Todo tiene un fin (Parte I)
Notas de autora:
Después de 10 guerras santas al fin regreso con este fic, quiero que sepan queridos lectores que tengo escribiendo esta parte desde hace siglos ;A; pero no había podido concluirla, además tuve que re leer todo el fic para tratar de cometer las menos incongruencias posibles jeje.
Este es el final, pero como quedó SUPER largo, pues tendré que dividirlo en dos partes.
Antes de que lean esto solo quiero dejar muy en claro que mi corazón y mi vida se deben al Shakamu, solo tengan eso presente durante el capítulo ¿está bien? uvu
¡Gracias por leer!
...O...
Somalia, 4:00pm
Sorrento y Julián continuaban su viaje por el mundo, en el cual buscaban reparar los daños ocasionados por el terrible diluvio que el Emperador de los madres ocasionó sobre la tierra. Sin embargo, este último de pronto tuvo una extraña sensación.
El joven empresario dejó de lado sus instrumentos frunciendo el ceño y clavó la vista hacia el océano Índico. Esto no pasó desapercibido por su acompañante, quien tan solo lo vigiló a la distancia.
Como si sus pies tuvieran voluntad propia, lo condujeron a la orilla de un peñasco, muy similar a aquella vez que envió las armaduras doradas a los campos Elíseos como Poseidón.
-Sorrento...-Llamó quedamente al Austriaco sin despegar su vista del mar-¿Tú también lo has sentido, verdad?
El mencionado se acercó con parsimonia a su amo, confirmando que nuevamente Julián se había convertido en Poseidón, y asintió con la cabeza.
-El mar está inquieto, mi emperador.
Poseidón sonrió de lado y cerró los ojos, disfrutando la leve brisa en su rostro al chocar tempestuosas las olas.
-Ya veo, ha sido su enorme cosmos surgiendo nuevamente lo que me ha despertado.-Su semblante se tornó serio, lo que Sorrento pudo notar de inmediato incluso estando a espaldas de él.
- Kumari Kandam, en verdad creí que tu pueblo aprendería de sus atroces errores una vez te aniquilara...
-¡Mi señor Poseidón!-Murmuró Sorrento algo alarmado. Él alguna vez había escuchado la leyenda del cataclismo que terminó con Kumari Kandam, o como se le decía comúnmente, "El continente Mu".
-¿Insinúa que usted...?
El mencionado le vio sobre su hombro.-En efecto, mi fiel general marino...fui yo quien destruyó ese continente decadente, algunos siglos atrás.
Sorrento abrió los ojos como platos.-Pero, si usted lo destruyó ¿Como es que su cosmos...?
-No te equivoques Sorrento.-Le interrumpió, girándose hacia él completamente para verle a los ojos.- Si bien una de las leyes más elementales de este universo es que todo y todos estamos hechos de polvo de estrellas, no ha sido la energía del continente Mu lo que ha inquietado a los mares.
El Austriaco dio un respingo con esa respuesta tan ambigua y Poseidón volvió la vista al mar.-La profecía finalmente está cumpliéndose...
El emperador de los mares pudo percatarse en ese momento también que los cosmos de los ex caballeros dorados se encontraban frente al arco, adivinó que iban en auxilio de los pobladores de Lemuria. Más antiguo que el continente mismo, interpretó los grabados y abrió el portal para Camus y los otros, quiénes no se detuvieron a pensar el cómo, solo el por qué, y pasaron a través de él.
Al sentir el último cosmos desaparecer del plano terrestre, Poseidón sonrió.
Mi deuda con tu pueblo está saldada, Kanya Kumari...
...O...
En algún lugar de la Nueva Lemuria, 4:06 pm
-Camus...
Su nombre pronunciado en un susurro melodioso lo hizo recobrar la consciencia. Abrió los ojos con pesadez, identificando los cuerpos de sus ex compañeros de armas recostados a cierta distancia del suyo; su vista borrosa se fue aclarando lentamente, al igual que sus pensamientos que reconocieron entonces aquella voz...
-¡ATHENA!-Gritó como casi jamás lo hacía, y con ello despertó también a los demás, que se fueron incorporando de a poco.
