26

Hice un puchero y Jungkook arrugó su nariz.

Negó y respondió:

—Ni lo sueñes. No tendrás una cita con Mingyu.

—No es una cita —aclaré inmediatamente. Él puso los ojos en blanco y me hizo burla—. Koo, solo quiero hablar con él. Me siento culpable por ilusionarlo.

—¿Y a mí qué? —Se encogió de hombros—. Ve al psicólogo e intenta calmar la culpa, pero no vas a salir con él. Imagina si quiere tomar tu mano o hacer alguna idiotez de drama para quedarse contigo. ¡Me niego!

Me alejé de él y lo miré fijamente. Aún seguíamos en casa de sus padres; estábamos tirados en el sofá, charlando, y aproveché el momento para comentarle mi idea de hablar con Mingyu. Por supuesto, él estaba negado a que eso ocurriera y eso me estaba comenzando a frustrar.

—No seas así. Solo quiero hablar con él, incluso si quieres puedes venir conmigo. —Sonreí y Jungkook hizo una mueca bastante disconforme.

Tampoco era una excelente idea de mi parte. Si Jungkook iba, no nos iba a dejar charlar. Solo iba a hablar y hablar, quizás presumir nuestra relación y hacerlo sentir mal.

—Ni borracho —contestó y yo suspiré aliviado. Se echó hacia atrás y elevó una ceja—. Si estás buscando mi permiso, no lo tienes.

Abrí mi boca, ofendido, y de inmediato contesté:

—No eres mi dueño, así que no me importa tener tu permiso.

Se rio suavemente y se cruzó de brazos con tranquilidad.

—Entonces, ve —animó—. No me preguntes si no te importa lo que pienso. Ahora, tampoco te enojes cuando yo salga a comer con mis exes. Quiero decir, esto tiene que ser algo justo, ¿no?

Lo miré de arriba abajo. ¿Salir con sus exes? ¿Acaso quiere morir?

—No eres gracioso —murmuré en voz baja.

Jungkook me agarró de las mejillas y apretó suavemente. Bajó su mirada a mis labios y dijo:

—No estoy intentando serlo. —Me dio un beso y me soltó—. Si quieres ir y no deseas que me enoje, ve acompañado.

—¿Con quién quieres que vaya?

—Yoongi no, anda hormonal y cambia de parecer bastante rápido. Hoy me quiere y mañana me odia, así que no es confiable. —Suspiró y se quedó pensativo.

Lo miré con atención. No me parecía una mala idea lo que me decía, pero me daba miedo a quién fuera a elegir. Quizás se le cruzaba por la mente mandar a Taehyung.

De tan solo pensarlo me dio un escalofrío. Eso sería incómodo.

—Lleva a uno de mis sobrinos —dijo con una sonrisa. Sonreí, ya que no sonaba mal, y asentí. Entonces señaló al jardín—. Lleva al chiqui, estoy seguro que él se encargará muy bien de Mingyu.

El chiqui…

Miré a donde estaba el pequeño. Era el sobrino menor de Jungkook, hijo de Jihyo y ahijado de Yoongi. Ojos grandes, cabello negro y con rulos, bajito y bastante… gritón.

—¡NO VOY A COMER BRÓCOLI! —Escuché que le contestó a su madre. Luego soltó un grito de guerra y yo sonreí, incómodo.

—Prefiero que vaya Taehyung.

La sonrisa de su rostro se borró.

—Prefiero que tengas una cita con Mingyu e incluso que tome tu mano antes que mandarte con mi hermano. Ese ser del mal disfruta sembrando el caos, seguro lo incentiva a darte un beso o algo así. —Suspiró—. Mejor no vayas, solo ve a terapia.

Jungkook.

—Jimin.

Respiré profundamente y él me imitó de manera burlesca.

—¡Eres el alfa más celoso que he conocido!

Elevó una ceja.

—¿Conoces a otros alfas?

