Templo II-_Fuego

"Todas las cosas nacen del fuego y a él vuelven"-Principio de la Alquimia.

...O...


-El cosmos de Camus...

Murmuró Kumari Kandam, siendo escuchado únicamente por Shaka, quién corría con él hombro a hombro hacia el siguiente templo, seguidos de cerca por Dohko y Aldebarán.

-¿Acaso te preocupa?-Le cuestionó extrañado de forma genuina el ojiazul, pues no estaba al tanto del lazo que, involuntariamente, se había forjado entre ellos.

Naturalmente no tuvo respuesta, Kumari solo se limitó a continuar su marcha. Tras un par de minutos se encontraron frente al segundo templo: Fuego.

Dohko vio el símbolo y recordó las palabras del guardián del templo del Agua, sus ojos se encontraron de inmediato con los de Tauro, quién asintió con la cabeza adivinando sus pensamientos.

-Shaka, ustedes sigan adelante, yo me quedaré a luchar.

-Maestro...-Quiso replicar el rubio, pero inmediatamente la mano de Dohko encontró lugar en su hombro izquierdo, lo apretó suave pero firmemente y le regaló una de sus usuales sonrisas.

-Muchacho, Kumari y tú deben llegar cuánto antes al recinto de Arles, deja que nosotros nos encarguemos del resto.

El hindú lo vio con intensidad, pero entendió el gesto y lo agradeció. Kumari por su parte sostuvo la mirada con Dohko un par de segundos y finalmente le dijo.-El fuego en la Alquimia es uno de los elementos más importantes, necesario para la transmutación de la materia, crea y destruye...

Dohko movió su mano de arriba a abajo, restándole importancia a sus palabras.-Si ya lo sé, no olvides que llevo más de 200 años en este mundo, estaré bien. Andando.

Aldebarán dudó, admiraba a Dohko y estaba consciente de su fuerza y habilidad, pero ¿Sería prudente dejarlo solo en esta batalla? Ni Milo o Camus habían conseguido salir del primer templo, y no sonaba ni de cerca tan temible cómo este. Más las palabras del antiguo maestro eran absolutas.

Se hizo entonces su voluntad, entrando todos al templo con la intención de dejarlo solo. Sin embargo, apenas pusieron un pie dentro, la tierra empezó a levantarse y dividirse, separándolos.

-¡Shaka! ¡Kumari!-Gritó Dohko mientras intentaba mantenerse en pie con los temblores del suelo, el cual se alzaba y caía, hasta que el chino terminó por perderlos de vista, ahora lo único que podía divisar eran muros enormes a su alrededor, que formaban pasillos estrechos que parecían no tener fin.

-Es un laberinto.-Dijo Aldebarán atónito, quien se había quedado del lado de Dohko. Acto seguido golpeó fuertemente uno de los muros, sin embargo, no consiguió hacerle más que un par de grietas. Para su asombro, estas se cerraron apenas retiró el puño.

El Tauro gruñó molesto al pensar que el enemigo se había hecho de esta artimaña absurda en vez de dar la cara.-¡¿No era este el templo de fuego?! ¿Que significan estas barreras?

Dohko se quedó pensativo un momento.-Es extraño viniendo de ti mi querido amigo, que te preocupen esas nimiedades.-Le sonrió.-Lo mejor será empezar a correr, tarde o temprano su guardián vendrá por nosotros y entenderemos su juego.

El mencionado dio un respingo y asintió, después ambos se pusieron en marcha.

-Shaka, Kumari, espero que se encuentren a salvo.-Pensó el brasileño mientras corría, no podía sentir sus cosmos, se tranquilizó pensando que debía ser otro truco de su oponente y creció con ello su deseo de enfrentarle cuánto antes.

...O...

-No debiste hacerlo, mi querida Maya...

Un hombre delgado y joven, con ojos vivaces y largos cabellos hasta la cintura posó su mirada en la bella mujer que entraba a su templo.

