Capítulo 11: "Te lo compensaré"

Era totalmente consciente de que Atenea me iba matar, pero no pensaba que su enfado fuese a ser tan grande, porque... ¿No podía serlo verdad? Es decir, lo que había hecho era algo que ella se olía, pero me sentía culpable. Y supuse que por eso había retrasado mi llegada a la casa unos tres días. En mi defensa, ella se había ido. El primer día de playa yo volví, pero como ella no estaba por la noche, no me quedé de brazos cruzados.

Ensayé con la guitarra y tan pronto como Derek me llamó, me fui a la fiesta y sí me puse muy borracho.

Derek había sido mi compañero aquellos días, lo conocí jugando al vóley en mi primer día de playa. A él, a sus primos y a sus amigos. Y me habían caído de puta madre por lo que me quedé con ellos más de lo estimado... Sobre todo con Thalía. Porque sí, había estado durmiendo unos cuatro días con una misma chica y no había vuelto a casa, pero si se lo explicaba a Atenea, ¿lo entendería?

Le diría algo sobre lo mucho que lo sentía, sobre que había conocido a gente majísima y que sí, me había acostado con una chica, porque iba a ser totalmente sincero con ella. Aquella había sido mi conclusión porque pensaba que no merecía que le mintiese o que me ahorrase detalles. Pero era consciente de que la había cagado y de que en el juego de ganarme su confianza me encontraba en números rojos.

Eran las doce, con suerte no estaría despierta para cuando llegase. Abrí el portón de metal blanco que me daba entrada a la casa de Gloria y cuando llegué a las escaleras, respiré hondo. Me iba a matar y con razón. Cuando rodeé la casa me fijé muy bien si los ventanales estaban tintados o ya eran transparentes, para mi desgracia, podía ver el interior de la casa perfectamente.

Como lo primero que veía era su habitación descubrí lo desordenada que estaba. Empecé a pestañear más de la cuenta. Solo esperaba que el resto de la casa no estuviese así porque de por sí tenía una resaca flipante y me iban a echar la bronca, como para lidiar con un desastre.

Cuando pude ver ya perfectamente todo el recinto me encontré con una chica que no conocía sentada en el porche.

-¿Y tú quién eres? -dijimos los dos a la vez.

La rubia me repasó con la mirada y entonces abrió los ojos como platos. Se iba a levantar y dirigirse hacia mí, pero un huracán de pelo rizado salió de las puertas correderas con una mano en la cabeza y cara de preocupada.

-¡Te prometo que yo lo mato! ¿Cómo se le va a ocurrir irse tanto tiempo? Sin avisar... No me contesta las llamadas, ni los mensajes y si me dijeses que ha sido solo un día, vale. Pero, Margo, han pasado cuatro días y no sé...

Sonaba como Atenea. Era el pelo de Atenea, la altura de Atenea y el tono de piel de Atenea, pero no parecía Atenea. Llevaba el pelo suelto, no en un moño e iba con un pantalón corto y vaquero, encima rasgado. Y no llevaba camiseta, iba en bañador, un bañador fucsia.

Ella se puso delante de la chica que intentaba decirle algo, pero seguía hablando y hablando sin parar. Supuse que quería avisar a Atenea de mi presencia.

-Lo siento -dije asustándola sin querer y ella pegó un salto.

Cuando se dio la vuelta, me quedé congelado en el sitio. Era Atenea. Claro que era Atenea. Pero aquella no era la Atenea que yo conocía, era una... Atenea diferente y no pude dejar de mirarla en un buen rato. Incluso cuando empezó a echarme la bronca a gritos, no la escuchaba. Estaba más centrado en otro tipo de cosas, como por ejemplo lo bien que le quedaba ese color o si aquello que veía asomar en su costado era una cicatriz enorme. Por eso cuando me abrazó sin previo aviso, no supe cómo reaccionar

-Jope, Ares... No vuelvas a hacerlo por favor, no sin avisar y menos por unas piernas largas y unas tetas grandes. O por tres cubatas más.

Espera, ¿me estaba abrazando? No sabía si eran los efectos secundarios del alcohol o que seguía en shock porque Atenea no me abrazaba, es decir, ella no me había abrazado desde... Pues desde que éramos niños y me dejó descolocado.

Cuando se separó de mí me empezó a insultar, de nuevo en varios idiomas diferentes y ¿la chica de detrás? Asintiendo, como si estuviese dando su apoyo incondicional a las palabras de Atenea, pero apostaba que no entendía ni papa.

