08
Darme cuenta que estaba enamorado de Jungkook fue uno de los momentos más duros de mi adolescencia. Quizás porque fue en el escenario menos esperado, y también porque lo que siguió al descubrimiento no fue muy agradable.
Para ese momento teníamos quince años. Éramos dos adolescentes con las ideas revueltas y apenas estábamos comprendiendo todos los cambios que estaban ocurriendo en nuestra vida.
Ese día Jungkook jugaba con el equipo de volleyball. Él era el capitán y yo amaba ir a los partidos para apoyarlo.
Nuestra vida y amistad ya había cambiado bastante, no solo por los límites que nos habían impuesto nuestros padres, sino también por algunas cosas que nosotros mismos causamos.
No estábamos muy felices de que la gente nos estuviera emparejando constantemente, o, al menos, él no lo estaba.
Una de esas tantas cosas que habían cambiado era la cantidad de tiempo que yo pasaba junto a «nuestro» grupo de amigos. Al ser un omega, Jungkook me repetía de manera insistente que debía asociarme con lobos de mi mismo género.
«Los alfas somos brutos y tontos, tú no eres así y debes buscar amigos que te hagan sentir cómodo. Ya sabes, estar entre los tuyos».
Al principio no lo entendía, sentía que me estaba rechazando por ser diferente. Con el tiempo me di cuenta de que era verdad que los alfas eran idiotas, y él era el claro ejemplo de ello.
Fue ahí cuando comencé a buscar mis propios amigos, quienes, casualmente —y no porque yo los haya ayudado—, terminaron en pareja con muchos de los amigos de Jungkook. Los únicos que quedaban solteros eran Mingyu, Jungkook y yo.
Ese día, todos habíamos quedado en apoyar a los chicos, así que éramos cuatro omegas en la tribuna apoyando al equipo del instituto.
Jungkook estaba dando todo de sí mismo, tal y como siempre lo hacía. Una de sus características más distintivas era su talento para hacer absolutamente todo bien y más cuando se trataba de los deportes. Era increíble y eso él lo sabía.
Su equipo iba ganando y estaban a tan solo unos minutos de ganar, pero, para asegurarse de la victoria, dio un salto e hizo un remate que les permitió tomar una ventaja de tres puntos.
Lo primero que hizo fue girarse hacia la tribuna en la que estábamos y levantar sus brazos festejando. Me buscó con la mirada y, al encontrarme, me sacó la lengua.
Le puse los ojos en blanco, pero de manera inconsciente tenía una sonrisa en mi rostro. Antes del partido, en broma le dije que iban a perder y él se lo había tomado a pecho. Por cada punto que anotaban, me miraba y me hacía gestos para decirme «no soy un perdedor».
Eso me encantaba de él.
Seungkwan, uno de mis amigos, suspiró a mi lado.
—Te está dedicando todos sus puntos —murmuró encantado—. Él mío un solo punto y ni siquiera me miró. Ah, ese idiota…
Solté una risa y Joy se inclinó un poco para mirar al rubio.
—Al menos metió un punto, él mío está en la banca. —Me dió un pequeño empujón con sus caderas—. ¿Sabes quién más te mira cuando están por festejar?
—¿Quién? —pregunté, confundido.
—Mingyu. —Sonrió con emoción—. Él está tan enamorado de ti. Debes salir con él, Jiminie. Es tan dulce, estoy segura de que harán una pareja hermosa.
—Aish, cállate —intervino Seungkwan de inmediato—. Jiminie tiene que cumplir el cliché del mejor amigo. Me voy a enojar muchísimo si no termina con Jungkook.
Aquella era la pelea más frecuente en mi grupo de amigos. ¿Mingyu o Jungkook? ¿El chico bueno o el mejor amigo de toda la vida?
Hasta ese momento, ambos me parecían atractivos, pero ninguno lo suficientemente como para ser mi pareja.
—Mingyu es un chico increíble, pero estoy seguro de que una relación entre nosotros no funcionaría. ¡No tenemos nada en común!
—¿Qué dices? —Me codeó Joy—. Mingyu y tú tienen muchas cosas en común.
Claro que las teníamos. Ambos íbamos a estar enamorados de personas que no correspondían nuestro amor. Quizás ella era la única inteligente en ese momento.
No dije nada, solo me encogí de hombros y presté atención a los últimos minutos que quedaban del partido.
Fue ahí cuando las cosas comenzaron a salirse de control para mí. Por primera vez en años, algo extraño estaba ocurriendo en mi interior.
Jungkook hizo un saque y sin querer golpeó a un rival con el balón. El oponente le dio un ultimátum y mi mejor amigo solo levantó el pulgar y le sonrió de manera burlesca.
