15. [ jk's version ]
Jimin se tapó el rostro luego de pronunciar las siguientes palabras:
—Ah, no sé si estoy seguro de querer escuchar esta parte.
Me quedé mirándolo por unos segundos y noté cómo su cuerpo emitía un escalofrío. No pude evitar reírme suavemente al ver la imagen que tenía de mí.
—Yo creo que te vas a decepcionar bastante.
No esperé una respuesta y hablé.
Esa tarde huí de mi casa cargando con un corazón hecho pedazos. No escuché las advertencias de mis padres y corrí en busca de algo que aliviara mi dolor. Ese algo era Haewon, así que fui a su hogar, dispuesto a hacer lo necesario para distraer mi cabeza.
Recuerdo que me paré en la puerta de su casa e imploré por su perdón.
—Anoche no podía dejarlo ir. Era muy tarde —me excusé—. Si le pasaba algo no iba a poder aguantar el cargo de mi consciencia. Hae, yo quería quedarme junto a ti, lo juro.
Por cada mentira, sentía cómo mi corazón se iba endureciendo poco a poco, mientras que el rostro de ella me regalaba la pista de que muy pronto me iba a terminar perdonando. No tardé mucho en lograrlo, recuerdo que me sonrió y se acercó a besarme.
—Eres tonto, me hiciste enojar mucho —dijo sobre mis labios.
Sonreí, y no porque estuviera feliz, sino porque sentía que había ganado. Llevé mis manos a su cintura y le pregunté si estaba sola. Haewon me respondió que su madre no estaba y yo lo interpreté como una señal.
En mi cabeza, el sexo era algo sumamente importante —bueno, hasta el día de hoy lo es—. Yo creía que algo tan íntimo solo se debía hacer con el amor de tu vida, pero tú no me habías esperado y yo tampoco tenía por qué hacerlo. Intenté aliviar mi dolor haciéndote daño de la misma manera en la que tú me lo habías hecho. ¿La diferencia? Nada salió como yo esperaba.
Al principio todo iba bien. Nos besamos y la adrenalina de querer llevar a cabo tal acto aceleró mi pulso. Pero, a medida que los minutos iban pasando, mi cuerpo comenzó a actuar de manera extraña.
La miraba y simplemente no podía sentir nada. Se sentía tan mal hacer eso que un escalofrío me recorrió y de golpe te recordé. Se me vinieron a la cabeza todas las noches que dormiste a mi lado y yo te miraba, y no era la misma magia. No se sentía como en mis sueños y no creía que tu dolor fuera a aliviar mi corazón.
Mi cuerpo se paralizó y ella se desvistió frente a mí. Mis manos sudaban y sentía mis latidos tan fuertes que comencé a asustarme, ella lo notó y me preguntó:
—¿Estás bien?
Negué y después asentí.
—Sí, solo estoy nervioso —comenté, desviando mi mirada de su cuerpo—. Es mi primera vez.
Ella se sintió enternecida y me prometió ayudarme a no cometer errores. No sabía qué responder.
—Yo no sé si pueda hacer esto —dije, luego de un par de segundos.
—¿A qué te refieres? —preguntó.
Me tapé el rostro y admití con pena que no estaba listo para hacer algo así. Ella creyó que era por la vergüenza de tener sexo, pero en realidad yo no me sentía listo para soltarte. Recuerdo que se vistió nuevamente y luego se sentó en mis piernas.
—Está bien, esperaré el tiempo que sea necesario.
Me reí con rabia, no me gustaba sentirme de esa forma.
—Debes pensar que soy patético.
—No, no. No pienso eso —respondió de inmediato—. De hecho, es tierno y me gusta que hayas sido honesto conmigo.
Me sentía tan mal por su bondad. Yo estuve a punto de usarla y no se merecía algo así. La abracé y me escondí en su cuello, ni siquiera sé cuánto tiempo pasó, pero no tenía la valentía para mirarla a los ojos.