-¿Qué...? ¿Qué te ha pasado? -atiné a decir sin siquiera pensar en si interrumpía o no.

Atenea se quedó callada un momento y me miró de hito a hito. Sí, la había interrumpido y metido la pata aún más. Era idiota.

-A lo mejor si hubieses estado hace tres días, por ejemplo, te habrías enterado -estaba muy molesta.

Se dio la vuelta y sin querer me golpeó con su cabello. Olía a coco. Antes no olía a nada. ¿Por qué olía a coco? Me iba a costar acostumbrarme a aquello. Atenea cogió un collar de conchas de la mesita y justo cuando se lo estaba poniendo una voz masculina me asustó.

-¿Nos vamos? -Me di la vuelta de inmediato-. ¿Ares?

-¿Thor?

¿Pero qué coño hacia el primo de Derek allí?

-¿Cómo tú por aquí? -preguntó él chocando conmigo a modo de saludo. Y eso mismo podría haberle preguntado yo a él.

-Vivo aquí -respondí un poco perdido.

-¿Con Ateneíta?

-Sí, con Ateneíta -dije con un tono mucho más borde de lo normal.

-¡Qué bien! No sabía que eráis familia. Ahora me la iba a llevar a la playa para que conozca al resto del grupo.

¿Cómo que familia? No, no éramos familia y que viviésemos juntos no implicaba que lo fuésemos, aunque sabía que otro tipo de explicación sería muy comprometedora. No creía que ni él, ni la otra chica comprendiesen que nuestros padres nos habían mandado a Ibiza por un castigo, porque, ¡quién coño se iba creer eso! Y me dolía la cabeza horrores.

Al ver que no decía nada más, Atenea me palmeó el hombro como despidiéndose y antes de irse me dijo:

-Tómate una pastilla y duerme la borrachera.

No tardé en quedarme solo y aún procesando lo que había pasado. ¿Por qué Atenea conocía a aquella gente? Es decir, de tanta gente en Ibiza, teníamos los mismos amigos. Y lo más importante de todo, ¿por qué no se había quejado cuando Thor la llamó "Ateneíta"? A mí me habría matado.

¿Por qué había cambiado en mi ausencia? No me había esperado, pero claro, ¿cómo lo iba a hacer? Ella se merecía ese cambio. Los tiempos no podían acoplarse a mis gustos. Y me estaba bien empleado.

Aunque... Yo había vuelto para ver si estaba bien cada noche antes de irme otra vez, siempre estaba dormida y no la había visto diferente. Mierda, no tenía sentido seguir pensándolo.

Entré a la casa y me encontré todo patas arriba. El karma, era el maldito karma. Y como si fuese masoquista entré a la habitación de Atenea. Ya la había visto desde fuera, pero por dentro era mucho, muchísimo peor.

Era casi imposible abrirse paso en esa habitación y fui recogiendo la ropa que estaba en el suelo. Todo era diferente y nuevo. Y levanté un vestido...Pero... Pero... Debía de estar prohibido comprarse un vestido tan bonito y apostaba lo que fuese a qué le quedaba de muerte.

-Esto me da miedo -dije para nadie en realidad.

Entonces no fui capaz de resistir la tentación de seguir ordenando todo y tampoco pude contener mi curiosidad.

Después de todo, se me pasó el dolor de cabeza por chismoso y descubrí verdaderas joyas entre la nueva ropa de Atenea. Ni rastro de las camisas de gato enormes y toda aquella ropa que no iba con ella. Me alegré por Atenea y lo hice de verdad. No podía seguir perdiéndome su evolución, porque habíamos ido a Ibiza juntos y si ella cambiaba yo quería hacerlo con ella. Quería ser su amigo, los amigos no se separaban ni por "unas piernas largas y unas tetas grandes".

Me duché y me puse otro bañador rápido. Tenía que compensar el tiempo perdido y no volver a malgastarlo.

•••

Le había mandado un mensaje a Derek preguntándole que dónde estaba y cuando me respondió con la ubicación de una cala a unos quince minutos de donde vivíamos, no dude ni un segundo. Ya había llegado, había encontrado aparcamiento y estaba bajando una ladera. Los vi rápido, eran los únicos que estaban allí y me quedé contemplando el agua cristalina y el paisaje.

