La carta.
El grupo de amigos ya había dejado bien atrás el Bosque Vetusta y acababan de salir de Ciudad Jubileo. En el horizonte ya se empezaba a vislumbrar a cada paso la fina línea de costa, brillante y azul como la aguamarina. Conforme se acercaban a Pueblo Arena, vieron la playa repleta de veraneantes como era habitual y a un lado la tan reconfortante entrada al Hotel de la familia Berlitz. Ahora incluso les parecía más lujoso. Habían tenido suficiente acampada por todo lo que quedaba de verano.
Llegaron a los enormes jardines del edificio y se sentaron cinco minutos a descansar de la caminata y respirar ese aroma tan fresco a agua salada y arena. La tormenta del día anterior no había tenido tantas repercusiones fuera del bosque. Algunos caminos camperos cortados y la bandera de marea naranja ondeando a unos metros, pero nada más. Y pensar que las pasaron canutas para encontrar un sitio en el que quedarse...
Después de ese pequeño descanso, se adentraron por las puertas correderas y se dirigieron al ascensor para subir a sus habitaciones, pero fueron detenidos inmediatamente por un señor mayor de bigote espeso y pelo canoso. En su ojo derecho portaba un monóculo y tenía una expresión preocupada; sobre todo por los chicos de la misma región.
-¡Señorita Platinum! ¿¿Se encuentra bien?? –Por la sien de la mencionada resbaló una gota de sudor cuando su mayordomo, Sebastián, empezó a dar vueltas alrededor de ella y sus dos amigos.- ¿Están heridos Dia-kun, Pearl-kun?
-Nop, estamos bien.- Dijo con una sonrisa tranquilizadora el muchacho de la boina. El rubio se limitó a mirar al hombre con los ojos entrecerrados, preguntándose seriamente si esa preocupación tan exagerada era normal. Platinum suspiró, pero sonrió agradecida.
-Sí, estamos bien. Gracias, Sebastián. -Acto seguido lo abrazó. Le tenía mucho cariño, casi como si fuera su abuelo, o al menos así lo veía ella.- ¿Puedo preguntar a qué viene tanta exaltación?
-¿Exaltación? ¡Yo no estoy exaltado! –Exclamó, haciendo aspavientos con las manos. Pearl lo volvió a pensar mejor, "Sí, no estás para nada nervioso." Al notar las miradas de los chicos se disculpó con una semi-reverencia.- Bueno...Ayer estuvieron todo el día fuera y aunque me informó por el Pokecth que iban a pasar la noche de acampada...Me preocupé al ver la gran tormenta que se estaba formando. Me alegro de que estén todos bien.
-No quiero interrumpir pero, ¿Sabe de algún aparato de recuperación Pokemon? –Preguntó el criador de Jotho, preocupado por sus compañeros de equipo.
-Correcto. Ése pasillo a la izquierda, puerta derecha. Hay un letrero, no tiene pérdida.- Le explicó y el azabache se lo agradeció con un gesto de mano. El resto le prestaron sus pokeballs para que los curara de paso y se perdió tras una esquina.
-Ahora que lo menciona...¿Es normal este tipo de tormentas tan violentas? –Preguntó Green, el cual se había apoyado en una pared cercana.
-No mucho, ehh...señor...
-Green, solo Green.
-Entiendo. No es muy habitual. En todos los años que llevo viviendo en esta región solo he visto un par de fenómenos como el de ayer. Por un momento llegué a sentir una mala corazonada y un escalofrío. Inmediatamente pensé que les había sucedido algo.- Sebastián sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió una lagrimilla.
-De todas formas, estaba haciendo demasiado buen tiempo. Era de esperar que pasara algo así.- Se excusó Sapphire. Tenía un poco más de experiencia con todos aquellos fenómenos naturales por el trabajo de investigación con su padre.
-Tal vez tenga usted razón señorita...-Se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa.- Lo siento, torpes supersticiones de un abuelo.- Platinum lo regañó levemente por decir eso, en verdad parecían familiares.
-Bueno, si no es mucha molestia nos gustaría ir a cambiarnos y eso...
Ruby intentó decir de la forma más cortés que se le ocurría que necesitaba un baño YA. Y no solo él. El olor a barro, moho y polvo ya había sido notado por más de un huésped en la sala y se empezaba a sentir...incómodo, bajo algunas miradas. Un poco más, y decidiría meter su cara dentro de su gorro. A Sapphire, por el contrario, le daba un poco igual.
-¡Oh! Esperen, se me olvidaba entregarles algo. –El hombre mayor rebuscaba en un cajón de la recepción con suma rapidez.
-¿Algo?- La comitiva al completo se volteó hacia él. No esperaban recibir nada ... ¿Qué seria lo que había llegado para ellos?
