Capítulo 21

-Déjame entender... -Bruce Banner se subió los lentes con la mirada fija en Loki. –Esta niña es hija tuya. –Loki asintió. –Y de Thor. –Otro asentimiento. El hombre se quedó laxo. –Cómo?

-Bueno, cuando mamá y papá se quieren mucho, mucho, mucho... –Comenzó Loki.

-Pero tú no eres mujer!

-Soy un dios, puedo ser lo que yo quiera.

Finalmente, todos los Avengers disponibles habían acudido a la torre: Black widow, Hawkeye y Barnes se apiñaban frente a ellos como si fuesen animalillos de feria. Stark, Strange, Rogers y Parker, que ya habían pasado por la explicación estaban por ahí. Shockeados, si, pero mucho menos que los demás. Bueno, Stephen era completamente indiferente a la escena. Aunque no dejaba de lanzarle miraditas indiscretas a Lyrei.
Loki agradeció mentalmente que todos tuviesen la sensatez de ver a Gisli como la pequeña cosita adorable que era y no le dedicasen miradas extrañas a ella. No le hubiese gustado tener que masacrarlos a todos ahora que lo estaban ayudando con Thor. Hablando de Gisli... Buscó con la mirada para ver dónde había terminado su pequeña y la encontró en brazos de Barton, con Parker muy pegado a ellos y haciéndole muecas a la niña.

-Y qué pasa con Thor? –Preguntó Natasha.

-No lo sabemos. –Tony habló mientras revisaba una de esas pantallas con las que manejaba toda la torre. En ella se veía a Thor en el búnker, dando vueltas como un animal enjaulado. –Sus constantes vitales son un desastre desde que llegó y no parece que vayan a estabilizarse en un futuro cercano. Intenté hablar con él hace un rato, pero solo conseguí sacarle gruñidos y estallidos de rayos. No es un campista feliz.

Lyrei, que llevaba un largo rato en silencio, salió de su ensimismamiento con un sobresalto.

-Loki... Recuerdas lo que me contaste? Sobre el día en que concebiste a tu hija? -Todos los presentes desviaron la mirada, incómodos. Al parecer, podían lidiar con amenazas salidas del mismo vacío del espacio, pero les costaba un poquito aceptar que él hubiese tenido un hijo con Thor. Ni siquiera eran hermanos, por todos los cielos!

-Sí, qué hay con eso?

-Dijiste que usaste un ungüento para...

-Sí, lo recuerdo. –No iba a entrar en detalles delante de ellos. Suficiente sabían ya.

-Qué contenía?

Por qué era eso relevante en aquel momento era algo que escapaba de su comprensión. Aún así, comenzó a enumerar las diferentes hierbas y aceites que había usado. En cuanto llegó a una de ellas, la elfa le tomó el brazo con expresión ansiosa.

-Repite eso.

-Hierba del jabalí. Es muy difícil de encontrar porq-

-Los jabalíes enloquecen por ella. -Terminó la mujer, y, más bajo, añadió: - Obsesión de fuego. –Los demás presentes la observaron sin entender. –Mi pueblo la llama obsesión de fuego. Loki, aquel ungüento tiene muchos nombres, y uno de ellos es El ayudante de la meretriz. Sabes por qué?

-Porque lo usaban las prostitutas? –Preguntó Stark.

-Sí y no. –Lyrei comenzó a hablar rápidamente. -No prostitutas en sí, sino las amantes de los aristócratas. Bueno, para sus legítimas mujeres, eran prostitutas, aunque la mayoría eran campesinas o aristócratas de bajo nivel. Fue muy popular durante años, hasta que alguien descubrió el hilo conductor y se prohibió.
Estas mujeres convencían a su acaudalado amante de usar aquel afrodisíaco porque lograba mejores erecciones. Más duraderas, mucha más sensibilidad... Tenía tantos nombres como mujeres que lo usaban para evitar que el secreto se supiera.
El pobre infeliz no sabía que uno de los ingredientes era Obsesión de fuego. A la semana de usarlo, el hombre comenzaba a pensar en la cortesana con más frecuencia. Su interior quemaba y sus pensamientos se volvían obsesivos, era entonces cuando regresaba con ella. Por supuesto, la mujer ahora se negaba a yacer con él, lo que contribuía al malestar del hombre. Pasado un mes, cuando su amante rozaba la locura, ella aprovechaba para sacarle lo que quería. Dinero, joyas, terrenos y títulos. Luego, una vez asegurado su premio, yacía felizmente con él y el efecto pasaba. Unas pocas, incluso, lograron que la esposa legítima fuese echada del hogar. Esto se debía a que el hombre, internamente, las prefería a ellas, y el ungüento se encargaba de llevar ese sentimiento a cada fibra de su ser. Cuando se acordaban del qué dirán, ya era demasiado tarde.

Loki estaba estupefacto. Había encontrado aquel libro de pociones en la biblioteca del palacio, al alcance de cualquiera. Había creído que era un simple afrodisíaco, apenas más fuerte que el picotazo de una Lytta vesicatoria, e incluso menos peligroso. Pero había condenado a su hermano... La culpa lo carcomió.

-Entonces, si me acuesto con él...

-No! –Lyrei chilló ansiosamente. –Ha pasado tanto tiempo... Que es probable que te mate si te acercas. Hay... -Carraspeó con nerviosismo. –Hay una historia sobre un midgardiano cuya amante dejó pasar mucho tiempo en venganza por un desaire... Es el único caso registrado sobre el uso de magia de origen élfico en Midgard. Creo que ustedes lo llaman Jack el Destripador. –Las exclamaciones inundaron el aire.

-Entonces qué hacemos? No podemos permitir que Thor se convierta en un asesino. Con el poder que tiene... Bueno, digamos que el único que puede ganarle un mano a mano es Hulk. –Soltó Barnes.

-Me siento un poquito insultado aquí. –Replicó Strange.

-Dejarlo caer eternamente difícilmente es una solución válida. –Esta vez, fue Loki quien habló.

-Puedo manipular el tiempo a mi antojo, revertir esta situación no-

-Su estado no puede ser cambiado con el uso del Ojo de Agamotto, hechicero.

-Entonces, una vez más: Dejarlo caer eternamente no es una solución. -Loki sonrió con superioridad.

-No hay una cura o algo así? Una poción o medicina que anule los efectos de este... Afrodisíaco. –Preguntó Bruce. La elfa se recostó en el sofá, pensativa.

-Tal vez... Pero no tengo idea de medicina midgardiana moderna. Si pueden ayudarme con eso, yo les proporcionaré mis conocimientos alquímicos.

-Tienes mi ayuda. –Bruce sonrió.

-Si Banner va a estar pululando en mis laboratorios, tengo que ayudar también. –Dijo Stark.

-No tengo ni idea de medicina, pero si necesitan algo, cuenten conmigo. –Comentó Hawkeye. Parker y Romanoff asintieron.

-Está decidido entonces. –El Cap palmeó las manos. –Les mostraré sus habitaciones.

-Un momento, no tengo mis hierbas. Debería-

-No te preocupes, si necesitas algo, yo te lo proporcionaré. –Strange sonrió.

Loki sospechaba que todo aquel circo era para evitar que volviese a desaparecer y les cargara con el muerto. Y si, esa hubiera sido su primer opción en el pasado.

Pero no ahora. No podía abandonar a Thor. Gisli nunca se lo perdonaría.

Y, a decir verdad, él mismo nunca se lo perdonaría.

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