22

Lo observé mientras bebía un vaso de agua y llegué a la conclusión de que estaba extraño.

Sí, Jungkook estaba actuando de una forma extraña.

Yo iba del lado del copiloto mientras él conducía en completo silencio.

—¿Qué te sucede? —pregunté.

Él me miró rápidamente y soltó un pequeño «¿Eh?».

—¿Qué te sucede? —repetí—. Estás extraño. ¿Pasó algo?

Sus mejillas se sonrojaron de inmediato y negó con… ¿vergüenza?

—No, no ha pasado nada. Solo… —Chasqueó la lengua. Segundos después soltó una pequeña risa—. Olvídalo, estoy pensando en varias cosas.

—Oh, de acuerdo.

Asentí y fijé mi mirada en el camino.

No estábamos muy lejos. El departamento estaba a tan solo unas calles de la casa de los Jeon. Podríamos habernos ido caminando, pero teníamos que llevar nuestras cosas y a Bam.

Durante esos minutos, no dejé de cuestionarme si había cometido algún error con él. Traté de repasar nuestros últimos momentos juntos y nada de lo que habíamos hecho se me hacía incorrecto.

Jungkook había estado en perfectas condiciones hasta que volvió de su charla con Taehyung. Sus mejillas estaban rojas y su ceño fruncido, apenas podía mirarme a los ojos y eso era la prueba de que algo había pasado.

Llegamos al departamento y desde lejos pude ver lo hermoso que era. Bam fue el primero en entrar a recorrer el lugar mientras que su dueño y yo acomodábamos las cosas. No íbamos a quedarnos allí por mucho tiempo; solo serían dos semanas. Por eso mismo, el lugar se adaptaba perfectamente a nuestras necesidades. Era tipo loft; la cocina, el comedor y la sala eran un solo espacio. Tenía un baño pequeño, pero contaba con una bañera que muy seguramente disfrutaría al máximo.

Había escaleras a un lado de la cocina que te conducían a un segundo piso; allí estaba la habitación. Una cama grande, dos mesas de luz y un armario. ¿Para qué más? Sonreí y me tiré sobre la cama para probarla.

—¿Es cómoda? —preguntó Jungkook, mientras dejaba la maleta sobre el mueble.

Yo asentí en respuesta y sin borrar mi sonrisa.

—¡Lo es! —Di palmaditas a mi lado y vi dudas en su rostro.

¿Qué le pasa?

Jungkook se recostó a mi lado y soltó un suspiro un tanto pesado. Me giré para mirarlo y él me miró de reojo.

—¿Qué pasa? —preguntó con voz suave.

—Eso mismo me pregunto yo. ¿Qué pasa? —repetí—. Estás actuando extraño. Incluso andas tenso a mi lado. ¿Hay algo que me quieras decir?

Él se sentó en la cama y lo imité. No me gustaba sentir esa extraña incomodidad de su parte. Algo le pasaba y eso me angustiaba.

Estábamos enfrentados; él me miraba con vergüenza y yo con atención. Tragó saliva y bajó su mirada a mis labios.

—¿Gguks? —lo llamé—. Bebé, dime qué ocurre.

Jungkook ni siquiera respondió, solo se inclinó hacia adelante y me agarró de la nuca para acercarme a él y besarme. Al principio, me sorprendió y me quedé inmóvil por unos cuantos segundos, hasta que lo abracé por los hombros y continué con ese beso.

Al comienzo, fue dulce y delicado. Él se caracterizaba por eso, por ser suave y romántico. Hasta que se inclinó sobre mí para dejarme recostado sobre la cama y meterse entre mis piernas.

Todo estaba ocurriendo muy rápido. Debo admitir que no supe cómo reaccionar cuando estiró una de sus manos a mis piernas y la acarició con lentitud. Recorrió un sinfín de veces desde mi rodilla hasta mi trasero; mi short quedaba más arriba con cada vez y su mano lograba descubrir más y más piel.

¿Qué está pasando?, pensé.

