05
Caminábamos en silencio. Mis brazos estaban cruzados sobre mi pecho y él llevaba las manos en sus bolsillos, ninguno hablaba, solo nos acompañábamos.
Me puse a pensar en qué momento nuestra relación había cambiado tanto, y el primer recuerdo que llegó a mí fue de cuando teníamos doce años.
Jungkook llevaba tres años siendo un alfa y no paraba de crecer. Para mi mala suerte, yo aún no revelaba mi segundo género, pero, a pesar de eso, aún mantenía las esperanzas de mostrarme como un gran alfa. Todos sabían que no lo sería, pero nadie se atrevía a decírmelo.
El día que me mostré como omega es uno de mis mayores recuerdos, es imposible olvidar un momento así de especial, y más cuando tu lobo comienza a hacerse presente en tu vida. Era invierno y, como era de esperar, me encontraba junto a él. Ese día me sentía tan extraño que lo único que quería hacer era dormir y —por supuesto— se lo comuniqué a mi preocupado mejor amigo.
—Mimi, ¿estás seguro que no quieres que llamemos a un médico? —preguntó, con un puchero.
Yo me negué y me acurruqué en la cama.
—Quiero dormir, me siento cansado —conté en voz bajita.
No sabía cómo explicarle lo que en realidad me pasaba, ya que no solo me sentía cansado, sino que me dolía todo el cuerpo, y sentía tan fuerte los aromas que me provocaba dolor de estómago.
Jungkook suspiró y, sin moverse de mi lado, extendió su mano a mi cabeza. No entendía lo que quería hacer y estaba seguro que él tampoco lo hacía. Mi mejor amigo simplemente imitaba a su madre, y, ahora que soy adulto, eso me genera mucha ternura.
—¿Quieres galletas? A mí las galletas me hacen sentir bien.
En ese momento, mi único deseo era que me abrazara, pero como me avergonzaba confesarle aquello, accedí a las galletas. Cuando salió corriendo de la habitación, yo me senté en la cama y me di cuenta de lo bien que olía aquel lugar. El aroma que más fuerte sentía era el de Jungkook; tan asombroso e impactante que me hacía sentir feliz. Pero no comprendí por qué sentí tanto calor acumularse en mis mejillas.
Era tan extraño todo…
Jungkook volvió con sus manos ocupadas por nuestras bebidas y golosinas favoritas. Apenas podía caminar, pero estaba tan desesperado por hacerme sentir mejor que eso ni siquiera le importó.
—Traje jugo de naranja, chocolate y galletitas de coco —enumeró. Luego frunció el ceño—. ¿Crees que esto te ayude a sentirte mejor?
Me lo quedé mirando por varios segundos, en silencio. Se veía tan bonito, tan dulce, que solo quería abrazarlo y largarme a llorar. Odiaba tanto sentirme de esa manera.
—Está bien, esto me ayudará a sentirme mejor.
Jungkook abrió las cajitas de jugo y me extendió una. Luego, se sentó detrás mío, separó sus piernas y me tomó de los hombros con delicadeza para hacerme hacia atrás. Mi espalda quedó apoyada en su pecho y sus brazos sobre mis hombros. Dejó un besito sobre mi cabeza.
—Ya te sentirás mejor, Mimi —murmuró, mientras acariciaba mi cabello. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Internamente, ambos sabíamos lo que estaba pasando, pero ninguno quería decirlo en voz alta.
Agarré dos galletitas de coco, le extendí una y la otra me la quedé. Sentí que él comenzaba a comer, pero yo acerqué la mía a mi nariz y olfateé. Jungkook amaba las galletas de coco, él siempre mencionaba que amaba su aroma y lo suaves que eran. Me sonrojé al pensar en que tal vez él amaría mi aroma si fuese como el de las galletitas. Entonces, ahí ocurrió.
El cuerpo de mi mejor amigo se tensó y un aroma a galletas y coco nos envolvió. Era suave y dulce, tan dulce que me sorprendió. El aroma de Jungkook también lo hizo, porque, por unos segundos, se volvió mucho más intenso de lo normal.
Fue una tormenta de galletas, lluvia, coco y mar. Me quise alejar de él, pero no me dejó. En su lugar, me abrazó con fuerzas.