Era digno de contener el aliento. Y eso que no era la primera vez que veía el mar en mi vida, pero aquello era totalmente distinto. Sinceramente, si recapacitaba bien nada podía ser tan distinto a mi hogar, a lo mejor es que yo lo veía todo con otros ojos de repente. No entendía como todo me podía parecer tan bonito.

-¡Ares! -me llamó Derek y levantó sus manos por si no le había visto (aunque fuese imposible no percatarse de la presencia del grupo).

-Derek -Caminé hacia ellos y abracé a los chicos que se habían levantado también para recibirme.

En las toallas se encontraban solo Josh, Kay y Derek que mientras tomaban unas cervezas, jugaban al Uno.

-Las chicas están en el agua con Thor -me informó Derek (cosa de la que también me había dado cuenta)

-Es que Thor se ha pegado como una lapa a la chica nueva.

-Sí -se rio Derek volviéndose a sentar-. Parece ser que María le ha llamado mucho la atención.

Miré hacia atrás. Estaban Thalía, Atenea y supuse que la otra chica, la rubia que habia estado en nuestro porche anteriormente, era María.

-¿Pero porque coño la llamas María? -Kay le dio un golpe seco en la nuca a Derek-. Se llama Atenea, idiota.

¿Cómo?

-Ella me deja llamarla María, te lo aseguro -afirmó Derek.

Pero... ¿Cómo?

-Pero que privilegios, cabrón -soltó Josh-. Pero te recuerdo que tienes novia.

Pestañeé un par de veces reaccionando. Me quité la mochila de los hombros y luego la camiseta, saqué mi toalla y la uní a las suyas, cuando me senté lo primero que hicieron fue darme una cerveza que rechacé. Aun cargaba con las secuelas de mi borrachera y de no haber dormido casi nada en cuatro días, no me apetecía meter ni una gota más de alcohol en mi cuerpo.

De todas formas, no comprendía cómo cojones ellos tenían cuerpo para más, porque si bien recordaba ellos aguantaban menos alcohol que yo y habían bebido mucho más.

-Y estoy muy contento con ella. Tranqui, María simplemente es una vieja amiga.

-Atenea, cojones -volvió a quejarse Kay.

-¿Qué pasa? Tus neuronas no dan para tanto, ¿verdad? -dijo Josh ganándose una mirada asesina por parte de Kay- Hagamos de cuenta y caso que cuando Derek dice "María", habla de Atenea y punto.

-Pero es que no entiendo nada -murmuró Kay.

Y yo menos, Kay... Y yo menos. ¿Cómo que Derek era "un viejo amigo" de Atenea? Yo acababa de conocerle y no comprendía en qué punto de la vida de ella se habrían conocido como para decir eso.

-¿Qué no entiendes? -preguntó una voz femenina a mi espalda.

Mi di la vuelta y entorné los ojos cuando el sol me cegó. Cuando volví a ver con claridad me encontré a Atenea recién salida del agua y... ¿La verdad? Me sentí bendecido. Su pelo goteaba y me mojaba el hombro, pero sinceramente no me importó. Su cuerpo empapado también goteaba y el bañador... Tragué grueso.

No, no era el de ovejas y le quedaba como un guante. Un guante que me impedía quitar la mirada de sus pechos y abdomen bajo. Y caderas. Y cintura. Y de ella en general.

-No entiendo nada -dijo sin más.

Los labios de Atenea se curvaron hacia arriba y ya se le habían empezado a formar unas pequeñas rojeces en los mofletes por el sol. Se veía tan contenta, que algo me obligó a levantarme para saludarla. Eso sí, tuve el miedo de que si llegaba a percatarse de mi presencia, aquella felicidad se desvaneciese y dejase de sonreír. Pero no lo hizo.

-¿Cómo tú por aquí, Aresito? -dijo en vez de regañarme.

-Yo... Mis amigos -tartamudeé y movía las manos sin ningún sentido ¡Qué me pasaba! Ella ladeó la cabeza y frunció el ceño. Carraspeé y me concentré de nuevo. Una palabra tras otra. Una tras otra. No era complicado, joder-. Hice amigos. Estos son mis amigos. Es decir, mis amigos son tus amigos y compartimos amigos.

-Eso ha sido humillante -oí que murmuraba Derek por detrás y, como si quisiese salvarme de quedar peor aún, repuso-. ¿Os conocéis?

