Capitulo 12: Rojo
Dolor. Eso era lo que sentía. Me dolía el vientre horrores. Y es que me había bajado la regla y no me apetecía hacer nada de nada. Me hice una bolita en la cama y lamenté el día en que nací. No entendía aquel sufrimiento, porque era necesario.
Habíamos pasado unos días de playa estupendos y aquel pintaba ser igual. Thor me había invitado a cenar aquella noche, pero estaba a punto de cancelar los planes porque no aguantaba.
La relación con Mikkelsen se había desarrollado mejor de lo que habría esperado. Me caía bien y nos reíamos juntos, de hecho habíamos pasado mucho tiempo juntos aquellos días en la playa. Además, era muy amable conmigo y me trataba bien, aunque no terminaba de saber si nuestra relación podría llegar a algo más.
Yo no lo creía, porque aunque había estado comportándome decentemente, estaba reencontrándome. Me había propuesto no reprimirme, aunque sabía que aquello no tendría el visto bueno de mi madre sobre todo. La cuestión era, que sabía que había quedado mal muchas veces delante de él y no creía que eso fuese a ayudarme en mi conquista.
Es que... ¿Siendo sinceros? No había puesto mucho empeño en conquistarle, después de todo tenía el verano entero y seguía sin querer hacerlo.
Mis padres me habían mandado dos mensajes aquellas vacaciones. Uno diciéndome que no pasaba nada si gastaba más de la cuenta en ropa, siempre y cuando esto me ayudase a conquistar a Thor. Y el otro insitiéndome en la necesidad que tenía la empresa de que me enrollase con él.
No me habían preguntado ni como estaba, ni cómo me sentía. Aquello, claramente, no importaba porque habiendo algo de la empresa que hacer, ¿Cómo se iban a preocupar por mí?
Por eso y quizá solo por eso y por los cambios que estaba intentando introducir en mi vida, eché la solicitud en la universidad y puse como primera opción Ingeniería Química. Y sí, sabía que aquello no era ADE con Derecho y que la nota que requería era mucho más baja porque no era una carrera tan requisada y menos prestigiosa para mis padres, pero me encantaba la vida de laboratorio. Y pensé en aquello que había repetido Gloria todos aquellos días: "Primero hazlo y después pide perdón".
No sabía cómo reaccionarían y menos si iba a entrar en la carrera porque aunque el profesor Valle me había ayudado un montón para las pruebas de acceso... Algo me decía que había gente que se había esforzado más que yo y que se lo merecía más que yo.
Respiré hondo. Si me cogían en Lincoln Square... A lo mejor lo aceptarían, después de todo aquella había sido su universidad en Monte Marín y ellos querían que fuese allí. ¿Lo entenderían? Quería pensar que sí.
Mi teléfono empezó a vibrar y con un quejido lo tomé de la mesilla. Era Ares llamándome.
-Estamos a una cocina de distancia, no seas vago y lo que sea que quieras ven y dime.
-Uno, entrar a tu habitación me da ansiedad. Dos, entraría a tu habitación si fuese para otra cosa que nada tiene que ver con hablar y tres, no estoy en casa.
Fruncí el ceño y me retorcí en la cama.
-Te llamaba porque estoy en el súper y no sabía si querías algo. Te llevo champú y acondicionador porque vi que tenías poco, pero además de eso no sé qué más llevarte.
-¿Has cogido el...?
-Sí, el de coco. Vamos, el mismo que tenías antes. ¿Algo más?
Miré la pantalla del móvil. ¿Ares? Demasiado atento estaba Ares para ser Ares, pero no tenía ganas de pensar en nada y por eso mismo encogiéndome de hombros dije:
-Por querer... Quiero muchas cosas.
-¿Cómo qué? -apostaba a que sonreía.
-No sé... Algo así como un sirviente que haga todo lo que yo diga. Por lo menos por cuatro días.
-¿Quieres un sirviente por cuatro días? -me preguntó cómo si lo que acabase de decir fuese medio normal, pero ambos sabíamos que no lo era. Aún así, seguimos hablando como si nada.
-Sí y que me haga masajes. Y me peine y que, en general, yo no tenga que hacer nada de nada.
-Un sirviente que te manosee y te cuide durante cuatro días, ¿Eh? -yo asentí. Sabía que no me veía, pero mi silencio lo dijo todo-. Lo haré.
-¿Qué?
Me quedé completamente en blanco. No comprendía lo que acababa de suceder, ¿Se estaba quedando conmigo? Sí, debía de ser eso porque aquello no podía ser verdad. Sería demasiado bueno para ser cierto.
