12

Nos sentamos los tres en la sala. Jungkook a mi lado, la señora Song frente a nosotros.

—Tú y las galletas —le dijo, con una sonrisa, al alfa a mi lado—. ¿Aún se las sigues haciendo diariamente?

—Por supuesto —respondió—, todos los días galletas. Creo que ya empezó a odiarlas. Así que no se extrañe si no las come. —Me miró y señaló con su cabeza la mesita—. Te traje unos cupcakes, espero que te gusten.

Mi mente recordó a Mingyu y mi estómago se revolvió. ¿Alguna vez iba a cocinar algo que pudiera comer sin traerme recuerdos? ¿Cómo se los rechazaba sin que se ofendiera?

—Ah. —Sonreí y coloqué las manos en mis rodillas. Estaba intentando disimular mis nervios, pero algo me decía que en cualquier momento mi aroma me iba a delatar. Me reí—. ¡Qué rico! Cupcakes…

Me extendí y tomé la taza de chocolate. Gracias a la sagrada luna, la señora Song cambió de tema y se lo agradecí desde lo más profundo de mi corazón.

—¡Las maravillas que te debe cocinar este muchacho! —Juntó sus manos a la altura de su pecho—. Recién hablábamos con Jimin, él me comentó que hace unos meses están juntos.

—Siete meses y trece días de puro amor y felicidad —contestó Jungkook con una sonrisa.

Tal vez está sobreactuando un poco, ¿no?

Puse mis ojos en blanco.

—Eso dice ahora, pero cuando se enoja empieza a los gritos y me dice que ya no me aguanta. —Lo miré y levanté mis cejas—. No quieras quedar bien frente a la señora Song.

La omega se rio de manera encantada. Jungkook quería vender una pareja romántica de ensueños, yo una real.

—¿Pelean mucho?

No dejé que respondiera, simplemente me adelanté.

—Decir mucho es poco. Siempre me lleva la contra y eso me hace enojar muchísimo.

—Es que Jimin es terco como mula, uno le dice las cosas y no las comprende —atacó el alfa a mi lado—. Siempre quiere tener la razón y no puede aceptar que a veces no la tiene.

—Siempre tengo la razón, lo sabes. —Lo miré frunciendo el ceño.

—Además, tiene complejo de víctima. —¿En serio acaba de decir eso?—. Él siempre es el pobre chiquito y yo el mal lobo que quiere dañar su corazón. No se deje engañar por esa carita bonita, es bastante manipulador.

Giró su rostro en mi dirección y me sonrió dulcemente. Yo lo miraba fijo, tratando de contener mis deseos de armar un gran escándalo.

—¿O no, mi rubiecito? —preguntó, estirando su mano hasta mi barbilla y dándome una caricia ligera.

—No mientas, no me gusta ser la víctima. —Hice un puchero.

—No, solo te gusta dramatizar las cosas por demás —respondió.

—Eres malo conmigo. —Me crucé de brazos fingiendo enojo. Jungkook empezó a reírse y me abrazó, luego comenzó a dar besitos sin parar en mis mejillas.

—Pero debo admitir que me encanta el drama que le da a mi vida. —Miró a la mujer sin soltarme—. No sé qué haría sin él.

La omega sonrió, enternecida, y le dio un sorbo a su chocolate.

—Se ven tan bien juntos. Imagino que ya tienen muchos planes en pareja, ¿no?

Jungkook respondió esta vez.

—Bastantes, pero nos estamos tomando todo con tranquilidad. Hemos pasado una vida siendo amigos, y ahora que estamos llevando la relación a otro nivel, intentamos disfrutar cada segundo al máximo.

—Es lo correcto, aún son jóvenes y se nota en sus miradas el amor y las ansias de formar una manada juntos —señaló—. Ahora, no quiero ni pensar en cómo los deben estar presionando por los cachorros sus padres.

Una sonrisa se formó en mi rostro de manera inconsciente, no solo por saber qué iba a responder Jungkook, sino también por su aroma alegre.

El alfa que estaba a mi lado claramente tenía grandes deseos de ser papá.

—¡Muchísimo! —contestó de inmediato—. Yo he hablado con Jimin de que me gustaría tener cachorros, pero es claro que aún somos jóvenes. Además, no es una decisión que me corresponda a mí. Él es quien debe tener los deseos y yo lo voy a apoyar cuando esté listo.

—¿Y si nunca tengo deseos de ser papá? —pregunté en voz bajita, mirándolo.

Jungkook me miró e hizo puchero.

—Entonces no seremos papás y para mí estará bien. Mientras esté a tu lado, serás la única manada que necesitaré para ser feliz.