Ella pasó toda la tarde hablándome de la importancia de estar listo para situaciones así y que no debía sentirme avergonzado de ello. Yo apenas la escuchaba, mi nariz aún sentía el aroma de Mingyu impregnado en tu cuerpo. Me largué a llorar y cuando su mirada cambió, creo que ella entendió que mi angustia no era solo por ese momento.
—Está bien —murmuró, acariciando mi cabello—. Lo que sea que esté pasando, prometo que dejará de doler.
Jimin, yo intenté dañar una relación que ni siquiera teníamos, pero no pude.
Pasé la tarde junto a ella y luego volví a casa. Sabía que mis padres me iban a castigar, pero, para mi sorpresa, una cabellera blanquecina me esperaba.
—Bueno —me interrumpió—, lamento haber llegado a tu cabeza en el momento inapropiado. —Su voz denotaba culpa, pero algo me decía que no era precisamente eso por lo que se estaba disculpando.
—Hay veces donde hacemos cosas sin meditar las consecuencias, pero de eso se trata la vida, ¿no? De cometer errores y aprender. Al contarte esto, no quiero que sientas culpa o que creas que eres mala persona por las decisiones que tomaste. —Suspiré—. Hace mucho tiempo que dejé de buscar un culpable y solo acepté que todos fuimos víctimas de nuestra inmadurez.
Las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Jimin.
—A veces siento que mi dolor ensució el recuerdo de la persona que eres —admitió con pena, mientras agachaba la mirada—. Durante mucho tiempo te pinté como el villano y al final creo que yo lo era.
Negué inmediatamente y lo abracé cuando rompió en llanto.
—No, no eres ningún villano. Nadie lo es… —Me reí—. Tal vez Mingyu sí, pero solo porque no lo quiero, no porque sea mala persona.
Jimin se rio entre lágrimas.
—No sé si alguna vez quise hacer daño, yo solo quería aliviar el dolor de mi corazón —confesó—. Pensé que no me querías, Jungkook. Pensé que todo era unilateral.
Levanté mis cejas con sorpresa.
—Te dije que te amaba una noche de invierno en medio de la calle. Armé toda una escena dramática y me arrodillé frente a ti, ¿todo para que siguieras pensando que era unilateral? —Chasqueé mi lengua—. Ah, creo que voy a tener que dejar de ser tan dramático y empezar a ser más directo.
Ambos nos reímos.
—Existieron dos momentos que lograron hacerme clic. Dos situaciones que me hicieron cambiar de mentalidad, el primero fue la charla con mi abuelo y el segundo la fiesta de Seungkwan.
—¿La fiesta de Seungkwan?
—Posiblemente no la recuerdes, pero esa noche pasaron muchas cosas interesantes.
Luego de haber estado con Haewon, llegué a casa y mis abuelos me estaban esperando. Taehyung estaba sentado al lado de nuestra abuela y recuerdo que se acercó a su oído, le susurró algo y volvió su mirada a mí. Ella comenzó a negar con decepción mientras mi hermano sonreía con maldad.
Ni siquiera quería imaginar lo que le había contado a mi abuela. Pensé que ella iba a retarme porque sus ojos verdosos me miraban con severidad, y siempre que se trataba de llamarnos la atención era ella quien tomaba la iniciativa, pero esta vez fue mi abuelo quien habló.
—Jungkookie —llamó—, ¿me acompañas a dar un paseo?
Asentí con un poco de vergüenza y me preparé mentalmente para la peor llamada de atención de toda mi vida.
Durante cinco minutos caminamos en silencio por las calles. Estaba oscureciendo y me sentía extraño de estar en esa situación. Mi abuelo nunca fue un alfa que interviniera demasiado, siempre permanecía en silencio y nos observaba atentamente. Que nos llamara la atención o que quisiera charlar conmigo tal vez era una señal de que muy posiblemente me iban a quitar el apellido o que quizás me iban a dar en adopción. Pasaron tantas cosas por mi cabeza que me sorprendió cuando habló.
—Tus padres y Taehyung me contaron lo que sucedió esta mañana. —Pensaba en que ojalá la familia que me acogiera fuera amable y no tuviera más hijos, no quería tener otro Taehyung—. Debo admitir que me sorprendió escuchar aquel relato.