Es decir, no era la primera vez que Ares era mi sirviente, porque sí, le había ganado muchas apuestas en nuestros dos años como compañeros de clase y había cargado con mi mochila muchísimas veces más, pero en aquel momento no habíamos ni apostado nada, ni ganado nada.
No tenía sentido y debía de tener truco.
-Que lo seré, morenita y será todo un placer manosearte.
Y ahí estaba el truco.
-No vas a meterme mano.
-¡Atenea! He dicho manosearte. Manosearte no es lo mismo que meterte mano, aunque...
-Estás en el supermercado, no sigas por ahí -advertí y escuché una carcajada ronca por su parte.
El pobre tenía la voz destrozada por nuestros múltiples conciertos en su coche. Aunque ya de por sí Ares tenía la voz un poco ronca.
En realidad, Ares tenía una voz muy bonita. Las veces que le había escuchado cantar en el coche lo hacía demasiado bien para no hacerlo en serio y más de alguna vez me había quedado callada a propósito solo para escucharle.
-Entonces seguiremos con la conversación en casa -zanjó-. Volviendo al tema de antes, ¿Necesitas algo?
De hecho sí.
-Ahora te mando un mensaje con la lista.
Y acto seguido corté. Más que nada porque no quería escucharle hablar mucho más sobre lo del sirviente y meterme mano, dos cosas que si las unía, me sonaban a que se ofrecía a ser algo así como mi esclavo sexual. Entonces, no me sorprendía en lo absoluto que se hubiese ofrecido tan felizmente a serlo porque Ares era así. Le daba igual quien fuese la persona, siempre siempre soltaría una frase o una broma con doble sentido y connotación sexual.
Y siempre siempre me sonrojaría.
Me metí en su chat y puse que comprase compresas al por mayor, mis dulces favoritos y que se pasase por la farmacia más cercana para comprarme un calmante. No era complicado, pero aún así deseé con todas mis fuerzas que no se equivocase en nada.
Veinte minutos más tarde estaba entrando por la puerta y gritando mi nombre como siempre. Abrió la puerta de mi habitación y se lanzó a mi cama.
-Ya estoy aquí, morenita.
Yo que estaba hecha un ovillo con las sábanas, me asomé un poco para verle.
-¿Cómo es posible que acabes de llegar y ya estés sin camiseta?
-¿Cómo es posible que en tan poco tiempo te hayas metamorfoseado en un erizo?
Dicho esto, empezó a sacudir el bulto en el que me había convertido y me quejé audiblemente. Él intentó levantar las sábanas, pero yo me aferré a ellas como si mi vida dependiese de eso. Sentí cómo se inclinaba encima de mí.
-He traído tus chuches -canturreó.
Eso me convenció y saqué la cabeza de mi guarida.
-¿Los spaghettis ácidos? -asintió- Tráelos, ahora.
-¿Cómo se dice?
-Eres mi sirviente.
Se rió un poco, pero negando con la cabeza se levantó y fue a buscarlos. Cuando volvió a entrar en la habitación, yo ya estaba sentada y él con una bolsa blanca en la mano.
-A ver, tengo tus spaghetti -los lanzó sobre la cama-. Tus compresas y la camiseta negra oversize... -me miró con una sonrisita traviesa- ¡Tachán!
-Ares -me reí sin poder evitarlo-. Esa es tu camiseta.
-Exacto, no iba a gastar ni un céntimo en una camiseta de tío negra cuando puedes ponerte la mía.
Le miré con los labios fruncidos, aquello no me terminaba de convencer. Es decir, no es que tuviese problemas en ponerme la camiseta de un chico. Aquello lo había hecho mil veces con Román y mismamente el otro día por la noche Thor me había dejado una sudadera porque en la costa hacia muchísimo frío.
Pero con Ares me parecía diferente, algo más personal, sobre todo por el estado en el que me encontraba y por el aprecio que sabía que le tenía a su ropa. Siempre tan bien cuidada y dobladita en su armario.
-Sabes que no la voy a cuidar bien -le advertí.
-Es un regalo. Soy consciente de que mi camiseta se unirá al Monte Olimpo en cuanto dejes de necesitarla.
Sí, el Monte Olimpo era la montaña de ropa que tenía en una esquina de mi habitación.
-No es como si fuese tan desordenada -intenté defenderme, pero ¿A quién quería engañar? Sí lo era.
-Para nada... -dió una vuelta sobre sí mismo y pestañeo tres veces rápidamente-. Pero eres sorprendentemente... Organizada.
