11
—Es horrible, es un tipo terrible —habló Yoongi con rabia—. No puede ser tan egoísta, no quería estar contigo, pero tampoco quería que estuvieses con alguien más. ¿Se puede ser más nefasto?
Abrí mi boca y mi hermano inmediatamente supo qué iba a hacer. Levantó su dedo y no me dejó hablar.
—No lo justifiques. Tenían la edad suficiente para saber qué hacían.
Seokjin estaba extrañamente silencioso, así que lo miré y le pregunté qué pensaba.
—Creo que entiendo qué pasaba por su cabeza.
Yoongi se giró de golpe y lo miró fijamente.
—Ilumíname porque yo todavía no lo comprendo.
Nuestro hermano mayor respiró profundamente y, luego de mirarlo mal, comenzó a hablar.
—Sabes, si hay algo malo con los Park, es la presión que siempre han puesto sobre nosotros —habló en voz baja—. Siempre han querido unir nuestras familias. Lo intentaron conmigo y Hyejin, y no lo lograron porque ambos fuimos omegas. Luego esperaron que Jihyo fuera un alfa, tampoco lo consiguieron. Naciste tú. —Señaló a Yoongi—. Hicieron todo lo posible para emparejarte con Taehyung y… —su voz tembló y luego agitó su cabeza intentando concentrarse—, tampoco funcionó.
»Luego nacieron Jungkook y tú, y desde pequeños notaron que había algo diferente en ustedes. Eran tan solo bebés y Jungkook lloraba si no estaba a tu lado. Cuando revelaron sus géneros, todo encajaba. Eran inseparables y ambos se complementaban. Pero se veían como amigos.
—Jimin no lo veía como un amigo —interrumpió Yoongi—. ¿Acaso escuchaste las dos horas de historia?
Seokjin agarró un almohadón y se lo lanzó a Yoongi. Hoseok lo atrapó antes de que tocara a su pareja.
—Bueno, no peleen. Somos todos del mismo team. —Me señaló—. Y tú, chiquito lindo, deja que Seokjin termine su punto.
Yoongi puso los ojos en blanco y se quedó en silencio.
—La cosa es que… —prosiguió mi hermano mayor—. Se veían como amigos y es lógico, Jimin incluso lo mencionó, eran niños y en su mente no cabía la posibilidad de ser algo más. De golpe, eso cambia. Los comentarios, las bromas, la llegada de Mingyu a la vida de Jimin.
Fruncí el ceño.
—¿Qué tiene que ver Mingyu?
—Mingyu llegó cuando tenía diez años, lo recuerdo. Taehyung me contaba cómo Jungkook lloraba porque pensaba que lo ibas a cambiar por él.
Oh…
—Además, ni siquiera se comunicaban. Ambos hacían cosas infantiles, porque yo no voy a aplaudir lo que hiciste con Mingyu, lo usaste y eso está mal —me retó—. Jungkook era infantil porque Jimin también lo fue y siempre jugaron a atacarse utilizando a otros.
—Él es team Jungkook, no lo quiero en esta habitación —dijo Yoongi, mientras lo señalaba.
Solté una carcajada y Seokjin respiró profundamente con frustración. Antes de poder decir algo más, Hoseok intervino; gracias a eso estoy seguro que también evitó una pelea entre mis hermanos mayores.
—Bueno, yo estoy neutral —aclaró Hoseok—. Es obvio que Seokjin se puede sentir un poco identificado y por eso empatiza con Jungkook. Por otro lado está Yoongi, quien siempre tuvo un instinto sobreprotector por ti, así que claramente no lo va a apoyar. —Sonrió—. Ahora, yo no estoy en ningún team, así que puedo dar mi opinión de la manera más honesta posible.
—Hazlo —invité.
—Yo creo que ambos están mal. Sí, eran jóvenes inexpertos, pero aún así sabían lo que hacían, por eso es que se cuestionaban si estaban haciendo las cosas bien. Ahora, si no sabías qué pasaba por la mente de Jungkook, mínimo deberías haber hablado con él —dijo con tranquilidad—. Eran niños que jugaban a hacerse daño.
