su voz sonaba soñadora y yo, aún confundida, lo miré con mi ceja alzada.

Una sonrisa bañó su rostro.

― ¿Qué?, ¿acaso te asusta, pequeño lirio miedoso?

Solté una carcajada.

―Para nada.

―Genial―siguió sonriendo mientras sacaba de una de las bolsas dos mochilas grandes, demasiado, a decir verdad―. Toma una.

Le obedecí.

Después abrió otra bolsa y sacó unas linternas, fósforos, mantas que se veían muy calientitas y otras cosas más que acomodamos en las mochilas.

Mi boca se abrió y el rostro se me tiño con una sorpresa inimaginable cuando de la última bolsa sacó una gran casa de campaña.

― ¿Vamos a acampar?―la voz me salía amortiguada por la emoción.

― ¿Te gusta la idea?

―Por supuesto―me trague el grito que iba a soltar y él lo notó. Hizo una mueca y negó levemente con la cabeza.

Lo miré colgarse la mochila en los hombros. Hice lo mismo.

―Pequeña Florecilla, cada que sientas que la emoción te revolotea en el pecho tienes que sacarla, ¡sonreír!―me comenzó a reprender―. ¿Sabes lo hermosa que te ves cuando lo haces? Podrías encender mil fuegos artificiales con solo ese gesto y no creo que quieras privar al mundo de tal espectáculo―su voz comenzó a hacerse un susurro―. No creo que me quieras privar a mí, que soy el principal fan.

― Deja de coquetearme, Nolan. Los amigos no hacen eso.

Le dije jugando. La poca luz que nos daba la luna le daba un toque casi sobrenatural al azul de sus ojos, volviéndolos más profundos.

Por el momento somos amigos―remarcó las primeras palabras―. No falta mucho para que me desees.

Solté una carcajada.

―Para ya tu parloteo, señor arrogante.

―De mi boca solo sale verdad. Te prometo que llegará el día en que lo único que pienses sea en mí.

―Sigue soñando.

―Eso hago. Todos mis sueños son sobre ti.

El debate que luchábamos duró todo el trayecto que hicimos al interior del bosque. Había algo en Nolan que, desde esa tarde que no habíamos dejado de charlar, me tenía intrigada. Quizá era que en verdad estaba intentando con todas mis fuerzas confiar en él o que esos ojos que poseía no me dejaban pensar en algo más que no fuera en ellos.

Las linternas alumbraban un buen terreno frente a nosotros. Los troncos de los arboles nos comenzaron a envolver de apoco. En ese lugar todo era verde, ni siquiera la tierra se podía apreciar bien por la hierba y el musgo que la cubría. Se respiraba un aire puro. Olía a naturaleza, como a césped recién cortado o a tierra mojada. Quizá alguna combinación entre ellos.

Olía como si nadie hubiera perturbado jamás aquel paraíso, y por un momento, envidie el bosque y a todos los árboles y flores que lo componían.

― ¿Dónde acamparemos?―pregunté apreciando como nos internábamos cada vez más en aquel lugar.

―Un poco más adentro, Girasol.

Mis ojos lo voltearon a ver divertidos.

― ¿Y ahora por qué Girasol?

Nolan se encogió de hombros ocultando su sonrisa.

―Son amarillos como tu cabello.

Quise ponerme a la defensiva y soltarle todo el diccionario de groserías que tenía, pero me contuve, porque tenía que aprender a controlarme y a guardar los dientes cuando quería atacar.

Nolan estaba siendo bueno conmigo y aunque no confiaba en las personas, algo me decía que podía confiar en él, y para eso, no podía ser grosera, aunque la verdadera Moly no lo era.

Seguimos caminando durante varios minutos más, hasta que el único sonido que se escuchaba era el de nuestros pies pisando las hojas secas que tapizaban el suelo.

Era como si fuera un lugar aislado donde nada me podía hacer daño, ni siquiera yo misma, ni los recuerdos que explotaban como granadas en mi cabeza.

«Se fuerte» me recordaba cada que un recuerdo llegaba a perturbar, y después volteaba a ver al chico a mi lado y me decía que estaba allí para formar nuevas experiencias.

Seguimos caminando hasta que dimos con un lugar lo bastante grande como para poner la casa de campaña. Yo me encargué de hacer eso, mientras Nolan iba a buscar algunos troncos secos para hacer una fogata.

