24

El sexo puede ser algo que preocupa a muchas personas. Nunca tuve ese problema, pero sí soy consciente que no todos tenemos la misma mentalidad.

Perdí mi virginidad cuando tenía tan solo diecisiete años. No estaba listo y mucho menos preparado para esa ocasión, solo tuve la suerte de encontrarme con alguien que me supo cuidar a pesar de que su conocimiento era tan limitado como el mío.

A veces me detengo a pensar qué tan diferentes serían las cosas si, en vez de Mingyu, hubiese sido Jungkook. Siempre llego a la misma conclusión, y es que las cosas siempre pasan por algo.

Jungkook no iba a ser el primer chico en estar conmigo, pero sí sería el último.

Esa noche, salí del baño y me quedé observando al alfa por varios segundos. Estaba recostado sobre la cama, sus manos estaban apoyadas sobre su abdomen y su mirada estaba fija en el techo. Claramente, algo le pasaba.

Luego de cenar, noté un extraño cambio en el humor de mi pareja. Suspiraba demasiado y su mirada se perdía junto a él en sus pensamientos. Varias veces le pregunté qué le ocurría y él solo me sonreía para restarle importancia.

—No es nada. Ya pasará.

Sabía que no era así, pero no quería insistir. Él no deseaba comentarme y no podía obligarlo a hacerlo.

Caminé hasta la cama y me recosté a su lado. Pensé que me iba a decir algo por llevar solo la camisa que le robé, pero no hubo ni una sola palabra al respecto. Sería la primera noche que dormiríamos uno al lado del otro estando completamente solos. Sonaba emocionante, pero mi compañero no se veía así.

Me puse de costado y me quedé mirándolo fijamente. Su mandíbula se tensó un poco y suspiró.

—Realmente me gustaría ser más atrevido —contestó con pena.

—¿Qué?

Él giró su rostro para mirarme directamente a los ojos.

—Eso. Me gustaría poder ser más confiado en mí mismo para poder hacer cosas que te gusten. Sé que desearías que yo fuera más juguetón, pero hay cosas que me lo impiden. —Se encogió de hombros—. Sé que no soy la clase de chico que esperabas. No soy tan alto, ni tan fuerte. Tampoco soy muy inteligente y caballero. Amo pelear y, aunque no lo creas, tengo demasiadas inseguridades.

»Aunque el tiempo pase, me sigo comparando con él y preguntándome si algún día podré ser mejor. Es tonto, lo sé, pero durante mucho tiempo sentí que vivía detrás de él.  Eso me agobió tanto que hasta el día de hoy tengo pesadillas en donde te pierdo porque te diste cuenta que es mucho mejor que yo.

—Gguks…

Negó.

—Espera, solo déjame hablar. —Me interrumpió y yo solo asentí—. Esto va a mejorar, con el paso del tiempo lo hará, estoy seguro de eso. Pero quiero que sepas que tampoco me divierte ser así, yo amaría poder hacerte mío sin miedos y sin vergüenza. Ya sabes, poder hacer travesuras y lograr alterarte como te vi esta tarde.

—Ay, bebé. —Me senté y tomé una de sus manos—. No debes sentirte mal por ser tímido con respecto a la intimidad. Es normal, nunca has estado con nadie y eso provoca inseguridades. No creas que yo tampoco las tengo, porque, por más experiencia que uno pueda tener, los miedos siempre están presentes.

Jungkook pestañeó varias veces y, en un susurro, preguntó:

—¿Miedo? ¿De qué tienes miedo?

Abrí mi boca y vacilé, no sabía cómo explicarle la tormenta de pensamientos que merodeaba en mi cabeza. Lo miré y noté lo preocupado que estaba, así que decidí ser honesto.

—Tengo miedo a no gustarte —confesé, susurrando—. Tanto que has esperado por mí… Me da temor que sea decepcionante. Ya sabes, que te arrepientas y no sea la gran cosa.

Su mandíbula se tensó y frunció el ceño. Ya no se veía preocupado, más bien se notaba un poco molesto.

—¿Cómo puedes pensar eso, Jims? Sería un demente si no me gustaras. —Me señaló completamente con sus manos—. Eres hermoso, de pies a cabeza, y sabes que no miento cuando lo digo.