Entonces, sentí su aroma. Una mezcla de pánico con excitación. Sus manos temblaban y sudaban, incluso podía sentir cómo su respiración se agitaba más de lo normal.

Bajó sus besos a mi cuello y yo me incliné un poco para darle más acceso. Jungkook mordió sobre la zona y sus brazos temblaron, poniendo en juego su estabilidad.

Se tambaleó y yo alcancé a sostenerlo de la cintura. 

—Hey —dije con una sonrisa—. ¿Qué pasó?

Jungkook se alejó un poco de mí y cerró sus ojos con fuerza.

—Lo siento. Soy un idiota. No sé cómo hacer esto —confesó, angustiado—. Ni sé cómo lograr besarte los pies… ¿O eran las axilas? —Negó con frustración—. Ya ni recuerdo qué tenía que hacer. Me pongo nervioso.

Me reí.

—¿Besarme qué? ¿De qué estás hablando, Jungkookie? —pregunté, confundido.

Él soltó un suspiro y se sentó nuevamente.

—Yo quería… —Se cubrió el rostro—. Yo quería hacerte el amor, pero no sé cómo llevar esta situación.

Oh.

—Jungkookie…

—No, no —interrumpió—. Ya sé lo que me vas a decir, y no. No quiero eso. No quiero que me ayudes y no quiero que me enseñes. Mi único deseo era impresionarte y no hacerte pasar un mal momento.

Cada palabra que decía me sorprendía más que la anterior. ¿Por qué estaba pensando en algo así? ¿Acaso se había sentido presionado por mí?

—Dime que no lo estás haciendo porque crees que yo quiero tener sexo —murmuré, miedoso. Él negó—. Jungkook, por favor, no te sientas presionado por mí. Yo puedo esperar.

—No es eso. Yo realmente quiero esto y estoy seguro de ello —soltó, decidido—. Quiero hacer el amor contigo, es lo único que soñé y siempre quise.

«Boom. Boom».

Los latidos de mi corazón estaban enloquecidos y las palabras se atoraron en mi garganta. Sonreí y escondí mi rostro, enternecido.

Nunca en mi vida me hubiese imaginado a Jungkook preocupado por algo así. Me mordí el labio inferior.

—Deja de pensar en eso, Gguks —pedí con una sonrisa—. No necesitas saber nada.

—¡Sí que necesito! —insistió—. Soy tan patético.

Negué, y antes de que llegase a cubrirse la cara nuevamente, lo detuve.

—No lo eres y créeme que estás muy lejos de serlo —musité—. Nadie nace sabiendo, Jungkook, y mucho menos vas a estar preparado para un momento así. Es algo que ocurre de manera instintiva, ni siquiera vas a tener que pensarlo demasiado. Solo sucede y ya…

Soltó un suspiro con pesadez. Estaba preocupado y lo podía notar en su mirada. Me extendí hacia él y tomé su rostro entre mis manos. Le sonreí.

—Yo tengo muchas cosas que aprender de ti. Esta experiencia será nueva para ambos, te lo aseguro.

Soltó un suspiro.

—Vayamos lento —sugerí—. Tenemos muchas cosas que aprender.

—Pensé que no querías ir lento —reiteró con un puchero.

No pude evitar reír.

—Eres demasiado tierno —dije, sonriente. Me incliné hacia él y le di un beso en la mejilla—. Hazme caso, ¿sí? Haremos el amor, pero no te estreses por algo que debería ser hermoso.

—No quiero decepcionarte. Realmente es lo último que deseo —enfatizó, apenado.

—No lo harás. —Me quedé mirándolo por varios segundos, hasta que simplemente me decidí a decirlo—: Será la primera vez que ambos hagamos el amor y la experiencia nos sorprenderá a ambos.

Levantó su mirada y brilló como nunca. Se acercó a mí y me abrazó con una pequeña sonrisa en su rostro. Había logrado calmar su pesar y ahora hasta su aroma se sentía más relajado.


Taehyung le avisó a Jungkook por mensaje que tendríamos una cena en «familia» y que, por supuesto, estábamos obligados a asistir.