-¡Diosa Athena! ¿E...es realmente usted?-Camus se sintió temblar de pronto, verdaderamente creyó que jamás volvería a escucharla.
-Por favor querido Camus, te pido que te mantengas sereno mientras conversamos, solo a ti puedo confiarte lo siguiente...
-Entiendo...-Le habló por cosmos, haciendo como se le indicó mientras el resto, bastante confundidos, analizaban sus alrededores y revisaban si contaban con todas sus extremidades completas
...O...
A un par de kilómetros de Pecoterra, 3:23pm
Shaka empezó a sudar frío, Padma había entrado en labor de parto y ni toda su iluminación le valía de algo en un momento como este.
-Padma, escúcheme.-Atinó a decir, conservando el temple de una manera que nadie jamás adivinaría que no tenía idea de lo que estaba haciendo.-Estará bien, tan solo...
Shaka, sin siquiera dudarlo un momento, sacó del morral su tela color hueso y comenzó a hacerla tiras.-Esto nos servirá de toallas...supongo.
Padma estaba verdaderamente aterrada, anteriormente ni siquiera le preocupaba llegar a este punto, estaba segura de que moriría sin conocer lo que era una contracción.
-De...de acuerdo, hagámoslo ¡Aaaargh! ¡Por los Dioses!-gritaba y se retorcía mientras Shaka, incapaz ya de mantener la calma, veía aterrado que cada vez estaba más demacrada, sudaba profusamente y sus labios agrietados se abrían y sangraban a cada grito de dolor.
Ella estaba muy débil, demasiado, demasiado débil. Cada vez que pujaba palidecía más y más...
Shaka intentaba darle algo de agua, pero se debatía entre darle de beber y mojar los paños de tela para limpiar al esperado bebé de la escandalosa cantidad de sangre que Padma perdía.
La futura madre resignada ante lo evidente, le otorgó una cansada sonrisa y pujó una última vez; un estridente llanto fue el grito de victoria para una recién nacida, que pese a las probabilidades había conseguido por fin dar su primer bocanada de aire, alrededor de las 4 de la tarde.
El hindú, sin tomar en cuenta que ahora se encontraba bañado en sangre ajena, la tomó de la cabeza y espalda baja, verificando velozmente que se encontrara bien, después la cargó con uno de sus brazos y la limpió con el único paño que le quedaba, pero lo que vio al retirar la sangre le robó el aliento.
-Padma...por los Budas ¡¿Que...qué significa esto?! ¿Por qué es que...?
Al alzar la vista para ver a la ahora madre, los ojos del hindú se abrieron a su máxima capacidad y sus lágrimas limpiaron la sangre sobre sus mejillas: frente de sí yacía el cuerpo gris y sin vida de Padma, manteniendo una sonrisa cansada junto a un semblante de profunda paz.
El virgo la vio sereno, a pesar de que las lágrimas no cesaban.-¿Como ha podido morir con esa expresión en su rostro? ¿Qué tranquilidad pudo brindarle a usted el dejar a su recién nacida en mis manos?-Le reprochó, mientras la bebé de igual modo gritaba de una manera tan inquietante que parecía conocer su suerte.
Shaka se hacía esas preguntas mas que nada a sí mismo, pues no se había recuperado del shock inicial que le ocasionó conocer al producto que tenía en brazos.
-¿Acaso...usted lo sabía, Padma? ¿Sabía...lo que llevaba en su vientre?
El ojiazul volvió a ver a la neonata con detenimiento, pasando el paño nuevamente por su rostro sin poderlo creer todavía. Su cara y en si todo su cuerpo estaban cubiertos de marcas de nacimiento, parecidas a símbolos.
-Esta bebé posee el cosmos de una deidad. Es...eso. No, no tiene sentido alguno.-Trastabilló, sin lograr aún entender nada de lo que estaba pasando.
No transcurrieron siquiera un par de minutos cuando sintió otro inmenso cosmos, a su vez la tierra bajo sus pies comenzó a vibrar y pequeñas rocas brincaban como si de un terremoto se tratase.
-Mu...-Murmuró, viendo el polvo levantarse a lo lejos, con la infante en los brazos y atando todos los cabos sueltos en su cabeza.
Tu lo has despertado...
...O...
