Capítulo 23
Naomi Miyazaki era una mezcla de intensidad y encanto. Una criatura llena de sonrisas, comentarios divertidos y muchos abrazos. Su innegable atractivo físico, rostro inocente y el evidente parecido con su hermana me impiden rechazarle. Si debo ser sincero es ser hermana de Saori lo que me hace aceptar sus invitaciones.
Con un apetito feroz, ese que en este momento le permite degustar su tercer omelette mientras lee la prensa dispuesta en la mesa. Completa la escena, un cubierto en una mano y un lápiz rojo en otra, con el que tacha y escribe sobre diferentes puntos.
—¿Qué buscas? —me arriesgo a preguntar —puedo echarte una mano.
—Con el desayuno es suficiente —comenta trozando un pedazo de omelette. —y busco empleo temporal.
¿Por qué no trabajar con su padre? Según papá, tiene una empresa de construcción bastante sólida. Su nivel en la industria aumentó algunos peldaños con la licitación ganada en Escocia.
—Necesito dinero, gasté mis ahorros en Saori. Ya te lo conté. —me recuerda.
En el regalo que le hizo cuando ella decidió irse de viaje. Se fue de casa al notar que era el tema a discutir entre su abuelo y padre. Naomi no ha dado mayores detalles sobre el conflicto en sí. Ha tocado el tema por los extremos y no he querido forzarla a decir detalles privados de su vida en familia.
—Si necesitas dinero urgente, puedo ayudarte...
—¡No! —responde tajante apretando los labios.
El orgullo debe ser genético. Ese comportamiento lo he visto en su hermana y papá lo describe en su padre. Una de las razones por las cuales no hay reconciliación entre jomei y su hijo es precisamente por eso. El orgullo arraigado en ambos.
—¿Qué tipo de empleo buscas?
Se lleva el último trozo del omelette a su boca, suelta los cubiertos y aleja la mirada de la prensa. Sus mejillas están sonrojadas, sus ojos brillan y partes de su cabello caen en su frente.
—CEO de cualquier multinacional, —bromea —con acceso a jet privado, mansión y comida.
Alejo el plato de mi vista y en su lugar dejo la taza de café. Un mesero se acerca a recoger la mesa y se aleja sigiloso.
—Ambicioso ¿No te parece?
—No me culpes por soñar.
Se alza de hombros con diversión y suspira apoya las manos en la mesa solo para dejar el rostro sobre ellas segundos después. Una sombra de preocupación cruza su rostro redondo. Es fugaz, pero dura lo suficiente para yo captarla.
— Mesera, cuidadora, niñera. Lo que sea. —suspira retirando las manos de su rostro —Debe ser medio tiempo y con horarios flexibles. Es ambicioso, en verdad.
—Papá está necesitando de alguien que nos ayude con nuestras agendas —me animo a decir y sus ojos se iluminan.
—¿Hablas en serio? —afirmo y su sonrisa aumenta —¿Qué debo hacer?
—Tomar llamadas, enviar correos, aplazar reuniones. —describo.
—¿Puedes hablarle de mí? —me pide y acerca su rostro hacia mí —trabajaré por la mitad del sueldo que cualquiera.
El comentario me hace reír y a ella encogerse de hombros. Si no supiera que su situación económica es bastante buena, pensaría que están necesitados. Un par de días atrás, papá me decía que requería de alguien que le diera una mano. Sobre todo, en lo que dure la recuperación tras la cirugía.
—Hablaré con él...
—También puedo cuidar de tu mamá, cuando algunos de los dos necesite salir —insiste.
—Se lo diré, pero ya contrató a una enfermera...
Guardo silencio un instante, no he tratado con su padre como me gustaría, lo poco que se dice de él es que es celoso con sus hijas. Fue por esa fama que mi padre me aconsejó en hablar con él antes de invitar a su hija a almorzar.
—¿Qué? —pregunta ansiosa.
—Lo ideal es hablar con el señor Akiro —sugiero y está por negar, por lo que me apresuro a hablar. —papá puede pedirle permiso.
—Excelente idea. He visto que se llevan bien.
Y con eso sus ojos vuelven a iluminarse. Se esfuerza mucho en disimular lo emocionada que está por el empleo. La duda sobre la economía familiar empieza a tejerse. Su tío comentó algo al respecto, pero aseguró que no era tan delicado y que él podía ayudar.
Pido la cuenta viéndola a ella doblar la prensa y sonreír. Si tiene problemas económicos, un empleo temporal no es la solución. Me encantaría poder hacerlo de otra manera, sin que se ofenda ella y los suyos.
