Capítulo 5
Estambul, Turquía
El mejor lugar para ser invisible, siempre será. Por lo menos para mí, Estambul. A pocos, para no decir nadie, le interesa el nuevo cantante de Rock del momento. Bien sea por las costumbres o que nadie escucha esa música que llaman infernal.
Por lo que fuera y como sea, ¿Qué mejor sitio para liberar el estrés de una gira de un año que mi país? Caminar por las calles sin ser reconocido o fotografiado se convirtió en un imposible en cualquier país, pero no aquí. Tomar una copa, visitar un bar o un burdel, etc.
—¿Eres de lo que no se quedan a dormir?
La voz de la mujer tiene el poder de erizar mi piel y encenderme. Con la camisa a medio instalar y los pantalones en igual de condiciones le miro desde el balón en donde estoy.
—Soy de los que nunca se quedan más de dos horas.
Mi respuesta le hace reír y mi cuerpo escala la temperatura a un grado más alto. Soy lo más parecido a una tetera hirviendo cuyo sonido va en ascenso conforme en calor.
—Cobardía, supongo.
—Me gusta llamarlo sentido común —acabo de calzarme el pantalón y haciendo lo mismo con la camisa observo por el cristal la figura desnuda de la mujer en la cama.
Su cabello largo, negro cae en cascadas por su pecho y hombros, sus ojos azules parecen lanzar fuegos artificiales. La similitud de su rostro con el de Maissa fue lo que me atrajo el día que la vi por primera vez. Su permanencia en mi cama, siempre que visito mi país, ha dependido de ella y lo discreta que sea con nuestros encuentros.
—Disfrázalo como quieras, etiquétalo con el nombre que mejor te parezca, pero es cobardía.
Mientras habla, Bahar mueve las manos en el aire, sonríe y sus ojos no dejan de lanzar ese brillo que amaba en ella. Su parecido con los trillizos Tomasevic es tanto que en algunas ocasiones me he preguntado si no será hija del turco.
"Debería preguntarle al lobo Tomasevic si tuvo hijos por fuera de Dilcia."
—Soy cobarde —admito sin verla.
Toda mi atención la tiene la vista del Bósforo desde donde me encuentro y acabar de vestirme. Es el calificativo de mi padre cada que tocamos el tema de Maissa y de acudir a su invitación. El Doyle-Turner, no suele recibir visitas distintas a su familia, que sea yo el primero en entrar en sus instalaciones supone un alago.
—¿A qué le temes? Si no arriesgas no ganas. Y no hablo de amanecer conmigo.
¿Qué es el Doyle-Turner? Un castillo que data de la época medieval, erigido por Gedael Doyle para protección de los suyos. El hombre, aseguraba ser hijo de un ángel. Historia que su madre confirmaba, la leyendo creció cuando empezó a tener éxito en los negocios y a tener poderes sobrenaturales.
El esposo de Maissa, Gianni Doyle, es, según se cuenta, descendiente de Gedael. Jamás fui un rival para él, tuve claro desde que apareció en la vida de Maissa que así era. Todo lo que sufrió y soportó para llegar a él, me lo confirmó.
Maissa fue alejada de la mansión por su padre y puesta en una isla privada. A todos les dijo que se había ido con el Doyle, pero sus hermanos dudaban de esa historia. Una vez se supo la verdad, el hombre la dejó en libertad y prohibió a sus hermanos o familia hablar de ella.
Al llegar a Edimburgo fue secuestrada, por varios meses su familia la creyó con Doyle y este a su vez con su familia. Tiempo después fue encontrada en territorio israelí, con un hijo de Gianni Doyle. El sufrimiento que vivió durante él secuestró fue tolerable solo por su hijo y el recuerdo del amor que compartía con ese hombre.
"—Sé que te envidian—recuerdo que me dijo el día que la visité en el hospital, luego de su liberación. —te veo bien... estoy segura de que mis hermanos desearían tener tu libertad."
"—Solo cambié el sitio en donde sentarme a llorar. —fue mi respuesta —Ya no es la habitación de mi casa, es en un camerino o frente al público."
Detuve mi gira cuando supe que había sido liberada y fui a su encuentro. La mujer que estaba en la cama, malherida y casi en los huesos, me resultó difícil asociarla a mi compañera de Banda. Pese a lo incómodo que fue verla en ese estado, con un hijo de otro hombre y a puertas del matrimonio, pude llevar la conversación a temas neutrales.
