Capítulo 28
Dos meses después...
Días después de ver la luz, la página web desapareció de la misma forma en que llegó. Dejó a su paso una estela de rumores, especulaciones y acoso. Mi vida, la de mi familia había sido expuesta, ya no importaba si la página estaba allí o no, el daño había sido dejado.
Una reunión de veinte minutos, tres testigos y dos abogados, rompí todo vínculo con Simón. No opuso resistencia, tampoco hizo exigencias y me negué a hablar de nada que fuera el rompimiento de contrato.
Estamos los cinco solos enfrentando una crisis de la que era culpable.
No volvimos a saber de él, ni en mensajes, ni en la prensa. El paradero de Agatha era desconocido, todos la señalaban como la responsable de la creación de la página web.
La página cobraba por ver el contenido una cifra considerable. Dinero que presumo fue a dar a sus cuentas y del que hoy gozaba. Resumiendo, contaba con una cuenta jugosa poder esconderse en donde le diera la gana.
De ninguna manera aquello me impedía no buscarla.
Contraté a un investigador privado para dar con su paradero. Una decisión tomada desde mi orgullo herido y mi sed de justicia. La buena noticia era que en Beirut todo marchaba según se esperaba.
Aunque de este lado reinaba solo el caos. Las redes sociales se llenaron de todo tipo de artistas, cantando las canciones con los acordes expuestos por Agatha.
Y no paró allí.
Nuestros móviles se llenaron de mensajes, llamadas y correos solicitando una entrevista. La persecución fue tan intensa que tocaba cambiar de lugar de reunión. El apartamento de Samir fue seguro hasta que alguien mi ingreso fue captado por un transeúnte. Lo mismo sucedió con la de Marek y Jamil.
La semana número ocho nos llegó en el único lugar que de momento no había sido expuesto. El hogar de Halls. Su ubicación a las afueras de la ciudad, terrenos extensos de bosques a su alrededor y con pocos vecinos la hacían privilegiada.
Una vieja caballeriza se convirtió en nuestro sitio de reunión y ensayo. En épocas doradas el hogar de Halls había sido un rancho perteneciente a su familia. El este instante, solo quedan las viejas instalaciones como recuerdo de lo que algún día fue.
Trabajamos duro y en equipo. Usamos lo expuesto como marketing y creamos canciones en torno a lo ventilado. Un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer, una madre alejada de la realidad, un padre ausente, profesores inexpertos, etc.
Las canciones salieron en medio de latas de cervezas, risas, bromas y trozos de papeles dispersados a nuestro alrededor. La familia jugó un papel importante para el éxito. La de los chicos, la mía, me enviaba apoyo y buenas vibras desde Beirut.
Katia, la esposa de Halls, había estudiado fotografía y solía tomar capturas de nuestras reuniones. Algunas veces en fotos, otras en videos. Nunca mostraba sus creaciones, pero nos divertía ver sus poses buscando nuestros mejores ángulos.
—Nos falta dos canciones, y decidir cuál de ellas se convertirá en sencillo.
Samir tiene las partituras en manos y las agita en el aire con una sonrisa en los labios. El sentimiento de triunfo es evidente en nuestros rostros. Lo sucedido fue un traspié, no lo vemos como fracaso.
—Y el nombre del álbum. —Marek agita las baquetas en el aire antes de lanzarlas sobre los platos. —¿Oscuro?
—Desnudo —sugiere Samir —siguiendo la lógica del álbum —nos explica.
—Tengo pene y no vagina —bromea Jamil.
Retiro la guitarra de mi cuerpo y la dejo a un lado al sentir mi móvil vibrar. Halls saca un papel arrugado del bolsillo trasero de su vaquero y lo ofrece al grupo en el instante en que yo leo el mensaje recibido.
—¿Recuerdan lo que escuché en el hotel en Beirut? —nos pregunta.
—¿No era producto de un porro? —Jamil que lo mira incrédulo ante su negativa.