—Tienes razón, amor —apoyó, sonriendo, Yoongi.
—¡PERO SI ESO DIJE YO! —gritó, escandalizado, Seokjin—. ¡ES EXACTAMENTE LO MISMO, PERO CON OTRAS PALABRAS!
—Cierra la boca, Hopa está hablando.
No dije nada, solo pude reírme. Ellos hacían que el momento no fuera tan tenso, sabía que estaban peleando solo para hacerme reír.
—Mejor cortemos la historia aquí —dije, estirandome—. Me duele la espalda y ya me cansé de las memorias.
—Oh, yo quería saber qué pasaba —dijo, con un puchero, Hoseok.
—Mañana nos puede seguir contando —contestó mi hermano, mientras se escondía en los brazos de su pareja—. ¿Me haces cariñito en el pelo? Tenemos sueño.
Esa fue mi señal para levantarme de la cama.
—Voy a bajar, tengo que terminar algunas cosas para la universidad.
—Eres libre —murmuró Yoon.
Salí de la habitación, mientras que Seokjin continuaba molestando a nuestro hermano. Sentí los quejidos y las risas de parte de Hoseok, e incluso a Jin pidiéndole que le deje hablar con nuestro sobrino.
Ah, mi hermano se estaba ganando un buen golpe.
Cerré la puerta a mis espaldas, y cuando me giré en dirección a las escaleras, me encontré a Taehyung. Estaba apoyado en la pared, con los brazos cruzados y una expresión bastante inquietante.
—¿Necesitas algo? —pregunté, elevando una ceja.
Él negó.
—No, solo escuchaba —admitió—. Sabes, hay algo muy curioso en todo lo que contaste.
Fruncí el ceño y me crucé de brazos inmediatamente.
—¿Lo hay?
—Ajá. Déjame que te comente. Resulta que yo conozco la historia que acabas de contar, pero de una manera bastante diferente —dijo, con una pequeña sonrisa—. En la tuya faltan algunos detalles y sobran algunos otros.
Me reí.
¿Me estaba llamando mentiroso?
—Bueno, quizás te contaron una versión un tanto alterada. Dicen que hay que escuchar ambas campanas, ¿no?
—No sé cuál versión es más creíble. —Hizo una pausa—. En una mi hermano es agresivo y tú eres el pobre chico con el corazón roto que no sabe qué hacer. En la otra, solo hay tres niños con el corazón roto y con sentimientos que no saben manejar.
Se encogió de hombros y yo no dejé que continuará.
—No esperaría menos. Es muy común en los Jeon tratar de quedar como los buenos, ¿no?
—O tal vez es muy común en los Park tratar de quedar como las víctimas. —Se rio—. Igual, muy buen relato, para la próxima puedes intentar escribir un libro.
La sonrisa de mi rostro se borró.
—No estoy mintiendo, todo eso pasó y lo sabes.
Taehyung asintió rápidamente.
—Claro que sé lo que pasó, pero hay cosas que no cuentas y eso no me agrada. Esas galletas no eran para ella y no lo dijiste. Él te siguió esa noche y lo ignoraste, dijiste que no te llamó y sí lo hizo. ¿Por qué los engañas, Jimin? —preguntó con el ceño fruncido—. ¿Por qué te engañas a ti mismo?
Me quedé congelado. ¿Qué se respondía a eso?
—Contar esos detalles no hubiese cambiado lo que sucedió —murmuré—. Él le dio las galletas, la besó y golpeó a Mingyu.
—Jungkook estaba tan profundamente enamorado de ti que es injusto que hables así de él.
—Yo también lo estuve —solté, sin dudar—. Y tampoco le importaron mucho mis sentimientos. No mentí, conté todo exactamente como pasó y por más detalles que agregara no iba a cambiar todos los errores que cometió.
Taehyung soltó una risa con rabia y negó con un poco de incredulidad. Estaba molesto y se notaba en su aroma.
—No entiendo, Jimin. Parece que quieres convencerlos de que Jungkook es el malo para que ellos te convenzan de que él no es para ti. Por eso hablabas tan bien de Mingyu, ¿no? —Elevó una de sus cejas—. Es eso, estás tratando de convencerte a ti mismo. Vamos, Jimin. Eres más inteligente que esto.