-Tome.-Extendió un sobre blanco con letras moradas a la propietaria del hotel. Su nombre estaba escrito claramente con letra elegante.- Esta carta llegó ayer. Según el cartero es importante ¡Nada menos que de la Campeona!
-Oh vaya...gracias. -Platinum contempló con asombro el trozo de papel. Nunca habría esperado recibir algo de ella. Sí que era verdad que ella, Diamond y Pearl combatieron juntos en la catástrofe de Sinnoh y eran amigos pero lo que le preocupaba era otra cosa...Algo complicado tenía que haber pasado para que se viera obligada a contactar así con ellos.
-Para ti, Diamond... -Dejó caer estrepitosamente delante del chico un gran paquete que parecía bastante pesado.- ...este, uff...paquete. Y para Pearl...-Esta vez la caja era más normal. El rubio la miró detenidamente, curioso.- Éso es para ti.
Ambos chicos leyeron las tarjetas que acompañaban las cajas y se sintieron muy felices al comprobar que eran pequeños regalos de sus padres. No podían esperar a abrirlos a juzgar por sus sonrisas; sobre todo cierto rubio con exceso de energía. Si seguía sacudiendo así su mercancía, lo de dentro iba a quedar hecho añicos. Agradecieron su amabilidad y se despidieron hasta otra ocasión. Justo cuando entraban al ascensor, llegó Gold.
-¡Ya llegó el más famoso criador, señores y señoras!
-Ugh...Era demasiado bueno para ser verdad...-Susurraron casi al unísono tanto Silver como Ruby.
-¿Siempre tienes que llegar así?- Emerald rodó los ojos, resignado.
-Lo que pasa es que estás celoso porque mis entradas son más impresionantes.-Afirmó con una gran sonrisa orgullosa.
Gracias a Gold todos sus compañeros estaban curados y no tardaron ni medio minuto en ser acicalados por el experto en esta práctica; Ruby. Entraron a sus respectivas habitaciones, se ducharon, cambiaron de ropa y comieron algo más que no fueran los típicos dulces de Diamond (Aunque no estaban nada mal, la verdad). Después, quedaron en reunirse en una sala común del mismo pasillo con varios sillones y un gran ventanal con plantas a los lados para abrir los "paquetes" y pasar un rato relajado.
-Mamá, eres genial. -Enfatizó muy contento Diamond al terminar de abrir su caja. De su interior sacó una nueva gorra de color rojo y blanco con un pequeño diamante azul en el centro seguido de varios papeles de recetas y un nuevo cómic de Taurina Omega. Desde luego, no podía estar más feliz. Su madre lo conocía a la perfección.
-A ver...-El rubio se dispuso a abrir su regalo. De dentro de la pequeña caja sacó un MP4 ambarino y un cuaderno para sus rutinas de entrenamiento y actos dobles.- Je...Papá si que sabe...¿oh? - Tan pronto como su sonrisa apareció se esfumó y fue sustituida por un leve sonrojo.- "Te he dicho que me llames Papi." Eh...¡Ya estoy grande para eso! –Exclamó algo exaltado, olvidándose de la presencia del resto. Giró la nota y había más letras..."Nunca es tarde, no pongas excusas y véte acostumbrándote."- Uff...Está bien pa...papi.
No se preguntaba cómo era que su padre conocía exactamente cuáles iban a ser sus respuestas y reacciones, es más, estaba acostumbrado. Siempre reaccionaba de la misma forma y aunque no pasara mucho tiempo con él, su pa...papi lo conocía muy bien. Tenían muchas cosas en común, al fin y al cabo. Pero eso no le quitaba lo vergonzoso al asunto...¡Papá, qué hay público!
-¿Papi...?
Cierto azabache de ojos como el oro se contuvo la risa pero no pudo más y acabó explotando a carcajada limpia. Fue tanta su reacción, que el sillón en el que estaba se cayó hacia atrás y se pegó un buen golpe. El llamado "Karma" atacaba de nuevo. Ellos se acercaron a ver cómo se encontraba. La cara de Pearl casi explota como un volcán cuando observó cómo su senpai seguía riendo sin inmutarse de su caída. Casi rodaba por el suelo de mármol blanco.
Después de unos cuánto gritos, insultos y demás..."calificativos" intercambiados por ambos jóvenes, el grupo volvió a sentarse, por fin, en paz. Por suerte, los más mayores se habían encargado de censurar los oídos tanto de Yellow y Emerald como los de Black y White...por seguridad. Platinum seguía absorta en sus pensamientos a pesar de que todos tenían puesta su mirada sobre el trozo de papel que sostenía.
-¿Plat?- Sapphire se acercó por detrás del sillón para intentar devolverla a la realidad.- ¿Pasa algo?
