Capítulo 20

El sitio escogido por mi padre y los padres de Saori fue un restaurante a una cuadra del hospital. La pequeña Naomi se quedó a cuidar de su hermana, una decisión que sus padres celebraron. Ambos se notaban nerviosos y ansiosos de camino al lugar y mientras esperaban ser atendidos.

El estado de relajación de mi padre me sirvió para no sentir temor. Si estaba tan calmado es que la noticia no era mala de ninguna manera. Y así fue, el miedo en los rostros de Saori dio paso a la risa y abrazos. Han sido muchas las veces en que me he sentido afortunado por el padre que tengo, esta mañana fue uno de esos días.

—Hay un donante —le explico a Kurn y a Asaf.

—¡Enhorabuena!

Hablan ambos extendiendo sus copas y sonrientes. Habían insistido en salir a tomarse una copa y conocer la ciudad. Se negaban a quedarse en casa en lo que consideraron un acto virginal.

—¿Lo consiguió tu padre? —sonrío a Asaf quien entorna los ojos —¿Eres tú?

Luego de nuestra discusión subió a ver a mi madre. No tengo claro lo que habló con ella o que le dijo mi madre que le hizo cambiar de parecer. Solo sé que antes de partir tomó la decisión de hacerse los exámenes, pero se negó a acudir a la clínica.

Pidió la historia clínica de Saori, haciendo énfasis en su enfermedad y los requisitos que debería tener el donante. Esta mañana recibió los resultados que envío a los doctores a cargo de Saori.

—Khan Cahill es el donante —les explico y se ven sorprendidos —mi padre.

Estamos sentados en la barra, ellos de frente a la entrada del lugar, yo de espaldas. Cada uno con una copa en la mano observando todo a su alrededor con interés. Es Kurn quien hace la primera pregunta, bastante obvia, quizás por conocer a mi padre.

—¿Por qué el cambio? No es de cambios drásticos, sobre todo cuando tiene la razón. Lamento mi franqueza—se excusa llevándose la copa a los labios.

Aunque en su rostro se muestra que no lo siente y le divierte lo que está sucediendo. Mi rostro cargado de golpes y mi caminar lento por los golpes en el costado sigue siendo motivos de bromas.

—Sé aceptar mis errores, papá tenía motivos para estar cabreado —confieso —no dio detalles, solo que tuvo una conversación con mi madre, fue todo lo que dijo.

—¿Qué le pidió a cambio?

Asaf sonríe viendo a una mesa y al seguir su mirada encuentro que coquetea con un grupo de chicas. Suspiro liberando el aire y viendo como abandona su puesto en la barra y avanza hacia ellas.

—Puedes seguirle, no estas... —le digo a su hermano y no me sorprende que le siga mucho antes de finalizar mi repertorio.

No es la primera vez que los veo ligar y algo me dice que no será la última. Conozco cada una de sus artimañas desde la época en que estábamos en la banda. Las mujeres solían tener cierto fetiche perturbador con ligarse a los dos al tiempo y ellos participaban sin problemas.

Permanezco de espaldas a la barra viéndolos a los dos coquetear con las cuatro mujeres, preguntándome si su osadía llegase al extremo de irse con todas. La silla, que minutos antes ocupara Asaf, la ocupa un hombre en traje oscuro.

Le brindo un poco de atención y le muestro la copa a manera de saludo. Es el hombre que señalan como el prometido de Saori y socio de su abuelo. Es más alto de lo que se muestra en la cámara, en su cuello se asoma un tatuaje y tiene otro en su mano derecha.

Cabello negro largo y suelto sobre sus hombros, ojos oscuros y una mirada intrigante. Desde que se instaló a mi lado ha llamado la atención en casi todo el personal femenino y uno que otro masculino. En traje, sin corbata y con ademanes elegantes.

—Espero no te moleste mi compañía —me dice viendo mi rostro —¿Fuiste asaltado?

La pregunta no tiene un tinte de interés, es más relleno a un silencio incómodo, por lo que no me molesto en responderle. Regreso mi cuerpo a la barra y alejo la copa que he dejado pidiendo otra.

—Un hombre precavido —le escucho decir —¡Encantador! Pero no voy a envenenarte, ni a asaltarte —bromea.

—No nos han presentado —le recuerdo recibiendo la copa del barman.

—¿Tienes prohibido hablar con desconocidos? De ser así, has escogido una pésima carrera —calla un instante y tuerce sus labios, divertido —¿Es una carrera?

—¿Tú qué crees? —replico y en respuesta se encoge de hombros llevándose la bebida a los labios.

—Existe licenciatura en canto, algo debiste estudiar para llegar tan lejos.

Observo las botellas dispuestas en los estantes ante mí y me concentro en ellas. No es el primer imbécil, que se quiere hacer el gracioso o finge un nivel de superioridad que no tiene

—Últimamente, para ser famoso o tener una borda de seguidores no se necesita mucho talento.