Sentí los latidos de mi corazón tan fuertes que me hacían estremecer. Agité mi cabeza y traté de ignorar aquello que escuchaba, pero no podía.
Jungkook hizo una falta, tocó dos veces la pelota de manera consecutiva y llamaron su atención. Se rió y me miró.
Me guiñó el ojo.
«Boom. Boom. Boom»
Tragué saliva y miré a otro lado sin saber qué hacer. Las palabras de mis amigos llegaron a mi cabeza «Te está dedicando todos sus puntos». También oía a Seungkwan decirme que estaba seguro que Jungkook estaba enamorado de mí.
Me ilusioné, claro que lo hice. Me pregunté qué tan posible podría ser eso y agaché mi cabeza para esconder la sonrisa avergonzada que se formaba en mi rostro.
¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué mi corazón se estaba enloqueciendo de esa manera al pensar en él?
Mi cerebro comenzó a volar y a pensar en qué ocurriría cuando terminase ese partido. Tal vez, ambos nos encontraríamos, él me abrazaría y yo le daría un golpe.
«Te dije que iba a ganar».
Y yo le contestaría:
«Sabía que lo harías».
Se me acercaría y quedaríamos a tan solo centímetros, yo me avergonzaría y él me escondería entre sus brazos. Podría sentir su aroma impregnado en mi nariz y todo estaría bien.
El silbato sonó, y no marcó solo el final del partido, sino también el de mi imaginación. Todos gritaron y yo me llevé la mano al pecho, aterrado.
—¡GANARON! —gritó Seungkwan, y no dudó en abrazarme.
Me reí y correspondí su abrazo. Los chicos en la cancha festejaron y no tardamos demasiado en ir a su encuentro.
Mientras bajaba las gradas, Jungkook se encaminaba hacia nosotros. Sin esfuerzo, se sacó la camiseta y con la misma se limpió el sudor de la frente.
Me detuve de golpe y quise gritar. No me podía estar haciendo eso, no en un momento tan extraño para mí.
Mis amigos se encontraron con sus novios y yo los observé, algunos saltaban encima de estos y se besaban de inmediato. Era como una película, y yo anhelé hacer exactamente lo mismo con Jungkook.
Lo busqué con la mirada y lo encontré, me sonrió y yo levanté mis brazos en señal de festejo. Apresuré mis pasos para llegar a él y cuando quedaron solo unos metros, algo ocurrió.
Haewon, una chica un año más chica que nosotros, lo abrazó por la espalda. Él se volteó de inmediato y le sonrió. Le tomó el rostro y se agachó un poco.
La velocidad de mis pasos disminuyó cuando él la besó. Me quedé congelado entre toda la gente que celebraba y no supe cómo reaccionar.
Sentí como si me atravesaran el pecho y clavaran un cuchillo en lo más profundo de mi corazón. No quería verlos, pero no podía dejar de hacerlo.
Él se separó de ella con una sonrisa y se volteó para mirarme. Yo ya no sonreía, solo lo miraba sin expresión alguna.
Me giré y comencé a caminar rápidamente hacia la salida del gimnasio. Era lo único que se me ocurría en ese momento. Quería huir, perderme y no saber nada de él por horas, días e incluso meses.
Cuando estaba a punto de salir, alguien me tomó del brazo y deseé con todas mis fuerzas que fuera él, pero el aroma a café y miel fue aún más fuerte.
—¿Jims? —preguntó Mingyu—. ¿Todo está bien?
No, no lo estaba.
Me volteé y le sonreí.
—Te estaba buscando —mentí.
Él me sonrió, avergonzado, y se llevó la mano a la cabeza.
—Supongo que te encontré primero.
—Lo hiciste —contesté riéndome.
Se acercó a mí y sentí cómo una lágrima se me escapaba, la limpié rápidamente.
—¿Estás seguro de que todo está bien? —cuestionó con preocupación.
Asentí rápidamente y me acerqué para abrazarlo.
—Me emocioné al verlos ganar.
Sentí sus brazos alrededor de mi cintura y lo sentí tan grande. Cerré mis ojos y me paré de puntitas para esconder mi rostro en su cuello.
La voz de Joy sonó en mi cabeza como un recordatorio de lo maravilloso que era el alfa que me tenía en sus brazos. Estaba mal y lo sabía, y más cuando sentí la mirada de Jungkook sobre nosotros dos.
Me alejé un poco y no dudé en besarlo.
Por la luna, ¿qué estaba haciendo? Le estaba dando mi primer beso a Mingyu.
