27: El final.
Las cosas cambiaron después de aquella tarde. No voy a mentir, de cierta manera me dolió que Mingyu desapareciera completamente de mi vida, pero entendía que él tenía que sanar.
No era justo que continuase siendo mi amigo.
Jungkook, por el contrario, respiró profundamente esa noche y me abrazó con fuerzas. Su aroma era diferente, había tranquilidad y seguridad en él.
—Ahora entiendo cuando mi abuelo dijo que la satisfacción sería increíble.
Me acurruqué a su lado y le pregunté en un susurro a qué se refería. Él contestó:
—Cuando yo estaba preocupado por ser tu primera vez, él me dijo que debía preocuparme por ser el último, porque eso es lo que realmente vale la pena —recordó, y una sonrisa se le formó en el rostro—. No me molestó que me recordara que fue el primero, después de todo, te quedaste conmigo y no con él.
Me reí.
—Los alfas son tan extraños —comenté en voz baja—. Todo es una competencia para ustedes, pero me alegra que te sientas tranquilo.
Jungkook tragó saliva y cerró sus ojos. Se mantuvo en silencio por varios minutos, solo se escuchaba el sonido de nuestras respiraciones en sintonía. Cuando el sueño comenzó a vencerme, lo escuché susurrar:
—Yo también te buscaré en mis próximas vidas y siempre lucharé para que te quedes a mi lado.
Sonreí y sentí cómo sus palabras penetraban en lo más profundo de mi ser. No me mentía, no me engañaba, él realmente hablaba en serio.
Si él me buscara en todas nuestras próximas vidas, yo estaría gustoso esperándolo.
Me dormí junto a él, ambos acurrucados y por fin en paz.
Los días comenzaron a pasar velozmente, quizás más de lo que deseaba. Cada día, cada hora y cada minuto que pasaba era uno menos para seguir junto a nuestras familias. Disfrutamos de todo momento, hasta del más pequeño. Jugamos con sus sobrinos y salimos a caminar con nuestros padres.
Hablamos hasta más no poder con su abuela y visitamos a la señora Song para pasar tiempo con ella. Fuimos a cenar con nuestros hermanos y mimamos a Yoongi, quien había comenzado a presumir su pancita.
Nos enamoramos más de lo que ya estábamos y nos desvelábamos hablando sobre todo lo que planeábamos para nuestro futuro. Había días en que hacíamos el amor y días que no; solo nos acostábamos desnudos, uno al lado del otro, y nos escuchábamos respirar.
Aquello era una experiencia diferente e incluso más placentera que el sexo.
Sus manos siempre estaban sobre mi cuerpo y nunca dejaba de mirarme con fascinación. Cada día nos conectábamos más y no podía dejar de pensar en lo enamorados que estaban nuestros lobos. Su corazón y el mío ya eran uno solo porque ambos habían comenzado a latir en sincronía.
El domingo que tuvimos que despedirnos de nuestras familias no fue fácil hacerlo. El ambiente se sentía bastante nostálgico y se notaba que nadie quería irse. Namjoon y Hyejin tomaron la iniciativa y fueron los primeros en tomar viaje a su hogar.
Los niños nos abrazaron y me hicieron prometer que no dejaría a su tío. Aquello me causó gracia porque Jungkook parecía orgulloso de lo que me pedían.
—Jungkookie nos volverá locos a todos si lo dejas —informó Lee—. No lo hagas, él no será feliz sin ti.
Yo estaba agachado a su altura y lo escuchaba atentamente. Su hermanito, Kyu, nos miraba con ojos expectantes y asentía a cada palabra que decía su hermano mayor. Luego hizo un puchero y preguntó:
—¿Pasarás con nosotros las fiestas? ¡Quiero que me sigas enseñando a dibujar!
Acaricié su cabello y asentí.
—Así será, estaré para las fiestas. —Los ojos de ambos se iluminaron. Entonces agregué—: Y les prometo que no voy a dejar a su tío.
A cada uno le di un beso en la frente y, luego de abrazarme, corrieron a saludar a Jungkook. Namjoon se me acercó y me abrazó con delicadeza.
—En serio te lo pedimos, no lo dejes —dijo con una sonrisa—. No vamos a tolerarlo con el corazón roto.
Correspondí su abrazo y me reí con él.