Paseé la mirada por mi habitación. Era cierto que tenía varios montecitos de ropa, pero es que no estaba dispuesta a mezclar la ropa sucia con la limpia o la ropa clara con la oscura. Además, según Ares eso le hacía más fácil poner la ropa a lavar, porque sí, él había sido Don Limpio desde el primer momento que llegamos.
En mi defensa, había aprendido a lavar los platos sucios y a ponerlos en su sitio, pero las demás tareas del hogar se me dificultaban.
-En fin... Ahora, ¿Qué hacemos? -dijo tumbándose a mi lado.
-Yo comer e intentar no morirme, tú puedes hacer lo que te dé la gana hasta que vuelva a llamarte.
Cogí mi bolsa de spaghettis ácidos y empecé a comer sin importarme ni un pelo si llenaba la cama de azúcar.
A Ares no le dio igual.
-Te van a comer las hormigas por la noche como hagas eso.
-Las hormigas son mi amigas -dije restándole importancia. Él arrugó la nariz-. ¿Por qué sigues aquí?
-Porque me has dicho que haga lo que me dé la gana y quiero quedarme contigo.
-¿¡Todo el día?!
-Exacto.
-No lo aguantaría. Además, si no recuerdo mal, teníamos planes los cuales puedes seguir sin mí.
-Pero no me apetece -dijo cogiendo un spaghetti de mi bolsa. Le intenté dar un manotazo, pero fue más rápido.
-No vas a quedarte aquí robándome MI comida.
-Pagada con MI dinero.
Y no pude decirle nada más porque levantó las sábanas y terminó de acurrucarse a mi lado, ignorando cualquier queja que pudiese soltar. Al final suspiré y lo acepté.
Pasamos un rato en silencio hasta que se revolvió en la cama aburrido y me preguntó:
-¿No te ibas a poner la camiseta?
-No contigo aquí.
-Yo no miro -se tapó la cabeza con la sábanas-, aunque he de admitir que me gustaría.
Bufé y me levanté. Decidí que me fiaría de él, después de todo, ya me había cambiado de ropa en su presencia, con una puerta entreabierta y no me había fallado.
Tomé su camiseta y la miré con detenimiento. Era enorme, pero apostaba a que no me llegaría hasta las rodillas y que mi culo tentaría por escaparse porque según yo y cualquier otra persona excepto Ares, era medianamente alta.
Me dirigí hacia el Monte Olimpo de la ropa negra y limpia, y busqué uno de esos pantalones que me ponía para ensayar cuando lo hacía y seguía conservando. Eran negros, estilo culotte y bastante cortos también, y me quedaban más ajustados de lo que deberían porque mi cuerpo no era el mismo que tenía cuando bailaba. Pero no estaba mal, no me quejaba.
Suspiré un momento al verlos. Echaba de menos ensayar y haber hablado con Huguito me lo había recordado.
Hugo (o Derek) estaba estudiando danza porfesional con mis antiguas entrenadoras, bueno, nuestras. Y aquel podría haber sido mi futuro, si simplemente aquella cosa no me hubiese caído encima.
Derek y yo habíamos sido compañeros de baile durante una muy buena temporada, cuando él aún se hacía llamar Hugo y yo era María Rossi. Era mi pareja favorita y, ¿La verdad? Éramos un explosión juntos.
Yo bailando era muy experimental, me gustaba fusionar e innovar. Hacer cosas que nadie hacía como bailar encima de una barra finísima o tocar un violín mientras bailaba y todo aquello me había llevado a ser Miss Solista. Y al fracaso también.
Cuando dejé de bailar, mis padres me obligaron a cortar el contacto con todo lo que tuviese que ver con el mundo de la danza. Me prohibieron incluso ver mis propios vídeos, a mí también me daba miedo verlos y para aquel entonces seguía con ese temor.
Eso implicó olvidarme de Hugo. No hablar con él, ni con mis amigas del estudio, ni con mis entrenadoras.
Hasta que Margo me presentó a su novio y todo fue como si me tirasen un barreño de agua.
El tiempo había retrocedido y ahí estábamos de nuevo, Hugo y María. Y por primera vez no me había negado a mi pasado, recibí a Huguito con los brazos abiertos y me sorprendí a mí misma al estar dispuesta a aceptarle en mi vida.
Además, Hugo era Derek. Derek Mikkelsen para ser más exactos. Y su primo era Thor Mikkelsen, mi objetivo y yo sabía que eso le resultaría de lo más conveniente a mis padres. Por una vez en la vida, tuve la certeza de que no me alejarían de algo que tuviese que ver con el baile.