Afueras de Pecoterra, 4:00pm
El lemuriano sintió de pronto una fuerte punzada en la cabeza, calló de rodillas al suelo con una mano en su frente, intentando mitigar el intenso dolor.
Los guardias a sus costados permanecieron impávidos ante su sufrimiento, sin salir del trance que los conducía ciegamente a su lado.
-¿Qu-que...que está sucediéndome?-balbuceó, apretando párpados y dientes, luchando por permanecer consciente. Más de pronto, como aquella vez en Afganistán, una luz incandescente le nubló la vista.
-Sha...ka.- Exhaló débilmente, quedándose sin aire.
La luz se fue desvaneciendo de a poco, hasta que Mu no pudo ver más que tinieblas...su vida se apagaba, a la par que una nueva era recibida por su pareja sentimental.
Pero estaba escrito, él mismo lo había puesto en papel cuando era pequeño. Y aunque Shion jamás pudo ser capaz de leer aquellos documentos, tuvo sueños terribles con este momento desde que conoció la suerte de su joven discípulo, y hasta el día de su muerte. Verdaderamente esperaba que la guerra santa lo alcanzara primero.
Pero ni la muerte pudo escabullir a Mu de su destino original...Un par de minutos después y sangrando nuevamente de la nariz, se alzó lentamente abriendo sus nuevos, fríos y amarillos ojos, viendo con su pupila elíptica por vez primera la tierra profana que ahora le reemplazaba.
-Entonces, esta es la Nueva Lemuria...-murmuró limpiándose la sangre de la nariz con delicadeza, vio el líquido carmesí en las yemas de sus dedos, encontrándose humano con ese gesto y soltó un bufido de fastidio, sonriendo después.
-Que se cumpla tu voluntad, mi señora. Deseri ner fi, narem ha, arja, arja rish khelbar...
"Por mi devoción,condúceme a ti, mi diosa, mi diosa del amor y la guerra"
...O...
En algún lugar de la Nueva Lemuria, 4:13 pm
-Camus ¿Que es lo que haremos ahora?
Los ex caballeros de Athena se encontraban en un semicírculo alrededor del Acuariano, quien no supo en que momento se convirtió en líder de esta operación.
El de ojos lilas, con aquella seriedad característica de él, y estando plenamente consciente de la situación gracias a la Diosa Athena, miró al antiguo maestro Dohko y decidió confesarle todo ahora, antes de que empeoraran las cosas .
-Maestro, previo a hacer cualquier estrategia para ayudar a Shaka y Mu, necesito que usted sepa algo importante...
-Te escucho muchacho.-Replicó. El resto de los dorados, de igual modo, guardaron absoluto silencio.
Camus suspiró, no sabía por donde comenzar. Así que solo decidió ir al grano:
-No podremos salvar a Mu.
-Dohko le vio con una mezcla entre incredulidad e ira, pero Camus se apresuró a explicar.
-Mu no es quien pensábamos; en realidad, nada de lo que está pasando se acerca siquiera a lo que suponíamos en un principio...
-¡En español Camus!-Exigió Aldebarán, quien al igual que Dohko entró en pánico con sus palabras y necesitaba respuestas.
Camus suspiró, no entendía por qué Athena le había otorgado esta difícil tarea, justo a él que era más bien introvertido y de pocas palabras.
-La Diosa Athena habló conmigo una vez atravesamos el arco, ella dijo que el Dios Poseidón había despertado nuevamente y fue él quien nos permitió pasar...dijo que este pueblo necesitaría toda la ayuda posible para lo que se avecinaba.
Todos los otros ex caballeros dorados se quedaron perplejos en asombro, no se imaginaban la magnitud de este asunto, como para que dos deidades estuvieran involucradas.
-¿Dices que te habló Athena?-Le cuestionó Deathmask.-¡Pero si ella dijo que ya no podíamos servirle más!
-Eso es cierto.-Le secundó Shura.-Quizá esto se trate de algún truco...
-No es así.-Dijo Dohko, quien se veía bastante turbado.-¿Acaso no lo sienten?
Todos se detuvieron y agudizaron sus sentidos, y de ese modo repentinamente pudieron percatarse de las tremendas energías a las que, por la confusión, no habían prestado atención.