—El sexo va más allá de solo ser lindo, Gguks —contesté, rápidamente—. Te tienes que sentir cómodo y complacido. Se trata de que ambos disfrutemos de esto.

Hizo un puchero.

—Ahora tengo miedo de no gustarte —respondió. No pude evitar reírme con ternura—. Tú siempre recuerda, no seré el tipo de tus sueños, pero cocino rico y eso es lo que importa.

—También eres payaso y eso suma puntos —bromeé.

En respuesta, Jungkook me dio un empujón mientras que arrugaba su nariz con molestia.

—Cierra la boca que tú cocinas feo —contestó, y yo abrí mi boca, enojado.

Lo señalé.

—¡No dijiste eso!

Ambos nos empezamos a reír y el ambiente se sintió menos tenso. Incliné mi cabeza y lo miré con una sonrisa.

—Una vez hagamos lo que tanto te preocupa, comenzará a existir entre nosotros una confianza distinta. Tú me conocerás de la manera más íntima posible y yo lo haré contigo, entonces dejarás de sentir vergüenza. —Me encogí de hombros—. Ya verás, Gguks. Solo debemos conocernos y descubrir qué le gusta al otro.

—A mí me gusta cocinar —respondió, tiernamente.

Me tapé la boca y simplemente me negaba a creer que me había respondido eso.

—Sí, precisamente no me refería a eso. —Carraspeé—. Hablaba en sentido sexual, sé que te gusta cocinar.

Jungkook abrió su boca exageradamente y sus mejillas se tiñeron de un color rojizo.

—Solo bromeaba —contestó, y llevó la mano a su nuca para rascarse con nerviosismo.

Lo miré con atención y pude notar lo inquieto que estaba. Algo quería decir, pero no se atrevía a hacerlo. Pensé en animarlo con algunas palabras y darle la valentía para que soltara aquello que lo tenía así, pero ni siquiera tuve el tiempo suficiente para hacerlo.

Se acercó hasta mí y me agarró suavemente para unir nuestros labios. Me sorprendió, pero solo fueron unos segundos hasta que correspondí aquel dulce beso.

Nos separamos y, de alguna manera, el ambiente cambió, sus mejillas y sonrisa tímida me dijeron todo lo que necesitaba saber. Él quería acabar con todas las preocupaciones, miedos e inseguridades esa misma noche.

Me acerqué hasta él y me senté a horcajadas en sus piernas. Los ojos de Jungkook se abrieron ampliamente, pero su cuerpo se relajó gracias a mi aroma.

Jungkook estiró su mano a mi rostro y con suavidad acarició una de mis mejillas. Sonreí.

Sus dedos comenzaron a trazar líneas imaginarias en mis facciones, cejas, ojos, nariz y boca. Cuando llegó a mis labios, hizo una leve presión en el inferior y sentí mi cuerpo estremecerse. Nos miramos y vi el anhelo en sus hermosos ojos.

Jungkook me deseaba y podía sentirlo, yo podía verlo.

Apoyó su mano en mi mejilla y acunó mi rostro con ternura. Cerré mis ojos y coloqué mi mano sobre la suya. Me di cuenta de lo pequeño que era a su lado y de lo mucho que me gustaba serlo. La suavidad de sus manos me hacía sentir en el mismo cielo, Jungkook me acariciaba con tanta delicadeza que podía sentir pequeñas cosquillas en todo mi cuerpo.

Giré mi rostro y dejé un suave beso en la palma de su mano. Luego abandonó mi mejilla y fue hasta mi nuca; con seguridad, me acercó a sus labios y me besó. Mientras mi boca estaba sobre la suya, sus dedos se enredaron en mi cabello. Jugó con él mientras que yo lo abrazaba por los hombros y acababa con la pequeña distancia que separaba nuestros cuerpos.

La ropa nos molestaba, sobre todo a mí, que comencé a dejarlo claro con pequeños jalones en su camisa.

Jungkook imitó la acción pero con mi cabello, provocando que de mi boca se escapara un sorpresivo gemido.

Me separé unos segundos y lo miré con la boca abierta. Poco a poco, una sonrisa se le formó en el rostro y vi cómo una pequeña chispa de picardía se encendía en su mirada.