Solté un pequeño gruñido y agarré un almohadón para golpearlo. Se rio, era obvio que para él todo estaba siendo divertido, pero para mí era frustrante.

Había ilusionado a Mingyu, quizás más de lo que debía, y no me parecía correcto desaparecer de su vida sin al menos pedirle disculpas. Él siempre había sido honesto y amable conmigo, incluso cuando lo abandoné hace unos años.

No le di explicaciones, solo lo abracé y le dije que me marcharía a Seúl. No merecía eso y mucho menos que volviera a jugar con sus sentimientos.

—Yo sé que Mingyu te hace sentir inseguro —susurré mirándolo a los ojos—, pero necesito que confíes en mí.

Jungkook hizo una mueca.

—Confío en ti, pero no confío en él. Seguro que se enojará cuando le digas que me eliges. ¿Crees que no intentará besarte o hacer algún tipo de movimiento para conquistarte?

Realmente no lo creía, no veía a Mingyu de esa manera.

—Yo lo haría —soltó inmediatamente.

—Entonces ven conmigo. —Tomé sus manos—. Podemos caminar por la playa. Si no quieres estar cerca de él, puedes jugar con Bam mientras charlamos. No intentará nada si estás cerca.

No creía que fuera a intentar nada de ninguna manera, Mingyu estaba muy lejos de ser un alfa que actúe de manera impulsiva, pero no iba a decir eso porque Jungkook se sentiría ofendido.

Soltó un suspiro y se echó hacia atrás.

—Bien, iremos a una cita con Mingyu y jugaré con Bam mientras hablas con él. —Sonreí ampliamente, sin embargo, él me señaló—. Que conste que prefiero mil veces que trates tu culpa en terapia y que si hago esto es porque me siento obligado.

Me reí.

—Si tuviera que ir a terapia, tú me tendrías que acompañar, porque serías el culpable de que tenga mucha angustia y al psicólogo no le gustaría eso.

Recosté mi cabeza en su pecho y lo escuché reírse.

—De acuerdo, entonces prefiero que vivas con la culpa de ilusionar al bobo de Mingyu.

Cerré mis ojos y sentí como me abrazaba.

Una vez aclarara las cosas con el alfa,  me sentiría en paz para continuar mi vida sin ningún tipo de remordimiento. Eso era lo único que necesitaba porque, por lo demás, ya lo tenía todo.

Mi familia.

Amor.

Amistades.

Y a Jungkook

No necesitaba más.


Era obvio que Jungkook no me dejaría ir tan fácil.

Luego de acordar con Mingyu el lugar y el horario, le comenté a mi pareja sobre el encuentro y, en consecuencia, él se puso sumamente cariñoso.

No tuve el suficiente coraje para detenerlo —o quizás las ganas de hacerlo—, porque terminamos haciendo el amor y eso me retrasó bastante.

—¿Y si no vamos y nos quedamos durmiendo abrazados? —ofreció mientras estaba recostado en la cama y yo me cambiaba.

—Ya prometí ir y no voy a cancelar los planes.

Él suspiró y, quejándose, se levantó de la cama para encaminarse al baño.

No sé demoró demasiado, pero sí estuvo todo el rato murmurando cosas, tales como:

«¿Desde cuándo es tan importante darle explicaciones?».

«¿Por qué se arregla tanto? No va a conocer al rey de Inglaterra».

«No me gusta que te hayas bañado, Jiminie».

Yo escuchaba todo pero no respondía. Solo suspiraba y lo miraba fijamente, eso era suficiente para que se detuviera.

Al menos por unos minutos, porque al rato ya comenzaba nuevamente.

Cuando se hicieron las siete de la tarde, él le colocó el collar a Bam y los tres salimos al encuentro de Mingyu.

Habíamos quedado en encontrarnos cerca del departamento donde nos alojábamos. El alfa se había ofrecido a llevarnos a comer —sí, a Jungkook también—, pero no quería pasar nuevamente por una cena incómoda, así que le agradecí y me negué a su propuesta.