—No pensé que fuera tan difícil la respuesta.
Siento su aliento en mi cuello y una mano cubriendo mi cintura. Bahar se pega a mi espalda, apoya una mano en mi pecho y la otra la entrelaza con la que tengo en las barandas del balcón.
—A que el sentimiento siga intacto cuando la vea.
Soy consciente que mi respuesta no tiene nada ver con la pregunta, pero sé que Bahar entiende. Ella y mi padre, son las únicas que conocen al detalle mi historia con Maissa y todo lo que he vivido después de su matrimonio.
—Posees un alma tan hermosa, que no mereces sufrir por amor —le siento decir dejando besos fugaces en mi espalda —nada me gustaría más que ser en verdad esa mujer. Si de algo estoy segura es que me harías feliz, al igual que a ella.
—Está donde debe —apoyo mi mano sobre la que tiene en mi pecho antes de seguir —en el lugar que es ama y es amada. Es suficiente para mí.
—En ese caso —me rodea y se instala ante mí —¿Que te impide ser feliz? Alguien afuera que espera por ti.
—¿Por qué no tú? —caricia mi rostro al tiempo que sonríe.
—Sería un escándalo. Mi profesión, el parecido con ella, —suspira retrocediendo como si el contacto le quemara —no hay amor entre los dos, es solo sexo. Mereces algo más poderoso —me hace un mohín y se encoge de hombros —no sé ¿Amor?
—¿Qué harías de ser yo? ¿Irías?
—Sería feliz —avanza hacia la habitación y le sigo a pocos pasos —no perdería mi tiempo en pensamientos dañinos, iría a verle en honor a la amistad que alguna vez tuvimos.
—Seguimos siendo amigos —le aclaro y su reacción es girar hacia mí.
—Una razón de más para acudir —me señala —estoy segura de que lo que sientes es frustración y que verla te lo hará saber.
Hay tanta seguridad en sus palabras, que acaba por derrumbar una parte de mis dudas. Al salir de esa habitación lo hago con la certeza que la próxima vez que me hagan una invitación, la tomaré sin dudar.
El camino a casa de papá decido hacerlo a pie, reflexionando en lo que Bahar me ha dicho y en lo que se viene para el grupo, sin Hall. Tras una larga conversación con Simón, a la que no fui invitado, decidió pasar un tiempo con sus hijos.
Hall decidió no ir más con nosotros, no pude hablar con él sobre lo sucedido. Al llegar a la habitación me encontré que la había desocupado, supe lo sucedido por Jamil. Quien negó las acusaciones y todos le creímos, menos Simón.
Ninguno de nosotros vemos a ambos capaces de hacer un acto que pondría en riesgo la banda, menos por dinero. Asi las cosas me encuentro en la encrucijada de buscar un reemplazo que el grupo lo acepte.
Como si pudiera leer la mente, recibo un mensaje de Simón con un archivo adjunto. Había hallado al reemplazo de Hall y necesitaba la aprobación del grupo.
Abro el archivo y me sorprende ver que es una mujer. Una chica rubia, con su cuello cubierto de tatuajes. No tengo nada en contra de quien los hace, pero considero una herejía que una mujer destruya la lozanía de su piel con ellos.
Me abstraigo viendo su rostro, que asocio con la mujer que ingresó a mi habitación en Sídney sin saber por qué. Su similitud con la mujer no me gusta, por lo que le envío en un mensaje a Simón. "¡Olvídalo!", y la respuesta no se hace esperar.
"Demasiado tarde, acaba de firmar contrato conmigo por doce meses."
"Si no me gusta su trabajo, tú pagarás la cláusula."
Guardo el móvil en mi saco y sigo el avance en casa. Media hora de camino en compañía de mis pensamientos y la noche estrellada son suficientes para calmar mis tormentos.
Un auto negro de lujo y dos hombres apoyados en él charlando animados me reciben en la entrada de mi hogar. Ambos se quedan en silencio al notar mi llegada y comparten miradas cómplices.
—¿De fiesta y no invitaste? —se queja Asaf.
—¿Seguimos siendo amigos? —replica Kurn.