-Esto no se asemeja en nada a una guerra santa.-Puntualizó el castaño.
-¿De quien son estos terribles cosmos?-Dijo Aioria, adoptando inconscientemente una posición de ataque mientras veía en dirección a donde sentía la energía.
-Al parecer, uno de ellos le pertenece a Mu.-Dijo quedamente Camus, como si decir aquello le hubiese costado un gran esfuerzo.-O mejor dicho, a Kumari Kandam.
Dohko se giró abruptamente para verle a los ojos, con los propios llenos de horror.-¿Que fue lo que dijiste? ¡Ese es el nombre del antiguo continente lemuriano desaparecido!
-Entiendo tu confusión, antiguo maestro, pero según la profesía lemuriana Mu está formado del polvo de estrellas de ese continente.-Camus bajó la cabeza y puso frente a él aquel libro en lemuriano antiguo que trajo del santuario, para que todos pudieran verlo.
-Este libro contiene la historia verdadera sobre las deidades, doctrinas y manifiestos lemurianos de Kanya Kumari, la auténtica soberana de Lemuria. Fue escrito por Mu cuando era apenas un infante y empastado por el Patriarca, Shion de Aries...
El castaño sintió que la sangre se le fue a los pies cuando escuchó aquel nombre, pero sobre todo, se llenó aún más de dudas ¿Shion lo sabía? Y si así era ¿Que relación tenía él con Mu y todo lo que estaba ocurriendo...? Se dio cuenta repentinamente que su antiguo compañero de armas y pareja sentimental, le había mentido.
Crispó los puños, Shion lo creía más sentimental de lo que realmente era y por ello seguramente no se atrevió a decirle la verdad:
En realidad no requería encontrar a su hermano Arles, tampoco se habían separado durante el cataclismo y aquel pergamino no era un mapa a la Nueva Lemuria; a lo largo del camino Mu terminó localizando el lugar más bien por instinto y por aquellas extrañas ausencias que tanto hicieron a Shaka sufrir.
-Shaka...-el nombre del virgo se escapó de su boca en un susurro inconsciente, pero lo suficientemente alto para que todos lo escuchasen. Ni siquiera se había detenido a pensar en lo doloroso que sería esto para él.
...O...
Mir, capital de la nueva Lemuria 4:00pm
Arles sintió el rugido de la tierra y los dos poderosos cosmos surgir en su reino, sabía que era la hora pese a sus esfuerzos, los de su padre y de todos los fundadores puristas por frenar la profecía.
-Kanya Kumari, la diosa del amor y la guerra, se encuentra ya entre nosotros.
Se sentó pesadamente en su enorme silla, soltando una carcajada más bien irónica y cubriéndose el rostro con la palma de su mano, como si quisiera ahogar la risa. Sin embargo, unas cuantas gotas de sudor se escurrieron discretamente por su frente.
Arles una vez recuperó la compostura volteó a ver a sus caballeros de élite.-Mátenla a ella y al caballero dorado de Aries, si ella está aquí, él también debe haber despertado.
Aquellos hombres de su entera confianza partieron inmediatamente en su búsqueda, portaban unas armaduras color plomo con una pequeña gema escarlata en el pecho y el estandarte de la capital grabado en uno de los hombros.
-Me tomé tu presencia muy a la ligera Mu de Aries, debí asesinarte con mis propias manos cuando tuve oportunidad.-Murmuró con desdén, dando un sorbo a su copa de vino mientras veía a sus caballeros alejarse del palacio.
...O...
A un par de kilómetros de Pecoterra, 4:45 pm
Shaka, aun cubierto de sangre y bastante agotado mentalmente por todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo, caminó en dirección a donde sentía aquel cosmo, no viendo otra alternativa. Si bien ir a pie le representaba un suplicio en este momento, no tenía corazón para abandonar a la pequeña que cargaba en brazos y teletransportarse solo hacia allá.
Y encima la mencionada no parecía poner nada de su parte, pese a sus esfuerzos simplemente no paraba de llorar...
-Debes perdonarme...-Murmuró derrotado y con la paciencia al límite.-...¿Sabes? Mu debió tomar mi lugar, él crió a un pequeño como tú por su cuenta apenas cumplidos los 12 años...