—No te vayas a demorar mucho —pidió bajito mi pareja—. Sé que soy molesto, pero él realmente me hace sentir inseguro.

Le sonreí y apreté suavemente su mano.

—Te prometo que este será el último contacto que tendremos, ¿sí?

Jungkook asintió.

Me alegraba que él fuera honesto conmigo y me parecía correcto escucharlo y actuar en consecuencia.

Cuando lo vimos a lo lejos, ambos suspiramos. Estaba parado a la orilla del mar, las manos en los bolsillos de su saco y la brisa le agitaba el cabello.

—Lo odio, no puede ser como el protagonista de un drama. Es tan dramático que no lo tolero —soltó y me apretó la mano—. Ya me empezó a doler la cabeza, no te demores —insistió.

Asentí y, antes de alejarme de él, le di un beso en los labios.

—Te amo —le susurré.

—Yo también lo hago —contestó.

Soltó a Bam y se alejaron de mí con inseguridad. Ambos, porque el cachorro cada tanto se daba vuelta y me miraba como si estuviera esperando a que lo siguiera.

Me acerqué hasta Mingyu y él, al verme, sonrió.

—Jims —saludó con una pequeña reverencia.

Al verlo, quise llorar y pedirle perdón por dañarlo tanto.

—MingMing —contesté en un susurro. Me paré a su lado y nos quedamos en silencio.

No sabía cómo comenzar. De alguna manera, sabía que esto se trataba de un adiós, y que por más que buscara las palabras correctas, no las podía encontrar.

El mar estaba calmo y, poco a poco, el sol se comenzaba a ocultar. No había mucha gente, la temporada de vacaciones ya se estaba acabando y las costas comenzaban a estar desiertas.

Estuvimos en silencio por varios minutos, solo se escuchaban los ladridos de Bam y cómo Jungkook lo llamaba cuando quería acercarse a nosotros.

—El perro también es celoso —comentó con una sonrisa—. Nunca había visto algo así.

Me reí, pero no lo hice porque me diera gracia el comentario, sino porque me dio alivio el que hablara.

—Su dueño es Jungkook, no puedes esperar menos. —Reímos—. Gracias por haber venido, pensé que ibas a estar molesto.

Sentí su mirada sobre mí.

—No quiero engañarte, lo estoy.

Tragué saliva y agaché mi vista. Me sentía avergonzado y bastante molesto conmigo mismo por hacerle daño a un chico que no lo merecía.

—Lo siento y mucho.

—Está bien, no debes hacerlo. —Se quedó en silencio por varios segundos, luego preguntó—: ¿Eres feliz a su lado? ¿Es realmente lo que esperabas para ti?

No lo dudé y asentí con seguridad.

—Es más de lo que esperaba. Jungkook es… —Me quedé en silencio, no quería decir algo que lo fuera a herir aún más.

—Tu amor —completó—. Lo sé, siempre lo supe. —Lo miré y él me sonrió—. Me alegra saber que es más de lo que esperabas.

—No me mientas, sé que no te alegra.

Se rio y asintió.

—No me alegra que estés con él. Honestamente, detesto que lo hayas elegido, pero si eres feliz a su lado yo no necesito nada más. —Se encogió de hombros—. A veces me pregunto si hice mal al no seguirte, quizás si lo hubiese hecho nuestro final sería distinto.

»Me enamoré, Jimin, ese fue mi error. Éramos niños, y aunque sabía que tú estabas enamorado de él, fui ingenuo y creí que iba a poder sacarlo de tu corazón.

Me quedé en silencio escuchándolo, él también merecía desahogarse y expresar lo que sentía.

—Es un idiota —soltó mientras señalaba hacia atrás—. Es terco, molesto y no es muy inteligente. Me hizo pasar un infierno en la secundaria y, a pesar de todo, siempre quise ser su amigo. Quería concentrarme en sus virtudes y ver qué era lo que veías en él, pero solo conseguía irritarme. Lloré tanto por él y por ti. Tú no querías ser mi novio y él no quería ser mi amigo.