¿No era evidente? Pero Atenea ignoró lo obvio y respondió con alegría.

-¡Sí! Huguito, aquí donde nos ves... Vivimos juntos

¿Huguito?

-Y ahí está otra vez. ¿Por qué no os llamáis por vuestro nombre? -Kay parecía a punto de explotar.

-Nos entendemos mejor así, ¿Verdad, Hugo? -Atenea le guiñó el ojo a Derek. Juraba por todo lo que más quería que no entendía nada tampoco.

-Verdad, María... -le sonrió cómplice- Pero, ¿cómo que vivís juntos?

-Somos como familia.

Atenea no volvió a añadir nada más de información y se excusó con que "de repente" tenía frío. Pero yo sabía que era mentira. Atenea y yo a pesar de no conocernos mucho personalmente, cargábamos con dos años de estar juntos en clase. Y yo sabía porque no era tonto que cuando ella empezaba a tener frío, temblaba y le castañeaban los dientes. Y entonces no había sucedido ni una cosa ni la otra.

Sin embargo, los chicos se dieron por satisfechos con aquella respuesta tan escasa y se volvieron a centrar en su partida de cartas, olvidando la conversación que habíamos tenido antes de la llegada de ella.

-Así que con ellos estabas, ¿no? -dijo bajito mientras se sentaba a mi lado. Atrajo su bolso hacia ella y sacó una botella de agua. No, ella no bebía cerveza y sonreí mientras asentía-. Son buena gente, eso me ha tranquilizado un poco.

-¿Ya sabías que compartíamos amigos?

-Thor me lo contó todo tras encontrarte en nuestro porche. Por lo visto... -le dio un trago a la botella-. Por lo visto, su hermana y tú no le habéis dejado dormir mucho últimamente.

-Nah... Eso es porque él estuvo de fiesta hasta las tantas.

-Pero por lo menos volvía a su casa a la hora del desayuno -dijo mirándome directamente a los ojos con resignación.

-Te lo compensaré -no me lo pensé ni un minuto y me dio exactamente lo mismo que estuviésemos acompañados-. Perdóname. Te prometí que no me iría de fiesta y que no te dejaría sola y ha sido lo primero que he hecho. Y eso está fatal...

-¡Eh! Tranquilo. Solo es que... Yo ya sabía que lo harías, que me dejarías sola y demás cuestiones que no pienso decir en voz alta -se me escapó una risita y ella la aceptó con una sonrisa que se fue apagando cuando añadió-, pero me asusté. Pensé que al menos me mandarías un mensaje o me llamarías para decirme que estarías bien. No pensaba que fueses capaz de desaparecer tanto tiempo y... Solo eso, eso me molestó, pero nada mas porque me dio miedo que te hubiese pasado algo.

Me quedé callado y por un momento solo se escuchó el murmuro de los chicos y las olas del mar romper.

Nadie y repito nadie se había asustado porque llegase o no a casa. Nadie me había regañado nunca de aquella manera tan dulce y nadie en mi puta vida se había preocupado por mí.

Mis padres no estaban lo suficiente como para decirme algo. Tampoco estaban disponibles para llamarme si salía y no llegaba, y mucho menos para darme la charla. O si lo hacían, lo hacían a malas. Vacías de preocupación, de miedo o cariño. La de ella estaba llena de todo eso. Y no pude evitar abrazarla.

-No lo volveré a hacer, te lo prometo -susurré.

Ella se sorprendió y no le dio tiempo a reaccionar cuando ya me había apartado de ella.

La miré a los ojos y sonreí. No lo pude evitar. Y era una promesa. No volvería a preocuparla o dejarla sola durante aquel verano. ¿Cómo lo iba a hacer? Ella se había asustado por mí. Por mi culpa y no podía consentir que aquello volviese a suceder.

-No... No te preocupes. Es decir, ahora soy consciente de lo que eres capaz de hacer y...

-No. No lo volveré a hacer y punto -zanjé.

-No tienes porque hacer nada por mí -susurró.

-Te prometí un buen verano y me niego a que pierdas un solo segundo más por mi culpa.

Ella me miró sin pestañear. No había nadie más en aquella playa además de nosotros. Su respuesta a mi afirmación fue escueta, un leve asentimiento, pero fue suficiente. Me daba permiso de formar parte de ese verano (un permiso que yo solito me habia dado ya, pero me reconfortaba tenerlo oficialmente).