Me quedé en silencio y solo agaché mi cabeza con vergüenza.
—Pero entendí por qué lo hiciste. —Lo miré con ojos expectantes y él me regaló una pequeña sonrisa—. Es difícil amar y que las cosas no salgan como esperas, ¿no? —Asentí y él soltó un suave suspiro—. Cuando era joven, era aún más impulsivo que tú, y créeme que sé lo difícil que es controlar las emociones. No me siento orgulloso de que hayas cedido ante la violencia, nunca hubiese esperado algo así de ti, pero no estoy aquí para hablar de eso porque estoy seguro que tus padres ya te han llamado la atención.
—Dijeron que iba a ser castigado de por vida —confesé—. Abuelo, yo no sé qué pasó por mi cabeza en ese momento, pero me arrepient… —Me detuve—. Bueno, no tanto.
Él soltó una risa y con ella alivió la tensión que estaba teniendo en ese momento.
—Imagino que nada bueno pasó por tu cabeza en ese momento, y es normal, después de todo, tu corazón y tu lobo fueron heridos.
—Jimin… él… me hizo pedazos.
—Y es válido, muy posiblemente él también estuviese de esa manera, pero no puedes enojarte con él solo por intentar seguir adelante.
Lo miré y fruncí el ceño con enojo. No entendía qué me estaba queriendo decir y algo me decía que tampoco quería hacerlo.
—Él no está queriendo seguir adelante, él solo intenta hacerme daño.
—¿Cómo es que estás tan seguro de ello? ¿Te lo dijo? —Me quedé en silencio–. Lo supuse. Jungkook, que sean el primer amor del otro no significa que deban estar juntos.
Que mi abuelo me dijera algo así se sintió con una puñalada. Apreté mis puños y quise gritarle que si yo estaba así era por culpa de todos ellos. Tantas veces habían intentado meter en mi cabeza que nuestro amor era algo tan puro y único que ahora yo creía que era así. ¿Cómo me iba a soltar tal barbaridad? ¿Acaso se estaba escuchando?
—No me malinterpretes, niño. No estoy diciendo que nunca vayan a estar juntos, sino que quizás aún no es momento. ¿Cómo van a estar seguros que lo que sienten es amor si nunca han estado con otras personas? —preguntó.
Escandalizado, respondí:
—¡Porque estoy seguro de lo que siento! Sé que lo amo y no necesito estar con nadie más para confirmarlo.
—Entonces, espéralo. No puedes someterlo a que esté contigo en este momento. Quizás él sí necesita estar con alguien más para saber que realmente te ama.
No entendía qué me estaba diciendo o quizás no me cabía en la cabeza la posibilidad de que alguno de los dos tuviera dudas de lo que sentía por el otro.
—Jungkook, necesitan crecer —continuó—. Tienen tan solo diecisiete años, apenas están aprendiendo de la vida y no es correcto volverse loco por estas cosas.
—Jimin estuvo… —No podía pronunciar aquellas palabras y no sabía si me correspondía decirlo tampoco—. Yo esperaba que todo fuera distinto, yo quería ser el primero en todo y que él lo fuera para mí.
—En vez de querer ser el primero, deberías preocuparte por ser el último. Ese puesto es el que realmente vale. —Sonrió—. Deja que Jimin sea libre, que tenga otros amores, que experimente y crezca. Dale la oportunidad de que te siga escogiendo porque ese es el mayor premio. También date la oportunidad de crecer, conocer a otras personas y aprender a amar.
—Yo no puedo hacerlo, no puedo pensar en otra persona que no sea él —confesé rápidamente—. Ni siquiera puedo… Agh, es tan difícil. Yo quiero que sea Jimin.
—Lo sé, Gguks. Sé que debe ser difícil, pero nadie te está pidiendo que renuncies a tus convicciones. Solo quiero que entiendas que tus elecciones no van a ser las mismas que las de Jimin y que, aun así, ninguno está mal. Tú puedes escogerlo a él para ser el primero en todo, pero él te puede escoger para que seas el último, y será aún mejor si lo piensas.
