Capítulo 29
Dejar atrás su vida no fue difícil. Trabajaba en un pequeño local con otras dos personas, así que borrarles los recuerdos no resultó complicado. Un poquito de magia y poof, el que había sido Tom Hiddleston, oriundo de Inglaterra, había desaparecido del mapa.
Observó el reloj. Había quedado con Odín para que lo recogieran al día siguiente de su visita de modo que pudiese borrarse sin dejar rastro, y ahora aguardaba en el living del que había sido su hogar por dos años. Bobby estaba sentado junto a él, sin entender por qué tenía puesta la correa pero sin oponer resistencia.
En cuanto comenzó a cansarse de estar de pie, el rayo de luz del Bifröst lo rodeó sin previo aviso. En un segundo estuvo de pie frente a Heimdall y Odín. Bobby, presa de un ataque de pánico, comenzó a ladrar y a tirar de la soga. Le palmeó la cabeza para tratar de calmarlo.
-Buen trabajo escondiéndote de mí. -Saludó el guardián. Loki se encogió de hombros.
-Lo siento por eso. No fue nada personal. -Heimdall hizo una mueca.
-Dame al perro. Tienes mucho con que ponerte al día, y el pobre parece nervioso. -El dios del engaño titubeó un segundo antes de entregarle la soga al Padre de todo. -Adelántate. Tengo un par de asuntos que resolver.
Tras acariciar un poco a su mascota, Loki emprendió el camino al palacio. Asgard no había cambiado para nada. El dorado brillante seguía allí, pero por alguna razón ya no le lastimaba los ojos.
El gran salón del palacio estaba silencioso a esa hora. Ni siquiera se veía a los sirvientes que normalmente pululaban por allí. Vagó un poco por los pasillos sin cruzar un alma antes de darse cuenta de que sus pies lo habían llevado hasta donde estaba su vieja habitación. Seguiría igual? Tomó el picaporte y dudó.
Era probable que estuviese tal y como la había dejado, pero temía que ver sus posesiones despertara sentimientos que había enterrado hacía mucho. Con una respiración honda, abrió la puerta.
A esa hora, la habitación estaba suavemente iluminada por el sol que se colaba por las ventanas abiertas que daban al balcón. Su cama estaba hecha e incluso había una muda de ropa limpia en los pies, esperándolo como siempre que salía del baño. La biblioteca no tenía ni una sola partícula de polvo en la superficie de madera pulida y sus libros seguían allí, esperándolo como perros fieles. Tocó el lomo de uno y casi pudo sentir la gratitud del objeto por recibir algo de atención. Aspiró profundo y llenó sus pulmones con el aroma de la madreselva que crecía en los jardines.
Todo estaba igual.
Menos él.
Se sentó en la cama y acarició el cobertor. El sentimiento de estar fuera de lugar comenzó a aflorar en su pecho una vez más, como si las ascuas de aquel fuego nunca se hubiesen apagado del todo, esperando la más mínima brisa para volver a tomar fuerza. Se llevó una mano al pecho y estrujó la ropa en el puño. No. No iba a volver a caer en eso. Había salido de aquella cueva hacía mucho, mucho tiempo. No iba a-
Algo se movió en el balcón. Se puso de pie rápidamente, asustado de repente, sintiéndose un extraño.
El sol se reflejó en dos cabelleras rubias.
Su corazón se saltó un latido.
El hombre que acababa de dar un paso en la habitación lo vio y se petrificó. El tiempo pareció detenerse mientras se observaban. El rostro de Thor pasó de la sorpresa a la confusión y luego a la desconfianza, y en ese momento Loki notó que no había cambiado a su antigua apariencia.
Dejó que su apariencia se esfumase, como si la lluvia la estuviera limpiando.
Thor abrió la boca. La mirada de Gisli se clavó en él y sintió el poder que emanaba de aquellos ojos. Su hija rio y estiró los brazos en su dirección.
-Papá! Papá! -La voz cantarina de la pequeña le llenó los ojos de lágrimas. Cuánto se había perdido estando lejos... Miró a Thor de forma interrogativa.