—Haré lo posible, lo prometo.
Dejó un beso en mi cabello y se alejó para que su omega se acercara a mí y me estrechara entre sus brazos con cariño.
—Me alegra tanto poder decir que ya somos familia —susurró en mi oído—. Espero verte durante las fiestas.
Continuamos hablando durante unos minutos más. Le prometí estar allí y ella me abrazó con fuerzas; había algo de alivio en su aroma, ella realmente estaba alegre de saber que su hermano y yo estábamos juntos.
Cuando se fueron, Jungkook me abrazó por la espalda y soltó un suspiro. Fue lo único que necesité para saber que ya los estaba extrañando.
Los próximos en irse fueron Yoongi, Hoseok, Jihyo y El chiqui.
El pequeño jugó y peleó hasta el último segundo con Jungkook. Lo amenazó y le dijo que, si me hacía llorar, iba a golpearlo. Jungkook levantó sus manos y me preguntó si había contratado un guardaespaldas.
—Mi padrino me dijo que te amenazara y yo siempre le hago caso a Yoongi hyung —contó, enseñando una dentadura pequeña a la que le faltaban los dos dientes delanteros.
Me reí y me agaché para abrazar al pequeño terremoto Jeon. Él no solo había agotado a todos sus tíos, sino también a Bam, que apenas tenía energía para acercarse y saludarlo.
—Iré a visitar a tío Jungkook y llevaré mis juguetes para jugar contigo —le dijo al cachorro, quien parecía estar en un dilema entre si iba a extrañarlo o iba a estar aliviado por su ausencia.
Yoongi me dio un abrazo, fue pequeño y veloz, pero para ser una muestra de afecto de mi hermano se sintió enorme. No pude evitar sonreír.
—Irradias alegría y es lo único que necesito para saber que estarás bien. —Suspiró—. Solo espero que seas el primero dentro de unos meses en conocer a mi nena.
—Va a ser nene —intervino Jungkook.
Como era de esperar, Yoongi lo miró mal.
—Va a ser nena, así que ve haciéndote la idea de que no serás el primero en traer una niña a mi familia —sentenció. Jungkook se rio y abrió los brazos con la esperanza de que mi hermano fuera amoroso con él, pero este solo soltó un bufido—. Olvídalo, y más te vale que cuides a mi hermanito, porque apareceré en tus pesadillas y te atormentaré.
Jungkook hizo la pose de un soldadito y mi hermano le sonrió.
—Cuídense.
Hoseok prácticamente me atacó. Me abrazó y llenó de besos, cosa que a mí me hizo gracia, pero a mi pareja no.
Jungkook gruñó sutilmente y mi cuñado me soltó de golpe.
—Sí, sí, ya entendí. No tanto amor. —Hizo un puchero y yo me encogí de hombros—. Los esperamos en casa, además, deben ir a ayudarnos con la habitación de nuestra chiquita.
—Chiquito —aclaró Jungkook—. Va a ser un nene.
—Hermano, si Yoongi quiere una nena, va a tener una nena. —Los ojos de Hoseok se habían abierto ampliamente y no sonreía, dando a entender que estaba hablando seriamente.
Nos reímos y, finalmente, nos despedimos de él con un gran abrazo.
Para cuando se hicieron las cuatro de la tarde, llegó el momento en que debíamos partir a Seúl. Jungkook y Seokjin hicieron un cambio de acompañantes, yo me iría con mi pareja y mi hermano con la suya.
O bueno, quizás aún no eran pareja oficialmente, pero ambos apestaban al otro y eso ya era una señal.
La abuela Jeon me abrazó con tantas fuerzas que sentí a mis abuelos en ella, eso me hizo sentir débil.
—Sé muy feliz, pequeño. Eres una persona brillante e increíble, tus abuelos están orgullosos de ti —me susurró con voz cálida—. Espero su visita en mi hogar, ¿sí?
Asentí con una sonrisa y nos dimos un último abrazo.
Despedirme de mis padres fue un tanto difícil. Los veía bastante seguido, ya que siempre que podía me escapaba para estar a su lado, pero eso no lo hacía más sencillo. Estábamos a kilómetros de distancia y casi siempre necesitaba de ellos.
Les prometí que vendría pronto a verlos y ellos me informaron que estarían esperándome.