Sus manos se mantuvieron firmes en mi cintura, pero, a la vez, de forma muy suave. No correspondió de inmediato, tardó varios segundos en hacerlo.
Ambos estábamos tensos, pero por diferentes motivos.
Él por sorpresa.
Yo porque me estaba arrepintiendo.
Hoseok entró a la habitación y le extendió a Seokjin una caja con pañuelos. Este la recibió y se limpió las lágrimas, luego mi cuñado le pasó el pote de helado a Yoongi.
—¿Me puedo quedar? —preguntó Hoseok con un puchero—. Prometo no opinar, y si quieres, hasta me pongo a escuchar música.
Asentí con una sonrisa y él no dudó en lanzarse a la cama donde estaba mi hermano. Yoongi separó las piernas y el alfa se acomodó entre ellas, apoyando suavemente la cabeza en su vientre.
—Jimin nos está contando el drama que vivió con Jungkook en su adolescencia —explicó mi hermano, mientras abría con rapidez el pote de helado.
Hoseok cerró sus ojos y respiró profundamente.
—Siempre quise saber qué pasó entre ellos. ¿Qué parte de la historia me perdí?
Seokjin tomó aire de manera exagerada y, en menos de cinco minutos, le resumió absolutamente toda la historia que yo había contado. Cada tanto se le escapaban un par de lágrimas, a las cuales se unió mi cuñado mientras que Yoongi los miraba con el ceño fruncido.
—Dejen de llorar, apenas está comenzando y ustedes ya están haciendo un acting —soltó con un deje de molestia, luego me miró y me señaló con la cuchara—. Ahora, sigue contando, me interesa saber qué pasó después de ese beso.
La mirada de los tres se clavó en mí y, por supuesto, no pude evitar reírme. Parecía que le estaba contando un cuento a tres niños.
Respiré profundamente y comencé a jugar con las sábanas. Era la primera vez que me abría con mis hermanos, y se sentía extraño. Es verdad que siempre confié en ellos, pero nunca tanto como para contarles todo lo que había ocurrido entre Jungkook y yo.
—Bueno, ¿en dónde me quedé? —murmuré y Seokjin contestó rápidamente.
—En que Jungkook estaba viendo cómo Mingyu y tú se besaban.
—Oh, cierto. —Hice una pequeña pausa—. ¿Alguna vez escucharon The Story of Us? —pregunté de golpe.
—¿De Taylor?
—¡Exactamente! —Señalé a mi cuñado—. Ese que dice «I used to think one day we’d tell the story of us. How we met, and the sparks flew instantly. People would say they’re the lucky ones».
—Por supuesto que la he escuchado. Ahora, ¿qué tiene que ver eso con la historia? —interrogó Yoongi.
—Bueno, es un pequeño resumen de lo próximo que les voy a contar.
Tomé aire y comencé mi relato.
Mientras besaba a Mingyu, no podía dejar de pensar que, en realidad, ese beso debía ser con mi mejor amigo. En ese preciso instante, me estaba dando cuenta de que tal vez nuestros padres tenían razón y que, quizá, sí estábamos hechos el uno para el otro.
Teníamos la química, la confianza y, sobre todo, el amor para ser una potencial pareja. La gente iba a pensar que realmente éramos afortunados de tenernos el uno al otro.
Todo ese momento se sintió como un golpe de realidad, porque yo pensé que siempre iba a estar a su lado. Pero, al verlo con ella, me di cuenta de que no sería así. Jungkook se iba a casar en el futuro, o tal vez yo lo haría, y de alguna manera eso nos separaría.
¿Y lo peor? Yo estaba cerrando el trato que nos llevaría a perjudicar aún más la relación que teníamos.
Estaba besando a uno de sus amigos.
No voy a mentir, fue un primer beso agradable. Mingyu fue muy dulce, y aunque tardó varios segundos en reaccionar, cuando lo hizo me sentí increíble.
Su mano tocó suavemente mi mejilla y no fue brusco ni nada por el estilo. Recuerdo que, al separarnos, sus ojos brillaban de una manera tan hermosa que por un segundo me olvidé de la metida de pata. Hasta que Jungkook me tomó del brazo y, en medio de la sorpresa, prácticamente me arrastró hasta la salida del gimnasio.
Lo primero que hizo fue preguntarme «¿Qué fue eso? ¿Qué hiciste?»
Él se veía muy enojado, pero yo solo me hice el desentendido.
—¿De qué hablas? No entiendo.
—¡De ese beso! —aclaró con frustración—. ¿Por qué hiciste eso?
No sabía qué responder porque ni siquiera yo tenía claro por qué lo había hecho.