—¿A qué hora tienes que ir a la universidad? —ella mira la hora y sonríe.
—En tres horas ¿Por qué?
—Me preguntaba si quieres conocer a mi madre.
Salta de la silla haciendo volar la prensa, gesto que es mal visto por varios ocupantes de las mesas vecinas y a los que no se molesta en ver.
****
—¡La trajiste! —anuncia mamá al verme llegar con Naomi.
Naomi me mira intrigada y le indico restarle importancia. Mamá alza sus manos y le pide acercarse. Las personas suelen tener reservas con ella. La gran mayoría se espanta cuando le hablan de trastornos psiquiátricos. La principal razón por la que papá la mantuvo alejada del mundo.
—Mi nombre es Naomi Miyazaki —se presenta de manera formal y haciendo una reverencia. —es un placer, señora Cahill.
—No solo eres hermosa, también eres educada —el halago de mamá le hace tomar confianza y sentarse a su lado. —¿De qué parte de Japón eres?
—Mis padres son de Tokio, mis hermanos también. Yo nací aquí.
Apoyo el cuerpo en la pared y cruzo los brazos. Hasta el momento, solo he visto a Saori y a ella. Si hay otra hermana debe estar en Tokio o en otro lugar.
—¿Has ido a Miyajima? Supongo que sí. —comenta mamá —mi padre fue diplomático en Japón por muchos años.
Naomi le dice en japonés que entonces debe conocer su lengua madre. La respuesta de mi madre me hace sonreír. Asegura que vivió allí tanto tiempo que es como su segundo hogar. El resto de la conversación es en japonés, ambas parecen haberse olvidado de mí y no me siento ofendido por ello.
¿Cuántos países visitó? ¿Cuántas lenguas habla? ¿En cuál no le gustó vivir? ¿Dónde le gustaría volver? La curiosidad de la chica, divierte a mi madre que responde sin problemas.
No tiene un dato exacto del número de países, en alguno de ellos en los primeros años de vida. Siendo Egipto el último en el que vivió. Contaba con veintidós años, una edad que sus padres consideraban perfecta para casarse.
—Me consiguieron un esposo y me casé —comenta en tono divertido.
—¿Sin conocerlo? —mamá sonríe y el rostro de Naomi es de espanto. —¿Cómo hiciste? Yo no podría...
—Khan Mohamed Cahill, es el hombre que toda mujer desea. —aclara con orgullo —estoy segura de que de haberme dejado escoger, mi matrimonio no hubiera funcionado.
Naomi me lanza una mirada de incredulidad y yo me encojo de hombros. Es la tradición y mis padres se acogieron a ella. No la comparto, pero doy fe del amor que se profesaron en las pocas veces en que pude verlos juntos.
Hay quienes dicen lo que hizo mi madre conmigo, fue producto de la forma de casarse. Si mi padre hubiera tenido un noviazgo común, todo sería distinto. Algo en el comportamiento de mamá le hubiera resultado extraño. La vibración en mi móvil me hace salir a los pasillos.
—Simón, qué agradable sorpresa. —saludo.
—Espero que mantengas ese buen humor cuando te anuncie el motivo de mi llamada.
—Lo intentaré...
—Debemos empezar a grabar —me interrumpe —no puedo aplazar más el uso del estudio.
—Empieza con los chicos, trabajaré en las canciones.
—Khan —se escucha un suspiro antes de seguir —Te tomará un mes, quizás menos. Todo lo demás puedo hacerlo, Agatha se ha ofrecido a ayudarme.
—¿Y Halls? —le recuerdo.
—Halls renunció Khan. —gruñe enfadado —¿Recuerdas los motivos? Agatha es su reemplazo.
—Halls estaba de vacaciones —le corrijo —no me interesa el trato que tengas con Agatha, siempre y cuando no interfiera con la banda.
—Tiene problemas con las drogas que pueden resultar dañino a la imagen...
—Halls va a regresar, lo quieras o no —puntualizo. —espero los datos del inicio de grabación, yo me encargo de llamar al grupo.
—Khan. Agatha es mucho mejor profesional. No seas irracional
—Ni tu emocional —le enfrento —Empiezo a pensar que las sospechas de los chicos son ciertas. ¡Te estás tirando a esa chica!
—Seré mejor si hablamos en otro momento —sugiere en calma. —cuando estés abierto al diálogo.
Cuelgo la llamada sin escuchar lo que está por decir y empuño el móvil en mis manos. Los chicos insisten en que Agatha logró ingresar al grupo por ser la amante de Simón. En muchas ocasiones han insinuado que su currículo es demasiado brillante para estar tras la sombra de alguien.