Se rio.

—Creía que podría ganarle a su amor, pero quizás la confianza que tenía fue mi perdición. Cambiaría todo si pudiera, te seguiría a Seúl e intentaría sacarlo de tu mente y corazón. Lamentablemente, ya es tarde y solo me queda aceptar que perdí, y está bien, porque tampoco hubiese soportado vivir bajo su sombra. Eres feliz y eso es lo único que me importa.

—Lo lamento.

Negó rápidamente.

—No lo hagas, Jimin. Así es la vida, ¿sí? Nosotros no escogemos de quién enamorarnos. Imagina qué fácil sería todo si pudiéramos hacerlo —señaló con una sonrisa—. Solo prométeme que seguirás siendo feliz.

—Solo si tú prometes que también lo serás —pedí en voz baja.

Él estiró su mano hasta mi cabello y lo acarició.

—Lo prometo, Jims.

Sonreí y por fin pude respirar profundamente.

—Podemos seguir siendo amigos —ofrecí—. Siempre vas a contar conmigo para lo que necesites.

—Lo sé, y tú sabes que siempre tendrás un amigo en mí —contestó sin dudar.

Ambos sabíamos que, por más que quisiéramos serlo, no podríamos. Él no podía ser mi amigo, estaba enamorado de mí, y yo no podía ser su amigo cuando a mi pareja le dolía que lo fuera.

Distintos motivos, el mismo resultado. Aún así, decidimos engañarnos mutuamente.

—Podemos salir uno de estos días con Gguks. Solo hay que acordar.

—Lo haremos.

Bam se acercó hasta nosotros y nos interrumpió. Olfateó a Mingyu y lamió su mano.

—Lo siento, ya no puedo retenerlo —murmuró Jungkook, mientras se acercaba a nosotros con una mueca—. Igual, ya se están demorando mucho, ¿no?

—Ya acabamos —contestó Mingyu—. Por mi parte, ya no hay más que decir.

Asentí y miré a mi pareja con una pequeña sonrisa.

—¿Vamos? —pregunté.

Él asintió y le echó una última mirada al alfa frente a mí.

—Perdón por haberte hecho la vida imposible en la secundaria —soltó de manera brusca y con la cabeza en alto.

Mingyu levantó las cejas y sonrió. Se encogió de hombros.

—Te pido perdón por haberte quitado las primeras veces. —Frunció el ceño y luego se rio.

Él también estaba mintiendo.

La mandíbula de Jungkook se tensó y, con incomodidad, tomé su mano.

—Sí, sí, los dos se perdonaron. —Realmente, no lo hicieron—. Nos vemos, Mingyu.

Halé a mi pareja de la mano mientras que este no dejaba de ver al alfa que claramente lo había ofendido.

—Buenas noches, Jimin. Espero que tengas una vida hermosa.

Nos comenzamos a alejar, ambos empezaron a apestar de una manera bastante intensa.

—¡JIMIN! —llamó Mingyu. Me volteé y lo miré—: Quizás en esta vida no sucedió, pero te buscaré en otra y te quedarás conmigo, ¿okay?

Jungkook respondió por mí:

—En esta y en las próximas vidas, tendrás que pasar sobre mí y no creo que puedas. —Le sonrió—. Espera a que nazca como familiar suyo, quizás así tengas oportunidad, o no…

Le di un golpe en el brazo y el alfa me sonrió.

—¿Qué? En la antigüedad eso era normal.

—Eres de terror —le susurré.

Jungkook me abrazó por los hombros y me dio un beso en la frente.

Nos alejamos de Mingyu tomados de la mano, y por última vez miré hacia atrás. Él ya no estaba ahí.

Se había marchado.

Más tarde descubriría que él mismo tomaría la decisión de borrarse para siempre de mi vida.

Me había bloqueado.

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