No esperé más y uní nuestros labios nuevamente. El beso dejó de ser tierno. Quería que sintiera el deseo que sentía por él, quería demostrarle lo mucho que lo quería. Rocé mi lengua por su labio inferior mientras él volvía a tirar de mi cabello. Decidí no contener nada, así que liberé los sonidos que salían de mi boca con total libertad.

Jungkook podía no tener experiencia en el sexo, pero sí que sabía besar.

Atrapó uno de mis labios entre sus dientes y tiró suavemente de él. La sensación que dejaban sus labios sobre los míos me hacían desear que repitiera cada movimiento una y otra vez.

Mis dedos se aferraban con fuerza a su camisa, mientras que una de sus manos viajaba hasta mis caderas para abrazarme y aferrarme con seguridad. Jungkook, con un mínimo de esfuerzo, me logró recostar sobre la cama, quedando él entre mis piernas.

Mierda, pensé al verlo sobre mí.

Tragué saliva y pude observar el anhelo en su rostro.

Había una distancia entre nosotros debido a que se alzaba sobre sus brazos para no recargar todo su peso sobre mí. Aproveché aquello para deslizar mis manos por su brazos, tratando de tocar lo más que podía, hasta llegar a su pecho.

Pero yo ya no quería tocar tela, necesitaba piel.

Coloqué mis manos en los botones de su camisa y comencé a desprenderla sin dejar de mirar el brillo en sus ojos. Jungkook me miraba de la misma manera, con un poco de nerviosismo, pero podía notar lo mucho que quería esto. Me sonrió levemente cuando desprendí el último botón.

Mis manos hormigueaban ante el pensamiento de que podía acariciar cada centímetro de su piel. Comencé despacio, apenas rozando las yemas de mis dedos sobre su parte baja y fui subiendo. Jungkook cerraba sus ojos con fuerza mientras se estremecía.

Levanté un poco mi cuerpo y lo atraje hacia mí por los bordes de su camisa. Apoyé mi nariz en la curva de su cuello e inhalé su aroma.

Océano.

Tormenta.

Frescura.

Inmensidad.

Era embriagante. Su aroma me envolvía de tal manera que moví mi boca hacia su oído y gemí para él. Jungkook se tensó por un momento y se dejó caer. Me aplastó con su peso, pero se levantó de inmediato y me miró con ojos bien abiertos.

—Perdón —se disculpó rápidamente.

Sus mejillas estaban sonrojadas, pero tenía la leve sospecha de que no era solo por vergüenza.

Negué con gracia y pasé mis manos por debajo de su camisa para acariciar la piel de su espalda. Enterré mis dedos en él y lo atraje hacia mí.

Nuestras narices se rozaban y su respiración agitada y caliente golpeaba mi rostro.

—Bésame —pedí, mientras me lamía los labios y miraba su boca—. ¿Has soñado con mis besos, Jungkook?

Soltó una risa suave y bajó la mirada con timidez.

Sonreí con ternura.

Jungkook asintió levemente con la cabeza y yo llevé una mano a su mentón para levantar su rostro. Sus ojos se encontraron con los míos y la forma en que me miraron… Simplemente, me hizo entender que para mí no había nadie más.

Jungkook era mío tanto como yo era suyo.

Yo también había soñado innumerables veces con él. Sus manos sobre mi cuerpo. Sus labios sobre los míos. Su mirada admirando cada centímetro de mi piel.

Solo nosotros. Juntos. Como siempre debió haber sido.

Lo empujé suavemente de un hombro para que cayera de espaldas a la cama. Me subí nuevamente sobre él y me quité la camiseta. Solo la ropa interior me detenía de estar completamente desnudo.

Jungkook admiró mi cuerpo y se sentó para estar más cerca de mí. Comenzó a acariciar mi piel con la yema de sus dedos, causándome pequeños escalofríos.

—Hermoso… —susurró—. Tan hermoso.

Era increíble, pero con tan solo decir aquello Jungkook me hizo sentir la persona más hermosa y amada del mundo.

Pasé una mano por su cabello y presioné mis labios en su frente mientras bajaba su camisa por sus brazos. Jungkook terminó de hacer el trabajo y arrojó la ropa hacia algún rincón de la habitación. Luego me tomó fuertemente de la cintura y me atrajo más hacia él.

En un solo movimiento, tomó nuevamente mis labios entre los suyos y me dio un beso suave.