Suspiró, sonriendo con sorna ante el recuerdo de su lemuriano y viendo a la infante sin poder ocultar más la desesperación en sus ojos, tanto por el llanto como por el terrible mal presentimiento que se albergaba cada vez más en su corazón.
-... y yo a mis 20 no tengo la menor idea de qué hacer contigo.
Curiosamente la bebé dejó de llorar, como si su lamentable discurso le hubiese conmovido; Shaka alzó una ceja, aliviado de cierto modo.
-Me has convencido definitivamente que no eres un bebé ordinario, por favor resiste hasta que encontremos a Mu...
El rubio ni siquiera imaginaba la ironía de sus palabras. De pronto le cambió el semblante al notar varias presencias aproximándose a ellos, no podía imaginarse un momento más vulnerable que este en su vida, por lo que se apresuró a buscar un escondite, el cual afortunadamente encontró entre unas rocas; no correría el riesgo de crear alguna ilusión y ser descubierto por los expertos en poderes mentales.
Se asomó con cautela y pudo ver a 5 hombres patrullando la zona, portaban unas armaduras ostentosas y muy bellas, por lo que adivinó que debían tener algún rango importante dentro de la Nueva Lemuria, lo que los volvía aun más peligrosos.
De manera muy desafortunada, la bebé comenzó a llorar de nuevo, delatando su ubicación. Shaka no podía creerlo ¿Acaso deseaba morir? Los caballeros comenzaron a aproximarse con mucha precaución a donde escuchaban el llanto, pero se podía ver el regocijo en sus caras por presuntamente encontrar a la Deidad.
-Acabemos con esto rápido y volvamos a casa.-Dijo uno de ellos, quien hizo contacto visual con Shaka desde donde se encontraba.
El hindú se mantuvo impávido ante esa provocación y tan solo abrazó a la bebé a su cuerpo para protegerla y contraatacar de ser necesario, más de un momento a otro uno de ellos cayó inconsciente al suelo.
Shaka no pudo ocultar su cara de asombro, y así como el primer caballero, el resto fueron perdiendo la conciencia.
-¡¿Pero qué...?!
De pronto el virgo sintió que su corazón se detuvo: caminando con parsimonia frente a él apareció Mu, quien con un movimiento grácil de su mano puso de pie a los caballeros reales desmayados y en instantes se le unieron otros más, dando un total de poco menos de 10 personas.
Sin embargo, Shaka notó de inmediato que había algo distinto en Mu, no solo sus ropas y su postura eran diferentes, existía algo más allá de lo aparente, algo que solo él era capaz de percibir a primera vista.
El semidios salió de su escondite detrás de las rocas y caminó con cautela hasta quedar a espaldas de él a una distancia prudente.
-Mu...-Le llamó receloso, pues en su infinita sabiduría entendía que se estaba dirigiendo a un desconocido.
El mencionado se giró para con él y le sostuvo la mirada, Shaka pudo ver entonces que las gentiles esmeraldas habían sido reemplazadas por un par de gélidos ojos amarillos, abismalmente distintos a los de su tibetano.
-Aquel a quien llamas Mu no existe más.-Dijo en un tono seco e indiferente, sosteniéndole la mirada casi de manera desafiante.-Mi nombre es Kumari Kandam, y soy el verdadero dueño de este cuerpo.
-¿Kumari...kandam?-El de virgo sintió como si un balde de agua helada le cayera de pronto, no podía creerlo, le fue inevitable recordar decirle a Mu apenas unas horas atrás que esperaba fuera la última vez que se se apartaran...
Sin embargo, de algún modo ya lo sabía, pero no quería escucharlo. Sospechó de la doble personalidad de Mu desde su primer ausencia en la mezquita de Afganistán y aun así, le vio largamente, como si esperara de un momento a otro despertar de un terrible sueño, pero a la vez entendió que era muy real: Mu, su Mu, se había ido.
Kumari Kandam posó su mirada sobre la bebé que Shaka tenía en brazos, no dándole oportunidad siquiera de procesar lo que se le dijo.-He venido hasta aquí por ella, ha sido su nacimiento lo que me ha despertado de mi letargo en este cuerpo, finalmente ha llegado la hora de reunirnos.-Alzó la vista para ver al rubio a los ojos.-Agradezco que la mantuvieras con vida hasta este momento, Shaka.