No sabía si seguía pensando que sería una mierda, pero en realidad no importaba. Su sonrisa me decía algo, que quizá estaba empezando a cambiar de opinión. Bueno, aquello era algo más que sumar a la lista de sus cambios. Y me encantó eso.

-¡Atenea! -la llamó Thor. Ambos nos dimos la vuelta para observarlo y tenía un montón de conchas en las manos. A ella se le empezaron a iluminar los ojos.

Se levantó quedándome de nuevo con los chicos. La seguí con la mirada. No pude evitar mirarla el culo y, joder, qué culo.

-Ares -me llamó Derek y dejé de mirar a Atenea-. ¿Tú y María sois algo más que "como familia"?

Le miré con el ceño fruncido.

-Que va -me encogí de hombros-. Solo somos amigos... Creo.

A ver, yo pensaba que lo éramos, pero claro, luego estaba ella que afirmaba que no quería ser mi amiga y menos algo más que una amiga. Pero creía que nuestra conversación y la situación en general nos había acercado más. ¿Eso nos convertía en amigos? Por mi parte sí, yo la veía como una buena amiga, la única que había tenido en toda mi vida. Además estaba el factor pasado, compartíamos infancia. Joder, si eso era no ser amigos, no sabía qué significaba amistad.

-Sí, somos amigos -confirmé más seguro de mí mismo.

-¿Y tenéis algo? -preguntó Derek.

-Pero si se ha tirado a tu prima -contestó Kay entre risas.

Y no era mentira, me había literalmente acostado con su prima, pero tampoco era como si eso implicase nada. No quería compromisos y tampoco me iba a pillar por la prima de Derek. Estaba buena, sí tenía el pelo rubio y parecía una ángel de Victoria Secret, pero tampoco había hablado mucho con ella y las pocas conversaciones que habíamos tenido, no es que hubiesen sido demasiado interesantes.

-Sí, pero podría... Yo que sé, tener una relación abierta con María o ser amigos con derechos...

-Nada que ver -le tranquilicé-, pero ¿Porqué la pregunta?

-Por mi primo -confesó-. Creo que a Thor le gusta María.

-Cuenta el chisme. Uno -anunció Kay.

-Pues, ¿Os acordáis el día que fue a casa de Margo? -todos asintieron, pero yo supuse que era la otra chica que estaba con Atenea y Thalía en el agua recogiendo conchas-. Vale, pues en cuanto llegó, me contó que había conocido a una chica preciosa, según él "otro tipo de preciosa". Y yo le dije que se la follase, pero él dijo que no la conocía.

-¡Que no la conocía! ¿Desde cuándo a Thor le importa eso? -Dijo Josh en su tirada.

-Exacto -rio-, y después estuvo yendo a casa de Margo algunos días con la excusa de ver a su amiga, pero sabía que María estaría allí. Y no me lo ha admitido, pero ¿habéis visto que carita pone cuando la ve?

Me giré instintivamente y vi a Thor contándole algo en el oído a Atenea y sonriendo de oreja a oreja. Se rascaba la nuca con vergüenza mientras Atenea seguía conversando con él alegremente.
La verdad es que se veían muy bien juntos. Contentos... Y eso.

-Se va a pillar, si es que no se ha pillado ya -resolvió Kay ganando la partida-. ¿Juegas la siguiente, Ares?

Negué con la cabeza.

-Vamos al agua un rato, mejor. Estoy harto de perder contra alguien que no se sabe los colores -dijo Josh molesto.

-¿Tienes el orgullo herido, Joshi? ¿Cómo te sienta perder contra un daltónico?

Josh le agarró del cuello y se enzarzaron en una batalla en la arena. Derek negó con la cabeza y me hizo un gesto para que nos fuésemos de allí.

Había descubierto que Derek era el más sensato de todos ellos. Tenía 19 años y estaba estudiando danza profesionalmente, de ahí su cuerpo delgado, pero atlético. Y el cabrón era casi tan alto como yo, no le sacaría más de dos centímetros.

Luego estaban Josh y Kay que parecían más un perro y un gato. Se pasaban el día peleando porque tenían personalidades que chocaban completamente, pero, aún así, eran mejores amigos y no eran lo mismo si el otro no estaba. Supuse que eran una dupla.

Derek me pasó un brazo sobre los hombros y me acercó a él con confianza.

-¿Seguro que no quieres a María de otra manera? -me preguntó más serio que antes.