»Porque si Jimin te sigue escogiendo a pesar de haber tenido otros amores, eso solo significa que nadie ha tocado su corazón como lo has hecho tú y eso te llenará más que ser el primero.
Me quedé en silencio. Sabía que tenía razón, incluso me había emocionado escuchar algo así, pero el miedo de no ser escogido estaba ahí y se lo dije.
—¿Y si no me escoge? ¿Qué pasará si él no me elige?
—Si eso llega a pasar, lo vas a superar. Jungkook, ¿de qué te servirá tener a tu lado a una persona que no te amará de la misma manera que lo haces tú? No mereces eso, nadie lo merece. Por eso debes ser paciente, para que el día de mañana no te arrepientas de ninguna de tus próximas decisiones. Confía en Jimin y en su amor, todo saldrá bien.
Él tenía razón, debía confiar en ti.
Sus palabras hicieron un clic en mi cabeza. Recuerdo que respiré profundamente, cerré mis ojos y te deseé lo mejor. Tomé la decisión de esperarte y desde entonces lo he hecho.
Luego llegó la fiesta.
Para ese momento, ya habían pasado varios meses y para todos yo era un verdadero hijo de puta en el instituto. No me angustiaba demasiado, era divertido tener la imagen de chico malo cuando creo que estaba muy lejos de serlo.
Seungkwan no se aguantó y le contó a uno de sus amigos que la pelea entre Mingyu y yo había sido por tu amor. Entonces empezó el debate de quién era mejor alfa para ti. Muchos susurraban en los pasillos y se preguntaban entre ellos a qué team pertenecían. La mayoría solía decir que si tú habías elegido a Mingyu era por algo y que eso hablaba bastante mal de mí.
Entonces me hice mis primeros tatuajes y me creé la mejor reputación de todas. Cada vez que alguien me hablaba, hacía idioteces como abrir demasiado los ojos mientras decía frases bastante cuestionables. Estaba en la fase más inmadura de todas y me encantaba.
De alguna manera, eso me ayudó a dejar de preocuparme tanto por tu relación con Mingyu. Le hice caso a mi abuelo y te dejé ser libre, eso nos llevaba a crear escenitas en público, como cuando teníamos opiniones diferentes en clase.
Jimin se rio.
—¿Recuerdas esos debates? Terminaban con la profesora amenazándonos con llevarnos con el director.
—Era bastante divertido, yo había comenzado a disfrutar nuestras peleas. Pero mis preferidas eran las que tenía con Mingyu.
A ese idiota se le habían subido los humos a la cabeza. Lo habías escogido y para él eso significaba ganar, pero también era una debilidad y yo amaba utilizarla en su contra. Cuando entrenábamos, recuerdo que le preguntaba cómo estabas o le decía que eras muy lindo. Sabía que me tenía miedo y que siempre estaba esperando una maldad de mi parte.
Un día llegué un poco lejos y aquí va mi confesión.
Fuimos amigos por tanto tiempo que para mí era normal tener cosas tuyas. Mientras jugábamos con los chicos en mi habitación, Hansol encontró la colonia que tú siempre usaste.
—¿Por qué tienes esto aquí? —preguntó—. Si Hae lo siente se volverá loca.
Me encogí de hombros y se la quité de las manos. Fue de inmediato que se me metió en la cabeza que debía usarla, así que la dejé sobre el escritorio y al día siguiente me la coloqué para el entrenamiento.
Todos en el equipo se dieron cuenta de que era tu colonia; la mayoría, por supuesto, supo que se trataba de una jugada sucia de mi parte, pero Mingyu no. En dos horas de práctica, no pudo concentrarse, estaba muy nervioso y preocupado porque tu perfume favorito estaba sobre mí.
Era tan divertido para mí que no podía dejar de mirar su cara. Yo en serio me había tragado el personaje de villano y lo estaba interpretando como si mi vida dependiera de ello. Además, él amaba ser el chico perfecto y sé que se aprovechaba de la imagen que yo tenía.