Sentí mi corazón enloquecerse y una risita encantada se me escapó.

—Eres adorable —murmuré. Apenas me daba cuenta de la cercanía que había entre nosotros.

¿Tan metidos estábamos en el papel que ninguno se sentía incómodo?

—Sé que soy adorable, pero no más que tú.

Llevé una mano a mi pecho y solo estábamos nosotros dos. Sentía su respiración, sus latidos. Mi atención estaba puesta en su aroma, su voz y esos hermosos ojos.

¿Podría ser más hermoso el alfa frente a mí? Pensé en nuestros cachorros y en lo que me gustaría que heredaran de cada uno. Me derretí ante la imagen.

—Sí quiero tener cachorritos —aclaré—. Te aviso así no te pones triste.

Jungkook se rio encantado, y fue un impulso, tal vez por su sonrisa o el hecho de que por un segundo sentí que en verdad éramos pareja, pero lo tomé suavemente de la barbilla y le di un besito en los labios. Fue suave y pequeño, de tan solo unos segundos, pero con el amor necesario para alborotar todo mi interior.

Cuando me separé de él, me di cuenta de lo que había hecho. Me miraba sorprendido, como si no esperara tal acción de mi parte. Si soy honesto, yo tampoco lo haría.

Por la luna, ¿qué me acaba de pasar?

—Ah, Jungkookie, no sientas vergüenza —soltó la señora Song—. Mi niño, se te ha puesto toda la cara roja.

Jungkook me soltó de golpe y se tapó el rostro, avergonzado. Se rio y movió sus piernas, emocionado.

—¡Es que cada beso que me da se siente como el primero para mí! —soltó, encantado, luego suspiró y me miró.

La señora Song no se equivocaba, su rostro estaba rojo, pero lo más destacable para mí era el brillo de su mirada y gran sonrisa.

Nunca me voy a poder olvidar de ella.

Permanecí durante varios minutos en shock. Mi cabeza intentaba procesar qué había hecho y por qué.

Ah, es tan frustrante no encontrar una respuesta.

Terminé mi chocolate y, luego, la señora Song me preguntó sobre mi carrera. No tardé demasiado en caer ante la emoción que me invadía al hablar de lo que tanto me gustaba hacer. La mujer no dejó de prestar atención en ningún momento, incluso preguntaba y me pedía consejos sobre diseño.

Tuve la oportunidad —por segunda vez en una semana— de comentar sobre mi proyecto final. Jungkook tenía su cabeza apoyada en mi hombro y no dejaba de mirarme, había algo mágico en sus ojos que no me permitía dejar de sonreír cuando le echaba un vistazo.

—Eso suena tan increíble —apoyó la señora Song.

Jungkook inmediatamente intervino:

Jimin es increíble. He tenido la oportunidad de ver sus bocetos y es impecable en sus trabajos.

—Solo exagera —contesté con una sonrisa y llevé mi mano a su mejilla—. Él es increíble cocinando, tiene un talento natural.

La omega nos sonrió y lo miró. Luego preguntó:

—Imagino que pronto abrirás tu propio restaurante, ¿no?

El alfa a mi lado soltó un suspiro y se apartó un poco de mí.

—Algo así, lo he tenido en mente, pero se necesita un gran capital para poder invertir. Estoy trabajando con el fin de conseguirlo —explicó con una sonrisa.

Lo miré, sorprendido. No tenía idea de los planes que Jungkook tenía para su futuro y aquella declaración me había tomado por sorpresa.

—¿Abrirás un restaurante? —murmuré en voz bajita. Él me miró y se empezó a reír.

—Te lo comenté y todo. —Miró a la señora Song y me señaló—. Ve que no me escucha. Ese es otro de los motivos por lo que tanto peleamos.

Me reí y arrugué la nariz, haciéndome el desentendido.

—Me dijiste que sería una pastelería y ahora va a ser un restaurante. —Suspiré—. Siempre me cambias la versión.

—En realidad, me gustaría que el enfoque del lugar fueran los postres —admitió—. Que todos se sientan motivados a venir a almorzar o cenar sabiendo que el postre que les espera será como tocar el cielo.

Un pequeño «Oh» se me escapó de la boca y comencé a asentir, encantado con la idea.

—No dudo en que algo así tendría éxito, adoro los postres así que yo sería un cliente recurrente.

Jungkook me abrazó por los hombros y, riendo, me dio un besito en la mejilla.

—Sé que amas los postres, por esa misma razón se me ocurrió ese lugar. De esa manera siempre te tendría junto a mí.

Me quedé mirándolo, ya no sabía distinguir entre lo que decía con sinceridad y lo que era pura actuación. Sonreí y él continuó explicando sus planes.