-No, Derek, seguro.

-Es que no me gustaría que Thor se enamorase y pues... Lo ha pasado muy mal, no creo que un corazón roto le venga bien -Derek me miró y sonrió-. De todas formas, tampoco quiero limitarte. Eres libre de enamorarte de quien quieras y de María es muy difícil no enamorarse.

Alcé una ceja.

-¿Tú te has enamorado de ella?

Derek soltó una carcajada y negó con la cabeza. Pero eso no respondía a mi pregunta y por lo visto no sería respondida, porque según llegamos al agua, se lanzó y me dejó parado frente al mar.

Atenea ya se había metido adentro con el resto del grupo y salpicaba a Thor. Thalía y la otra chica, que había terminado asignando como Margo, estaban hablando hasta que Derek apareció de la nada y levantó a Margo. Ella pegó un grito y acto seguido le pegó a él en la cabeza. Thalía se empezó a reír y Thor y Atenea se unieron al grupo.

-Vamos, máquina -dijo Kay lanzándose a mi espalda y haciéndome caer de cara al agua. Sentí como sus manos me mantenían algo más de la cuenta dentro.

-¡Hijo de puta! -me reí cuando salí del agua y también me uní al juego de fuerza.

Y así pasamos buena parte de la mañana y la tarde entera. Jugando en el agua, fuera de ella. Buscando en la arena y haciendo castillos como los niños. Pusimos música y en definitiva pasamos un muy buen rato.

Empezamos a recoger cuando la hora del atardecer se acercaba. Y cuando ya lo tuvimos todo en los coches, nos sentamos en el borde de la ladera, delante de donde teníamos aparcados los coches y por encima de la cala en la que habíamos estado y miramos como el sol se escondía. Me encantó aquella sensación.

Atenea se subió a mi coche y se despidió de los demás. Dio por hecho que nos íbamos juntos y la verdad es que me gustó que se tomase esas confianzas.

Tenía el pelo recogido en una coleta, pero había mechones que caían por delante mientras se arrimaba a la radio y conectaba su móvil.

-¿Vas a ser nuestra DJ, morenita?

-Por supuestísimo, soy la que mejor gusto musical tiene de los dos.

-Pero si no sabes mis gustos.

-Solo sé tu canción favorita.

-¿La has escuchado? -dije apoyándome en su asiento para dar marcha atrás y salir de allí.

-Que va, no he podido encontrarla.

-Pero cómo no vas a poder -me reí-. Igualmente, ya la escucharemos juntos. Ponga lo que quiera, señorita dj.

Unos acordes empezaron a sonar en el coche. Guitarra acústica. Y pronto un miembro de Morat cantó y con él Atenea:

Cuando te vi sentí algo raro por dentro
Una mezcla de miedo con locura.
Y tu mirada me juró que si te pierdo
Habré perdido la más grande fortuna.

-Morat -alcé las cejas y ella paró de cantar.

-No me interesa si no te gusta.

Eso me hizo soltar una carcajada.

-No, no, solo que no me encajaba mucho contigo, nada más.

-Nada te encaja conmigo, Ares -su tono era quejicoso-. Ni mi ropa, ni mi música...

-Perdona, pero esa ropa nueva que te has comprado sí que me pega contigo.

-Me hace sentir bien -se apoyó en la ventana y añadió mirando a la carretera con un suspiro-: Mi ropa nueva me encanta.

Aquello sonaba muy importante para ella. No era como un comentario superficial, era como si sus palabras escondiesen un mensaje. Y claro que lo hacían, porque en realidad no la conocía, pero era consciente de que comprarse ropa nueva y que le encantase era importante. Tenía que serlo.

Después de haberla visto llorando durante una temporada, verla sonreír me contagiaba, era reconfortante. Y por eso canté con ella la parte final de la canción a todo pulmón.

Quiero aprender a quererte
Quiero estudiar cómo se cumplen tus sueños
Voy a leerte siempre muy lentamente
Quiero entenderte.

Bajé las ventanillas del coche y ella le gritó la letra al viento mientras yo la acompañaba.

Para enseñarte a extrañarme
Voy a escribirte mi canción más honesta
Darte una vida con más sumas que restas
Si tu me dejas, no habrá preguntas, solo respuestas...

Cuando se acabó la canción pegó un grito al aire, contenta y supe que aquel iba a ser buen verano a su lado. El mejor verano de mi vida.

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