Capítulo 4
Sed. Tenía mucha sed. Sentía la boca pastosa y tenía la lengua pegada al paladar. Qué había pasado? Sus recuerdos eran borrosos. Y la cabeza le dolía muchísimo.
La sonrisa de Loki se abrió paso entre la bruma de su mente y se incorporó de golpe para observar a su alrededor. Nada. Seguía en su cuarto. Y no parecía haber nada sospechoso allí.
Se miró en busca de heridas. Su piel no mostraba signos de alguna lesión y nada le dolía.
Fue cuando bajó los pies de la cama que notó que estaba duro como el hierro. Alzando una ceja, quitó la toalla que lo cubría y observó su miembro con interés
A simple vista, todo andaba bien. Pero al tocarlo se estremeció. Estaba tan hipersensible que creyó que se correría en ese mismo momento.
Qué diablos?
Se masajeó las sienes en un intento de estrujar su cerebro. Había regresado a su habitación, se había duchado... Loki estaba allí cuando salió del baño... Lo... Lo había estado realmente? No tenía ni la menor idea.
Gruñó. No le gustaba cuando su cerebro se negaba a cooperar.
Qué le había pasado? Y por qué su pene estaba a punto de explotar?
Esa última pregunta se contestó sola cuando imágenes fugases de sus últimos sueños cruzaron su mente. Loki en su cama, mejillas sonrosadas, pezones duros, jadeos desesperados... Probablemente había tenido otro de esos. No siempre lograba recordarlos vívidamente, pero varías veces había tenido que atenderse a sí mismo en las mañanas.
Sobre qué le había pasado para estar en ese estado... Esa era bastante más complicada.
Tal vez todo el estrés por el que había estado pasando se había cobrado su precio...
Con una respiración honda, decidió dejar de pensar en aquel asunto.
Aún sediento, regresó al baño para beber algo de agua cuando notó la oscuridad reinante en el exterior. Vaya. Había dormido por horas.
Apenas había enjuagado su rostro cuando el criado que anunciaba la cena llamó a su puerta.
Se vistió y se dirigió al comedor, pensando que algo de comida le vendría bien a su embutida mente.
El salón de festines era enorme, capaz de albergar a todo el ejercito Asgardiano y que aún así sobrase espacio. El altísimo techo amplificaba el sonido, de modo que su Padre pudiese dirigirse a todos los comensales sin problemas y que la música de los festejos resonase con claridad.
Varias mesas comunes estabas dispuestas a lo largo del lugar, justo frente a la plataforma dónde se encontraba la mesa de la familia. Su Padre, su Madre y su hermano aún no estaban allí, así que se dedicó a conversar con los guerreros que habían llegado.
Encontró a Fandral, Hogun y Volstagg sentados cerca de la entrada al salón y se sentó junto a ellos para ponerse al día.
-Te lo digo, era enorme como una de esas bestias de Jotunheim –Comentó Volstagg, cebándose con cerveza.
-No lo era. –Dijo Hogun por lo bajo, con una media sonrisa indulgente en el rostro.
-Si lo era! Era enorme, y babeaba! Sus garras eran como mi antebrazo, como mi antebrazo les digo!
-Buenas noches, mis guerreros. –La voz de su Padre resonó en el lugar. Cientos de voces respondieron al unísono, y Thor dejó a sus amigos para dirigirse a la mesa principal
Sonrió a su Madre antes de tomar el lugar a la derecha de su padre. La silla junto a él, la que estaba reservada para Loki, permanecía vacía. Odín también pareció notarlo y alzó una ceja de forma interrogativa. Frigga, a su izquierda, respondió a la pregunta que aún no se había formulado.
-Me pidió que lo excuse esta noche. No se siente bien.
Contento con la explicación, Odín dio comienzo a la comida.
La mañana siguiente, el barullo reinante en el pasillo despertó a Thor. Pasos de aquí para allá, voces preocupadas que iban y venían. Algún grito de vez en cuando. Alarmado, saltó de la cama y corrió a la puerta. Lo primero que vio al abrirla fue a una apresurada doncella.
-Qué pasa?
-Mi señor Thor! –La mujer pareció aliviada de verlo. –No encontramos al Señor Loki. Anoche dejamos la cena en la puerta de sus aposentos, pero nadie la tocó. Y esta mañana al ir a despertarlo, encontramos su habitación vacía. La Señora Frigga está preocupada de que algo malo le haya sucedido.
Thor suspiró. Probablemente Loki estuviese bien, pero su Madre no lo creería hasta verlo con sus propios ojos.
-Déjenmelo a mí. Dile a mi Madre que conserve la calma.
-Sí, mi señor! Muchas gracias, mi señor!
Asintió a la mujer y regresó a su cuarto para ponerse una muda de ropa limpia. Dónde demonios podía haberse metido su hermano? Había alguien que probablemente lo supiese, y se dirigió hacía allí sin retraso.
-Heimdall. –El guardián del Bifröst volteó en su dirección.
-Thor, mi amigo. Qué te trae por aquí?
-Loki. –Comentó con voz resignada. –Va a matar a Madre de un disgusto. Y sinceramente, quisiera saber que trama antes de que me apuñale por la espalda. De nuevo. –Heimdall sonrió ante el comentario.
-Dame un momento.
Los ojos del guardián brillaron con intensidad mientras usaba su poder para ver a través del tiempo en busca del dios de las mentiras, pero un instante después, su ceño se frunció.
-Dónde está? –Inquirió Thor.
-Yo... No lo sé.
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