Me reí.
—¿Por qué no te metes en tus asuntos? Ya tienes de qué preocuparte con Seokjin en vez de andar escuchando conversaciones ajenas —solté con enojo—. Tu hermanito está grande para defenderse solo.
—Pero él no está aquí para hacerlo. —Me miró detenidamente y luego señaló la habitación donde estábamos—. Jungkook adora a tus hermanos, tanto a Seokjin como a Yoongi. ¿Crees que no se dará cuenta de que hablaste mal de él con ellos? ¡Eso no se hace, Jimin!
—Yo solo les conté lo que nos pasó. Nuestra historia, Taehyung —expliqué, ya agotado—. ¿En serio crees que conté todo eso alegre? A mí también me rompe el corazón recordar todo, ¿y sabes por qué? Porque lo amo y busco que alguien me diga que todo no es tan grave. Que algún día todo el daño que me hizo va a desaparecer de mi cabeza y vamos a poder comenzar de nuevo.
El alfa soltó un suspiro y se acercó a mí para abrazarme. Estuve a punto de empujarlo, pero lo dejé hacerlo. Realmente lo necesitaba.
—A mí también me duele esto, Taehyung. —Las lágrimas habían comenzado a caer por mis mejillas—. Tanto que no te das una idea. Lo extrañé, lloré tantas noches por él que ahora no sé qué hacer. Necesito que alguien me diga que puedo perdonarlo, pero una parte de mí tiene miedo de nunca lograrlo.
Su mano acariciaba mi espalda mientras que yo me desahogaba. Nunca me imaginé que iba a llegar a vivir una situación así. Taehyung y yo nunca fuimos muy cercanos, pero ahora él me estaba consolando.
—Ay, pequeño —murmuró suavemente—. Él se siente igual que tú. Tiene tanto miedo que no puedas perdonarlo que sus noches no dejan de ser un martirio. Deben hablar y tratar de solucionar las diferencias que tienen, de esa manera van a encontrar una respuesta. Ambos lo harán.
Nos quedamos así por unos segundos, hasta que la puerta se abrió y yo decidí alejarme. Seokjin salió y nos miró confundido.
—¿Pasó algo? —preguntó, y yo rápidamente negué en respuesta.
—Taehyung vino a invitarte a caminar, es solo eso —Sonreí y miré en dirección al alfa—. Voy a tomar tu consejo, hablaré con él. Gracias.
—Oh, sí. Es lo mejor —respondió, un tanto extrañado. Luego miró a Seokjin y, con una sonrisa, preguntó—: ¿Entonces dices que sí al paseo?
No esperé la respuesta de mi hermano. Decidí que era mejor dejarlos tranquilos, por eso mismo me marché.
Tal vez había llegado el momento de hablar con Jungkook de algunas cosas, ¿no?
Estuve sentado en el sofá al menos por media hora. No había señales de Jungkook por ningún lado y supuse que muy posiblemente estuviese caminando por la playa.
Respiré profundamente pensando en cómo abordar aquella conversación que teníamos pendiente. Taehyung me había hecho sentir culpable y ahora me cuestionaba mis propios recuerdos.
Sí recordaba a Jungkook siguiéndome esa noche, tomándome del brazo y pidiéndome que vuelva a su casa.
«Jimin, déjame explicarte. Por favor, hablemos» me decía, y yo no hacía otra cosa que tratar de zafarme de su agarre.
Yo no quería escucharlo, me atrasaba. Yo debía llegar rápido a la casa de Mingyu, ya que de esa manera todo el dolor de mi corazón iba a desaparecer.
Llevé las manos a mi cabeza y pensé en las palabras de Taehyung.
«Esas galletas no eran para ella».
Mi pecho dolió y tomé la decisión de que sería mejor hablar con él. No me demoré mucho en salir de la casa, solo me calcé y tomé un abrigo.
El sol estaba escondiéndose y el clima no tardaría en refrescar. Salí y busqué con la mirada al alfa. Lo encontré rápidamente.