-¿Uh?...Oh, no, nada. -Sonrió algo nerviosa por pensar demasiado. Fijó sus ojos otra vez en la carta y decidió abrirla de una vez.- (...)Esto no me tranquiliza, la verdad...
-¿Qué dice? –A White no le gustaba nada ese tono que empleaba su amiga. Que la autora fuera la mismísima Campeona de la región tampoco ayudaba. Metió la carta en el bolsillo de su pantalón blanco y se levantó, seria.
-Necesita hablar con nosotros...Urgentemente. –Su rostro era inexpresivo, pero sus antiguos guardaespaldas la conocían demasiado bien. Se levantaron al segundo de que ella lo hiciera.- En la carta decía que teníamos que ir a verla en Pueblo Caelestis.
-Entonces vamos. Dia y yo practicaremos nuestro acto doble por el camino.
-Pero...no tenemos ningún Pokemon volador.- Muy observador, Dia.
-¡Eso está solucionado! ¡Pil...!
-¡¡NO AQUÍ NO!!- Ruby y Emerald la detuvieron antes de que llamara a su Tropius en un espacio tan pequeño y montara un buen escándalo.
-Uh...Lo siento jeje...-Se rascó la nuca con una pequeña sonrisa.- En fin. Os puedo dejar a Pilo, es rápido, no habrá problema.
-¿Puedo ir yo también?
Varias miradas brillantes de emoción se centraron en la chica de ojos aplatinados, esperando una respuesta. Parecían niños pequeños pidiendo permiso para salir de excursión a un mayor. Podía ser grave...o no, pero no podían desperdiciar la oportunidad de conocer a una Campeona en persona. Ella miró a la propietaria del Tropius cómo si le pidiera permiso.
-¿Está bien?
-¡Por supuesto! –La castaña se llevó una mano al pecho, orgullosa de su Pokemon.- Pilo es lo suficientemente fuerte para llevar a varias personas. Pero no a todos.
-Gracias, Sapphire.
Salieron a la terraza del hotel, situada en la azotea del gran edificio. La castaña se posó en la barandilla negruzca y se llevó dos dedos a los labios. Un agudo silbido salió de su boca y en menos de cinco minutos una mancha verde y marrón apareció en el horizonte, volando con sus grandes alas hacia ellos. Cuando llegó, saludó alegremente a su entrenadora que le contó la situación y éste accedió a llevar a un máximo de seis personas en su espalda.
Ruby, Black, Green, White, Sapphire, Emerald y Silver no tenían mucho interés en viajar hasta allá sin necesidad de su presencia así que no entraron en la votación posterior, dónde perdió Blue y tuvo que quedarse, a pesar de sus gruñidos insatisfechos. Para una vez que no manipulaba las votaciones...ehm, quiero decir, yo NUNCA manipulo los votos...eso, eso (Maldición, han descubierto mi secreto.)
El grupo de Sinnoh, Red, Yellow (Que pesaba poco), Gold y Crystal subieron a la grupa del imponente Pokemon para marcharse rumbo a su destino en el menor tiempo posible. Sapphire le dio un par de palmadas en el cuello a su compañero y se despidieron de la otra mitad del grupo. Red se encargaría de avisarles si lo que tenía que contarles a sus Kouhais esa tal Cynthia era grave o no y cuándo iban a regresar más o menos, así que no había de que preocuparse.
Más tarde...
Ruby observaba desde la ventana de su cuarto el exterior. Sapphire estaba peleando contra Green y según su visión, estaban en medio de una muy reñida batalla, aunque tenía que reconocer que el castaño de ojos verdes no tenía el título de Líder por nada...Su compañera tendría que esforzarse si quería ganarle, pero estaba seguro de su fuerza. A un lado se encontraban los demás, los de Teselia en una mesa tomando un refresco y Emerald y Silver estaban paseando por los jardines del hotel sin demasiado intercambio verbal.
-Ruru, pásame la cinta por favor. - Volvió a centrarse en su trabajo. El psíquico de su Gardevoir le acercó la cinta métrica que necesitaba y se acomodó con un dedo sus características gafas.
Midió sobre una tela blanca pero al terminar se dio cuenta de un pequeño detalle, "Uhm...¿Dónde dejé la tela azul?" Buscó y buscó pero no aparecía. "Argh...¡Se me olvidó comprarla! Qué desastre...Ruby, eres un completo despistado." Se revolvió el cabello. Se había quitado su gorro para refrescarse un poco y como estaba solo tampoco pasaba nada. Entonces, una idea fugaz cruzó su mente. Como un rayo, abrió la ventana y se asomó para llamar la atención de sus amigos.
-¡¡HEYYY, CHICOS!!