-...Puedo?
El rubio no contestó, sino que bajó a la pequeña y la dejó en el suelo. Gisli caminó hacia él y se aferró a sus rodillas, aún llamándolo papá. Loki la alzó en brazos y enterró su cara en el cuello de su hija, aspirando profundamente su perfume y mojando su rubio cabello con lágrimas de alegría. La niña se abrazó a él con fuerza, todo su cuerpecito derramaba la alegría que sentía.
Thor salió de la habitación sin hacer sonido alguno y regresó al cabo de un momento con Frigga.
-Loki... -La mujer los estrechó entre sus brazos y el dios del engaño lo agradeció como el sediento agradece el agua. Estaba en casa. Por fin estaba en casa. Frigga se separó de ellos y tomó a la niña en brazos. -La cuidaré por un rato. Creo que ustedes dos tienen mucho de que hablar.
Cuando la puerta se cerró, Loki se secó las lágrimas que le corrían por las mejillas y enfrentó al hombre con el que se había criado.
-Thor, yo...
-Espera. Contéstame una sola cosa. Puedes hacer eso? -Loki asintió. -Me amas? -Otro asentimiento. Thor se petrificó. -Quiero escucharlo. Pero si lo dices, nada impedirá que te tome en mis brazos y te haga mío en este instante. Nada.
-Te amo.
En un abrir y cerrar de ojos, Thor cerró la distancia entre ellos, lo aprisionó entre sus brazos y lo besó con pasión, invadiéndolo con la lengua. Le arrancó la ropa con violencia, mandándola a volar a través del cuarto antes de alzarlo desde el trasero y depositarlo en la cama.
Mientras cubría su cuerpo de besos, Thor se peleaba con la bragueta de su pantalón. Loki sentía su miembro duro entre las piernas y su entrada latía, desesperada porque la llenasen. Se aferró a la espalda del rubio y le mordisqueó el cuello, disfrutando del aroma de su piel.
Había esperado tanto este momento...
Thor liberó su miembro y, tras lubricarlo con saliva, lo penetró. El gemido de Loki fue ahogado por los labios hambrientos del rubio, que comenzó a follarlo rítmicamente. Los jadeos y gemidos guturales, el calor al rojo vivo en el punto en que sus cuerpos se unían, fueron todo lo que el dios del engaño pudo procesar.
El dios del trueno lo apretó contra su cuerpo con fuerza, reteniéndolo en el lugar para que las estocadas no lo moviesen, y muy pronto, sintió en su interior las contracciones de su miembro. Thor lo llenó mirándolo directo a los ojos, y Loki supo que él lo amaba con igual intensidad.
-Te extrañe tanto. -Masculló Thor.
-Lo siento. -Loki lo besó suavemente.
-Dime que te quedarás. -El dios del engaño sonrió.
-Hasta mi último aliento.
Esa noche, todo Asgard estaba de fiesta por su regreso. Odín se había tomado la molestia de organizar un festín en su honor, y cuando entró de la mano de Thor, el gran salón estalló en vitores. Frigga le entregó a Gisli, que parecía más que feliz de verlo, y juntos avanzaron hasta la mesa principal.
-Decirte hijo sería bastante extraño ahora, no es así? -Preguntó el padre de todo. -Yerno te parece mejor? -Odín le palmeó el hombro.
Bobby apareció desde debajo de la mesa con un enorme trozo de carne y le movió el rabo. Si, definitivamente ya se había adaptado al cambio. El dios del engaño observó los rostros felices de los asgardianos presentes y por primera vez no se sintió fuera de lugar.
-Hey, Loki.
Volteó en dirección a Thor, que lo sorprendió con un fiero beso justo ahí, delante de todos. Gisli, en sus brazos, soltó una risita y aplaudió con felicidad. Odín levantó su jarra de cerveza y su voz, potente como el trueno, resonó en el lugar.
-Por Thor y Loki, futuros reyes de Asgard! Que tengan largas vidas!
Loki alzó su jarra con una sonrisa.
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