—Hueles muy bien.
Al escuchar aquellas palabras, me largué a llorar. Me aferré a sus brazos, porque a pesar de mi pequeño deseo, yo quería ser un alfa, no un omega, y nada estaba ocurriendo como esperaba.
—Está bien, está bien. Ser un omega también es genial.
—Pero nuestros planes… —solté entre lágrimas.
—Nada va a cambiar, lo prometo. Seguiremos siendo los mejores amigos del mundo.
Sí, en eso también mintió.
Me paré frente al mar y me quedé observando la luna. Jungkook detuvo su caminar y soltó un suspiro. No dijo nada y me colocó en los hombros el abrigo que traía.
—Lo siento —murmuró, segundos después. Me volteé un poco y lo miré de pies a cabeza—. ¡No me mires así! Te estoy pidiendo perdón.
Solté una risa.
—Pero no lo sientes, ¿verdad? Era tu plan arruinar la cita.
Él no dijo nada, pero su aroma lo delató.
—Me disculpo por hacerte sentir incómodo, pero no por arruinar tus intenciones con él. Sé que querías algo más que tomar un trago y no lo podía permitir.
Abrí mis ojos, sorprendido por lo que decía, y una sonrisa incrédula se asomó en mi rostro.
—¿Algo más que tomar un trago? No te atrev…
—Vi tus tweets, Jimin. No me lo niegues. —Oh, los vio–. Eres travieso, pequeño. Te conozco y sé que él no es tu tipo.
Levanté mis cejas.
—¿No lo es?
Jungkook sonrió ampliamente. Bajo la luz de la luna, se veía tan radiante. Deseé tener un cuaderno y un lápiz, porque su belleza era digna de una obra de arte.
—Nah. A ti te van más los altos. —Sonreí y él me señaló rápidamente—. No tan altos. Que sean cariñosos, sepan cocinar y sean sumamente atractivos.
No dudé en contestar.
—Estás describiendo a Mingyu —aseguré con una sonrisa, y él chasqueó su lengua.
—¡No tan altos! Como de mi altura, que te puedan dar besitos en la frente sin tanto esfuerzo.
Solté una risa y negué con gracia. No podía enojarme con él, estaba comprendiendo todo el mensaje detrás y no sabía cómo sentirme.
—Entonces… —Me miró con atención—. Mi tipo son… ¿chicos como tú?
Jungkook bajó su vista y sus mejillas se tiñeron de un color rojo. Pero cuando volvió a mirarme, contestó con determinación:
—Chicos como yo.
En sus ojos había un brillo especial, uno que no había visto en mucho tiempo. ¿Emoción? ¿Anhelo? O, tal vez… ¿Esperanza? Me quedé congelado por varios segundos, sin poder despegar mi atención de sus hermosos ojos.
—Ayúdame a corroborarlo —pedí en un susurro—. Hazme recordar por qué los chicos como tú son mi tipo.
Me di la vuelta y comencé a caminar en dirección a la casa. No sabía qué pasaría a partir de ahora, pero ya le estaba dando una oportunidad, de la cual esperaba no arrepentirme.
Por favor, no me falles esta vez.
Últimamente me dormía escuchando música; era lo mejor para poder sobrellevar los ronquidos de Jungkook y Taehyung.
La playlist que escuchaba contenía una selección de mis canciones favoritas, las cuales me habían acompañado durante años. Me ayudaban a relajarme y —en algunas ocasiones— a deprimirme.
Entre ellas estaba I Almost Do de Taylor Swift, una de las canciones que tenía más significado para mí.
Solté un suspiro cuando comenzó a sonar y me volteé para quedar de frente, mirando a la cama donde Jungkook dormía junto a Taehyung.
«I bet
This time of night you’re still up
I bet
You’re tired from a long hard week
I bet
You’re sittin’ in your chair by the window
Looking out of the city
And I bet
Sometimes you wonder ‘bout me»
Lo observé dormir profundamente. Su pecho subía y bajaba debidamente, mientras que yo no podía dejar de pensar en nuestro pasado.
Aún recuerdo lo mucho que me costó alejarme de él y la cantidad de noches en las cuales me cuestioné si era correcto seguir así.
