07

El jueves por la mañana, Jungkook y yo salimos a hacer las compras. La noche anterior nos fuimos a la cama bastante tarde, cuando nos cansamos de hablar y yo de idear el proyecto.

Estar junto a él se sintió agradable. Durante toda la noche no peleamos ni una sola vez, lo cual fue sorprendente.

Jungkook estaba con el celular y parecía pelear con alguien mientras que empujaba el carrito de compras. Lo miré con curiosidad y, cuando arrugó la nariz, solté una risa.

—¿Con quién peleas tanto? —pregunté, riendo. Él inmediatamente me miró y bloqueó su teléfono para continuar avanzando por los pasillos del supermercado.

—Sí te cuento, no me lo vas a creer.

—¡Pruébame! —reté con una sonrisa.

El alfa negó sonriendo y se detuvo frente al arroz. Tomó un par de paquetes y los echó en el carro.

—Nah, solo te quiero hacer una pregunta y quiero que me la respondas con honestidad —dijo, y yo asentí sin dudar—. Cuando éramos adolescentes, ¿te llegó a gustar Mingyu?

Elevé mis cejas sorprendido. ¿Qué clase de pregunta era esa?

—¿Por qué la curiosidad? —pregunté—. ¿Es con él con quien peleas?

Jungkook chasqueó su lengua y negó con una pequeña sonrisa.

—Solo pensaba en el tipo de relación que tuvieron ustedes dos. Nunca supe qué fueron realmente y no creo que esté mal preguntarte.

Me quedé mirándolo por varios segundos y me pregunté qué tan conveniente sería responder aquello.

Finalmente, terminé accediendo a esos ojos llenos de curiosidad.

—No fuimos novios —comenté en voz baja—. En realidad, nunca fuimos nada más que amigos.

Elevó sus cejas y detuvo el carro de compras.

—¿Nunca fueron nada más que amigos? —Su voz sonaba incrédula y hasta tenía una pizca de gracia—. Vaya, su aroma impregnado en tu cuerpo no decía lo mismo.

—¿Qué clase de planteamiento es ese? —pregunté inmediatamente y segundos después reí—. Mingyu siempre me pareció un chico increíble, bueno, tú también lo conoces. Parece sacado de un cuento de hadas.

Jungkook agitó su mano de manera veloz y un gesto de desagrado se plantó en su rostro.

—Lo sé, lo sé. No hace falta que lo repitas.

Sonreí.

—No sé, me parecía atractivo. Pero, tal vez, a esa edad no estaba pensando en quién me gustaba o quién no. —Ah, eso es una vil mentira—. Pero es verdad que es una potencial pareja.

—¿Es por eso que accediste a salir con él? Lo ves como… ¿una potencial pareja?

Mientras charlábamos, íbamos caminando por los pasillos del supermercado. Cada tanto, algunas cosas eran agregadas al carro, pero la realidad es que Jungkook parecía más concentrado en nuestra charla que en hacer las compras.

—Accedí a salir con él porque es alguien agradable, no solo porque sea una potencial pareja —aclaré, y él blanqueo sus ojos.

—Pero lo de potencial pareja también fue uno de los motivos. —Hizo una pequeña pausa y fijó su mirada en la mercadería—. Ayer estuve hablando con él y… parece que le sigues gustando.

Un suave e inesperado «oh» se escapó de mis labios.

—Eso es dulce —contesté, con una pequeña sonrisa, y él me miró con una expresión neutral en su rostro.

—¿Dulce? —repitió.

—Sí, quiero decir, a Mingyu siempre le gusté y nunca supe por qué. —Reí—. Incluso en la etapa donde vestía con tres talles más que el mío e Intentaba parecer un alfa. Dime si eso no es dulce.

Jungkook soltó una pequeña risa.

—Aún lo recuerdo, eso era extremadamente tierno, y es comprensible que se haya enamorado de ti. Siempre fuiste el omega más lindo en nuestro instituto.

Hice una mueca. Nunca fui el omega más lindo y eso estaba claro. Un nombre en específico vino a mi mente, y, por un segundo, quise recordárselo y preguntarle si seguía pensando lo mismo.

Sabía cuál iba a ser su respuesta y, por eso mismo, decidí no preguntar.