El mencionado dio un respingo al escuchar su nombre, a lo que el pelilila le sonrió con sorna.
-Se quién eres, me apena tu situación pero no se suponía que Mu formara lazos significativos con nadie...
El semidios cerró sus ojos y sonrió de lado con esas palabras, tragándose sus sentimientos, necesitaba actuar de manera cabal ante este nuevo panorama.
-Solo dime una cosa, Kumari Kandam ¿Quien eres tú y que ha pasado con Mu? ¿Por qué siquiera debería entregarte a esta bebé?
El mencionado le vio sin ningún tipo de expresión en su rostro, hasta este momento el virgo casi apostaba que era incapaz de sentir.
-Normalmente no me detendría a darte explicaciones, pero en atención a que has mantenido a nuestra Diosa con vida, mereces respuestas...
...O...
Nueva Lemuria, dos siglos atrás
-Somos la nueva oleada, nosotros o nuestros hijos estamos destinados a la llegada del legítimo descendiente, todo lo que Delma ha escrito y los otros profetas se resuelve en ello Mir...
-Es por ello que no debes dudar ahora de nuestra causa, hermano, ni de la promesa de mantener a Lemuria segura contra todos los Dioses, incluida ella... ¡No permitiremos que una deidad nos arrebate nuevamente aquello por lo que tanto hemos progresado! ¡No es nuestra responsabilidad ni nunca lo será compartir nuestros dones con el resto de las criaturas! ¡Bastante hemos contribuido con entregar las 88 armaduras y a un primogénito de élite al santuario de Athena para proteger esta tierra!
-Pero Mir...Aun así ¿Que oportunidad podemos tener nosotros contra una Diosa? Seremos acusados de herejía...
-No necesariamente, hermano...este pergamino escrito por Delma es como un mapa que dicta lo que se ha recorrido para llegar hasta aquí, por ello si lo eliminamos ya no quedará evidencia de ella ni ningún otro Dios en Lemuria. Pero eso solo dependerá de nosotros...para ello estoy dispuesto a sacrificar lo que sea necesario, incluso, a mi propia sangre...
-Lo enviarás a él ¿no es así? ¿A tu primogénito?
-Hubiese querido que Shion heredara mi lugar como patriarca de Lemuria, es cierto, pero no puedo tomar riesgos. Debe marcharse, está empezando a sospechar de nuestros métodos de alquimia...el santuario es la excusa perfecta para enviarlo lejos de aquí y salvar su vida...
-Ya veo...¿En verdad serías capaz de matar a tu propio hijo?
-Para que esto funcione solo podemos permanecer aquellos que entendemos que un par de sacrificios serán requeridos para re escribir la historia de nuestro pueblo, dejando atrás el culto a cualquier deidad. Si no queremos repetir aquel cataclismo que nos trajo solo desgracias, debemos enterrar cualquier recuerdo de Kanya Kumari, y evitar su llegada a este mundo a toda costa...
-Mir, ¿Insinúas acaso que...?
-Formaremos brigadas e iremos en su búsqueda al Valle del Indo, encontrar al recipiente es de vital prioridad. Si encuentran bebés impuros o lemurianas preñadas en el Valle, deberán traerlos a Pecoterra para garantizar que Kanya no tenga oportunidad de surgir. Está escrito, si ella que nacerá impura reina en este mundo, nuestra causa se perderá.
-¿Y que hay del legítimo descendiente?
-Él no despertará a menos que Kanya aparezca. Si logramos que ella nazca en nuestro territorio, él mismo llegará a nosotros. No soy estúpido, para eso es la alquimia en la que tanto hemos estado trabajando y en la que Arles, mi hijo menor, se volverá un experto.
...O...
Los caballeros lemurianos permanecían inhertes formando una semiluna por detrás del pelilila. Kumari Kandam vio a Shaka con profundidad y este le sostuvo la mirada por unos segundos, que se le antojaron de eternos.