De Taehyung y Seokjin no nos despedimos demasiado, después de todo, vivíamos cerca de ellos y eso facilitaba que estuviéramos en contacto bastante seguido.
Me subí al auto. Bam estaba echado, esperando a que su papá se subiera para llevarnos a casa. Estiré mi mano y acaricié su cabecita, el cachorro me lamió la mano y cerró sus ojitos.
Desde mi asiento, pude ver que Jungkook hablaba con su abuela. No podía escuchar lo que decían, pero sí podía oír los latidos del corazón de mi pareja. Eran acelerados y había cierta nostalgia en su mirada.
Suspiré al darme cuenta que un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Luego de un último abrazo con sus familiares, se subió al auto.
Era momento de volver a casa.
Jungkook se puso los lentes de sol y yo recordé que tenía los míos. Lo imité y él se rio.
—Pon algo de música —pidió mientras me extendía su teléfono—. Tenemos que hablar de varias cosas.
Mientras él arrancaba el auto, yo desbloqueé el teléfono y sonreí al ver su fondo de pantalla. Era una foto de nosotros dos abrazando a Bam a la orilla del mar. Me gustó pensar en la idea de que ya éramos una pequeña familia.
—¿De qué debemos hablar? —pregunté, mientras que Fearless de Taylor Swift comenzaba a sonar.
—De nuestros planes a futuro —soltó de golpe y yo arrugué la nariz—. Ni bien lleguemos a Seúl, empezamos la búsqueda de Anya.
Lo miré escandalizado, no podía creer que me estuviera diciendo aquello.
—¿Qué? ¡No! —solté riendo—. ¡Estás demente!
Jungkook abrió los ojos de manera exagerada y quiso parecer ofendido ante mis palabras.
—Anya tiene que llegar antes del año que viene.
—En cuatro años —ofrecí.
Me echó un vistazo rápido y negó con decisión.
—¡El año que viene!
—En tres años.
—¡Es demasiado tiempo! ¡Seré un abuelo muy abuelo!
Solté una carcajada. No podía creer que ni siquiera tuviéramos a nuestro bebé y él ya estuviera pensando en nietos.
—Podemos ir charlando este plan a medida que vaya pasando el tiempo, ¿no?
Jungkook suspiró y estiró su mano para tomar la mía. Dejó un suave beso y me sonrió.
—Lo que tú desees, mi amor. Pero no olvides que Anya debe ser considerada prioridad en nuestros planes.
—Anya todavía no está aquí y ya es prioridad —aseguré con seriedad—. Por eso mismo debemos encargarnos de que todo esté listo para cuando ella llegue, ¿no?
—Puedo destruir el mundo si es necesario para que tú y ella estén bien.
Le apreté la mano y se la solté con vergüenza. ¿Por qué decía esas cosas?
—No es necesario que destruyas nada, solo que trabajes y mucho.
La decepción se hizo presente en su rostro y lo escuché susurrar que no quería trabajar. Me reí y sentí algo extraño en mí. Una sensación diferente y especial. Estaba…
Emocionado.
Feliz.
Extasiado.
Tan enamorado.
No podía decidirme, pero me sentía tan bien que quizás no existía la palabra ideal para describir tal sensación. Miraba a Jungkook y me sentía completo, como si no necesitara nada más en este mundo para que mi vida estuviese en orden.
Suspiré y lo escuché hablar de cómo planeaba toda nuestra vida. Anya, Rona y Yanmi eran las protagonistas. Sus ojos brillaban con emoción y amor, sus mejillas estaban sonrojadas. Había algo diferente en él.
—¿Qué sucede? —preguntó con vergüenza—. ¿Por qué me miras así?
Sonreí. Quise preguntarle si esa emoción en su hablar era una prueba de sus deseos de ser papá, pero no lo hice porque ya conocía la respuesta.
—Te miro así porque te amo —respondí y él sonrió con nerviosismo.
—Ay, no me digas esas cosas mientras conduzco. —Sus palabras sonaron con timidez y un tanto atropelladas. Me reí y entonces él dijo—: Yo también te amo, Jimin. Siempre lo he hecho.
Con música de fondo, la carretera nos llevaba camino a casa, sin saber que en ese auto ya no éramos solo tres.
Porque nuestra Anya ya venía en camino.
Fin.
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