Capítulo 17

Dolor. Un dolor capaz de matar a alguien.

Loki recuperaba la conciencia de ratos, hundido en el delirio de la fiebre. Las imágenes que sus ojos captaban eran completamente extrañas y no lograba comprenderlas. El techo giraba sobre su cabeza sin ton ni son como un molino, y los sonidos llegaban distorsionados a sus oídos. Su mundo era un mar de pulsaciones al rojo vivo. Quería arrancarse las entrañas, rajarse las venas y tirarse del cabello, cualquier cosa que lo sacara de aquel horror.

Algo le desgarraba el estómago y solo atinaba a balbucear pidiendo clemencia. El rostro de Lyrei, su querida Lyrei, aparecía y desaparecía, deformado por la ventana de la pesadilla junto con la cara desconocida de Gisli. El llanto de su niño no nacido le taladró los oídos y las lágrimas se derramaron como una catarata hasta dejarlo seco y jadeando por aire entre sollozos y espasmos que le quebraban el cuerpo en dos.

Incapaz de seguir el ritmo del tiempo, el Dios del engaño pareció pasar siglos en ese infierno.

De pronto, milenios después, todo se detuvo.

La bestia que lo devoraba de adentro hacia afuera pareció saciarse de su carne y de su llanto y por fin volvió a aletargarse.

Recibió la calma oscuridad como quien recibe a un ser amado luego de años de estar separados y se dejó llevar por la brisa lejos del dolor.
Flotó más allá de su maltrecho cuerpo y no miró atrás. Ya nada lo retenía allí. Todo lo que había amado había desaparecido...

<<Loki...>>

Su nombré sonó ajeno a sus oídos. Era aún Loki? Ignoró el llamado y continuó su camino. Quería ver a su hijo y a su amada amiga pronto...

De pronto, se paralizó. Una calidez desconocida se volcó en él, haciendo que su piel brillara. Observó, asombrado, como su interior se iluminaba como un candil.

<<LOKI!>>

Esta vez, el grito desesperado penetró su estado de aturdimiento. Volteó. Y ya no quiso irse.

Lyrei estaba sobre él, con las manos apoyadas en su pecho y la cabeza hacia atrás, en una especie de éxtasis. Todo su cuerpo brillaba con la intensidad del sol, y aquel calor se derramaba en su cuerpo a través de sus manos, componiendo su cuerpo una vez más.

Y en la cama, a su lado...

Gisli.

Boqueó, inflando el pecho, y el dolor que esperaba nunca llegó. En cambio, el alivio invadía cada resquicio de su ser. Sentía las manos de Lyrei en su pecho y el peso de su cuerpo sobre él.
Cuando quiso moverse, su cuerpo respondió con una fluidez impensable para alguien que estaba completamente roto, y lágrimas de alegría manaron de sus ojos en cuanto su mano se posó en la de la mujer. Abrió los ojos. La luz que brotaba de la elfa lo cegó momentáneamente, pero pronto comenzó a disminuir.

-Loki... -La voz de su amiga se quebró en cuanto sus ojos se encontraron.

-Estoy aquí.

Lyrei se dejó caer sobre él, mojándole el rostro con sus lágrimas mientras juntaba sus frentes y se aferraba a él con fuerza. Los espasmos del llanto recorrían el cuerpo de la mujer y él le acarició la espalda en movimientos amplios, calmándola.

-Creí que te perderíamos.

Perderíamos...?

Loki contuvo la respiración en cuanto la imagen que había visto volvió a cruzar su mente, y Lyrei, sin perder un momento, se apartó para que él pudiera incorporarse. Se sentó lentamente, temiendo que la realidad se quebrase en cientos de pedazos. Tras sacar valor de la mirada de la mujer que lo había mantenido con vida, volteó a su derecha y el batir de su corazón fue lo único que pudo escuchar mientras observaba el pequeño bultito envuelto en mantillas que descansaba a su lado.

Extendió hacia él sus manos temblorosas y lo tomó sintiendo que tenía el mundo entero en ellas. La frágil cosita emitió un quejido cuando vio perturbado su sueño, y abrió los ojos para observar a su padre con curiosidad.

Uno era verde. El otro era azul.

-Es una niña. –Anunció Lyrei

***

Thor cabalgaba camino al pueblo más cercano. Sentía que no estaba avanzando nada. Tenía los nervios en carne viva. Pasaba las noches en vilo, dormitando y despertando cada cinco minutos, negándose a cerrar los ojos y fingiendo que estaba bien en cuanto otra persona se acercaba. El par de ojeras que lucía definitivamente no ayudaba a su intento de parecer sano y cuerdo, así que en cuanto quiso salir, los hombres de su abuelo le insistieron varias veces para que fuese a ver al sanador antes.

Sanador sus cojones.

Su estado no se arreglaría con plantas y raíces.

El caballo se encabritó de repente y debió hacer un esfuerzo enorme porque no lo tumbara.

Qué...?

Frente a él se abrió uno de los condenados portales de Strange. Thor saltó de la bestia, no tratando de detenerla cuando ésta echo a correr de vuelta a Alfheim.

-Dónde está!? –Ladró.

-Oh, bueno. También me alegra verte. –El médico en el mago tomó el control en cuanto el tipo se percató de su estado ceniciento. –Thor, estás enfermo? Qué tienes?

-Strange! –Dijo en un gruñido al tiempo que intentó tomarlo por el cuello de la capa. Esta reaccionó y le abofeteó la mano.

-Cálmate, grandullón. Te ves como la mierda. Creo que-

-Dónde está? Dime dónde está! –El hechicero guardó silencio. Pareció sopesar todas las posibilidades antes de cerrar los ojos.

Para Thor, los segundos pasaron como si fueran horas mientras lo observaba buscar a Loki. En cuanto volvió a abrirlos, lo tomó por los hombros.

-Y bien? Dónde está?

-Aquí. -El dios parpadeó una vez.

-Qué?

- Deja que... -Con un movimiento intrincado de manos, se abrió un nuevo portal frente a ellos. –Ahí lo tienes. Quieres que te acompañe?

Ignorando a Strange, Thor atravesó el portal.

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