-¿Uh?- Green detuvo el combate y miró en dirección a aquella voz conocida. Sapphire hizo lo mismo. Notaba algo raro en el chico...
-¿Ruby? –El resto se acercó al campo de batalla en la arena, ¿Qué querría para haberlos llamado tan de repente y con ese ímpetu? Cuando él comprobó que tenía su atención, siguió hablando.
-¿¡Qué os parecería ir a Ciudad Corazón!? ¡Veréis, necesito unas tel...!? ¿Ah? ¡¡OYE, PERO ESCUCHADME!!
-No vamos a ir por unas simples telas.- Habló sin darle mucha importancia el pequeño rubio.
-Estamos en medio de algo importante, Ruby...-Dijo desilusionada Sapphire. Ahora había perdido toda su concentración y le costaría en volver a recuperarla.
-Nosotros tenemos que hacer una maqueta.- Le informaron al unísono Black y White sin levantar la vista. Aunque a simple vista, la única que "trabajaba" era la castaña. Black solo observaba felizmente con su refresco en mano. Ugh...Tendría que recurrir a su arma secreta...
-¿¡Y si os digo que justamente hoy hay una oferta especial de entrada a la Plaza Amistad, uhm!?
No era mentira. Prefería no haber sacado ese tema porque le hubiera gustado ir directamente a comprar las telas y ver el edificio de los concursos pero si no le quedaba de otra...Podía aprovechar para dar un paseo con sus amigos y Pokemon. Se lo merecían. Para su alegría, esta vez si que captó el interés del resto, sobre todo de Sapphire, Emerald y Silver que tenían interés en ver ese lugar que normalmente estaba muy lleno de gente o restringido en algunas temporadas.
-¡Eso está mucho mejor!- Exclamó la oji-azul emocionada y devolvió a su Blaziken a la pokeball después de darle una merecida baya Zidra. Pero cuando volvió a mirar al chico se percató de cierto detalle e intentó llamar su atención disimuladamente.- ¡Pst! Ruby...
-¿Eh? ¿Qué dices Sapph?- No entendía lo que le quería decir, ¿Por qué se tocaba la cabeza de ese modo? Espera...Observó cómo Green lo miraba fijamente y se palpó el pelo por un reflejo.- ¡¡Ay, no!! ¡¡Bueno, pues eso, nos vemos abajo, bye~!!
Sin más que decir cerró la ventana de golpe y se metió en la habitación rápidamente, poniéndose de nuevo su gorro. Suspiró aliviado bajo la mirada divertida de Ruru. Menudo despiste...Metió sus cosas en un cajón y se colgó su mochila verde al hombro invitando a su compañera de equipo a acompañarlo hasta la salida del Hotel.
Cuando bajaron ya estaban todos preparados para su pequeña excursión, salvo Black y White que habían preferido seguir con su trabajo y esperarles allí. Con un ligero chasquido del coordinador de ojos como el rubí, el poder telequinésico de Gardevoir los envolvió y en un abrir y cerrar de ojos se encontraban ya en una pequeña plaza con una fuente de la concurrida ciudad, capital de la región.
Mientras tanto, en Pueblo Caelestis...
-Bien, aquí es. –Platinum se plantó en frente de una puerta de madera gruesa y llamó con los nudillos. El Tropius de Sapphire descansaba bajo la sombra de unos árboles un poco más alejados de la comitiva de héroes.
-¿Si...? –Era una voz femenina. Al cabo de un rato la puerta se abrió, descubriendo a una mujer alta, de largo y brillante cabello rubio, ojos verdosos y vestimentas negras y doradas.- Oh, sois vosotros. - Su rostro, antes serio, dibujó una sonrisa hospitalaria y la chica le presentó al resto de sus amigos.
-Ellos son Red, Yellow, Gold y Crystal. Son Pokedex Holders de otras regiones y amigos nuestros.-Explicó mientras la iban saludando cada uno a su manera. Sin que nadie se lo esperara, Gold se adelantó y saludó de forma ... particular a la Campeona de Sinnoh.
-Los Milotic tienen mucho que envidiarle, señorita...-Dijo guiñándole un ojo, con su típico tono "conquistador".- Encarna la palabra "sexy" a la perfección.
-Eh...je...je...¿Gracias?- Cynthia no sabía que decir exactamente, pero salió del apuro gracias a cierta chica peli-azul que lo acompañaba. Un jalón de oreja y el azabache ya volvía a estar tranquilito.
-Perdónele, señora. –Se disculpó, obligando a su amigo a disculparse también por su grosería. Ella tan solo sonrió y les invitó a pasar.
-Entrad. Este no es un buen lugar para hablar en privado...Hasta los árboles oyen...
Y así, dejó pasar a los jóvenes, cerrando la puerta tras de sí con un ruido seco.
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