Cuando volvió con ellos la casita ya estaba puesta y parecía ser lo suficientemente grande para acomodarnos ambos en ella. Me senté en un tronco mientras veía como él utilizaba el encendedor para prender la fogata.

―Quizá deberías de sonreírle a la madera con esa sonrisa de "todas quieren conmigo" para que se prenda..

―Muy graciosa, Moly―se quejó entre risas de mi comentario.

Batalló, soltó maldiciones, apagó varias veces la chispa y al final lo logró.

No tardamos nada en sacar las mantas y arroparnos cerca del fuego mientras asábamos bombones.

Cuando íbamos en familia a pasar la noche allí no recordaba una sola vez que me hubieran dejado acercarme a la fogata o comer un bombón. Yo no era digna de ello. Era un intruso en esa familia.

Miré a Nolan a mi lado, degustando el dulce derretido y admirando en ocasiones el fuego, absorto en esos pensamientos que sus ojos reflejaban.

― ¿Cómo lo haces?―le pregunté llamando su atención.

― ¿El qué?

―Estar siempre feliz.

Y por primera vez miré una pizca de tristeza en sus ojos.

« ¿Qué ocultas, Nolan?»

―Prefiero sonreír a estar mostrando lo miserable que soy.

Sus palabras llegaron a mis oídos con un gusto amargo, llenas de un dolor que solo su corazón podía explicar.

Tuve que pensar bien las palabras que pronunciaría para no lastimar sus sentimientos.

― ¿A eso te referías cuando dijiste que yo podía ser tu antídoto?

Se encogió de hombros levemente.

―Todos tenemos nuestros fantasmas.

Y esa frase que salió de su boca hizo que recordara que era verdad, que yo no era la única que sufría en el mundo, y Nolan era demasiado valiente para poder ocultar su dolor con una sonrisa. Quizá ese fuera su otro súper poder.

― ¿Cuáles son tus fantasmas?

Lo vi tragar grueso. Fui paciente, como él conmigo y lo esperé los segundos que tardó en reunir valentía para poder responder.

―Mi hermano.

Y su respuesta me sorprendió.

― ¿Tu hermano?―no pude evitar preguntarle.

Asintió mirando el fuego y después posó sus ojos tristes en mí. Ambos estábamos sentados en el mismo tronco, cubiertos con la misma cobija, bajo el mismo cielo, a tan pocos centímetros de distancia, que cualquiera podría decir que teníamos los mismos pensamientos, pero él tenía razón, cada quien tiene sus fantasmas y a todos nos torturan de diferente forma.

―Sí, se llama Josh como mi abuelo―comenzó a responder sin soltar mis ojos―, él es el hijo perfecto, la estrella del equipo, el más inteligente de la clase, poseedor de una beca completa en una universidad prestigiosa en la que estudia administración. Es el orgullo de la familia y yo solo soy Nolan, al que mamá trata todavía como un niño chiquito, a quien se la pasan comparando todo el tiempo con él. "¿Por qué no eres como Josh?", "Deberías de aprender más de tu hermano, él si es un buen chico", Josh esto, Josh el otro―no lo interrumpí, sentía como si se estuviera desahogando, como si aquello le hiciera bien. Me sentí verdaderamente como su antídoto―. Provocaron que cada vez que intentó hacer hago algo, piense en cómo lo haría él. Y eso destruyó completamente quién soy.

Y entonces todo tuvo sentido. Los trofeos de futbol en su cuarto eran una prueba de su faceta por intentar ser como su hermano. Eran un intento por llamar la atención de sus padres y hacer que se sintieran orgullosos de él.

Lo comprendía bien. Llevaba años sintiéndome así, pero la diferencia radicaba en que yo nunca intenté cambiar.

Los ojos de Nolan me miraron con un brillo especial en sus pupilas, como si hubieran tomado todas las estrellas y las hubieran colocado en su mirada.

― ¿Pero sabes una cosa, pequeña Florecilla?

Su voz sonaba como si le hubieran devuelto una pisca de la chispa que siempre poseía.

― ¿Qué?

―Cuando estoy contigo siento que puedo ser yo, sin fingir ser nadie más, sin hacer las cosas pensando como las haría mi hermano. Puedo ser autentico, sin miedo a nada.

Y tras sus palabras, mil fuegos artificiales explotaron en mi estómago, de diferentes tonalidades y formas.

―Yo también siento lo mismo, Nolan.

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