—Tal vez para Mingyu era así, pero no lo era —contesté, tratando de que mi tristeza no se notara.

Jungkook abrió su boca para contestar, pero no pronunció ni una sola palabra. Se quedó inmóvil y con el ceño fruncido. Todos sus sentidos se pusieron en alerta y yo me preocupé por unos instantes.

—¿Jungkook? —llamé y coloqué mi mano en su antebrazo. Él me miró y levantó su dedo índice.

—¿Lo sientes? —preguntó, y por instinto comencé a olfatear el ambiente.

Lo único que sentí fue una extraña mezcla de aromas, ninguno llamativo para mí. El único que me interesaba estaba frente mí.

—No, no siento nada. ¿Qué sucede?

Jungkook respiró profundamente y comenzó a caminar rápidamente en busca de aquel aroma que llegaba a su nariz.

—Ah, yo conozco ese aroma —dijo, con completa seguridad.

Yo no entendía a qué se refería, e incluso me sentía confundido ante lo que decía. Pero la confusión me duró poco porque, algunos segundos después, sentí lo mismo que él.

Mi cuerpo tembló y sentí a mi lobo aullar con molestia.

No, no, no. Repetía una y otra vez en mi cabeza.

—Tenemos que continuar con las compras —dije—. Jungkook, no podemos perder tiempo. Recuerda que tengo que ir a comprar los materiales.

Me ignoró. No escuchó ni una sola palabra de las que dije, solo continuó caminando hasta que llegamos a los pasillos de perfumería.

A la distancia, la vi, y me detuve inmediatamente. Mi estómago comenzó a arder y me sentí extrañamente irritado.

Jungkook la llamó y ella se volteó, sorprendida, al escuchar su voz. Su cabello pelirrojo le caía por la espalda y estaba decorado delicadamente con una flor cerca de su oreja.

Un vestido playero color verde le daba un toque dulce y veraniego. Estaba mucho más hermosa de lo que recordaba, y por simple instinto de amenaza, retrocedí un par de pasos.

—HaeWon. —Jungkook abrió sus brazos y la abrazó con cariño.

Ella no dudó en corresponder. Ambos se fundieron en un abrazo, y de golpe me sentí con quince años nuevamente.

Ver a la primera novia de Jungkook avivaba sentimientos en mí que no me hacían sentir muy orgulloso.

Ah, solo deseo irme.

No me sentía cómodo y nunca lo haría estando cerca de ella.

Jungkook se alejó un poco y la miró de pies a cabeza con una sonrisa. Aquello me logró irritar, pero no tanto como el dolor que me causó.

Intenté despejar mi mente y comencé a pensar en cosas que me hacían feliz. Solo quería evitar que el dolor me hiciera actuar de mala manera, y realmente estaba intentándolo con todas mis fuerzas.

El mar.

La playa.

Mi familia.

Mis amigos.

Jungkook… Maldito Jungkook. ¿Por qué siempre me haces lo mismo? Idiota.

Agité mi cabeza y traté de concentrarme nuevamente, pero me fue imposible. Me sentía en un bucle, en una historia que se repetía una y otra vez.

—¿Jimin? —preguntó ella, y se acercó a mí con ese carisma tan bonito que me hacía odiarla aún más.

Me abrazó, y fue sentir que todas mis inseguridades juntas aparecieran nuevamente en mi vida.

—Haewon —contesté, aunque tenía ganas de empujarla y salir gritando de allí.

¿Por qué me tenía que pasar esto? ¿Por qué justo ahora cuando todo parecía ir bien?

Intenté moverme, pero mi cuerpo parecía negado a reaccionar. Verla era como si mi pasado apareciera nuevamente para burlarse de mí y recordarme todo el daño que me habían hecho.

Y también el que yo hice.

La conversación continuó y el ambiente ya estaba tenso. Quise tratar de ocultar mi aroma, pero era imposible.

Ya se estaba tornando amargo y Jungkook lo estaba comenzando a notar.

—Mingyu no mintió cuando dijo que sigues igual de hermoso —dijo con una sonrisa,  y se volteó para mirar a Jungkook—. Y tú, Jeon, sigues siendo igual de atractivo que siempre.