-¿Puedes culparme? El Kumari Kandam ha conseguido llegar hasta tu templo, debe perecer aquí y ahora, a toda costa.

-El fuego y la tierra, la transmutación y la materia misma.-Le tomó de las manos.-Pierde cuidado, purificaré sus almas profanas con mis llamas, para que no ensucien este lugar sagrado, que será su tumba.

La mujer le sonrió y él depósito un casto beso en cada una de sus manos, para después soltarlas y permanecer juntos en el centro del laberinto.

...O...

El rubio frunció el entrecejo, analizando su situación en silencio, acción que imitó Kumari Kandam.

-No percibo ni un solo cosmos.-Murmuró Shaka.

-Mira, las paredes...-El pelilavanda colocó su palma delicadamente en una de ellas, siendo seguido con la vista por el semidiós, quién notó entonces los símbolos que adornaban esos muros.

-Esta no es alquimia de fuego, es de tierra. Es preocupante, pareciera que el guardián del tercer templo bajó para auxiliar a su compañero....

Shaka lo miró incrédulo, Kumari prosiguió.

-Construir en lugar de destruir, eso es algo del elemento tierra.-Kumari quiso ponerse en marcha, pero solo pudo avanzar un par de metros cuando sintió que sus pasos se entorpecían, Shaka lo notó y se apresuró a auxiliarlo, tomándolo por la cintura y pasando uno de los brazos del Ariano alrededor de sus hombros.

-Maldición ¿Qué está sucediéndome?-gruñó por lo bajo.

-Son las gemas.-Concluyó el semidios.-Si lo que dices es verdad y hay dos guardianes en este templo, la influencia de la gema sobre ti se duplicará.

Kumari rechinó los dientes en frustración al sentir cómo sus pies se volvían a cada segundo tan pesados como el plomo y la fuerza abandonaba su cuerpo. Sin embargo, su expresión cambio de inmediato cuando notó que el rubio, con sumo cuidado de no dejarlo caer, se ponía en cuclillas.

-Te llevaré en mi espalda.-Le ordenó,  a lo que el aludido alzó una tika molesto, Shaka lo vio con determinación, dando a entender que no aceptaría una negativa de su parte.-En tu condición actual es inútil que intentes seguir por tu propio pie, de está forma avanzaremos más rápido.

El lemuriano se vio tentado de cualquier modo a rechazar su oferta, pero Shaka tenía razón, no le quedaba más remedio, así que resignado se dejó hacer, su lastimado orgullo no podía estar por encima del motivo de su existencia terrenal.

Por su parte, todo se volvía cada vez más confuso para Shaka, si bien estaba consiente que aquel que sostenía a su cuerpo no se trataba de su dulce tibetano, era complicado hacerle entender a sus sentidos que Kumari Kandam no se trataba de Mu, sobre todo ahora que a lo largo de este peregrinaje parecía ser que el pelilavanda había dejado atrás su actitud arrogante con él y se mostraba tal cual era.

Y justo las semejanzas no solo físicas sino también en el habla, los ademanes, los gestos e incluso esos breves instantes en los que se había mostrado vulnerable y compasivo ante él,  le hacían preguntarse si realmente Kumari seguía en esencia siendo Mu, por más extraño que eso sonara. Eran la misma alma y el mismo cuerpo después de todo, con sus marcadas diferencias, como esos temibles ojos amarillos, que de algún modo parecían suavizarse cuando el hindú le dirigía la palabra.

Sacudió esos pensamientos de su mente mientras corría con el objeto de su confusión a cuestas, aunque sentir su aliento, sus cabellos lavandas rozar ocasionalmente sus mejillas y sus brazos aferrados de forma cuidadosa a su cuello, no se lo ponían fácil.

Pero necesitaba mantenerse alerta, era evidente que no pasaría demasiado tiempo antes de que algún obstáculo se les cruzara en el camino.

...O...

-Si sigues así llegarás al centro de la tierra.-Bromeó Aioros con su hermano quién, cuál león enjaulado, caminaba de derecha a izquierda sin descanso. Él que se consideraba un hombre de acción, no podía estar conforme con solo esperar a que los demás hicieran todo el trabajo.