—¿Cuál es el tuyo? —pregunto disfrutando el sabor dulzón y amargo de mi bebida— ¿Golpear a tu rival o dañar a una mujer indefensa?

Enarca una ceja, pero no mira en mi dirección. Sus ojos oscuros observan el líquido ambarino a través del cristal con desdén y desprecio.

—¿Rival? ¡Tú no eres un rival para mí! —responde seguro —no suelo atacar a traición, me gusta disfrutar de una buena lucha —tuerce sus labios viendo mis golpes y niega —no eres un oponente real.

Se toma la bebida de un solo sorbo, se incorpora para retirar de su cartera varios billetes y le dice al barman en japonés que se cobre lo que estoy consumiendo. Da un par de pasos hasta llegar a mi lado y mira a los chicos coquetear con las mujeres.

—No requiero de ayuda para solucionar mis conflictos. El día que decida atacarte lo haré de frente permitiéndote defenderte. —gira lentamente para verme y sonríe.

Asegura que su visita fue por agradecimiento. Le han contado que mi padre salió positivo y que yo también hice los exámenes. Saori volverá con ellos y podrán seguir con sus planes.

—Hay tradiciones que deben cumplirse. —continúa —no esperamos que lo entiendan, con que no interfieran, nos basta.

Sin darme detalles sé que refiere al compromiso entre ambos. Es demasiado pronto para hablar con sus padres o hacer preguntas al respecto. Pese a que la idea me reviente, no puedo negar el lazo de amistad que hay entre ese hombre y la familia Miyazaki.

—Te devolveré el favor e investigaré lo sucedido a tu madre —me dice —Un amor por otro, es lo justo.

Se aleja de mi lado y avanza a la puerta de salida, en donde se detiene y mira una última vez en mi dirección, tras hacer una leve inclinación de cabeza sonríe y se aleja.

****

Con mi madre dormida y papá al pendiente de ella acompañé a los chicos al aeropuerto. Habían hecho un espacio en su agenda para venir a verme. La noche anterior me fui a casa solo y llegaron a casa solo para recoger su equipaje. Mi padre no hizo comentarios, estaban lejos del yugo de su padre y solían aprovecharlo.

Prometí mantenerlos al tanto en lo referente a mi madre y viajar con ella en cuanto nos permitieran hacerlo. Su estado de salud era delicado y el riesgo no había pasado. Mi padre estaba haciendo los tramites para trasladarla a otra clínica y estuve de acuerdo.

—Te resultará difícil estar en dos sitios a la vez —me dice Kurn —pero es lo mejor.

—Ni siquiera sabes si tus sentimientos son correspondidos o si al despertar ella acepte casarse. —Asaf se encoge de hombros antes de seguir —todo puede pasar, a muchos les cambia la vida, estar al borde de la muerte.

—Ve con cuidado —me pide su hermano escuchando el último llamado y ambos toman su equipaje —llámanos —me dicen haciendo la señal con sus manos y afirmo.

—No estás solo, no eres hijo único.

Con esto último se alejan de mi lado y los observo hasta que las dos figuras se pierden por los pasillos. Recibo el mensaje de mi padre que me hace reaccionar. Saori ha salido de la etapa crítica, ha despertado y está lucida.

—Tu madre sigue dormida, puedes pasar por allí antes de subir —me dice cuando le llamo.

—Te he dejado el cuidado de mi madre, puedo ir después...

—Olvídate del después —me interrumpe —vive el aquí y ahora. —ordena colgando la llamada.

Ni siquiera sé qué decirle o el puesto que ocupo en su vida. Desde que hablé con ese hombre, he estado pensando en ello. Recibo el mensaje del señor Akiro con la información entregada por mi padre y me invita a pasar por la habitación. Si todo sigue así, dentro de unos días podrá ingresar a cirugía.

El mensaje deriva mis dudas y acabo subiendo dos pisos por encima al de mi madre. Un viaje jamás fue tan largo y el pasillo rumbo a verla lo vi interminable. Encuentro a su tío en la puerta abrazado a su esposa, solo el hombre me saluda, la mujer finge que no verme.

—Su padre llegará en unos minutos —me dice su tío.

—Despertó cuando Seiji estaba al cuidado de ella. —me explica la mujer.

Abren la puerta lo suficiente para poder ver en el interior. Y lo que veo me hace detener.

Hay un hombre en pie tomando las manos de Saori, la otra tiene un ramo de rosas que le muestra mientras ella sonríe. Sus ojos adquieren un brillo por algo que le dice y baja la mirada.

¡Yo no le traje rosa!

Y no sé por qué la imagen que veo me recuerda a Maissa y la época en que estuvo en la clínica. Una vocecita me dice que esto ya lo he vivido, sé cómo va a terminar y será doloroso. De alguna manera ella nota mi presencia y se queda en silencio sin hacer movimientos.

—Khan —susurra con voz débil —¿Qué haces aquí?

Ella no parece feliz por verme y el hombre que le acompaña lo nota, porque sonríe con superioridad.

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