Volví a la realidad, me puse los pantalones y me quité la camiseta de tirantes para ponerme la de Ares. Me había equivocado, sí que me llegaba hasta dónde debía.
-Lista -informé.
Ares se destapó la cabeza y me miró con una sonrisa. Después, se volvío a tapar la cara y soltó un gritito que nunca habría imaginado salir de él. Me reí.
-¡Te regalo mi armario entero! -asomó de nuevo la cabeza-. Dios... Gracias por bendecirme con estas vistas. Gracias...
No entendí bien su reacción, pero como era Ares y siempre hacia ese tipo de cosas para molestar, cogí lo primero que pillé y se lo tiré a la cabeza. Fallo mío, era un sujetador.
-Pero Atenea... -dijo tomándolo como si fuese lo más valioso que había tocado en su vida-. Seguro que ni a Chayanne le tirarías tu sujetador.
Le miré con el ceño fruncido.
-¿Por qué querría tirarle mi sujetador a Chayanne?
Él se encogió de hombros y dejó mi prenda en la mesilla junto a mi cama.
-Mi madre lo hizo en uno de sus conciertos.
No pude aguantarme y me empecé a reír a carcajadas. Solo imaginarme a la madre de Ares quitándose el sujetador y tirándoselo al cantante en un concierto me hacía reírme con más fuerza. Su cara tampoco ayudaba a que dejase de hacerlo.
-La cuestión es que -me volvió a mirar pícaro- me has tirado tu sujetador.
-Ha sido lo primero que he pillado. Si hubiese sido una roca, lo hubiese hecho de todas formas y sin ningún remordimiento.
-Pero no ha sido una roca -insitió- ¿Por qué no te tumbas a mi lado y lo hablamos mejor?
-¿Hablar? Tu cara de pillo y tu voz gruesa no acompañan a tus palabras.
-Cierto -dijo sonriente-. Entonces, pasemos directamente a la parte de no hablar.
Sin quererlo me sonrojé y mi cuerpo empezó a reaccionar de la peor forma posible. Pero, jo, que era Ares. Pero yo no estaba en el mejor modo para que me dijese ese tipo de cuestiones. Y el empezar a imaginarme lo que podría pasar si no hablábamos estando en mi cama... Me hizo tener que abanicarme con la mano porque, de repente, hacía un calor sofocante.
Fue una oleada de dolor en el vientre la que me sacó de esa situación y disipó cualquier pensamiento poco limpio de mi mente.
Él al ver mi cara de angustia, reaccionó rápido y se dejó de tonterías. Palpó la cama a su lado, invitándome a tumbarme con él y yo no estaba de ánimos para decirle que no o negarme.
Por eso mismo tampoco me opuse cuando él puso mi cabeza en su regazo o empezó a masajearme el cuero cabelludo.
Porque yo necesitaba atención y él estaba dispuesto a dármela toda.
A lo mejor ya lo había hecho mil veces con otras chicas. Lo más probable es que lo hubiese hecho mil veces con otras chicas. Era Ares, pero aún así... No tenía ganas de negarme. Y tampoco es que me importase muchísimo.
Hubo un buen rato de silencio demasiado cómodo y natural.
Cuando sentí que estaba a punto de dormirme, él me dijo muy bajito:
-¿Quieres que veamos una peli, morenita? -negué con la cabeza-. ¿Entonces?
Sólo se me ocurrió refugiarme en mi espacio seguro: mi serie favorita. Y Ares aceptó sin pensarlo dos veces.
•••
-Yo también quiero hacer mortales así -se quejó Ares al ver el número final de la temporada.
Yo me reí mientras me metía una palomita en la boca y le miraba de reojo. Parecía ser que The Next Step también le había gustado y no era para menos. Era mi serie favorita, buena tenía que ser.
-Algún día te enseño, si quieres -me ofrecí.
Él paró el capítulo y me miró con el ceño muy fruncido. Obviamente le regañé por haberlo hecho. Era de los mejores números de la serie, no podía hacer eso, pero a él le dio igual.
-¿Tú sabes hacer un mortal así?
Mierda. Me había delatado a mí misma. Me quedé unos segundos en blanco hasta que encontré las palabras.
-Me he visto esta serie mil veces -comencé como si fuese lo más obvio del mundo-. ¿Te crees que nunca he intentado hacer alguno de sus trucos?
Más bien, los había hecho todos y cada uno. Algunos incluso los había mejorado según me había dicho alguna vez mi entrenadora, pero eso no se lo diría.