—No entiendo —repetí, mientras mis manos bajaban al borde de mi remera y comenzaba a tironear de manera nerviosa—. Solo lo besé. ¿Por qué no lo haría?
—¡Ese fue tu primer beso y se lo diste a Mingyu!
Me pregunté por qué sonaba tan molesto y si en realidad aquella escena le había dolido tanto como a mí.
—Y tú se lo diste a Haewon, no entiendo por qué tanto escándalo.
Jungkook abrió la boca y tardó varios segundos en procesar mis palabras. Se llevó las manos a la cabeza y caminó un par de pasos lejos de mí.
Estaba ansioso, podía sentirlo.
—No… No tenías que hacer eso, ese beso no le correspondía a él. Lo sabes. —Me señaló.
Claro que lo sabía, pero por un segundo creí que él no merecía obtener algo tan importante de mí. No después de lo que me hizo presenciar.
—Y tú sabes que ese beso no le correspondía a ella —solté en voz baja.
—¿Qué?
—Eso —contesté rápidamente—. Ese beso no tenía que ser para ella.
Se rio.
Él realmente decidió reírse en mi cara y eso me hizo hervir la sangre.
—¿Entonces todo eso fue porque besé a la chica que me gusta? —preguntó con un tono lleno de burla.
«La chica que me gusta».
La chica que le gusta.
Haewon, no yo.
Me quedé congelado, sin saber qué era lo que debía decir. Apenas podía darme cuenta de lo injusta que era la situación. Él me podía reclamar por besar a su amigo, pero yo no podía hacerlo.
Entonces él me miró de pies a cabeza y se acercó a mí de manera amenazante.
—Jiminie, no me digas que estás enamorado de mí. ¿Acaso es eso? —preguntó con una sonrisa.
Estaba desviando la conversación, estaba centrándose en mí para que yo pasara por alto que él también me estaba reclamando. Estaba siendo injusto y yo no me daba cuenta por estar tan concentrado en su molestia conmigo.
—N-no —contesté, inseguro.
Se me quedó mirando por varios segundos y luego preguntó:
—¿Te gusta él? ¿En serio te gusta Mingyu?
Negué rápidamente, asentí y luego volví a negar; finalmente llevé las manos a mi cabeza un tanto confundido. ¡No sabía qué decir!
—No sé, no sé si me gusta.
—¡¿Cómo no vas a saber eso?! —preguntó elevando su voz—. Por la luna, Jimin. ¿Te gusta Mingyu? ¡Responde!
No lo hice, no contesté. Solo agaché mi mirada.
—No puede gustarte, es mi amigo y tienes prohibido fijarte en él.
¿Me estaba dando una orden? Fruncí el ceño.
—¿Qué? —Lo miré—. ¿Tengo prohibido fijarme en él? ¿Quién eres? ¿Su papá? ¿Su dueño?
Las palabras estaban brotando de mi interior de forma violenta. Ni siquiera sabía de dónde estaba sacando toda esa valentía para contestarle, pero no me iba a decir qué hacer o qué no.
—Responde. ¿Quién eres para decirme quién me puede gustar y quién no?
Su cuerpo se había tensado y su aroma había cambiado por uno que era caótico y bastante difícil de describir. Era tormentoso, lleno de rabia y enojo, pero a la vez era triste y tenía pequeñas notas de preocupación.
Nos estábamos destruyendo con aquellas preguntas, las cuales no tenían ninguna respuesta.
—¿Por qué estás haciendo esto? —preguntó con un hilo de voz—. ¿Fue por el beso que le di a Haewon? Dime que solo es por eso, por favor.
Claro que fue por eso, pero no se lo iba a decir.
—No, no fue por eso. Lo hice porque quería.
—No tenía que ser él —murmuró bajito, cerrando suavemente sus ojos.
—Pero lo fue —contesté—. Así como ella fue tu primer beso, son cosas que tenían que pasar.
—¡PERO NO ASÍ! —gritó, y yo no pude evitar sobresaltarme. Jungkook se llevó las manos al cabello—. Eres mi mejor amigo, por la luna. ¿Qué me pasa? Esto no me debería estar pasando.
Me quedé mirándolo, parecía tener una angustia tan terrible que no sabía qué hacer por él. ¿Le molestaba el beso o no le gustaba que causara algo negativo en él?
—¿Y qué tiene que ver que seamos mejores amigos? —pregunté.
Jungkook me miró con los ojos bien abiertos, estaban más brillosos de lo normal. No contestó a mi pregunta, solo pasó por mi lado y me golpeó suavemente el hombro.
—No me hables —dijo—. No hasta que yo quiera hacerlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top