-Es tu culpa.-Le contestó con ligero reproche.-Tenías que arrastrarme junto contigo a la tarea más sencilla...-Aioria usó esta palabra porque decir "aburrida" seguro hubiera ocasionado que su hermano le lanzara una flecha, o lo que fuera, por irrespetuoso.

Aioros le sonrió afable y después posó sus ojos sobre la pequeña Kanya Kumari.-¿Es acaso que no lo percibes Aioria? Definitivamente no estamos haciendo la tarea más "sencilla", en este momento no existen caballeros de más alto rango que nosotros, todo por lo que nuestros amigos están arriesgando sus vidas se encuentra bajo nuestro cuidado.

El mencionado rodó los ojos.-Eso ya lo sé, pero hubiera preferido mil veces arriesgar mi vida junto con ellos en el campo de batalla, siento que hubiera sido de mayor utilidad...

-¡Aioros! ¡Aioria!

-¡Es Afrodita!-Exclamó este último.

-¡La gente del pueblo! ¡Están despertando! ¡¿Les pasaría algo a Kumari Kandam y a los demás?!

Aioros y Aioria sintieron una terrible angustia con sus palabras, Aioros quiso entregarle la bebé a Aioria para correr al encuentro de Afrodita pero el Leo se le adelantó.

-Yo iré a ver qué está sucediendo, creo que tú eres mucho mejor candidato que yo para cuidar de la Diosa Kanya...

Aioros le sonrió con sorna.-Si Shaka la mantuvo con vida todo esté tiempo, probablemente tu también podrías, pero está bien, vete. Yo la cuidaré.

Aioria ni siquiera se molestó en contestarle, no iba a caer en provocaciones si eso le valía seguir aburriéndose al lado de su hermano, parecía que el cielo había escuchado sus plegarias.

...O...

Mientras ambos caballeros iban camino a la primer ciudad, Afrodita ponía al tanto al León de la situación.

-En cuánto notamos que volvían en sí, intenté comunicarme con Shaka o alguno de ellos, pero me fue inútil, estoy bastante preocupado...

-¿La gente en la ciudad de Saga también despertó?

-No todos, pero Saga me dijo que él y Kanon lo tienen bajo control hasta ahora, parece ser que están lo suficientemente débiles como para no notar el efecto de sus ilusiones.

-Eso es bueno...

Afrodita asintió con la cabeza.-Aun así, me da motivos para pensar que están en peligro. Sin embargo, de algún modo el control sobre los lemurianos se mantiene, eso quiere decir que por lo menos Kumari Kandam sigue con vida.

Aioria crispó los dientes, a lo que Afrodita se mantuvo inmutable, sabía que si continuaba presionando al León podía hacer una locura. Definitivamente su plan inicial era pedir la ayuda de Aioros, pero todo aquello se fue al traste precisamente por la impulsividad que caracterizaba al griego menor.

-Aioria, lo mejor será que tú te dirijas a la ciudad donde están Shaka y los demás, para ganar tiempo en dado caso que los lemurianos en esa ciudad despierten, si no es que ya lo hicieron.

Aioria no se sentía muy contento de que Piscis estuviera de algún modo diciéndole que hacer, pero técnicamente ese era su plan original, solo con la variación de que él entraría también en búsqueda de Arles. Asintió con la cabeza y separaron sus caminos.

-Shaka, maestro Dohko, todos...¡Resistan!-pensaba Aioria acelerando el paso, no descartaba la posibilidad de que ahora el enemigo fuese el mismísimo Kumari Kandam.

Y no era el único que pensaba de ese modo.

...O...

-¡¿Que dices Kanon?!

-Piénsalo por un momento Saga, es probable que ya derrotara a Arles ¿Para que le serviríamos todos nosotros? ¿No es lógico pensar que ahora que ha llegado al lugar del pontífice simplemente permita que los lemurianos se encarguen de nosotros? Quizá los demás ya estén prisioneros o muertos...