Al principio pensé que mi compañero se iba a negar, pero, para mí sorpresa, estaba más que emocionado por ir —o mejor dicho, por no cocinar—. Luego de almorzar, nos fuimos a dormir un rato, ya que después de varias noches sin descansar de la manera correcta nuestro cuerpo estaba comenzando a sentirse bastante agotado.

Ese fue nuestro primer error, porque ambos nos quedamos dormidos. El sonido del celular nos despertó a las ocho de la noche con un Taehyung un tanto alterado. Ni siquiera me hizo falta escuchar lo que le decía a Jungkook para saber que todos nos estaban esperando y que teníamos que apresurarnos por llegar.

Me arreglé lo más rápido que pude y, mientras Jungkook terminaba de arreglarse también, me encargué de darle comida a Bam. Salimos del departamento a las nueve menos diez de la noche.

—La abuela va a estar muy feliz con nuestra tardanza —dijo él con una pequeña mueca.

Se detuvo por el tráfico que había. Lo miré y fui cautivado por su imagen. La noche estaba calurosa, por lo que se había formado una fina capa de sudor en su frente. Llevaba una camisa blanca, con los primeros botones desabrochados, unas bermudas de color negro y unas sandalias con abrojos.

Estaba bronceado por el sol. En su nariz y mejillas había un suave tono rojizo que le daba un aspecto cálido y bastante encantador. Su cabello caía sobre su rostro y a cada rato se lo apartaba con un pequeño movimiento de cabeza.

—Mierda —masculló. Pasó su lengua sobre sus labios y sentí mi cuerpo estremecerse.

Echó su cabeza para atrás y soltó un pequeño gemido.

JUNGKOOK GIMIÓ DE LA FRUSTRACIÓN A MI LADO.

Temblé y me pregunté por qué había hecho tal cosa. ¿Acaso me quería matar?

Tragué saliva y clavé la mirada en el camino.

Haberme enterado de que Jungkook quería tener sexo conmigo me había puesto los pelos de punta. Él había provocado una sensibilidad tan grande en mi cuerpo que cualquier palabra, ruido o gesto que hiciera me parecía una insinuación. Eso me hacía enfurecer porque sabía que tales acciones no cuadraban con la personalidad de Jungkook.

Cerré mis ojos y conté hasta diez.

Tengo que tranquilizarme, pensé, y, justamente, eso intenté hacer durante toda la noche. Lamentablemente, las cosas estuvieron muy lejos de ser tranquilas.

Cuando llegamos al restaurante, todos nos miraron con mala cara. El primero en quejarse por nuestra tardanza fue Yoongi y realmente estaba furioso.

—¡Menos mal! Estaba a punto de pedir algo. Tengan compasión por este pobre ser que se está volviendo loco a causa del hambre. —Llevó la mano a su vientre—. Es muy pequeño para exponerlo a situaciones así.

Solté una risa y me senté en uno de los asientos vacíos al lado de Seokjin. Fue ahí cuando escuché la voz de Jungkook.

—Déjame sentarme ahí —demandó a Taehyung.

El castaño elevó una ceja y negó de inmediato.

—Quiero estar al lado de mi abuelita, así que siéntate aquí. —Movió la silla a su lado—. No te pasará nada por no sentarte frente a Jimin.

Jungkook estuvo a punto de protestar, pero negué con la cabeza y él comprendió de inmediato que no valía la pena ponerse a pelear. Tomó asiento frente a Seokjin, de modo que los cuatro quedamos cruzados.

Jungkook y Seokjin enfrentados; Taehyung y yo también.

—Tardaron mucho en llegar —dijo con una sonrisa la abuela Jeon—. ¿Todo en orden? ¿Qué les pareció el departamento?

Miré a Jungkook y este contestó con una sonrisa.

—Es hermoso. Ya estrenamos cama y todo.

Quise gritar. No podía decir eso sin que nadie lo llegara a mal pensar, ¿no? ¿O acaso soy el único que puede leer un doble mensaje?