Estaba parado a la orilla, observando a Bam jugar con el agua. La brisa le golpeaba el cabello y suspiré ante la imagen. Podría pasar horas de mi vida observando lo etéreo que se veía.
Me acerqué y me di cuenta lo cerca que estaba de nuestra roca. Me pregunté si era apropósito, si tal vez me estaba esperando.
Él me sintió y me observó rápidamente, luego volvió a fijar su vista en el mar. No sabía qué debía decir, muy posiblemente siguiera enojado por lo del supermercado.
Cerré mis ojos y decidí tragarme el orgullo. Lo mejor era pedir disculpas.
—Yo… —carraspeé—. Lamento lo de esta mañana, me porté de manera incorrecta frente a Haewon.
Jungkook soltó una risita y chasqueó su lengua mientras metía las manos en sus bolsillos.
—Estamos a mano. —Me miró—. Ya sabes, por lo de tu cita con Mingyu. Aunque me sorprende que no te hayas dado cuenta de que estaba embarazada, era bastante evidente.
No me iba a dar cuenta nunca. Él fue y la abrazó, era obvio que mi mente se iba a concentrar solo en eso. ¡Me estaban carcomiendo los celos!
Por supuesto, nunca iba a admitir eso.
—A veces no me doy cuenta de las cosas.
—No me digas. Si no me lo cuentas, no me entero —comentó con claro sarcasmo y una gran sonrisa—. Está bien, sabes que no puedo enojarme contigo.
Nos quedamos en silencio por algunos segundos, mientras que Bam saltaba y jugaba con el agua.
Quise romper el hielo mencionando al perrito, así que le pregunté:
—¿Hace mucho lo adoptaste?
Jungkook negó y sonrió ampliamente.
—Aún es cachorro, por eso es tan inquieto. El entrenador me dijo que a medida que pase el tiempo va a empezar a comportarse mejor, pero, por mientras, debo jugar mucho con él así gasta sus energías —contó.
Sus ojos brillaban y eso me hizo sentir algo extraño en el estómago.
—Como los niños —comparé—. Cuando son pequeñitos hay que jugar mucho con ellos y, a medida que crecen, se vuelven más tranquilos.
Jungkook se rio.
—Nunca imaginé escuchar esa comparación, pero es así. Aunque tú nunca fuiste tranquilo, pasaba el tiempo y más revoltoso te ponías.
Me reí con él, y agradecí que el ambiente tenso, poco a poco, se fuera desapareciendo.
—Jungkook —llamé y él me miró inmediatamente—, creo que sería mejor hablar sobre algunas cosas, ¿no lo crees?
Él respiró profundamente y asintió con lentitud.
—¿Ya te sientes listo? —No respondí—. Si no te sientes preparado para ello, puedo esperar. Nadie nos apura, Jimin.
Negué.
—Quiero respuestas, Jungkook. Siento que me estoy volviendo loco y él único que puede aclarar todas mis dudas eres tú.
Se me quedó mirando y abrió su boca para contestar, pero fuimos interrumpidos por los ladridos de Bam. Ambos nos volteamos y observamos que el cachorro comenzaba a saltar emocionado alrededor de una señora mayor. Jungkook no tardó en reaccionar y se acercó corriendo.
—Mil disculpas —lo escuché decir cuando me acerqué—. Aún es cachorro y se emociona cuando ve a desconocidos.
Olfateé y reconocí el aroma de la mujer. No pude evitar sonreír.
—¿Señora Song? —pregunté, y ella se tapó rápidamente la boca al verme.
—¿Jimin-ah? —Miró a Jungkook—. Oh, y el pequeño Kookie. ¡Están enormes!
Una extraña nostalgia me invadió al ver a la abuelita con la que pasábamos las tardes junto a Jungkook. También recordé a mis abuelos y no pude evitar acercarme para abrazarla. Ella no tardó en responder.
—Mi niño bello, estás tan hermoso. ¿Cuántos años han pasado? Eran tan solo unos niños cuando los vi por última vez.
Le sonreí y ella en segundos atrapó a Jungkook para abrazarlo.
—¿Vinieron de vacaciones? —interrogó.
—Sí, nuestras familias decidieron organizar sus horarios y venir a la casa de la playa —contó el alfa.