-La bebé que tienes en brazos no es nada menos que la encarnación de la verdadera soberana de Lemuria, nuestra Diosa del amor y la guerra: Kanya Kumari.
-¿Kanya Kumari?-Murmuró el ojiazul, perplejo. Bajó la barbilla para ver a la bebé, cubierta de símbolos y con un temible cosmos, pero con un aura de bondad muy semejante a la que conocía de Athena.
Se que puedes sentir su cosmos cálido y bondadoso, ella posee un profundo amor por todos los lemurianos, impuros o no...por ello su más grande anhelo es comenzar una nueva era, en la cual el odio y el racismo sean erradicados de lemuria.
Por primera vez Shaka pudo ver un ápice de calidez en la fría mirada de Kumari Kandam, sintió empatía inmediatamente por él, su devoción para con su Diosa era la misma que él tuvo en su momento como caballero de virgo.
-Al ver que su pueblo nuevamente caía en los mismos errores por los que fue castigado, abandonó su lugar con el resto de los Dioses para ser ella misma quien los conduzca hacia el camino ilustre y noble para el que estaban destinados.-Kumari cerró los ojos unos instantes, haciendo una pausa.
-En cuanto a mi antigua forma, aquella que conocías como Mu, fue construido con el polvo de estrellas del continente Lemuriano hundido por Poseidón, toda la materia viva, incluidos aquellos que perdieron la vida en el cataclismo, forman parte de nosotros. Somos el legítimo descendiente del continente Mu.
El rubio abrió los ojos como platos, su cuerpo comenzó a temblar sin poder hacer nada por evitarlo.-¡¿El legítimo descendiente del continente Mu?! ¡No...no es posible!.-Shaka sintió de pronto como si su espíritu abandonara su cuerpo, muchas cosas cobraron sentido para él: las ausencias del tibetano, que hablara en otro idioma e incluso su absurda cautela al meterse al mar...le tenía miedo porque lo destruyó en su vida pasada.
-¿Dices entonces...que el nacimiento de la Diosa Kanya hizo que surgieras?-Murmuró, el nudo en la garganta le hacía cada vez más difícil articular palabras.
El de ojos amarillos asintió con la cabeza.-Yo dormía dentro de Mu, como él ahora duerme dentro de mí. Debes saber que este es un punto de no retorno, él no va a volver, cumplió su papel en este mundo finalmente.
-¿Su...papel?-Las lágrimas no pudieron ser contenidas por más tiempo, su cuerpo continuaba sacudiéndose, victima de un dolor que nunca conoció en su vida.-¿Cuál... cuál exactamente era su papel?
El de ojos amarillos le vio serio.-Ocultarme hasta el nacimiento de la Diosa Kanya.
Shaka simplemente no lo podía creer ¿Mu fue todo este tiempo tan solo una pantalla? ¿Algo superficial? Se negaba a aceptar esa realidad.
De pronto el virgo giró su rostro al lado contrario de manera abrupta...
-¡Cuidado!-Gritó, lanzándose hacia Kumari y cubriendo a Kanya con su cuerpo en el proceso.
-¡KAN!-La barrera de cosmos construida por el virgo logró protegerlos a los tres justo a tiempo de un ataque inesperado, el pelilavanda no pudo ocultar su asombro esta vez al no notar la amenaza y ser defendido por Shaka.
-No lo entiendo...se supone que todos ellos deben sucumbir a mi cosmos.-Murmuró Kumari Kandam por lo bajo. Era inconcebible para él que le atacasen, al ser el polvo de estrellas del continente Mu, su energía y la de los lemurianos era una misma, por lo que sentían una afinidad innata hacia él y podía manipularlos a su antojo.
El hindú pudo reconocer de inmediato al atacante, a pesar de que ahora vestía una armadura.-Tu eres aquel hombre que nos recibió en el arco a Lemuria.-Aseveró Shaka, el mencionado tan solo esbozó una sonrisa torcida.
-Es increíble, verdaderamente eras tú el Kumari Kandam y no un pobre tonto que obtuvo el pergamino por error.-Dijo refiriéndose a Mu e ignorando por completo a Shaka. Esta vez volteó a ver al segundo.
-Ni siquiera puedo entender como conseguiste entrar a la Nueva Lemuria, pero no importa, solo harás más interesante la muerte de estas sabandijas...