Solté una risa y de inmediato aclaré:

—Se refiere a que dormimos la siesta.

La mirada de todos recayó en mí. Claramente nadie necesitaba una aclaración, pero mi cerebro estaba tan alterado que me hizo creer que era sumamente necesario.

La abuela Jeon sonrió, confundida, pero decidió ignorar aquel comentario.

—Imagino que necesitaban descansar, así que me alegra que el lugar les haya resultado cómodo. —Miró en dirección a Hyejin y Namjoon, desviando toda la atención hacia ellos.

La cena transcurrió con normalidad. Si bien la atención de todos estaba sobre mi relación con Jungkook, intentaban no sofocarnos con preguntas —lo cual agradecí demasiado—. Descubrí muchas cosas esa noche.

La primera fue que Jungkook, al ser chef, era bastante exigente y molesto con la comida. Nadie le preguntaba su opinión pero él la daba, incluso nos comentaba los consejos que le daría a los cocineros para mejorar aquellos platos.

—Es innecesario utilizar tanta salsa —indicó—. La pasta solo necesita una pequeña porción. Esto parece un río, solo siento el tomate.

Todos los mirábamos con atención, como si realmente entendiéramos su queja.

—Debe ser insoportable cocinarle —comentó Jihyo con una sonrisa—. ¿Cómo lo haces, Jimin?

Sonreí y me encogí de hombros.

—Yo no sé cocinar, pero él me tiene paciencia y disfruta de mi comida —mentí, y Jungkook puso sus ojos en blanco.

—En realidad, él nunca cocina. La comida siempre la hago yo y Jimin ayuda con los platos —explicó—. Es trabajo en equipo, yo soy el chef y él el lavaplatos.

No pude evitarlo y le saqué el dedo medio frente a todos.

—Hay niños presentes, amor —me retó con una sonrisa. Luego me guiñó el ojo y me lanzó un besito que me logró desestabilizar por completo.

Me está provocando, ¿no? ¡ESO ES UNA PROVOCACIÓN!

Tragué saliva y me quedé tenso, mirándolo. Estaba consiguiendo alterarme, pero ahí estaba él, tranquilo, comiendo su pasta.

Lo segundo que descubrí fue que algo pasaba entre mi hermano y Taehyung. Cada tanto se miraban y se sonreían como si compartieran un secreto muy íntimo. Si los mirabas demasiado, se ponían nerviosos y empezaban a ignorarse.

Hice una mueca y le di un sorbo a mi bebida. Estaba acabando mi primera copa de vino, Jungkook apenas comenzaba la suya y Taehyung ya estaba por la tercera. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, los ojos le brillaban de una manera curiosa y su sonrisa era tan pícara que me llevó a pensar que planeaba algo.

—Y, cuenten —dijo mi padre en mi dirección—. ¿Para cuándo los cachorros?

Mi madre lo golpeó suavemente.

—No los presiones, Park.

Me reí y algo rozó mi pierna. Por instinto, lo primero que hice fue mirar a Jungkook, quien me levantó las cejas de manera juguetona.

¿Qué carajo?, pensé y, con una sonrisa, respondí:

—Aún somos jóvenes. En unos años más, posiblemente, la mesa tenga que ser más grande.

Todos comenzaron a hablar unos encima de los otros, mientras que algo comenzaba a acariciar mi pierna. Un pie subía y bajaba, acariciándome y tratando de llamar mi atención.

Conseguido.

Miré nuevamente a Jungkook y él se lamió los labios. Mi cuerpo se tensó y quise creer que tal vez era una pequeña muestra de amor.

—Hace calor, ¿no? —preguntó, y agarró el menú para comenzar a abanicarse.

—No tanto —respondí, mientras sentía cómo las caricias llegaban hasta mi rodilla. Pensé que eso lo iba a detener, pero solo me sonrió e inclinó suavemente su rostro.

Intenté ser disimulado y bajar la mano para apartar el pie. Seokjin se quedó mirándome, confundido, e intentó ver por debajo de la mesa.