—Jimin dentro de unos meses se va a recibir y, honestamente, me encantaría que esté a cargo de los diseños del lugar. Sé que hará un trabajo sorprendente, por eso mismo es que también estoy atrasando un poco el proyecto. Me falta el arquitecto. —Se quedó mirándome por unos segundos con una sonrisa pequeña, pero que a la vez estaba llena de amor—. Después de todo, él siempre fue mi mayor motivación para dedicarme a la cocina.

Se acercó para robarme un beso, pero corrí mi rostro y este terminó en una de mis mejillas. Jungkook me hincó las costillas inmediatamente y yo solté una risa. Continuó hablando mientras me abrazaba por los hombros y yo me apoyaba en él.

Por un segundo me distraje y no pude evitar pensar en nuestro pasado. Quizás, esta sería nuestra realidad si las cosas hubiesen sido diferentes. Seriamos una pareja con proyectos en común y que se ama profundamente, pero el destino dispuso otro planes para nosotros.

Solo estamos actuando. Nada de esto es real, pensé, y eso logró entristecerme un poco. 

Entrelazó su mano con la mía y, durante el tiempo restante en ese hogar, no me soltó. Estuvimos allí hasta que el sol se ocultó y la mujer no dejó de estar alegre ni un solo segundo, lo cual me hizo feliz. Cuando llegó el momento de despedirnos, nos abrazó a ambos con amor.

—No saben cuánto alegró mi corazón verlos. Espero que pronto se repita.

—Seguro —contesté, luego miré a mi supuesta pareja—. Podemos venir uno de estos días nuevamente. Estaremos aquí por un par de semanas más.

Jungkook asintió y la abrazó.

—En estos días vendremos nuevamente, no se preocupe.

—Los estaré esperando —finalizó y, sin más, nos marchamos tomados de la mano.

A pesar de habernos alejado lo suficiente de la casa de la señora Song, ninguno soltó la mano del otro, y caminamos por la orilla de la playa sin decir una sola palabra. No era un silencio incómodo el que había, sino uno que valía mucho más que todo aquello que podríamos llegar a decir.

Entonces, recordé algo y tuve la necesidad de decirlo.

—Gracias por haber estado conmigo cuando más lo necesité —dije y él levantó su mirada, confundido—. Cuando mi abuelo enfermó, a pesar de que teníamos una relación complicada, decidiste estar a mi lado. Nunca te lo dije antes, por eso mismo tenía que decirlo ahora.

Jungkook sonrió.

—Siempre que me necesites estaré para ti, aunque el tiempo pase y me odies.

Me reí y le di un pequeño empujón con mi cadera.

—Nunca te he odiado, lo sabes.

—No me mientas, sé que lo has hecho y no te culpo. Durante mucho tiempo me comporté como un idiota contigo y sé que nunca voy a poder justificarme, pero espero poder contarte todo aquello que pasaba por aquí y aquí. —Llevó una mano a su cabeza y luego a su pecho.

Me quedé mirándolo y decidí que no deseaba una cita para hablar de nuestro pasado. No quería retrasar más esto, necesitaba respuestas de inmediato antes de que los fantasmas que nos perseguían terminaran ganando la batalla.

Lo halé suavemente de la mano y lo llevé a nuestro rincón en el mundo. Aquel al que recurríamos cuando éramos niños para solucionar todo aquello que nos distanciaba. Al principio, Jungkook se mostró confundido, pero cuando interpretó mis intenciones me siguió el paso de manera decidida.

Cuando llegamos, me di cuenta de lo pequeña que era la roca en comparación a cuando eramos niños. Me reí y me senté, él se acomodó a mi lado. La marea tocaba los dedos de mis pies, y el agua se sentía tan fría que me causó un escalofrío.

—Estoy listo. Quiero escuchar tu versión de todo esto.

Jungkook se me quedó mirando. Me agarró de sorpresa cuando se acercó a mí y, con suavidad, me robó un beso.

—Antes necesitaba recuperar el beso que me robaste en casa de la señora Song —murmuró sobre mis labios, mientras que yo seguía sorprendido por su actuar. Sonriendo, acarició mi rostro y confesó—: Siempre lo odié y siempre lo voy a hacer, porque se metió con lo único que me importaba en este mundo. Tú. Me arrepiento de tantas cosas, pero nunca de todo lo que le hice a él, porque nunca le voy a perdonar que se enamorara de ti.

—¿Por qué? Tú también te enamoraste de alguien más, Jungkook.

Él negó rápidamente y cerró sus ojos con lentitud.

—Nunca he amado a nadie más que a ti.

Y Jungkook comenzó a contar su versión.

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