Kumari crispó los dientes.-¡Osas dirigirte así a tu Diosa! ¡¿Como te atreves?!-Acto seguido se paró imponente y orgulloso, con el brazo izquierdo estirado y la palma de la mano completamente abierta; una pequeña esfera de energía comenzó a formarse en ella, era una energía temible.
-Shaka, tendré que pedirte que nuevamente custodies a la Diosa Kanya por favor, debes irte de aquí cuanto antes...-Dijo sin voltear a verle, clavando su vista únicamente en el objetivo frente suyo.-...algo anda mal en este lugar y al parecer ni siquiera conmigo ella estará completamente a salvo hasta que lo resuelva.
Shaka volteó a verle con franca preocupación en sus ojos.-Kumari, ¡Permíteme hacer más que eso y ayudarte en esta batalla!
El de ojos amarillos le vio con desesperación -¡Te lo pido Shaka, vete de aquí! El destino de Lemuria ahora depende de que seas capaz de preservar la vida de nuestra Diosa...por mi parte debo investigar el por qué este lemuriano pudo atacarme sin que yo lo percibiera, sospecho que no será el único que...
En eso, los ojos de Kumari se abrieron tanto que parecía saldrían de sus órbitas, cayó sobre sus rodillas con el rostro pálido y los cabellos desordenados: uno de sus costados había sido abierto por un ataque contrario, él demoró demasiado.
La sangre no se hizo esperar y Kumari puso ambas manos sobre la herida en un intento vano por parar el sangrado, pero pronto sus ropas se tiñeron de rojo. De modo inexplicable no podía curarse a sí mismo.
Shaka le vio horrorizado y sintió su propia sangre arder en sus venas. Aún con la bebé en brazos elevó su cosmos de manera escandalosa y temible, el guardia palideció ante ese despliegue de energía, creada por una ira que Shaka no había experimentado jamás.
-¡Invocación de espíritus!-Gritó el ex caballero de la virgen, quien incluso sin armadura fue capaz de efectuar ese poderoso ataque, tomando desprevenido por completo al lemuriano.
Los gritos de agonía hicieron que la pequeña Kanya llorara incesantemente, el enemigo cayó inconsciente al suelo ante la mirada asombrada de Kumari Kandam.
-Su cosmos...se asemeja al de un Dios.-Pensó el pelilavanda, incrédulo de que un mortal tuviera semejante poder.
-¿Shaka...?
-Aun no soy capaz de discernir entre Mu y tú.-Puntualizó, no dando pie a mas diálogo al respecto.-Cuidaré de la Diosa Kanya como me lo has pedido, pero no me iré de tu lado, esa es mi condición.
El llanto de Kanya resonaba como un profundo eco en el silencio que se instauró entre ambos caballeros, a Kumari Kandam no le quedó más alternativa que acceder.
-Voy a curarte.-Dijo el rubio, para después acomodar a Kanya en su regazo y colocar sus manos sobre el costado de Kumari. El mencionado hizo una mueca de dolor que prontamente se alivió, gracias al cosmos del virgo.
-El sangrado cesó.-Murmuró Shaka retirando sus manos, luego alzó la vista e hizo contacto visual brevemente con el afectado, pero bastó ese simple gesto para que Kumari desviara la mirada con una mueca de molestia, pero un notable sonrojo en sus mejillas.
Esto no pasó desapercibido por Shaka, quien sonrió para sí al notar un gesto muy característico de Mu en quien ahora habitaba su cuerpo.
-¿Que piensas hacer con este sujeto?-Le preguntó el virgo, saliendo de su ensoñación y señalando al guardia de la orden real que estaba comenzando a gesticular, señal inequívoca de que pronto les traería problemas.
-Creo que podría darnos información valiosa.-Dijo con seriedad Kumari, incorporándose sin aceptar la mano que Shaka le ofreció para ayudarlo a ponerse en pie.
-En ese caso, tengo una idea.-Le sonrió el rubio con complicidad, de algún modo sintió que había una vaga esperanza...
Kumari al verlo sonreír le volteó la cara, evitando su mirada a la medida de lo posible.
-Te escucho.
Continuará...
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