Un vistazo a la habitación me muestra a Naomi gesticular y a mi madre verla con una sonrisa en los labios. El temor a romper la magia que veo en los ojos de mi madre me obliga a cerrar la puerta. Le envío el mensaje a mi padre explicándole la situación con Naomi y el pedido que hable con el padre de ella.
Permanezco en pie en espera de respuesta y sin saber qué camino tomar. Negándome a la tentación de subir a ver a Saori, avanzo hacia el pasillo en búsqueda de las escaleras de las que habló el señor Hiro. Si mi sentido de la orientación no me ha abandonado, debo subir cuatro pisos para llegar a psiquiatría.
Solo si dicho piso cuenta con ese servicio. El hombre quedó en averiguarme, pero nunca más me ha buscado dejándome la sensación de ser usado de alguna manera.
—Señor Cahill —la prepotente voz del tal Seiji me detiene tensas mis hombros —Espere un momento.
Es más, una orden que un pedido y empuño las manos. Soportar su presencia es recordar que tiene el cariño de Saori y que me ha despreciado. Un vistazo a su asquerosa humanidad lo muestra en pie frente a la puerta de mi madre.
—Los padres de Naomi están preocupados—dice bastante tenso —usted mostró interés en Saori y ahora le ofrece lo mismo a su pequeña hija.
—Desconozco de qué tipo de excrementos has alimentado tu cerebro, pero el mío debes saber que prevalecen los valores. —le aclaro, pero estoy lejos de haber acabado.
—No me hables de valores cuando tus actos son enfermizos...
—Cada paso que doy es autorizado por el señor Akiro. Si están preocupados, te aseguro que no es por mi comportamiento —le muestro mis manos y sonrío ante la imagen suya a punto de estallar. —Me siento halagado por tu interés en mi reputación, pero no es necesaria.
—Lo que...
La puerta se abre de manera brusca y Naomi sale de ella, tiene el móvil en sus manos, mejillas coloradas y agita sus manos. El comportamiento es similar a un ave pequeña empezando a volar, con toda la ternura que esa imagen puede brindarte.
Hace a Seiji a un lado y se acerca a mí para mostrarme algo en la pantalla de su móvil. Se trata de un mensaje de sus padres bastante amplio y lleno de ternura. Es al final del mismo en que descubro el motivo de su alegría.
"El señor Cahill necesita de alguien que le ayude en ciertas áreas. ¿Es posible puedas ayudarle? Está dispuesto a compensarte y prometió hacer tus horarios flexibles."
—¡Tengo el empleo! —lanza un grito agudo saltando a mi cuello —gracias, gracias. —apoyo mis manos en su espalda viendo el rostro descompuesto e Seiji presenciar la escena —Prometo hablar muy bien de ti con mi hermana. —susurra de tal manera que solo yo la escuche— le diré que eres un excelente cuñado.
Se aleja de mí lentamente y me hace un guiño. Sin soltar mi mano mira a Seiji quien parece esperar una explicación. Manos cruzadas, cejas juntas y cuerpo tenso.
—Lo que acabas de hacer, es inaceptable —le riñe —esas demostraciones de afecto, están fuera de lugar...
—Khan me ayudó a conseguir un empleo —le interrumpe —me vio buscar en la prensa y me brindó ayuda.
—¿Por qué no me preguntaste? —se queja —te he ofrecido apoyo...
—Nada que venga del abuelo es bueno, ni sano —responde indiferente —nos ha quitado la tranquilidad y la capacidad de reír. Solo porque él no es feliz, nadie puede serlo.
—Estás muy joven para entender...
—Entiendo que nos quitó a un hermano y nos lo devolvió en un féretro. Sin una explicación o nota de condolencia. —responde con rabia contenida. —no lo entendí a entonces y no lo hago ahora.
La sonrisa que hasta unos minutos estaba en mi rostro se esfuma y el enojo en Seiji también. Sus intentos por acercarse son anulados por ella que sacude sus manos y regresa a la habitación de mamá.
—Será mejor si le das espacio —sugiero al ver que está por entrar y se detiene —si es como su hermana, no va a hablarte. Se cerrará en sí misma y corres el riesgo que no te hable en días.
—¿Crees conocer a Saori solo por diez citas? —pregunta con desdén viéndome por encima del hombro.
—No se requiere de un número de ellas para entender sentimientos y emociones—explico en calma —y Saori está lleno de ellos. Posee muchos atractivos, pero ese en particular ¡Encanta!
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