Cuando terminó la práctica, él me agarró del brazo y me llevó lejos de todos.
—¿Qué piensas que haces?
Nunca esperé que me fuera a enfrentar, todo lo contrario, pensé que haría lo mismo de siempre y se quedaría callado. Pero debo admitir que al enfrentarme generó cierta satisfacción en mí, porque terminó confirmando lo que pensaba… Mis acciones le afectaban bastante.
—No entiendo, ¿de qué hablas? —pregunté, haciéndome el desentendido.
—No seas cínico, Jungkook. El papel de malo no te queda, así que deja de intentar meterte en mi relación con Jimin porque no vas a lograr absolutamente nada. Supéralo, así como él ya te superó a ti.
Ah, cómo me hizo enfurecer que tuviera el coraje de decir tales cosas.
Le sonreí.
—¿En serio crees que él me superó? —pregunté con voz suave. Luego solté una risa—. Pensé que eras tonto pero no tanto. ¿En serio crees que puedes competir conmigo? —Me acerqué a él lo más que pude y levanté las cejas—. Solo quiero recordarte que nunca serás más que una segunda opción. Jimin solo está contigo porque pensó que yo nunca le prestaría atención, así que no te creas más que eso. Una vez se cansé de ti, te dejará y volverá corriendo a mí.
Bajé mi mirada a sus manos y lo vi apretar los puños. Cerró sus ojos con fuerza y una sonrisa se formó en mi rostro. Debo admitir que siempre admiré el autocontrol que tenía sobre sí mismo, porque yo me hubiese reventado la cara.
No dijo nada, solo se marchó y me dejó con la satisfacción de haberlo afectado.
—Ahora entiendo.
Miré al omega frente a mí.
—¿Ahora entiendes? —repeti.
—Sí, entiendo por qué andaba tan extraño.
Hice una mueca.
—Ah, es mi culpa. ¿Lo siento? —Jimin puso los ojos en blanco—. Sí, ya sé que estuvo mal, pero él también era un idiota por dejarse afectar. Yo en su lugar me hubiese reído.
—No te hubieses reído, lo hubieses golpeado.
—Posiblemente. —Me encogí de hombros—. Pero no es mi culpa que él no sepa hacerse respetar.
El rubio soltó un aroma amargo y no pude evitar reírme.
—No es gracioso, tú no sabes todo lo que le afectó ese comentario.
—Y pido perdón por eso, pero ustedes se encargaron de crear esa imagen de mí y yo me la tomé a pecho.
—¿Ahora la culpa es de nosotros? —preguntó elevando una ceja.
—Un cincuenta por ciento, vamos mitad y mitad —bromeé y él negó de manera incrédula—. Igual, Jims… Habló en serio cuando digo que lo siento, esa misma noche me arrepentí de lo que hice.
—¿Esa misma noche?
—Sí. En la fiesta los vi pelear y me sentí muy culpable de ello.
Es verdad que mi objetivo era afectarlo, pero nunca esperé que mis palabras fueran a tener repercusión en su relación.
En la fiesta los vi pelear, recuerdo que él te reclamaba y te preguntaba si realmente era una segunda opción.
—¿En serio vas a escuchar a Jungkook? —preguntaste, furioso—. De todos los que pueden llegar a decir cosas, él es a quien menos debes creerle.
—Es que yo no sé si realmente lo soy o no. Ni siquiera quieres conocer a mis padres, tampoco tienes interés en ser mi novio y realmente me estoy preguntando hacia dónde va nuestra relación.
Decidí no escuchar más, no me pareció correcto, y me fui con un pesar bastante grande. No duré mucho, mi conciencia comenzó a mortificarme. Así que decidí irme bastante temprano.
Llegué a mi casa y, como estaba solo, me puse a cocinar algo. Durante todo ese tiempo, no dejé de pensar en que quizás debería haber sabido cuándo parar. Nunca me planteé en que en ese juego de herirlo también te estaba lastimando a ti.
Me detuve y me agarré la cabeza.
—¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué soy tan idiota? —me pregunté y quise que una segunda voz interviniera para darme algún tipo de respuesta.
