Capítulo 22
La risa de Naomi me hizo despertar, un vistazo a la habitación me dice que estoy sola. Sin embargo, sigo escuchando su risa y la de alguien más. Reclino la cabeza en la almohada con extractos de la conversación llegando a mi oído.
—Así que, tu invitación tenía fines lucrativos.
Alzo la cabeza reconociendo la voz de Khan y todos mis sentidos están activos. ¿Qué hace con mi hermana?
—No es para tanto, es una simple foto.
La puerta se abre lentamente, mi corazón se acelera solo de imaginar que va a ingresar. Una mezcla de dolor y alivio me embargan cuando vuelve a cerrarse. Uno de los dos parece estar sosteniéndose del pomo de la puerta o jugando con ella.
—Que debo postear en las redes sin etiquetar. Me siento usado —se queja.
—Aprovecho mi amistad con un famoso. —le corrige —me gusta mejor esa frase.
—Para ostentar con las chicas que te acosan.
—Algo así...
Puedo sentir el buen humor en ese comentario y cierro los ojos. La conversación continúa en un tono más bajo, haciendo difícil que logré saber lo que se dicen.
—Fue una excelente velada. Me sorprendió tu madurez.
Aprieto los labios y miro la puerta que vuelve a moverse. ¿Está coqueteando con mi hermana? ¡Es inaceptable!
—Soy la caja de pandora.
—Ya veo.
De nuevo susurros y un silencio incómodo para mí. La puerta se abre, está vez más amplia y el corazón late con fuerza. Regresa la sudoración y las ganas de salir huyendo. Odio tener que verlo y despreciarle cuando lo que quiero es todo lo contrario.
La mano que se asoma, es la de mi hermana, no hay señales de él. Me veo anhelando su ingreso detrás de ella, pero no sucede. Naomi cierra la puerta al ingresar y avanza hasta mí con la mejor de las sonrisas.
—Pensé que papá estaba contigo. —comenta lanzándose en el sillón.
Guardo silencio en espera que me diga que hacía con Khan, pero no lo hace. Lanza el morral al costado y estira su cuerpo reparando todo con intereses.
—¿Qué te han dicho de la cirugía?
"No sé, tú dime. Estás más cerca de Khan que yo." Me gustaría tener el valor de decirle. Bajo la mirada a mis manos y muerdo los labios. Están en la espera de los resultados de los exámenes del padre de Khan. Fue lo que escuché decirle mamá a Keiko cuando preguntó.
—Esperan los resultados. —respondo al fin. —¿De dónde vienes?
—Estaba en la Universidad, después fui a almorzar. —explica y afirmo instalándola a qué siga —probé el Kebab... Me encantó.
¿Por qué no dice su nombre? ¿Le gusta? La observo hablarme animada de todo lo que consumió y bebió. Hace movimientos en el aire y sonríe con cada dato divertido que su acompañante le dijo. El que no de su nombre me hace sospechar que empieza a gustarle.
El ingreso de mis padres la hace detener y se lanza a los brazos de papá. Mamá me pregunta si estoy bien y afirmo viéndolos reír. Vale la pena el esfuerzo si el pago es su felicidad. Es en todo lo que pienso al escucharlos hablar.
—¿Qué tal el kebab?
—Tenías razón, me encantó. —papá acaricia su cabello mientras le sonríe —¿Sabías que Khan y su familia se van en Jet privado?
—¿Tienen Jet privado? —pregunta mamá sorprendida y Naomi se acerca a ella.
—En realidad es del socio de su padre. —sonríe con suficiencia y nos hace un guiño —lo enviará para sacarlos del país, en cuanto los doctores le autoricen salir.
Continúa diciéndonos animada, que es común que seda el Jet a Khan o a su padre. Se muestra sorprendida dando los detalles de la fortuna del desconocido y mi padre solo le mira sonriente. En los terrenos de su mansión tiene no solo el hangar, también cuatro chalets en donde viven sus hijos.
Fue gracias a ese señor y su patrocinio que Khan logró cumplir su sueño. Lo ve como su padrino o el tío que nunca tuvo y sus hijos son casi como sus hermanos. En todo lo que pienso viéndola hablar es lo que averiguó sobre él en tan poco tiempo. Debió causarle buena impresión, si logró abrirse con ella de esa forma.
—Te has equivocado de carrera, lo tuyo es el periodismo —bromea mi madre y ella chasquea los dedos.
—No fue fácil, tuve que presionar un poco —nos confiesa —al final, soltó los cubiertos, cruzó sus brazos y me dijo que solo respondería, sí o no, a las preguntas que le hiciera. Lo demás fue cuestión de sacar conclusiones.
—Eres una chica lista —susurra mi padre dejando un beso en su frente —espero no lo hubieras hostigado.
