Capítulo 27
Observó a su hija y sonrió cuando la pequeña estiró sus manitos hacia su rostro cansado.
Mentalmente, agradeció una vez más a todos sus compañeros antes de que sus pensamientos regresaran a Loki.
A dónde iría? Se quedaría en Midgard? Volvería a Alfheim? No podía imaginárselo. Loki odiaba ambos lugares.
Con un suspiro, se acercó a la cama y se sentó. Strange lo había dejado en su cuarto, así que por ahora nadie sabía que estaba allí. Contempló la posibilidad de simplemente echar una siesta antes de afrontar al mundo, pero no sabía cuando había comido Gisli por última vez y estaba seguro de que, con lo voraz que era, no tardaría en estar hambrienta de nuevo.
La dejó en la cama por un momento mientras se cambiaba de ropa, pensando en que necesitaría ropajes para ella también. Ahora llevaba un trajecito de cuerpo completo Midgardiano, pero eso no duraría mucho tiempo limpio. Comenzó una lista mental de cosas que necesitaba mientras se desnudaba. Una cuna era lo principal. La pequeña no podía pasar la noche en el sofá, y dormir con ella le asustaba. Qué pasaría si, dormido, se daba la vuelta y la aplastaba? Un escalofrío le recorrió la espalda ante la imagen. Ropa, juguetes. Cosas del baño.
Una vez cambiado, respiró hondo, preparándose mentalmente para lo que venía.
Se asomó por la puerta del cuarto y le pidió al primer sirviente que vio que le dijera a las damas de compañía de su madre que él tenía que hablarle y que hiciera lo mismo con los caballeros de su padre. Que los esperaría en la sala del trono. Y luego le pidió un biberón con leche y algunas ropas de bebé. Si eso le pareció extraño, el extremadamente eficaz hombre ni siquiera lo demostró. Tras dedicarle una pequeña reverencia, partió a cumplir con el pedido.
Media hora después, con Gisli cambiada en ropa Asgardiana, Thor aguardaba sentado en una de las sillas para invitados del Gran Salón. El eco de los pasos lo hizo alzar la cabeza, y se puso de pie cuando vio a sus padres entrar tomados del brazo.
-Hijo. Finalmente. -Comenzó Odín. -Cuando ese Midgardiano vino a explicar lo que había sucedido contigo me costó mucho no ir hasta allá y traerte... -Su voz se apagó en cuanto notó que tenía algo en los brazos. -Thor? -Frigga lo miró de arriba abajo.
-Hijo? Eso es...?
Conteniendo la respiración, Thor avanzó hacia ellos.
-Su nombre es Gisli. -Dijo, solemne. Y con la cabeza bien en alto, continuó. -Es mi hija.
Su Madre contuvo un sonido de exclamación mientras que su Padre lo observó con confusión.
-Cómo? Cómo es posible? Thor...
-Sé que están decepcionados. Lo siento muchísimo. Estoy dispuesto a aceptar cualquier castigo para que ella pueda vivir aquí.
-Dónde está su madre? -Preguntó Frigga mientras observaba el rostro de la niña.
-Murió durante el parto.
-La amaste? -Esta vez fue Odín quien habló.
-Como a mi propia vida. -Los ojos del padre de todo se ensombrecieron antes de dirigirse a la pequeña. Tomó su mano con la suya y sonrió con amargura.
-Entonces no requieres castigo alguno, hijo mío.
El escudo con el que Thor se había cubierto comenzó a resquebrajarse. Por qué? Por qué todo era tan difícil? Extrañaba a Loki. Lo quería a su lado para criar a su hija, lo quería en su cama por las noches, quería poder besarlo todos los días y ser el primero que lo viese despertar...
Lagrimas amargas comenzaron a brotar de sus ojos, y Odín tomó a su nieta en brazos antes de que le fallaran las piernas. Su madre lo estrechó entre sus brazos y acarició su espalda para consolarlo mientras él destrozaba la poca dignidad que le quedaba como si fuese basura.
Aferrado a la falda de Frigga, sin importarle nada más en el mundo, lloró desconsoladamente por lo que pareció una eternidad. Al cabo de quien sabía cuánto, cuando los sollozos se convirtieron en un dolor seco en el pecho, el llanto se detuvo.
-Hijo. -Odín se arrodilló a su lado en el suelo luego de entregarle la bebé a Frigga. -Todo estará bien. Lo prometo.
Thor no estaba tan seguro.
-Y Loki? -El nombre de su amado en labios de su Madre quemó.
-A salvo. -Contestó roncamente. -En Midgard, con los Avengers. No hará nada en nuestra contra, pero no siente deseos de regresar. Prometí respetar ese deseo.
Los ojos de su madre se anegaron de lágrimas, pero asintió mientras las contenía. Odín, mirando el rostro de Gisli, no hizo comentarios.
Ese día, Frigga se ofreció a cuidarla para que él pudiese descansar, así que se retiró a su habitación para desplomarse en la cama y dormir.
El tiempo que siguió no fue más fácil, pero centrarse en su niña ayudaba. Pasaba los días a su lado, sin despegarse de ella más de lo necesario. Sus padres lo entendían, así que lo dejaban hacer a su antojo, sin forzarle responsabilidades.
Después de todo, era un padre en pleno luto por su amada.
Los días comenzaron a acumularse como hojas en el otoño, formando semanas, meses y años.
Gisli crecía sana y fuerte, encantando a todo aquel que la viese. Su cabello había crecido y el rubio resplandecía como si fuese una corona de oro. Sus abuelos pasaban todo el tiempo posible con ella, incluso cuidándola por su cuenta cuando a Thor lo consumía el dolor de la perdida.
Y, con el tiempo, llegó su primer cumpleaños.
Esa noche, se comió y se bebió como si fuese el último día del mundo, y Thor, sentado en la mesa principal, se esforzó por sonreír.
El recuerdo de Loki seguía vivo en su corazón. Y esa noche, más que ninguna, dolía.
Un año atrás, el amor de su vida había traído al mundo a la pequeña y había muerto en el proceso, para luego regresar a la vida de la mano de la primer mujer después de su madre a la que Loki había amado. La vista comenzó a nublarse, convirtiendo el plato de carne y patatas en un manchón informe. Frigga, a su lado, le tomó la mano.
-Estás bien, hijo?
Sonrió de manera tirante y asintió.
-Si, solo... -Su madre negó suavemente.
-No necesitas darme explicaciones.
Excusándose del banquete, Thor se perdió en los pasillos del palacio.
Qué estaría haciendo Loki?
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