—Hace años que no hacían eso. La última vez fue cuando su abuelo aún estaba aquí. —Me miró—. Ah, Jiminie, el barrio es tan silencioso desde que no están todos aquí. Nos falta la alegría del abuelo Park.
—¿Del viejito cascarrabias? —recordé con una sonrisa—. A todos nos hace falta su alegría, no sabe cuánto lo extrañamos.
La señora Song nos sonrió y luego miró hacia atrás. Su cabello estaba abundante en canas y su piel ya no era tan tersa como recordaba en mi niñez.
—¿Tienen tiempo para una chocolatada? —preguntó—. Me encantaría poder sentir sus aromas nuevamente en mi hogar.
Miré a Jungkook y le sonreí.
—Nos encantaría —respondió—. ¿Me esperan allí? Voy a llevar a Bam a casa.
Le extendí mi brazo a la señora Song y ella lo tomó de inmediato.
—Así será.
La señora Song fue una persona bastante importante en nuestra infancia. Su esposo y ella fueron muy amigos de nuestros abuelos, por ende, siempre los veíamos cuando estaban de visita.
Vivían a tan solo unas casas, y en nuestra infancia siempre íbamos a tomar la media tarde con los abuelos Song. Ellos no tenían nietos, por eso mismo amaban mimarnos como si fuéramos suyos.
Cuando ingresé a su hogar, recordé el delicioso aroma a jazmines y menta. Sonreí, porque olía a mi infancia.
—Todo sigue igual —murmuré con nostalgia, y pasé mi mano sobre un par de muebles.
—Desde que mi amado no está conmigo, se me hace imposible cambiar las cosas de lugar. —Suspiró—. JongSuk amaba su hogar y apreciaba que cada cosa tuviera su espacio.
—Lo debe extrañar mucho —señalé con tristeza, y ella asintió suavemente mientras se dirigía hacia la cocina.
—Tanto que no te das idea. Él era mi compañero y mi amor. —Comenzó a preparar el chocolate—. Siempre que observo como Jungkook te mira, lo recuerdo y mi corazón no puede evitar sentirse enternecido.
Sonreí, pero decidí quedarme en silencio. No sabía qué responder ante aquella declaración.
—¿Hace mucho tiempo que están juntos? Con JongSuk siempre hablábamos de la bonita pareja que hacían. Él habría estado encantado de verlos.
Abrí mi boca, y estaba seguro que si ella hubiese visto mi rostro, habría notado cómo mi corazón se rompía.
—Hace tan solo un tiempo —contesté con vergüenza—. No demasiado, unos meses.
¿QUÉ ESTOY HACIENDO?
La mujer se volteó y me sonrió.
—Siguen manteniendo la misma mirada de cuando eran niños. Debe ser hermoso estar con tu primer amor. —Suspiró y llevó las manos a su pecho—. Quiero saber absolutamente todo, no sabes la alegría que has traído a mi corazón.
—Cuando Jungkook llegue, le podemos contar ambos —dije, y deseé que en mi voz no se notara el nerviosismo.
Estaba metiéndome en grandes problemas, pero no podía romper sus ilusiones. Era una abuelita, y su mirada cambió tanto cuando mencionó una posible relación entre Jungkook y yo.
Hace mucho rompí las ilusiones de mi abuelo y aún cargaba con su mirada llena de tristeza. ¡No soportaría otra mirada así!
Pasamos diez minutos preparando el chocolate. Ella me enseñó cómo lo hacía con la intención que pudiese hacerlo cuando Jungkook y yo tuviéramos ganas. En ningún momento dejó de mencionar a su esposo, lo cual era una caricia para mi corazón.
—Perderlo fue como perder una parte de mí. Todos los días lo extraño, no sabes cuánto deseo poder decirle nuevamente que lo amo —dijo con un deje de tristeza—. Nunca pierdas la oportunidad de recordarle tu amor.
Sus palabras fueron muy dolorosas. Perder a tu compañero de vida es algo que afecta demasiado la vida de los lobos.
No es nuevo saber que nuestro lobo se enamora una sola vez en la vida. Quizás el lado humano puede enamorarse y fijarse en varias personas, pero cuando el lobo elige… no existe algo más fuerte que ese amor.