Cuando me fui de Busan para realizar mi carrera en Seúl, sentí que perdía una parte de mí al dejarlo atrás, y pasé días pensando en él.
¿Qué estará haciendo? ¿Estará pensando en mí? ¿Me extrañará tanto como yo lo extraño a él?
«And I just wanna tell you
It takes everything in me not to call you
And I wish I could run to you
And I hope you know that everytime I don’t
I almost do»
Muchas veces tomaba mi teléfono y buscaba su contacto, me preguntaba si seguía teniendo el mismo número y comenzaba a escribir.
«No te odio, no puedo hacerlo. Te extraño y me siento incompleto sin ti. Por favor, vuelve a mí».
Luego lo borraba, y me odiaba por ser tan débil. Traía a mi mente los recuerdos que me hacían daño como recordatorio de todo el dolor que nos habíamos causado.
«I bet
You think I either moved on or hate you
‘Cause each time you reach out there’s no reply
I bet
It never ever occurred to you
That I can’t say “Hello” to you
And risk another goodbye»
Pasé varios meses intentando olvidarlo y pensando en que estar así era lo mejor para nosotros. ¿Por qué me engañaba así? Yo sabía internamente que eso no era verdad. Cuando por fin logré convencerme de esa mentira, él apareció en mi vida nuevamente, para confundirme con esos hermosos ojos y esa radiante sonrisa.
Y comencé a odiar la playa, las galletas y las historias de amor.
«Oh, we made quite a mess, babe
It’s probably better off this way
And I confess, babe
In my dreams you’re touching my face
And asking me if I wanna try again with you
And I almost do»
No quería saber nada con él y por eso me aislé de todo lo que fuera para mí un recuerdo de su persona. A partir de allí, comenzó a visitarme en sueños; en ellos me abrazaba y me prometía que nunca me abandonaría.
Cómo los odiaba.
Pero cuando lo tenía frente a mí, me preguntaba si podría darle una oportunidad. A él, a nuestra amistad, incluso a un posible amor. ¿Qué tan malo podría resultar? Después de todo, siempre estuve a punto de hacerlo.
La canción llegó a su fin y, observando a Jungkook dormir, caí vencido por el sueño también.
Desperté sin auriculares y sin música de fondo. Por un segundo pensé que los había perdido a mitad de la noche y me preocupé, me senté y comencé a buscarlos.
Al no encontrar nada, miré en dirección a la pequeña mesa de noche que separaba las camas. Estaban allí, guardados en su lugar y con el teléfono debajo de ellos. Al lado también había un pequeño papel.
Extendí mi mano y lo tomé.
«Buenos días, Jims. Espero que hayas dormido bien, te espero abajo con el desayuno».
Suspiré y me pregunté nuevamente en qué me había metido.
Tomé una ducha y me arreglé tranquilamente. No me sentía listo para saber qué me esperaba una vez que bajara, así que me tomé todo el tiempo del mundo.
Pero varias sorpresas me esperaron una vez salí de la habitación, y una de ellas estaba relacionada con mi hermano mayor.
Yoongi.
Él dormía junto a su pareja en una de las habitaciones vecinas, así que debía pasar por al lado si quería bajar al primer piso. Nunca los veía salir o entrar del cuarto, pero ese día las cosas fueron diferentes.
Mi hermano entró corriendo y tapándose la boca, y Hoseok seguía alterado sus pasos detrás. Escuché un portazo, lo que me indicaba que se había encerrado en su baño.
—¡VETE! —Escuché que gritó mi hermano—. No quiero que me veas así.
—Yoon, amor. Por favor, abre la puerta.
—¡Estoy bien! Vete.
Miré el interior de la habitación con sorpresa, cosas así no pasaban nunca, y observé a mi cuñado apoyar su frente en la puerta con preocupación.
Mi aroma lo alertó e hizo que volteara hacia mí con el ceño fruncido.
—¿Hoba? ¿Todo está bien?
Él me miró con más dudas que respuestas y se encogió de hombros sin saber qué decir.
—Y-yo… No lo sé. Él está… —Se llevó las manos a la cabeza y peinó su cabello hacia atrás con frustración—. Jimin, él te necesita.