—He soñado contigo tantas veces —musitó entre besos—. Te he besado, te he tocado, te he hecho el amor

Bajó los besos a mi cuello y se detuvo allí.

Te he hecho mío.

Mordió con suavidad y yo me estiré para darle más acceso.

Crucé mis brazos por sus hombros y moví mis caderas. Mi erección ya era notoria y podía sentir la de él por debajo de la tela de su pantalón.

Jungkook succionó mi piel con la intención de dejar una marca. Yo quería que me mordiera, que hubiera una prueba mayor de que yo era suyo, suyo, suyo.

Hundí mis dedos en su piel y gemí cuando él hizo un leve movimiento con sus caderas. Rozó sus labios por mi piel hasta llegar a mi clavícula. Dejó un beso húmedo y subió la mirada.

Sus ojos centelleaban más que nunca.

Apoyé mi frente con la suya y dejé un besito en su nariz.

Y me di cuenta que no quería nada más en el mundo. Su inocencia, sus bromas estúpidas, su forma de amarme… No, con él ya lo tenía todo.

—Te amo —solté y los ojos se me cristalizaron—. Más de lo que puedes imaginar.

La respiración de Jungkook se detuvo por un segundo y me miró, sorprendido.

—Repítelo —pidió.

Le sonreí y acaricié mi nariz con la suya.

—Te amo.

Jungkook tragó saliva con dificultad. Sus manos recorrieron mi espalda de arriba a abajo y cerró los ojos con fuerza. Trató de calmar su respiración.

Y, sin previo aviso, me dedicó la sonrisa más bonita y brillante que había visto en mi vida. Sus ojos se abrieron y podía jurar que también me sonreían de una manera especial.

—Te amo —susurró y se acercó a mis labios—. Park Jimin, te amo.

Cuando pronunció aquello, el mundo se detuvo para mí. Ya me había dicho esas palabras anteriormente, pero esta vez se sentían distintas. Calaron fuerte dentro de mí y se instalaron de forma inmediata y permanente en mi corazón.

«Boom. Boom. Boom».

El ritmo de mis latidos sonaba como siempre, pero eso no significaba que no hubiera cambiado. De ahora en más y para siempre, iría acompañado por los latidos de un segundo corazón.

El suyo.

Tomó mis labios entre los suyos nuevamente y, agarrándome de la cintura, me volvió a recostar sobre la cama.

El beso ya había perdido todo tipo de inocencia. Su lengua se enredaba con la mía y yo mordía sus labios tanto como él mordía los míos. Suspiraba sobre mi boca y sonreía, y yo me derretía por dentro.

Llevé mis manos al borde de sus pantalones, pero antes de hacer algún movimiento, me separé un poco y lo miré.

Sus labios estaban hinchados y enrojecidos. Sus mejillas estaban sonrojadas y su pelo estaba completamente revuelto. Era tan hermoso… Saber que yo iba a ser el único que lo vería en aquel estado me enloquecía.

Jungkook era mío.

No esperó a que yo hiciera el movimiento y él mismo se quitó los pantalones. Sin embargo, en lugar de tirarlos por la habitación como había hecho con la camisa, los dejó sobre la cama.

Ahora, a ambos nos separaba tan solo la ropa interior. Pero yo no quería esperar más, así que agarré sus manos y las conduje al borde de mi boxer.

Él me miró con dudas y yo tomé su barbilla para dejar un besito sobre sus labios. Luego asentí con la cabeza y él comenzó a bajarlos lentamente. En ningún momento bajó la mirada, mantenía su vista fija en mis ojos. Le sonreí con ternura, aún en una situación como aquella no perdía el respeto ni la vergüenza.

—Te voy a enseñar algo —dije y volví a tumbarlo sobre la cama.

—¿Yo voy a ser el de abajo? —preguntó con el ceño fruncido—. Es decir, si te sientes cómodo con eso, entonces supongo que está bien. Es solo que yo tenía entendido que…

—Shhh… —lo callé—. No es eso, bobo.

Agarré los bordes de su bóxer y comencé a bajarlo. Llegué hasta los tobillos y se lo saqué.

«Oh, wow». Eso fue lo primero que pensé en cuanto lo vi. Tragué saliva con dificultad. Mi cuerpo estaba comenzando a descontrolarse por el deseo, pero tenía que aguantar. Quería hacer que nuestra primera vez fuera lo más especial posible, lo cual significaba ir despacio y seguro.