—Fue real —insiste— no pude sacármelo de la cabeza al llegar a casa. Reproduje esos diálogos todo el tiempo— señala lo que Marek está leyendo —brotó en una noche de insomnio.
—¿Por qué ese nombre? —pregunta Marek —Aurora...
Regreso el móvil al bolsillo y avanzo hacia ellos con la certeza que los malos días habían quedado atrás. Los productores querían reunirse, en espera de llegar a un acuerdo sobre el nuevo álbum y el futuro del grupo.
Su luz sonrojada ofrece una visita
A sus lágrimas y fracasos
Será mi guía en su infierno
Yo seré su ángel que la guíe
Que la salve de su condena
Se siente sola, usada y manchada
Almas oscuras
Oscuras como la noche y mi alma
Como el veneno que corre por sus venas.
Dos ángeles deben enfermar
Lo harán hasta morir
La aurora no puede hacer nada
Me pide hacer algo
No puedo, soy un simple mortal
Ella la luz hermosa que precede al sol
Allí está, ¿Lo ves?
Es el sol, ya no existirá dolor
No lo habrá
Lo dejaste en mí...
El grupo que rodea a Marek, empieza a señalar posibles cambios. La emoción en su rostro ante lo que han leído me hace reír. Gracias a su apoyo he logrado mantenerme en pie y no perder la fe.
—¿Cómo la vez? —la voz de Halls me saca de mi estado —Si no te gusta...
—Un par de cambios y sería perfecta para convertirse en principal —se sorprende y todos golpean sus hombros felicitándole —¿Tienes la música?
—He trabajado en ello...
—¿Un refresco?
Katia ingresa con bebidas que son retiradas de sus manos en segundos. En sus hombros cuelga su cámara de video y la sonrisa que acompaña su rostro lleno de pecas. Detrás de ella, sus hijas de seis años le acompañan, traen arrastras dos sillas pequeñas en madera y me sonríen.
—Khan —saludan. —¿Ya van a grabar?
—Dentro de poco —prometo y saco el móvil que agito en el aire — quieren hablar del álbum.
— ¿Por qué no la muestras lo que tienes y lo ensayamos? —sugiero a Marek a Halls —No es bueno acudir con las manos vacías.
Le concedo la razón, no es bueno ir a esa reunión con las canciones y arreglos. El silencio de estos días de los productores, es como buena señal, pero no nos confiamos. La amenaza lanzada y el enojo era real, ellos tenían razón.
La página web fue lanzada para destruir mi imagen y ellos habían invertido mucho dinero para perderlo. Era indispensable demostrarle que estaba dispuesto a colaborar y que mejor forma que llevar parte del trabajo.
****
Ninguno de los chicos quiso acompañarme a la reunión. El mensaje enviado por los productores era claro. La reunión era conmigo y a ellos no los mencionaban. A los ojos de esos ejecutivos, eran simples músicos reemplazables con facilidad. Eran más que eso, me lo habían demostrado a lo largo de estos cinco años y lo confirmé en estos días.
Ellos esperarían las buenas noticias en un el bar a cinco cuadras del edificio. No beberíamos demasiados, al día siguiente debíamos empezar a grabar.
Hice un viaje de dos horas en una motocicleta cedida por Marek. Según sus propias palabras, disfrutaría mejor la vista en su chica y me relajaría. En este momento disfruto de la llamada de Saori mientras gano fuerzas para cruzar la calle.
—Todo va a salir bien, no lo dudes —la voz de Saori calma mis dudas y controla las ganas de dar media vuelta y huir.
—Eso espero. —suspiro viendo el elegante edificio al que debo ingresar —los chicos han trabajado duro por días.
Su esfuerzo necesita ser compensado. Lo que traigo en el maletín no es más que un nuevo álbum. Se trata de su futuro, el de su familia y todo por lo que han luchado.
—¿Se sabe algo de ella? —pregunta en un hilo de voz.
—Es como si se la hubiera tragado la tierra. —confieso.
—¿No tiene familia o amigos?
—No en Norteamérica. —confieso — una amiga en Suecia, que asegura no saber de ella. La última vez que la llamó, habló de devolverse y los planes de abrir una escuela de música.