—Es el privilegio que tengo, siempre me veo bien —contestó y me levantó las cejas de manera juguetona—. Y si hablamos de Jimin, él también siempre se ve bien. Tal vez no tanto como yo, pero tiene una belleza reconocible —bromeó.

Pero yo no podía sonreír, no podía ni siquiera sostenerle la mirada. Verlos juntos me dolía, simplemente no podía aguantarlo.

—Eso es verdad. Siempre te lo dije, Jimin es hermoso. —Se acercó hasta él y le dio un golpecito en el hombro—. Igual, estoy molesta. ¡Te perdiste por años! ¿Te parece correcto?

Jungkook se rio y, sin apartar la vista de mí, le contestó:

—Bueno, una vez terminamos me fui a Seúl y me concentré en otras cosas.

—¡Pero un mensaje no cuesta nada! —Suspiró de manera dramática.

Ella, ¿está intentando coquetear con él? ¡JA! No puedo creerlo.

Solté una risa y abrí bien mis ojos. Me crucé de brazos y asentí. Ya estaba furioso y nada iba a evitar que yo metiese la pata.

—Es verdad lo que dice Haewon, no cuesta nada mandar un mensaje. ¿Por qué no lo hiciste? —pregunté con una carga gigantesca de sarcasmo.

Él frunció el ceño y carraspeó un tanto incómodo.

—¿Tal vez porque estaba preocupado en terminar mi carrera? Si soy honesto, en lo último que pensé fue a quién le mandaba mensajes y a quién no.

Hice un puchero.

—Él es así —solté mirando a la chica—. Pero ¿qué puedes esperar de Jeon? Seguro ya estaba saliendo con este chico… ¿Cómo se llamaba? —interrogué, mirándolo.

Él suspiró y se apoyó en el carro. En su rostro se plantó un semblante aburrido, como si supiese lo que estaba apunto de ocurrir.

—Yejun —contestó.

—¡Ese mismo chico! ¿No fue para esa época?

Haewon frunció el ceño, ni siquiera la dejé hablar y di un aplauso.

—Igual, ya que la luna los volvió a reencontrar, deberían aprovechar, ¿no? Tal vez es una señal de que están destinados a estar juntos. —Ambos me miraron de la misma manera, como si fuese un idiota—. ¿Qué? —pregunté con un tono molesto—. Les estoy ahorrando el modo coqueto, avancé por ustedes.

Jungkook blanqueó los ojos y me dejó de prestar atención para mirar a la chica.

—Y por cierto, felicidades por el embarazo. Hace poco me comentó Jaehyun que van a ser papás, me alegra mucho poder felicitarte en persona.

La sonrisa cargada de burla e ironía desapareció de mi rostro, y mi aroma cambió a uno avergonzado y bastante angustiado por la escena que acababa de montar.

—Eres un amor, Kookie —dijo, y luego me miró con esa mirada dulce y sin maldad que tanto la caracterizaba—. No te preocupes, el destino no nos quiere juntos y ya deberías haberte dado cuenta de ello.

Eso fue lo último que escuché, porque la pena que estaba sintiendo por mi mismo provocó una desconexión en mi cerebro.

Jungkook continuó ignorándome y charló con Haewon por varios minutos, hasta que, finalmente, la chica se despidió de ambos con un suave abrazo.

Una vez se fue, mi compañero de compras suspiró y empujó el carrito.

Estaba molesto, eso era claro.


No hablamos durante el resto del viaje. Ni siquiera me habló cuando paramos a comprar los materiales para mi proyecto.

Yo tampoco lo hice. La vergüenza no me dejaba formular ni dos palabras.

—Igual, no entiendo —interrumpió Yoongi—. ¿En serio no te diste cuenta de que estaba embarazada?

Abrí mi boca y no supe qué contestar. La mirada de mis dos hermanos estaba fija en mí y estaba empezando a cuestionarme si había sido correcto contarles esto a ellos dos.

—No —susurré, y me acomodé rápidamente sobre la cama—. Estaba tan angustiado de verla que ni siquiera me percaté de su aroma, pero créeme que estoy apenado por ello.

Seokjin soltó una carcajada y negó con gracia.