Jungkook estaba apoyado sobre sus codos. Su abdomen se contraía, haciendo que se marcaran sus músculos y su erección fuera más pronunciada.

Solté una exhalación para calmarme.

Gateé hasta él y le sonreí. Luego extendí la palma de mi mano hasta su rostro y dije:

—Tienes que lamer.

—¿Qué? —Frunció el ceño—. Taehyung no me dijo acerca de esto…

Puse mis ojos en blanco.

—Ya te dije que no te guíes por los consejos de tu hermano. Hazme caso, te va a gustar.

Pude ver las dudas en su rostro, pero finalmente terminó haciéndolo. La sensación de su lengua pasando por entre medio de mis dedos se me hizo tan placentera que tuve que tragar con pesadez para detener todos los pensamientos que se estaban instalando en mi mente. La saliva se sentía caliente y la mirada de Jungkook sobre mis ojos era intensa.

—Esto es extraño —susurró.

Ignoré aquel comentario. Bajé la mano hasta su erección, pero antes de tocarlo dije:

—Relájate. Confía en mí, voy a hacerte sentir bien.

Jungkook frunció el ceño, pero abrió los ojos ampliamente cuando rodeé su miembro con la palma de mi mano. Abrió la boca y balbuceó palabras sin sentido.

Sonreí y comencé a mover mi mano con delicadeza. Me acerqué hasta sus labios, y sobre ellos dije:

—¿Te gusta?

Jungkook tragó saliva y asintió.

—Me gusta. Mucho.

Jungkook hizo su cabeza hacia atrás y soltó un suave gemido que me hizo comprender que todo estaba bien, que sus palabras eran ciertas.

Lo masturbé despacio, sin prisas y conteniendo las ansias de darle libertad a la lujuria que poco a poco me consumía. Quería observar cada gesto de su rostro y escuchar cada sonido que provenía de sus labios.

Era como música para mis oídos. Necesitaba escuchar más de él, necesitaba sentir sus gemidos y sus suaves pedidos por más. Jungkook me estaba haciendo perder la cordura.

El líquido preseminal humedecía mi mano, pero no podía dejarlo acabar de esa manera. Alejé mi mano y Jungkook abrió los ojos de golpe, mirándome con reclamo.

—Hay otra forma de hacer esto —dije en tono sugerente—. Lo haré si me lo permites.

Me mordí los labios y lo miré intensamente. Tenía muchas ganas de hacerlo, pero si Jungkook no quería, entonces estaba bien.

—¿Puedo… usar la boca? —pregunté en voz baja.

Se quedó mudo.

—Es decir, está bien si no quieres. No sientas presión. Hay mucha gente que no se siente cómoda con ello y está bien, amor —dije con apuro—. Lo prometo.

—¿La boca? ¿Ahí? —Señaló sus partes íntimas.

Asentí.

Sus ojos estaban cargados de dudas, así que simplemente me incliné hacia él y dejé un beso suave en su mejilla.

—Está bien. No tenemos que hacerlo si no quieres —dije dulcemente. No quería obligarlo a nada por complacerme.

—Hazlo.

Lo miré con las cejas levantadas y luego negué.

—No pasa nada, Jungkook. No es nec…

—No —interrumpió, seguro de sus palabras—. Quiero que lo hagas.

Puso sus manos en mis hombros y me movió hasta que quedé frente a su miembro. Le di una última mirada en busca de una nueva confirmación, pero la seguridad que había en su expresión era más que suficiente. Las palabras estaban de sobra.

Acerqué mi boca lentamente y pasé mi lengua por la punta. Su sabor era embriagador. Jungkook arqueó sus caderas y yo agarré una de sus manos y la coloqué sobre mi cabeza. Él enredó sus dedos en mi cabello y tiró suavemente de él.

Ese movimiento fue la señal que necesitaba para no esperar más y meter todo en mi boca. Traté de ser lo más cuidadoso posible para no lastimarlo ni rasparlo con mis dientes. Jungkook arqueó la espalda y mis ojos se cristalizaron por la profundidad.