-Aunque hace mucho que no hago uno -me excusé-, así que mejor no te enseño nada, no vaya a ser que te lesiones y... ¿quién sería capaz de aguantarte?
-Seguro que Derek sabe hacer uno de esos, estudia danza profesionalmente.
-Lo sé -sonreí.
Me alegraba que Huguito hubiese seguido bailando.
-Por cierto, nunca te lo he preguntado, pero ¿de qué os conocéis?
Y ahí fue cuando realmente me quedé en blanco.
No le había dicho nada sobre mi pasado como bailarina y realmente nunca me había apetecido hacerlo, pero algo me decía que al final lo terminaría descubriendo. Y tendría que dar muchas más explicaciones entonces.
En realidad, descubrí que no me molestaría hacerlo. No como hacía unos días quizá.
Habían pasado poco más de dos semanas, pero ambos habíamos cambiado un poco desde nuestra llegada a Ibiza. Yo me sentía diferente por lo menos. No me había alejado de Hugo, aquello lo demostraba. Había aguantado una temporada entera de The Next Step sin llorar porque no podía bailar como ellos lo hacían. Y quizá si lo soltaba en voz alta... Quizá la cicatriz empezaría a sanarse.
No se lo había contado a nadie, exceptuando a Román. Y Ares había estado respetando mi lugar, mi tiempo y quizá aquel era el momento... Sin embargo, la llamada de Thor no me permitió decir nada.
-Termina el capítulo, ahora vuelvo.
Me levanté de la cama y descalza me marché al porche.
-Hola, bonita, ¿cómo estás? -dijo Thor por el otro lado de la línea.
-No como me gustaría, ¿tú qué tal?
-Pues preparándome para nuestra cena a la que por tu estado de ánimo supongo que no vendrás -su tono no era de molestia, más bien sonaba a que sonreía y soltó una carcajada cuando maldije en voz alta.
-No me acordé de avisarte.
-Me lo imaginé, pero preferí llamar por si acaso -Oí un grito de fondo-. Thalía me dice que si estás con Ares que le digas que le conteste los mensajes.
Me quedé sorprendida. ¿Ares no había contestado los mensajes de Thalía? Pero si no había estado haciendo nada interesante excepto... Uy, culpa mía. Ares no había contestado a Thalía por estar viendo la serie conmigo todo el día. Ni siquiera sabía si se había molestado en avisar a los chicos de que no iba a la playa y el resto de planes que tenían en mente.
-Yo le retransmito el mensaje -dije más firme de lo que cabía esperar.
-Perfecto, soldado -contestó Thor, divertido-. Y sobre lo otro, no te preocupes, ¿vale? Solo era una cena de la empresa, seguramente te hubieses aburrido, aunque a eso de las once cuando la gente se emborracha se empieza a animar. Ya habrá más... Y me gustaría que me acompañases a alguna.
Aquello último lo dijo tan bajito que casi no fui capaz de oírle, pero sí lo hice y sonreí.
-¿Y eso por qué? No creo que sea la chica más presentable a la que llevar a unos eventos de tan alta categoría -bromeé.
-No eres la chica más presentable, pero sí la única que quiero que me acompañe -me sonrojé sin poder evitarlo y luego reí débilmente.
-Sigo pensando que cada una de esas frases las tienes estudiadísimas. No te pueden salir naturales.
-Créeme, yo también me sorprendo, pero me es tan fácil soltarlas contigo... -otro grito de Thalía y escuché cómo soltaba aire pesadamente-. Bueno, bonita, te dejo.
-Adiós, Thor. Pásatelo bien.
Cuando corté, me quedé mirando la pantalla del móvil durante unos minutos. Thor me caía bien. Era fácil hablar con él... Tanto que no me terminaba de convencer. Es decir, parecía tan perfecto... Suspiré. Supuse que el conocerlo me haría descubrir poco a poco algún defecto suyo.
Aun así, lo verdaderamente preocupante no era que careciese de defectos. Lo preocupante era, ¿por qué cojones aún no me apetecía conquistarle?
¡Y hola de nuevo jiji!
Dos cuestiones. La primera y la más importante. Empecemos con la campaña, ¿Team Ares o Team Thor? Yo lo tengo claro, pero quiero leeros.
Segunda cuestión. Monte Marín es una ciudad inventada, así como la Universidad de Liconl Square. Por ende, todo lo que tenga que ver con esos lugares solo es producto de una escritora con necesidad de crear una ciudad y sentirse poderosa.
¿Qué os han parecido los capítulos?
Besitos,
_Dreams&Roses_
🌺
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top