—Todo lo contrario, fui su bufón por tres horas —se encoge de hombros indiferentes y me hace un guiño —pero valió la pena.
Nos dice que la madre de Khan tiene problemas psiquiátricos desde hace muchos años, sin mayores avance en esa época. Cuando al fin logró salir de la crisis intentó suicidarse. Nadie sabe cómo logró hacerse a una cuchilla y ella solo señala a una mujer.
—Isis —responde viendo a mi padre —¿Conoces a alguien con ese nombre?
—No, pero Seiji está a cargo de averiguarlo. —responde acercándose a mí y acariciando mi rostro —¿Te sientes bien?
Afirmo con el nudo creciendo en mi garganta e intentando controlar los impulsos de llorar. El sueño se apodera de mí, va y viene por instantes. En algunos momentos estoy con mamá, otras con papá, con el tío Hiro o con Naomi. Cada uno de ellos intentan hacerme hablar, pero he perdido las ganas de comunicarme.
Despierto en algún momento de la tarde y quien me hace compañía es Seiji. Se encuentra al teléfono con alguien y al notar he despertado, cuelga rápidamente.
—Pensé que me iría sin saludarte —comenta —tenemos que hablar.
—¿De qué? Ya hemos dejado todo claro —respondo ignorando su sonrisa.
—De tu hermana y su nuevo amigo —ingresa el móvil en su bolsillo acercándose.
—¿Qué quieres que haga? —le enfrento —le digo a ella que no puede verlo.
—Sería una buena opción, también hacer algo con tu padre—se nota fastidiado al hablar — se ha hecho un gran amigo de ese hombre y acepta que Naomi se vea con él.
—Papá, no debes hablar con el señor Cahill, ni agradecerle que gracias a él no voy a morir. Viviré y me casaré con Seiji para que el abuelo te devuelva el control de las cuentas. —aprieta las manos en un puño y tensa su mandíbula, pero no dice nada —¿Es lo que deseas que le diga?—quiero saber.
Elimina distancia tomando mi rostro entre sus manos y lo aprieta con fuerza acercando el suyo. Lo siguiente que dice lo hace en un susurro, con las pupilas dilatadas, rostro tenso y mirada fría.
—Para mí tampoco es fácil casarme con una mujer que no tiene visión —me acusa —eres de las que tu solución cuando hay fuego es llorar para apagarlo. Deseo a una mujer que cree una tormenta y lo apague. No una débil dama en apuros que deba rescatar de todo y todos.
—¡Estoy haciendo lo que prometí! ¿Qué más quieres? —le digo sacudiéndome de su agarre.
—No estoy obligado a ayudarte y si lo hago es porque se lo prometí a mi padre —retira su mano de mi rostro asqueado y niega —si quieres seguir con tu idilio con ese hombre, no es mi problema. No es mi honor el que está en fuego. Ni causé la furia de Jomei al revolcarte con ese bastardo
—No te pedí ayuda...
Me pide recordar que el abuelo es inflexible, no dará su brazo a torcer y mi padre hará lo propio. Ambos están plantados en los extremos y no están dispuestos a ceder.
—¿Cómo puedes permitir que nos usen así? —pregunto en medio del llanto — ¿Qué pasa si te enamoras en verdad? ¿Estás dispuesto a sacrificar la felicidad solo por una promesa?
—¿Qué es el amor Saori? —me pregunta —Como me hablas de amor cuando el tuyo no tuvo problema en dejarte a un lado y correr a los brazos de tu hermana.
—Lo que dices es un absurdo. Khan no es capaz de hacer una cosa así, ni Naomi se lo permitiría...
—Si es así ¿Por qué pareces a punto de llorar? —me pregunta antes de salir azotando la puerta al partir.
El abuelo había embargado las cuentas de mi padre y todos sus bienes. En un intento de obligarlo a hacer lo que él deseara. No le creí a Seiji y le pregunté al tío Hiro que no solo confesó que era cierto. También que lo había hecho explotar.
Alguien le había mostrado unas imágenes mías besando a Khan en Escocia. Una investigación demostró que yo le seguía a todas las ciudades y que salíamos juntos. Lo que era peor, mis padres lo desconocían y me creían en América controlando mi enfermedad.
Acusó a papá de no poder controlarme cuando este llegó a decirle que alguien había intentado dañarme. Al final de aquella discusión, la poca relación que había entre los dos, se resquebrajó. El abuelo congeló los bienes de la familia y ordenó el pago de los préstamos.
Yo tuve la culpa de lo sucedido al manchar el honor y yo debía limpiarlo. La única solución que me daba para dejar a mi padre tranquilo era seguir sus órdenes.
Y esa era casarme con Seiji.
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