Capítulo 24

Las horas que siguieron hasta que por fin alguien se acercó a verlo fueron interminables. Y confinado en el pequeño espacio subterráneo, lejos de cualquier ventana o reloj, fueron incluso peores. Por eso, cuando Stark apareció en la ventana de la puerta, Thor pegó un salto y corrió hacia él.

-Tony! Tony, por todos los cielos, háblame, dime que sucedió.

-Beach boy, cómo te sientes?

Qué cómo se sentía? Que importancia tenía eso? Negó frenéticamente.

-No importa cómo me siento yo, Loki-

-Por eso mismo necesito saber cómo te sientes, grandullón. Recuerdas algo de los últimos meses?

Si responder aquellas preguntas hacían que se enterara antes del estado de Loki, lo haría. Se cruzó de brazos y frunció el ceño, tratando de recordar.

-Que Loki se fue y tenía que encontrarlo y... -Y qué? Se sorprendió al darse cuenta de que los últimos tiempos eran una enorme laguna en su mente. Miró a Tony con desesperación. -Qué pasó? Qué sucedió?

-El que estés hablando es una buena señal, pero tengo que preguntar: Sientes algún deseo de matar a alguien? -El dios se escandalizó.

-De qué mierda estás hablando, Stark!?

-Suficiente para mí. Friday, revisa sus constantes.

-Todo normal, Señor Stark.

-Espero que sea suficiente para los demás. -Iron man toqueteó un panel junto a la puerta y comenzó una serie de clics. -Loki quiere verte.

-Está vivo!? -En cuanto la puerta se abrió, Thor la atravesó como un vendaval.

-Apenas. Se niega a que lo atendamos de algún modo. -El corazón de Thor se detuvo. -Está arriba, en una de las habitaciones del pent house. Oh, y si te cruzas una elfa, quítate de su camino cuanto antes. Te odia.

El dios del trueno corrió hasta el ascensor y casi rompe el botón al pulsarlo. En cuanto las puertas se abrieron en el pent house, el comité de bienvenida se interpuso en su camino. Bruce Banner se adelantó.

-Escuchamos a Friday. Y confiamos en sus análisis. Pero aún así debo preguntar-

-No, no quiero matar a nadie en un futuro cercano, muchas gracias, puedo ver a mi hermano ahora?

-Adelante. -Los Avengers le permitieron el paso, pero cuando trató de pasar, una elfa se plantó frente a él.

-No quiero que lo veas.

-Y tú quien eres? -Las lágrimas anegaron los ojos de la hembra, pero ninguna cayó por sus mejillas.

-Es tu culpa. -La amargura y el odio en su voz lo golpearon como si hubiesen sido una bofetada. -Es tu culpa que Loki esté así. Es tu culpa que no quiera que lo sane. Es tu culpa, todo es tu culpa. -En ese momento, Strange salió del pasillo que llevaba a los cuartos y, al ver la escena, se acercó a la elfa.

-Lyrei, no es así. Tú lo sabes.

-Si que lo es! Si lo es! Si no fuera por él, si no fuera porque Loki... -La voz de la mujer se quebró y Strange la envolvió en sus brazos. Le dirigió una mirada que decía "Ve al cuarto" por sobre la cabeza de ella, y él obedeció.

En la tercera puerta que abrió, encontró a su hermano.

Loki dormitaba. Su respiración sonaba forzada, como si sus pulmones se estuviesen matando a si mismos para no dejar de funcionar. La luz tenue del cuarto hacía que todo aquello pareciera un sepulcro. Para Thor, las blancas sábanas que cubrían el cuerpo de su hermano eran mortajas. Se paralizó.

-Hermano... -Su susurro rasgó el silencio, y Loki entreabrió los magullados ojos.

-Thor... -Una de sus manos, la más cercana a él, trató de moverse en su dirección. Aquello rompió las invisibles cadenas que lo ataban y salió disparado en dirección a la cama. La mano de Loki se sintió helada cuando la tomó entre las suyas.

-Hermano... Hermano mío... Qué te sucedió? Quién te hizo esto? -Él negó suavemente. Tosió y algo de sangre manchó sus pálidos labios.

-Eso no importa. Tengo algo que encargarte. -La mirada del dios del engaño recorrió la habitación y se posó en una pequeña camita en la que Thor no había reparado. La cuna estaba cubierta de tules y en la parte más oscura de la estancia.

-Loki... Qué hay ahí?

-Su nombre es Gisli.

Él... Él había...?

Soltando la mano de su hermano, caminó tambaleante hasta el rincón. Contuvo la respiración al momento de descorrer los cortinajes. Cuando vio lo que yacía sobre el diminuto colchón, todo el cuerpo le dolió.

-Loki... -La voz de su hermano apenas pudo atravesar el espacio.

-Cuida de ella.

Thor volvió a mirar a la niña. Su cabello era rubio, su piel era tan blanca como la de Loki, y dormía profundamente, con su delicada cabecita apoyada en la suave almohada. El dios del trueno hizo la pregunta que le quemaba los labios.

-Es tu hija?

-Es tuya.

-Loki, no. -El nudo en la garganta de Thor se tensó. -No. Debes dejar que te sanen. La elfa de afuera dice que no la dejas hacerlo. Es tu niña, debes cuidar a tu niña. No puedes dejarla sin padre!

Gisli se removió y comenzó a llorar sobresaltada por la voz de Thor, así que él se apresuró a tomarla en brazos para calmarla. En ese momento, la niña abrió los ojos.

Uno era del mismo verde brillante de Loki.

El otro era azul. Tan azul como los suyos.

Thor corrió a la puerta sin siquiera ser consciente de estarlo haciendo, con la bebé apretada contra su pecho y el nudo en la garganta cortándole la respiración. En cuanto regresó a la sala de estar, todas las miradas se posaron en él. Buscó en el mar de ojos hasta dar con el par ambarino que estaba buscando.

Llegó a ella y se dejó caer de rodillas, sorprendiéndola. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas sobre la pequeña Gisli, que lloriqueaba, incómoda.

-Sánalo. Sana a Loki, por favor. Devuélvemelo. Por favor, devuélveme a mi amado.

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