—¡Claro que lo estás! Hiciste una escenita digna de un chico de quince años. —Cubrí mi rostro, avergonzado—. Ya quiero verte solucionar esto.

¿Era posible hacerlo? Jungkook ni siquiera me había hablado y quizás no lo haría durante días hasta que su enojo pasara.

—¿Ella… alguna vez te hizo algo? —preguntó Yoongi.

Yo me quedé en silencio y negué lentamente.

—¿Entonces por qué la odias? ¿Qué te hizo para que le tengas tanto resentimiento?

En su voz se notaba la confusión, pero también estaba su rostro, que exponía la preocupación que tenía por mi manera de actuar. Mi hermano mayor intentaba encontrar una respuesta y sé que lo hacía pensando en cómo ayudarme.

—Es que ni siquiera sabemos qué fue lo que pasó con Jungkook —agregó Seokjin—. De un día para al otro no lo podías ni ver. Es… —Llevó las manos a su cabeza y simuló una pequeña explosión—. Tan confuso todo esto que no sabemos cómo ayudarte, Jims.

Me tiré hacia atrás en la cama y me puse a pensar en que quizás ya era hora de liberar todo aquello que me atormentaba. Confiaba en mis hermanos, pero ¿ellos verían mi dolor como una idiotez? No quería que desdeñaran mis sentimientos, mucho menos que me catalogaran como un dramático.

Cerré mis ojos y respiré profundamente.

—Bueno, les voy a contar. —Hice una pequeña pausa—. Solo escúchenme hablar y luego me darán su opinión.

Seokjin dio un pequeño saltito en la cama y, con una sonrisa, preguntó:

—¿Nos vas a contar qué pasó?

Asentí, pero Yoongi no me dejó hablar.

—Si no tienes el deseo de hacerlo, no lo hagas. Pero si lo haces, recuerda que nunca te vamos a juzgar.

Hice una mueca y solté un suspiro.

—Por la luna, esperé tanto para enterarme de todo esto. Siento que me voy a desmayar de la emoción —comentó Seokjin.

No pude evitar reír, al menos sé que uno de ellos va a disfrutar del relato, porque yo no estoy feliz de recordar todo nuevamente.

—¿Recuerdan que Jungkook y yo éramos inseparables? —comencé con una pregunta.

Ambos asintieron.

—Demasiado —susurró Yoongi—. Era bastante curioso y más cuando te mostraste como omega. Recuerdo que las primeras semanas estaba negado a alejarse de ti. Fue uno más de nosotros por días, y si nos acercábamos a ti, nos gruñía.

—Ah, mocoso bueno para nada —agregó Seokjin—. Me sacaba de quicio, intentó morderme y todo. Pulgoso.

Reí y junté mis manos sobre mi regazo de manera nerviosa.

—Él fue así durante mucho tiempo, pero las cosas comenzaron a cambiar a medida que crecimos. Habían comentarios que nos molestaban e insinuaciones que nos hacían sentir incómodos.

—¿Por ejemplo?

—Siempre tuvimos la confianza de dormir juntos —comencé a responder la pregunta de Yoongi—. Nunca se nos pidió explicaciones ni se nos exigió algo, pero cuando revelamos nuestros segundos géneros se nos empezó a limitar. A papá no le gustaba que usáramos la misma cama y nos pedía que siempre mantuviéramos la puerta abierta.

»Al principio, no entendíamos y creíamos que todo lo hacían porque pensaban que jugando Jungkook me iba a lastimar. Luego nos dimos cuenta de que era porque temían que lleváramos nuestra amistad más lejos de lo «normal». Empezaron a hacer comentarios sobre nosotros y pusieron en duda nuestra amistad.

Yoongi fue el primero en hacer una mueca.

—Eso es verdad, siempre odié que hicieran ese tipo de comentarios. Eran niños, nadie tenía por qué pervertir su amistad.

Me encogí de hombros.

—Supongo que tenían razón de que me gustaba Jungkook, pero aún era pequeño para comprender esa clase de sentimientos. Yo creía que se trataba de un simple cariño y lo relacionaba con el amor que siento por ustedes.

Estaba muy lejos de ser así y me di cuenta en el peor momento.

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