—¿Todo en orden?

Asentí en respuesta. Miré al causante de aquella incomodidad y noté que sus mejillas estaban rojas. No dejaba de abanicarse y se desprendió los siguientes botones de la camisa.

—Está insoportable el clima, no bromeo —dijo en dirección a sus padres—. ¿Será que tienen el aire prendido?

—Eres bastante sensible para trabajar al lado de una cocina —respondió, inmediatamente, su hermana mayor.

—Soy caliente por naturaleza —soltó y me miró con una sonrisa.

¿Qué?

Todos rieron, menos yo.

Jungkook estaba realmente caliente o… ¿era yo? Por poco, su camisa no estaba completamente desprendida. Una fina capa de sudor se extendía por su frente y, con la copa de vino en su mano, no podía verse más excitante.

Dio un sorbo y dejó su bebida sobre la mesa, luego pasó su mano por su pecho y yo sentía que poco a poco perdía la cordura. Un ruido extraño se escapó de mi boca cuando sentí nuevamente las caricias sobre mi pierna.

Todos me miraron y yo apoyé mi frente sobre la mesa, avergonzado.

—¡No me siento bien! —solté.

—Es el calor —agregó Jungkook—. Está sofocante aquí adentro.

Levanté mi cabeza y le respondí:

—Cierra la boca.

—Vamos al baño, así nos remojamos un poco —invitó, mientras alejaba su silla de la mesa.

El pie se apartó rápidamente de mí y me ahogué.

¿Qué? ¿Aquí? ¡No! ¿Qué le pasa?

—¡Olvídalo! —solté rápidamente.

No me puede estar haciendo esto, pensé.

—Ay, qué sensible que estamos —respondió él y se levantó con el ceño fruncido—. Ya vengo, voy al baño; y, si quieres, te espero ahí.

No dije nada, solo cerré mis ojos con lentitud.

—La camisa, Jungkook —avisó Seokjin—. No seas exhibicionista.

Antes de irse, se mordió el labio de manera juguetona y comenzó a prenderse los botones.

Tuve paz cuando sentí que se alejaba. Pensé en darle una charla cuando llegáramos al departamento; me encantaba que fuera juguetón, pero no me gustaba que lo fuera estando nuestra familia presente.

Respiré profundamente y miré a Seokjin, quien estaba sumamente concentrado en su bol con helado. Sonreí y le pregunté si le gustaba, él asintió, emocionado, mientras explicaba lo mucho que amaba el helado.

Y ahí fue cuando las cosas se pusieron extrañas.

Miré a Taehyung, quien tenía su copa en mano y miraba a mi hermano con el ceño fruncido; algo le molestaba.

—¿Hay un olor fuerte o soy yo? —preguntó Yoongi, mientras arrugaba la nariz y comenzaba olfatear el ambiente.

Pensé que se podía tratar de mí y me sentí bastante avergonzado. Entonces percibí nuevamente una caricia sobre mi pierna.

Jungkook no estaba en su asiento.

Miré a la persona frente a mí y su mirada fija sobre mi hermano. Las caricias avanzaron y cruzaron un límite cuando llegaron a mi entrepierna.

¡Y JUNGKOOK NO ESTABA EN SU ASIENTO! ¡NO PUEDE SER

Pateé la silla de mi cuñado, provocando que él caiga hacia atrás, y me levanté de golpe. Lo miré, aterrado, mientras que todos nos miraban sin entender qué pasaba.

—No me digas que… —murmuró desde el piso y se llevó las manos a la cabeza—. ¡NO! ¡ME EQUIVOQUÉ!

—¡TE VOY A MATAR! —le grité, escandalizado, mientras que él comenzaba a reírse.

Muchos comenzaron a preguntar qué pasaba, incluido Jungkook, quien recién llegaba a la escena con el pelo mojado.

—¿Qué hace Taehyung en el piso? —preguntó, agitando su cabeza.

Lo miré y sus mejillas aún seguían sonrojadas.

Él en serio sentía calor.

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