—¿Qué hay de sus vecinos? —escucho su risa y eso me hace sonreír —estoy siendo muy curiosa... muy Naomi.
—Algún defecto debes tener —mi comentario le hace reír fuerte.
—Se lo diré —amenaza y empiezo el avance al edificio.
La última vez que fue vista, fue cuando entregó el apartamento que arrendaba. No era sociable, pero pagaba puntual y no hacía escándalos. Llevaba dos años viviendo en el lugar y nadie le conoció la voz. Salía con los primeros rayos del sol y llegaba a altas horas de la madrugada.
El investigador encontró que trabaja en un restaurante prestigioso en donde tocaba el piano. La historia en el restaurante era diferente a su hogar. Era sociable, buena empleada y hablaba mucho sobre su país. Al que aseguraba volvería cuando tuviera el dinero que necesitaba.
Hablaba por teléfono en sus descansos, en llamadas internacionales con la única amiga que se le conoció y que la visitó en este país una vez. Ambas dijeron ser huérfanas y se conocían del internado.
No era de New York, su madre no era pianista y quien conoció el amor por la música en el internado. En lo único que no mintió es en su nombre y edad. Era prodigiosa y con futuro, pero decía no necesitar más que dinero para regresar con su amiga.
Dentro del edificio varios ojos se detienen al verme. No hacen los saludos acostumbrados o sonrisas, ni fingidas ni auténticas. Lo bueno que trae los malos tiempos es que suelen mostrarte con quien cuentas.
—Es hora de colgar, me encantaría hablar contigo por horas, pero no es posible —le digo al llegar a los ascensores —te quiero.
—Yo también... —susurra —éxitos.
Cuelgo la llamada e ingreso al ascensor leyendo el listado de personas con las que he hablado. El socio de mi padre, hizo una sola llamada recordándome que no estoy solo y ofreciendo su apoyo. Maissa y sus hermanos hicieron llamadas parecidas.
Papá hablaba dos veces al día y estaba al pendiente de los avances. Esta mañana tuvimos una conversación de cuarenta minutos. Mamá y él habían sido dados de alta, pero mi madre se negaba a abandonar Beirut y papá no desea estresarle. La realidad es que se sentía bien en su país natal y los negocios funcionaban sin problemas.
—Aquí vamos... —hablo cuando las puertas se abren.
Una elegante oficina en color blanco se abre ante mí. Una mesa de juntas en color caoba, con diez sillas dispuestas y solo dos de ellas ocupadas por dos de los cinco ejecutivos que espera.
Liam y Harper, detienen su amena charla al verme salir de los ascensores. En traje deportivo oscuro, rostros risueños y comportamiento amigable enviándome señales que la reunión traerá buenas noticias.
—¿Cómo está todo en casa? —pregunta Liam.
—En recuperación.
—¿Y la prensa? ¿Has podido controlarlo?
—Lo intento —le respondo a Harper.
—Siéntate por favor —me señala las sillas libres —prometemos ser breves.
Me siente frente a Harper, de los dos, el más abierto. Dejo el maletín sobre la mesa y lo abro en búsqueda de todo nuestro trabajo.
—He traído partes de lo que será el nuevo álbum y las canciones —les digo sacando los documentos —los acordes están al final...
—Me temo que hay un malentendido —me interrumpe Liam y detengo mis manos. —seamos francos muchachos. Fuiste la novedad del momento, pero esa página te destruyó.
—Somos conscientes que no fue tu error—sigue Harper acercándome unos documentos —es lo mejor.
Abro la carpeta y leo el contenido sintiendo la bilis subir por mi garganta. Lo que leo no es otra cosa que la liberación de mi imagen. El porcentaje por las regalías de los albúmenes seguirá, pero no están interesados en grabar otro.
—En honor a tantos triunfos juntos, creo que podemos llegar a un acuerdo —sigo en silencio leyendo el documento—la cancelación del contrato de manera amistosa y no pedirán indemnización.