—Llevas una semana aquí y no nos has buscado ¿Debemos preocuparnos? —insiste Asaf —¿Qué hicimos mal? Podemos mejorar.
—No eres tú, soy yo —mi respuesta les hace reír mientras me lanzan golpes —necesitaba un tiempo con mi padre...
—Sexo salvaje —interrumpe Kurn.
—Discreto y sin huellas. —sigue su hermano y ambos me hacen un guiño. —¿Hay espacio en ese cuerpo lujurioso para una copa?
—¿Por los viejos tiempos? —pregunto viéndolos a uno y otro —toda una botella.
Beirut, Líbano
Ingreso la última remera en mi maleta y contemplo lo que fue mi habitación por veintiséis años. Sonrío ante el cúmulo de recuerdos que embargan esas cuatro paredes.
—¿Es necesario? —pregunta Naomi a mi madre —papá no dejará que el abuelo se salga con la suya.
—Y eso ocasionará problemas en sus negocios —replica mi madre —problemas entre ambas partes y ustedes de por medio.
—¿Qué le diremos a papá?
—La verdad —cierro la maleta y la alzo dejándola en el suelo. —decidí mantenerme lejos del conflicto.
—Va a encontrarte. —insiste mi hermana.
—No si uso efectivo. —le calmo.
Me costó convencer a mi madre de ayudarme, lo mejor que podía hacer era hacerme a un lado y dejar de ser la manzana de la discordia. La rivalidad entre mi padre y el abuelo, ha llegado a terrenos insospechados. El abuelo ha empezado a torpedear el trabajo de mi padre.
Arquitecto de profesión, con una especialización en restauración. En estos momentos uno de los contratos por los que ha luchado tanto está siendo amenazado. Es la consolidación de su carrera, de eso no hay dudas.
—No puedo permitirlo —hablo en voz alta y ambas afirman. —les llamaré todos los días, daré mi ubicación, tomaré en serio mi recuperación. —prometo.
Sonrío acercándome a ellas y abrazándolas fuerte. El abuelo no tendrá como amenazar a mi padre si sabe que escapé de casa. No hay riesgo alguno de que obligue a casarme, papá se encargará de ello.
—¿No hay forma de hacerte cambiar de parecer? —niego sin dejar de abrazar a Naomi y la siento suspirar —en ese caso.
Se aleja de mí, abre uno de los cajones de mi cómoda y extrae un sobre rosado que deja en mis manos. Comparte miradas cómplices con mi madre y ambas sonríen.
—Pases VIP, reservaciones en el mismo hotel de alojamiento, restaurantes, etc.
La descripción me hace vaciar el contenido en la cama y tomar cada uno de los documentos dispersados. Naomi me explica que, si voy a estar lejos de ellas, que sé en un sitio que me guste y que ellas lo sepan.
—Cumplirás tu último deseo y regresarás a casa para la cirugía —finaliza.
—¿Cómo lo hiciste? —se encoge de hombros.
—Tuve suerte —responde —soy una chica con suerte.
Mi madre me entrega el maletín con los detalles de mi enfermedad, medicación y la dieta que debo llevar. Los siguientes minutos antes que el taxi llegue son ellas leyendo en voz alta lo que debo y no debo hacer.
Estamos en esa cuando mi madre recibe el mensaje de padre que lee en voz alta.
—Nuestra firma quedó dentro de las tres finalistas. Deséenme suerte. Dile a Saori que preparé maletas, trabajará conmigo.
Mi padre está en la lista de para restaurar el Doyle-Turner, con grandes probabilidades de ganar. Sé lo que sentiría si llega a ganar o perder, gracias a la intervención del abuelo.
—Es hora —les digo al escuchar el ruido del taxi —no me acompañen —les ruego cuando se incorporan.
Apoyo la maleta pequeña sobre la grande y empiezo un arrastre hasta los pasillos. Es una decisión difícil y dolorosa, mi padre va a enojarse conmigo, es posible que culpe al abuelo. Al final de esta jornada, cuando regrese lista para hacer la cirugía, va a agradecerlo.
Con un poco de suerte, mi salida del hogar, logre unirlos con el abuelo. Un sueño imposible, la única forma de que eso ocurra es que mi hermano regrese de la tumba.
—¿Señorita? —el chofer de mi padre llega hasta a mí y retira mi equipaje.
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