Fruncí el ceño. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué Yoongi necesitaría de mí? El aroma de Hoseok era tan fuerte que incluso asustaba.
—Voy a estar abajo, Yoon. Jimin está aquí. Te amo y sabes que te voy a apoyar en cualquier decisión que tomes.
Mi cuñado no esperó una respuesta, porque sabía que muy posiblemente no hubiese una. Pasó por mi lado, apretó mi hombro y salió de la habitación.
Cuando se fue, me quedé confundido en aquel lugar, en busca de una explicación a lo que estaba pasando. Aproximadamente dos minutos después, Yoongi salió del baño.
Sus ojos estaban hinchados, no sabía si por el llanto o por haber estado vomitando. Sus mejillas estaban sonrojadas, al igual que su nariz, y también apestaba.
Y eso era extraño, porque Yoongi nunca apestaba.
Por un segundo, me olvidé de la noche anterior, de Jungkook y de la nota. Posiblemente se notó, porque mi hermano puso los ojos en blanco y suspiró con molestia.
—Estoy bien —soltó, antes de que yo pudiera decir algo—. Él solo exagera.
—No creo que esté exagerando. Algo está pasando contigo, lo puedo ver. —Lo señalé de pies a cabeza y mi hermano se sintió tímido ante tal comentario—. Yoongi, solo dímelo. Sabes que puedes confiar en mí.
Mi hermano dudó e intentó mantenerse fuerte, pero finalmente la fortaleza se le escapó de las manos y se cubrió el rostro para sollozar.
Se acuclilló, como cuando éramos niños e intentaba esconderse de aquello que le molestaba. Lo que sea que estuviese pasando, lo afectaba demasiado, y yo, como su hermano menor, podía sentirlo.
Me acerqué rápidamente a él y me agaché, intentando deshacer aquella muralla que lo separaba de mí.
—Yoon, por favor. Dime qué puedo hacer para ayudarte.
Entonces vi su rostro y sentí lo impregnando que estaba sobre él el aroma de Hoseok. Inmediatamente, mis ojos se abrieron con sorpresa y comprendí qué estaba ocurriendo.
—Oh —susurré y no dudé en abrazarlo, sabiendo que iba a necesitar de mi contención.
Las palabras de Hoseok hicieron eco en mí y la frase «Te voy a apoyar en cualquier decisión que tomes» cobró significado.
Se aferró a mí con fuerzas y sentí su cuerpo temblar. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo podría ayudarlo? Ni siquiera sabía cómo sentirme yo en ese momento.
Pasamos varios minutos abrazados y llorando a la par. Él por lo que estaba pasando y yo por no saber cómo ayudarlo. Odiaba ver a mis hermanos sufriendo, y si tuviera la oportunidad de sacrificarme solo para que ellos estuvieran toda la vida sin conocer el dolor, lo haría sin dudar.
Cuando mi hermano se tranquilizó, se alejó de mí. Limpió sus lágrimas y respiró profundamente de manera temblorosa.
—Deja de abrazarme —pidió con voz ronca—. Eso me hace llorar aún más.
Su cara estaba toda roja y sus ojos hinchados a más no poder. Limpié mis propias lágrimas y reí sin saber qué decirle.
—No puedes evitarlo, los abrazos son parte de ti. Lo sé, pero ahora no lo hagas.
—Lo siento, no soporto verte llorar —confesé y él me sonrió con tristeza.
Yoongi había correspondido mi abrazo y eso convertía la situación en algo aún más extraño. Mi hermano nunca fue demostrativo de manera física, es más, siempre odió el contacto físico, lo que hacía todo aún más difícil para cualquiera que intentara acercarse a él.
Abrazarlo es algo que he podido hacer muy pocas veces a lo largo de mi vida y que me permitiera hacerlo en un momento tan vulnerable significaba que esto lo angustiaba demasiado.
—Yoongi… Yo no sé qué decir en estos momentos —confesé con pena.
Él soltó una risita y limpió las lágrimas que aún seguían cayendo por sus mejillas.
—¿Felicidades? —dijo, con cierto deje de ironía—. ¿No es lo que la gente dice en situaciones así?
Hice una mueca y negué con pena.
—No creo que sea precisamente felicidad lo que veo en ti.