Cuando sentí que ya era suficiente, me detuve y dejé un beso en su abdomen. Jungkook me tomó por las axilas y me atrajo hacia él. A mucha gente le molestaba ser besada luego de un oral, pero eso no fue un problema con Jungkook. Atrapó mis labios en un instante y compartimos su sabor.

—Me encantó —susurró y yo sonreí—. ¿Puedo intentarlo yo ahora?

Por mucho que quisiera que eso pasara, estaba seguro de que tendríamos la oportunidad en otro momento. Ahora quería que las cosas pasaran a otro nivel, uno mejor.

—Lo harás —aseguré. Él se removió, emocionado, pero yo puse una mano sobre su pecho y lo detuve—, pero no ahora.

Hizo un puchero y yo me reí con ternura. Era adorable el entusiasmo que se reflejaba en su expresión. Lo estaba disfrutando y eso me hacía muy feliz.

Caminé mis dedos por su abdomen y en un movimiento rápido volví a sentarme a horcajadas sobre él. Bajé mi torso y besé su cuello. Me acerqué hasta su oído y susurré:

Ahora quiero enseñarte algo mejor.

Jungkook entendió a qué me refería de inmediato. Se incorporó conmigo encima y puso las manos sobre mi trasero. Tanteó con sus dedos con inseguridad. Yo ya estaba lo suficientemente mojado para que empezara a prepararme, pero sus movimientos eran desconfiados. Tomé su mano y la atraje hacia mi boca para dejar un beso.

—Tranquilo, Gguks. Yo te puedo enseñar.

Me erguí sobre mis rodillas y lo miré. Puse una de mis manos en su nuca y a la otra la usé para empezar a prepararme. Mis piernas estaban humedecidas. Solté un sonido de placer cuando puse uno de mis dedos dentro de mí y comencé a hacer pequeños movimientos.

Jungkook me observaba con atención, embelesado por mí. Mi erección estaba contra su pecho, mientras que el líquido preseminal comenzaba a recorrer su pecho. Verlo de esa manera me llevó a agregar un segundo dedo.

Abrí mi boca y solté el aire contenido. Usé mi mano libre para tirar suavemente de su cabello. Sin siquiera decir algo, Jungkook colocó él mismo un dedo dentro de mí y gemí más fuerte. Inconscientemente, comencé a moverme mientras sentía como él se abría camino dentro mío.

—Ya es suficiente —dije y quité mis dedos. Él tardó un poco más en retirar el suyo.

Estiró su cuello para besarme una vez más y luego me agarró de la cintura para recostarme sobre la cama. Se estiró hacia sus pantalones y sacó un pequeño sobre de color negro. Ahora entendía por qué había dejado cerca los pantalones. Allí había guardado el preservativo.

Me sostuve sobre mis codos y solté una risa.

—Ya estabas preparado —dije y elevé mis cejas con travesura.

Jungkook me sonrió con timidez.

—Puede ser —respondió y abrió el sobre.

Se lo colocó con cuidado y cuando se hubo asegurado de que estaba bien puesto se acercó a mí de nuevo. Se puso entre mis piernas y colocó sus brazos a los costados de mi cabeza.

Era el momento.

—Hola —susurró con sus mejillas sonrojadas.

—Hola —respondí con una sonrisa. Estiré mi mano a su mejilla—. No estés nervioso, lo estás haciendo bien, amor.

—No me digas eso, me avergüenzas —musitó con un puchero y no pude evitar reír.

Jungkook sonrió sutilmente. Estaba avergonzado, pero también encantado por todo lo que estaba ocurriendo y las palabras que salieron de su boca me lo confirmaron.

—Por fin, Jimin. Por fin vas a ser mío.

Había cierto anhelo y emoción en su voz. Sentí un cosquilleo recorrer mi cuerpo. Pasé la lengua por mis labios y suavemente le contesté:

Siempre he sido tuyo.

—Y yo tuyo. —Miró hacia abajo y, con nerviosismo, me pidió—: Yo no sé cómo vaya a afectarnos esto, pero, por favor, si estoy haciendo algo mal, detenme. No quiero hacerte daño y mucho menos algo que no disfrutes.

¿Acaso podía ser más hermoso?

Asentí y lo tranquilicé prometiéndole que lo guiaría.

Jungkook se posicionó y comenzó a entrar lentamente en mí. Llevé mis manos a su espalda y enterré mis dedos en su piel.