Lo comprendí por mis abuelos. Ellos se amaron desde muy pequeños y su amor fue digno de una gran comedia romántica. Pasaron su vida juntos, y cuando acabó, ambos se fueron con diferencia de unas semanas.
—Siempre que te veo, recuerdo a mi mejor amigo —comentó con una sonrisa—. Eres el que salió más parecido a él. Tienes sus ojos y su bonita sonrisa.
Una sonrisa se me formó en el rostro y agaché la mirada con vergüenza. Mi abuelo omega era una belleza y que me dijeran eso era un verdadero halago.
—Muchos suelen decirlo —admití—. La diferencia es que él era rubio, lamentablemente no heredé eso.
La señora Song agitó su mano.
—Es lo de menos. Ni se nota que está teñido. —Señaló mi cabello, luego llevó una mano a su pecho—. Cuando tu madre me mostró que te habías teñido, sentí que estaba viendo a Bonhwa. No pude evitar romper en lágrimas, Jiminie.
Me acerqué y la abracé con delicadeza.
—Él la adoraba tanto, por algo me compartía con usted —me reí—. Entre nosotros, yo era su nieto favorito y se ponía bastante celoso cuando alguien se me acercaba.
Ella soltó una risita y seguido a eso, sentimos que alguien llamaba a la puerta principal.
—Debe ser tu novio —soltó con emoción. Se limpió las manos—. Iré a abrir, no despegues la mirada del chocolate porque se puede quemar.
Solamente asentí y esperé de todo corazón que no dijera nada frente a Jungkook. Al menos hasta que pudiera explicarle qué estaba ocurriendo.
Mientras estaba vigilando el chocolate, escuché voces. Primero la de Jungkook, luego la de la señora Song y finalmente dos más.
¿Acaso eran Seokjin y Taehyung?
El alfa llegó a la cocina con una gran sonrisa. En su mano traía una bandeja con galletas y masitas dulces, eran las mismas que había hecho la noche anterior.
—Seokjin y Taehyung están saludando antes de ir a tomar algo por ahí.
—¿Van a salir? —pregunté con una sonrisa. Él asintió en respuesta mientras levantaba sus cejas de manera juguetona. Me reí—. ¿Quién lo diría, no?
—¡Todos estábamos esperando eso! Ojalá tengan una charla que les sirva para aclarar todo.
—¿Como la que tenemos que tener nosotros? —interrogué con una sonrisa.
Jungkook abrió los ojos ampliamente y se apoyó en la mesa con una expresión bastante cómica.
—¿Acaso es una indirecta para que te invite a tomar algo?
—Me alegra que puedas captar fácilmente.
Ambos nos reímos y decidí que no debía esperar más. Tenía que mencionarle lo que la señora Song pensaba de nosotros dos.
—Ella cree que somos pareja —murmuré bajito. Su expresión cambió a una de sorpresa y confusión—. No pude aclarar que no. Mi corazón no iba aguantar esa mirada de decepción y tristeza. —Tapé mi rostro—. Sé que está mal, pero no podría romper otro corazón.
Mi voz sonó ahogada por mis manos. No podía mirarlo a los ojos y admitir que había mentido sobre nuestra relación. ¡Era tan infantil e inmaduro no poder aclarar algo tan pequeño!
Jungkook respondió unos segundos después.
—Ah, yo tampoco podría —respondió con voz risueña—. Siempre que le menciono a mi abuela que no hay nada entre nosotros, me mira con decepción. Ya no soy su nieto favorito. —Me reí y él hizo una pequeña pausa—. Entonces… ¿Tenemos que actuar?
—¿Crees poder hacerlo? —Lo miré, aún escondido detrás de mis manos—. Solo debemos tratar de no hablar uno encima del otro y responder una pregunta cada uno.
Jungkook estiró su mano hasta mi cabeza y revolvió mi cabello.
—Hasta planeado lo tienes, me encanta. —Bajé mis manos y él no perdió la oportunidad de acariciar mi mejilla—. Hagámoslo, evitemos romper el corazón de otro abuelito.
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