Se me quedó mirando por unos segundos y seguido a eso agachó su mirada con rapidez.
—No sé qué hacer. Tengo miedo, Jimin. Nunca esperé esto para mí; Hoseok tampoco y ninguno de los dos sabe cómo manejarlo.
Pensé por un instante cuáles eran las palabras correctas para decir, pero todas me sonaban terribles.
—Ustedes… —Mi voz tembló por la duda—. ¿No quieren tenerlo?
Yoongi inmediatamente negó y tragó saliva para contestarme con seguridad.
—No es eso. No es que no quiera tenerlo. Hoba está feliz, y lo sé porque dentro mío siento su felicidad. —Llevó una mano a su pecho y agarró con fuerza su camisa—. Solo que esto me ha tomado de sorpresa, yo nunca esperé esto para mí. Jimin, yo no sé si seré un buen padre.
Abrí mi boca y comencé a negar.
—No digas eso —pedí, y él asintió llevándome la contra.
—Sabes que es verdad. Yo no soy un omega como Seokjin o tú, mi vida siempre ha sido diferente y eso me limita muchísimo.
—Pero no significa que vayas a ser mal padre, Yoongi.
Él mordió su labio inferior con angustia y dijo:
—No puedo abrazar a las personas sin sentirme incómodo. ¿Cómo haré para que eso no lo hiera?
Tragué saliva.
—Hay otras maneras de demostrar amor. Hoseok y tú son lo que más saben de eso, Yoon —dije, con seguridad—. Yo sé que esto te puede asustar y más porque para ti esto debe ser extraño, pero si es algo con lo que estás dispuesto a seguir adelante, no dejes que nada te limite.
—Jimin, la gente dice cosas horribles de mí. Me juzgan por ser un omega que no disfruta de cosas tan normales como demostrar amor o tener sexo. ¿Qué crees que dirán cuando sepan que voy a ser papá? —preguntó con dolor—. Hasta los padres de mi pareja me ven como un bicho raro.
—Yoon, la gente siempre va a hablar y juzgarte. Incluso si no fueras asexual te estarían juzgando por otras cosas —señalé con obviedad—. Escucha, ser padre es más que dar besos y abrazos. Mamá y papá no siempre están abrazándonos y diciéndonos cosas dulces, y aún así ¿no te sientes amado por ellos?
Él asintió.
—Nadie nos ama como ellos —confirmó en voz baja.
—Exacto. Tú no vives encima de Hoseok, ¿acaso él no sabe que lo amas?
—Es mi pareja, Jimin. Puede sentir lo que siento por él a través del lazo —recordó.
—Y el bebé también lo sentirá, porque será parte de su manada. —Respiré profundamente—. Yoon, no quiero que sientas que estoy intentando convencerte de seguir con esto, pero tampoco quiero que dejes que el miedo te impida realizar cosas en tu vida.
»Eres mucho más que un abrazo, un beso o palabras románticas. Durante años me he sentido amado por ti y sí, es diferente, pero nunca he dudado de tu amor. Piénsalo, háblalo con Hoseok y explícale todo lo que sientes. Estoy seguro de que nadie en este mundo te va a entender mejor que él.
—Gracias por intentar entenderme. —Respiró profundamente—. Sé que para ti es tan extraño como para el resto de personas, pero eres uno de los únicos que intenta ponerse en mi lugar y no me juzga.
Extendió su mano y acarició mi mejilla.
—Estoy orgulloso del chico que eres, Jimin.
—Y yo lo estoy de ti, Yoon. Estoy seguro que lo que sea que elijas, será lo correcto, ¿sí?
Yoongi sonrió y el brillo de sus ojos me delató su respuesta.
Luego de haber hablado con mi hermano, salí de la habitación. Hoseok estaba esperando afuera, sentado y con un semblante angustiado.
—¿No ibas a estar abajo? —pregunté con una sonrisa.
Él solo hizo una mueca. Estaba tan preocupado por su pareja que era lógico que no se iría a ningún lado.
Mientras se levantaba y sacudía su ropa, me preguntó si Yoongi me había contado lo que estaba sucediendo.
—Lo hizo —respondí. Luego señalé mi cara—. ¿No puedes ver reflejada la charla en mi rostro?