—Los patrocinadores retiraron tu imagen de las redes. El estudio de grabación fue alquilado a otra banda —describen. —Tu carrera ha llegado a su fin, no hay nadie en estos momentos dispuestos a apoyarte.
Un sudor frío recorre mi espina dorsal y otro se instala en mi estómago. La temperatura de mi cuerpo baja y la sudoración aumenta escuchándolos hablar.
Me recomiendan alejarme por un tiempo de los escenarios, mientras las aguas se calman. Aprovechar el retiro para pulir las canciones y hacer ese álbum menos mediocre de lo que están seguro ya es.
—En unos años, si aún eres recordado, podemos pensar en un regreso —sonríen —cualquier cosa que hagas ahora, será un fracaso. No hay nadie que desee arriesgarse, lo sentimos.
Ellos se muestran como si en verdad me estuvieran haciendo un favor. Tomo una pluma de mi bolso y acabo de leer todo el documento apretándola con fuerza antes de empezar a firmar.
—Lo sentimos —me dicen una vez lo hago y le entrego los documentos —esto es tuyo.
Recibo la copia, me despido de cada uno de ellos y salgo a los pasillos. Cinco años de sueños, aventuras, sonrisas, viajes, de vivir en un sueño. Toda una vida intentando seguir mis sueños y fue destruido por Agatha en un solo día.
*****
—Esto es una mierda —escupe Marek —ellos ni siquiera vieron las malditas canciones.
—Les ruego, me disculpen —les pido al verlos leer el documento con rostro gris —sé todo el día esfuerzo que hicieron. Voy a pagarles...
—No nos debes nada —me calma Samir.
—No lo hicimos por dinero —sigue Jamil —también era nuestro sueño.
—Esto es de ustedes —les acerco el maletín con las canciones y me incorporo —ustedes se bajan en esta parada, yo debo continuar este viaje, solo.
—¿Qué harás tú? —pregunta Halls y no necesito pensarlo demasiado.
—Volveré a casa...
****
Antes de que toque el timbre, las puertas de la casa se han abierto y mi padre me recibe. Por unos segundos ninguno dice nada y permanecemos viéndonos en silencio.
—Se acabó —alcanzo a decir.
—Has estado en medio de peores batallas.
Algo en mi interior se rompe al escucharlo decir aquellas palabras. Empiezo a llorar cuando sus brazos rodean mis hombros y me abrazan contra él. Han pasado mucho tiempo desde la última vez que lloré o maldije. Ambas cosas las eliminé de mi vida por parecerme dañinas.
El día de hoy no pude controlarlas, han sido mucho tiempo controlándolas que se me hace difícil. Por mi cabeza pasa el instante en que tuve que irme de casa. Mi padre me prometió en medio de un abrazo que siempre estaría para mí.
—Hablaremos más tarde — me dice alejándose de mí —tu madre está en el estudio.
—¿Cómo está?
Toma mi equipaje y cierra la puerta tras de sí, me explica que mamá tiene días buenos, no tan buenos y pésimos. Estos últimos no son muy comunes, por fortuna.
—En general, es tranquila —resume —sigue negándose a ir a Estambul.
—¿Miedo? —pregunto limpiando mi rostro y retirando mi remera.
—No sé. —confiesa —pero no deseo alterarla.
Afirmo siguiendo sus pasos y avanzando hasta el estudio. Papá me permite ser yo quien ingrese primero y al hacerlo me quedo en pie contemplando lo que sucede. Mi madre tiene una guitarra en sus manos, parece enseñarle a Saori a usarla.
—Viene todos los días —susurra mi padre —unas horas, no puede cansarse.
Ambas giran en mi dirección y sonríen al verme en pie. En las dos la sonrisa se esfuma luego de unos minutos.
—Te traeré algo fuerte —ofrece su padre antes de alejarse.
—¿Hay espacio para mí? —les pregunto y mamá afirma brindándome un puesto a su lado.
—Siempre hay un lugar para mi mejor guerrero —mamá sonríe y señala a las chicas. —Isis vino a verme...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top