Saga le vio con desinterés.-No todos tienen tu mente retorcida, yo veo bondad en él...

-¿Bromeas? ¡¿Viste sus ojos?! No te engañes, podrá parecerse a Mu, pero eso no quiere decir que sea como él.

Saga desvió la mirada de con su gemelo, terminando con ello la conversación, no lo admitiría en voz alta, pero su hermano tenía un punto. Intentó no darle muchas vueltas y concentrarse en la encomienda que tenían ahora, tarde o temprano la verdad les sería revelada y se sentía preparado para cualquier escenario posible.

...O...

En el templo de fuego Shaka sentía que llevaba corriendo una eternidad, Kumari Kandam se percibía más débil a medida que avanzaban, lo que le hacía pensar que al menos se estaban acercando a sus oponentes.

-No entiendo el sentido de esto, ¿esperan que corramos hasta el cansancio?-Preguntó el rubio en voz alta.

Kumari le contestó con un hilo de voz.-La verdad es...que tampoco entiendo nada, el-el guardián del fuego siempre se ha caracterizado por un comportamiento más bien impulsivo y visceral...

Esto último lo murmuró apenas, seguido de una tos paroxística que preocupó a Shaka al instante.

-¡Kumari!-El ojiazul se detuvo en seco y se hincó, permitiendo que el pelilavanda se incorporara, pero este último no tenía suficiente fuerza, por lo que sus pies se enredaron y perdió el equilibrio.

-¡Cuidado!-Exclamó Shaka atrapándolo, quedando ambos sentados en el suelo. El de ojos amarillos gruñó por lo bajo, haciendo un esfuerzo por ponerse de pie, en vano.

-Es inútil.-Le dijo el rubio, viéndole a los ojos directamente.-Creo que en esta ocasión deberemos aguardar aquí y permitir que Dohko y Aldebarán se hagan cargo.

El lemuriano abrió grandes los ojos incrédulo.-¡No puedo aceptarlo! Yo...

-No tenemos alternativa.-sentenció Shaka.-Entiéndelo, si nos presentamos así ante los guardianes de fuego y tierra no seré capaz de enfrentarlos y protegerte a la vez.

-No necesito que...

-Kumari.-le interrumpió, asombrando al mencionado al grado que no pudo replicar.-Entiendo cómo te sientes, pero debes parar y permitir que te ayude...-La mirada de Shaka se volvió distante.-Si algo te sucede, todo habrá sido en vano...no puedo permitirlo.

Kumari Kandam por un breve instante pareció empatizar con el rubio, viéndolo con compasión de un modo tan fugaz que Shaka pensó se lo había imaginado.

-Llámame Kandam.-Le dijo, a lo que el rubio primero abrió los ojos sorprendido y después le sonrió levemente, asintiendo con la cabeza. Entendió que ese era su modo de declararle que confiaba en él.

...O...

-¿Que demonios está ocurriendo?-Gritó el guardián de la segunda habitación, al ver qué tanto Shaka como Kumari Kandam detuvieron sus pasos.

Estaban tan ocupados dándole seguimiento a los pasos del pelilavanda, que se olvidaron por completo que había otro par de guerreros en el laberinto...

-¡Vaya Vaya! ¡Por mi mejor! ¡Dos por uno!-Exclamó Dohko con una sonrisa, que no lograba ocultar el cansancio en su rostro, al notar que dos lemurianos se encontraban frente a ellos.

El guardián del segundo templo apretó los dientes y rápidamente se giró para con su pareja.-No lo voy a permitir...

-¡No lo hagas!-Le gritó Maya adivinando sus pensamientos, pero apenas terminó de hablar la teletransportó a su casa, sabía que ella tendría una gran desventaja al luchar en otro templo que no fuese el suyo, además idealmente ninguno de ellos debería ser capaz siquiera de poner un pie fuera del templo de fuego.

-Perdóname, Maya...

Continuará...

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