Mi cuñado soltó una risa nerviosa. Había pasado un mal momento y podía notarlo en su manera de actuar. Hoseok siempre fue muy compañero de mi hermano y, a diferencia de Yoongi, él vive las emociones y sentimientos al límite.
Posiblemente, una vez esté con mi hermano, se largue a llorar por toda la ansiedad contenida. Sus ojos brillosos lo delatan.
—Entra. —Señalé con mi cabeza el interior de la habitación—. Te está esperando.
No tardó absolutamente nada en acatar mi sugerencia. Sonreí y decidí cerrar la puerta para darles privacidad. La última escena que pude observar fue a Hoseok abrazando a mi hermano.
Respiré profundamente de manera temblorosa. Sentía un nudo en la garganta y el estómago, era una molestia tan grande que ya no aguantaba. Me detuve unos segundos y llevé una mano a mi pecho, estaba comenzando a pensar que mi angustia no solo se debía a la conversación que acababa de tener con mi hermano.
Es algo más, pensé.
No quise seguir indagando, simplemente bajé las escaleras en dirección a la cocina. Era como estar conteniendo la respiración, me sentía tan agobiado que solo quería salir corriendo hacia mi cama.
Apenas entré a la cocina, lo vi. Estaba limpiando la mesada mientras tarareaba una canción. Sintió mi aroma y dejó todo para acercarse a mí con preocupación.
—¿Jimin? —llamó, y al escuchar su voz sentí que todo se derrumbaba dentro de mí.
Jungkook me abrazó de manera instantánea y me rompí entre sus brazos. La contención que me entregaba y la manera en la que me escondía con su cuerpo lograron relajar mi alma —a pesar de que el llanto no cesara.
—Está bien, estoy aquí.
Está aquí, lo está. Me aferré con fuerza a su camisa mientras cerraba mis ojos y respiraba profundamente su aroma.
—No sé qué está pasando ni qué es lo que te aflige, pero haremos que pase, ¿sí? —Corrió el cabello de mi frente y depositó un suave beso—. Todo estará bien.
No contesté, pero sí decidí creer en sus palabras y quedarme por varios minutos en la comodidad que me brindaban sus brazos. Él no dejó de hacer pequeñas caricias en mi cabello y espalda.
No quería que ese momento acabara, pero inevitablemente lo hizo cuando mi estómago me recordó que no habíamos desayunado nada.
Un calor atacó mis mejillas y Jungkook sonrió con ternura.
—Ven, te preparé algo para que desayunes.
Me guió hasta el desayunador y me pidió que tomara asiento. No ofrecí resistencia y obedecí. Jungkook no tardó en traer un vaso gigante de jugo de naranja acompañado de panqueques y… galletas.
—Gracias —dije, con una pequeña sonrisa.
Me guiñó el ojo en respuesta y se quedó observando de manera entusiasta cómo llevaba a mi boca lo que él había preparado para mí.
Frunció el ceño al ver que no había tomado ni una sola galleta de coco y parecía estar más que ansioso porque yo lo hiciese.
Cuando finalicé el vaso de jugo con los panqueques, sonreí y dije:
—Estuvo delicioso, me encantó.
Ignoró eso y señaló las galletas.
—No las has probado.
—Oh, no tengo ganas de comer galletas. Tal vez más tarde.
O nunca.
—¿Por qué más tarde? —preguntó—. Tú amas las galletas de coco.
—Ya no tanto. Ya sabes, de tanto que las comí en la niñez creo que les agarré un poco de… asco.
Abrió sus ojos aterrado y su aroma cambió inmediatamente a uno amargo. Estaba sorprendido y un tanto decepcionado por lo que acababa de escuchar.
—¿Asco? —repitió—. ¿Cómo podrías sentir asco de algo que forma parte de ti?
Sentí el deseo de reclamarle y acusarlo de ser el culpable de ese sentimiento. Pero, en vez de eso, solo me encogí de hombros.
—Cosas que pasan.
Jungkook miró en dirección a las galletas y tomó una.
—Yo aún las sigo amando como la primera vez que las probé —comentó bajito—. Y dudo que eso vaya a cambiar alguna vez en mi vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top