—¿Estás bien? —preguntó, preocupado.

Asentí con mi cabeza mientras dejaba un beso en su hombro.

—Estoy perfecto —aseguré—. Sigue, Gguks.

Suspiró y comenzó a deslizarse un poco más dentro mío. Gemí y él soltó un gruñido. Jungkook movió la cabeza y buscó mis labios. Cuando los encontró, me besó con desesperación. Estábamos hambrientos por más.

Se separó de mí y mordió la línea de mi mandíbula. Sentía su respiración agitada chocando contra mi piel mientras se adentraba en mí por completo. Solté un grito ahogado y él movió sus dientes hasta mi hombro.

Se movía con lentitud y yo comencé a contonear las caderas para hacerle saber que quería que fuera a por más.

—Por favor —pedí con la voz ronca.

Él entendió y comenzó a soltarse. Comenzó a salir y entrar con más rapidez, pero era delicado. Sus movimientos no eran bruscos, era placentero. Muy placentero.

Enredé mis piernas en su cintura y él aprovechó para cambiar la posición. Me sentó encima suyo y pude sentirlo dentro de mí con más profundidad. Ambos nos movíamos al compás.

Éramos uno.

Puse mis brazos alrededor de su cuello y lo besé con intensidad. Gemí dentro de su boca y agarró mi cintura con más fuerza.

Abrí mis ojos y Jungkook se quedó quieto. Estaba por venirse.

—Espera un momento —pedí.

Quería que lo hiciéramos juntos, así que subí y bajé un poco más. Mordí su cuello lo suficientemente fuerte como para dejar una marca, y cuando sentí que ya estaba cerca, busqué sus labios de nuevo.

—Ahora sí —dije.

Jungkook soltó una exhalación cuando moví mis caderas con decisión. Cerré mis ojos con fuerza y me aferré a su espalda mientras ambos teníamos nuestro primer orgasmo juntos. Mis piernas temblaron y él aprovechó para deslizar sus manos sobre ellas.

Descansé mi frente en su hombro y sonreí.

—¿Estás bien? —preguntó otra vez.

Solté una risita y levanté la mirada mientras me mordía el labio.

Sus ojos brillaban con lujuria. Su cabello estaba completamente despeinado. Su frente tenía una fina capa de sudor encima. Sus mejillas estaban sonrojadas. Pero su sonrisa… Esa era su parte más bonita.

—Más que bien —contesté y acaricié su mejillas.

Me abrazó con fuerzas. Luego salió lentamente de mí y nos recostó sobre la cama, uno frente al otro.

Jungkook pegó su frente contra la mía, y mientras restregaba suavemente nuestras narices, sonrió de la manera más hermosa posible. Respiró profundamente y extendió su mano para acariciar mi mejilla con dulzura.

Wow —dijo en voz baja.

Wow —respondí, sonriendo.

—No puedo creer lo que he estado perdiéndome durante todos estos años —susurró, y seguido a eso se mordió el labio inferior.

Me alejé un poco y fruncí el ceño confundido ante esa declaración. ¿Hablaba del sexo?

—¿Qué? —pregunté con una pequeña risita.

—Que no puedo creer todo el tiempo que he perdido sin hacerte el amor —soltó, desvergonzado.

«Boom. Boom». Mi corazón se enloqueció.

Tragué saliva y una sonrisa se dibujó en mi rostro. No había palabras para explicar lo mágico que se sentía aquel momento.

Sus manos sobre mi cuerpo, piel contra piel, y nuestras respiraciones completamente descontroladas. Nos reímos y él me refugió tiernamente entre sus brazos.

Te amo, Jimin.

Yo también te amo, Jungkook —respondí.

Nos dimos un último beso, el cuál era suave en comparación a los anteriores. Estaba repleto de amor y sentimientos que eran difíciles de expresar con palabras. 

Nos separamos y me volteé, pegué mi espalda a su pecho y me acurruqué. Él se amoldó a mí y escondió su nariz en mi cabello.

Las caricias aún no se detenían, él deslizaba su mano gentilmente por mi abdomen y luego se detenía en mis caderas. Poco a poco, el sueño me comenzó a vencer, y aunque luchaba por no caer, me fue imposible entre su aroma y muestras de amor.

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