Lo único que sentí fue un ruido seco contra la puerta trasera. Fruncí el ceño y con cierta inseguridad me acerqué. Pensé varias veces en ignorar aquel ruido, pero finalmente decidí abrirla y cuando lo hice te caíste en mis brazos.
Apenas podías mantenerte de pie. Tus mejillas estaban rojas y tenías el ceño fruncido.
—¡Suéltame! —dijiste, o bueno, eso entendí. Me empujaste y acaté tu orden, pero nuevamente tropezaste.
No me dejaste agarrarte, solo te quedaste en el piso y comenzaste a hacer un berrinche. Susurrabas cosas con mucho sentido y otras que no alcanzaba a entender.
Decías cosas como:
«Te odio tanto que desearía no conocerte».
«Eres lo peor que me pasó. ¿Por qué no me puedes dejar ser feliz?».
«¿Cuánto tiempo voy a tener que esperar para no verte nunca más?».
«Estás arruinando mi vida».
Cada frase era un puñal directo al corazón. Solo te miraba y escuchaba en silencio, sentía que tal vez querías desahogarte. Te dejé hacerlo, pero a su vez solo sentía que me estabas acusando y tratando de dejarme como el malvado. Como si yo no hubiese sufrido, como si no me hubieses visto llorar implorando tu perdón.
Estabas tan ocupado haciéndote la víctima que te olvidaste de que yo también era una.
Me senté frente a ti y te dije:
—Yo también te odio.
Eso te dejó callado y tus ojos se llenaron de lágrimas. Me saltaste encima y me quisiste golpear, pero estabas demasiado borracho para lograr algo. Lloraste sobre mi pecho y yo también lo hice.
Era la primera vez que nos rompíamos juntos y fue el momento más doloroso que viví, porque también sentí todo tu dolor.
—Te amo tanto que ya me duele hacerlo —confesaste con voz ahogada—. Ya no aguanto esto, por favor, quítamelo.
—Jimin, si supiera cómo hacerlo te juro que lo haría.
Negaste.
—No lo harías porque amas verme sufrir por ti.
—No digas eso.
Levantaste la cabeza y me miraste, había tanto dolor y enojo que no sabía qué hacer. Pensé que me ibas a golpear, que me ibas a seguir atacando, pero me besaste.
Nuestro primer beso fue entre lágrimas, gritos y enojo. No se sintió bien, pero estábamos tan desesperados que ni siquiera me importó.
Llevé mis manos a tu cintura y dejé que te sentaras en mis piernas. Nos besamos de manera hambrienta, con tanto deseo, odio y rabia que llegué a pensar que era un beso asesino.
Agarrabas y tironeabas mi cabello con fuerza, mientras que mis dedos se clavaban en tu cintura. Llevaste las manos hasta el borde de mi camisa y me di cuenta lo lejos que podíamos llevar ese momento.
Pero no te dejé.
Te agarré del rostro y te di un último beso. No quería que nuestra primera vez fuera contigo en ese estado, ni siquiera eras consciente de lo que estábamos haciendo. No era correcto, ni siquiera ese beso lo era.
Te alejé y me dijiste:
—¿Ahora me rechazas? Pensé que me amabas.
No te contesté, cualquier respuesta que diera iba a ser incorrecta. Me levanté del piso y comencé a buscar mi teléfono.
«Nos arruinaste la vida».
Marqué el número de Seokjin.
«Mingyu no es una segunda opción».
Cerré mis ojos.
«Eres un hijo de puta».
—¿Jungkook?
—Seokjin, ¿cómo estás? Quería preguntarte si puedes venir a busc…
«Elegiría a Mingyu mil veces antes que a ti».
—¿Jungkook?
—¿P-puedes venir a buscar a Jimin?
—¿Jungkook? ¿Qué pasa? ¿Estás llorando? Mierda, voy para allá.
Seokjin colgó la llamada. No dijiste nada más, me volteé y vi cómo te quedabas dormido en el piso.
Me habías roto el corazón una vez más y dormías como si nada.
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