Capítulo 19

En un completo misterio se convirtió el ataque de aquella noche. La casa no tenía cámaras y la de los vecinos apuntaban a sus jardines. Sin embargo, estuvieron prestos a colaborar. Muchos de ellos me reconocieron como el hijo de Los Cahill. Y, aunque conocieron la historia, se guardaron los comentarios.

El resumen de mi paso por el hospital detallaba lo salvaje del asalto. Heridas en la cabeza que hubo que suturar, golpes en costillas, brazos, piernas, hematomas en sitios insospechados y muchas burlas de parte de los Tomasevic ¿Quién dijo que ser su amigo me hacía inmune a ellos? Con mi padre brillando por su ausencia, no tuve otra en las siguientes horas más que soportarlos.

Ambos negaron mi solicitud de ir a la policía y presentar una queja, según ellos, lo mejor era esperar a nuestro padre a quien habían prometido cuidarme. Eran excelentes amigos, pero un grano en el trasero a la hora de mofarse de mí. Y yo siempre daba material para sus bromas, se mofaban mientras contaban mis heridas y arrojaban teorías sobre quién pudo hacerme esto.

—Me siento extraño. Nosotros somos los que recibimos ataques, no tú.

—¿Algún esposo celoso que has subestimado u olvidado?

Con Kurn buscando en la guía telefónica un sitio que instalen cámaras y Asaf asaltando la cocina, esperamos la llegada de mi padre. Asaf, Kurn y Maissa son trillizos, exóticos, rebeldes y dotados de una extraña fuerza para liarse en los problemas más inverosímiles y un padre dispuesto a todo con tal de complacerles.

—Lo mío son mujeres lascivas, calientes y bragas en el camerino—Asaf sonríe y Kurn tuerce los ojos —los golpes son nuevos. Mis fans me aman.

Acepto la bolsa de hielo que lanza en algún lugar entre el comedor y apoyo en ella la cabeza. Sigo viendo mala idea no ir a la policía, pero ambos insisten en que eso no ayudará. Las autoridades no tienen una bola de cristal que nos dará el rostro de nuestro agresor.

—Dejará sentando un precedente. —explico —si algo malo me ocurre en adelante...

—Llevarás refuerzos.

Kurn saca el arma de su espalda que blande en el aire como si de una espada se tratase sin despegar los ojos de la línea telefónica. Asaf sale de la cocina con tres latas de cervezas en cada mano halagando el buen gusto de mi padre y la delicadeza de llenar despensa para ellos.

—Fue obra de mi madre —le corrige su hermano —mi padre tenía razón en prever que este se metería en problemas —me señala aún con el arma en manos, recibiendo el grupo de cervezas de su hermano, quien se instala a su lado.

Es fácil ahora reconocerlos, ambos han llevado a su cuerpo a polos opuestos. Uno es más de músculos y el otro, si bien se ejercita y mantiene en forma, insiste en que le gusta su cuerpo al natural. Papá y yo opinamos que fue la manera que encontraron de que los demás lo distinguieran, de otra manera sería imposible.

—¿Cuándo pensabas decirnos que tenías mamá? —pregunta Asaf viéndome por encima de la lata de cerveza que se lleva a sus labios. —Por cierto, ¿no deberíamos estar con ella?

Kurn mira la hora y da un salto del sillón haciendo que la guía telefónica salga despedida en el aire. He estado consciente de la hora, son mis golpes en el rostro los que me ha impedido ir con ella.

—No quiero preocuparla. —confieso

Respondo lo segundo, lo primero no tiene respuesta o no sabría qué decirles sin que resulten ofendidos. Ocultar el estado de salud de mi madre o su permanencia en ese centro psiquiátrico no fue planeado. Jamás nos sentamos a elaborar un plan para que el mundo lo ignorara.

—Se preocupará de todas maneras si no te ve.

—Asaf tiene razón, es madre. Preocuparse es su segundo nombre. ¿No vas a respondernos?

Ambos queríamos lo mejor para ella y actuamos en torno a eso. Hablar sobre ella era mencionar sus errores, dar detalles de nuestra vida en familia y no lo deseaba. Era mejor si todos pensaban la historia de mi nacimiento con dos sexos. Menos dolorosa y mis padres compartían culpa. El silencio que sigue es producto de mis pensamientos y la búsqueda de una respuesta que no los hiera.

—Esperaré a mi padre.

Un enorme reloj de pared en forma de cúpula adorna la estancia. Uno de los pocos recuerdos que dejó nuestro paso por este lugar. El amoblado es nuevo, también los cuadros y hasta el jardín.

—Solías tenernos confianza —protesta Kurn —desde lo tuyo con Maissa cambiaste.

—Nunca estuvimos de acuerdo con esa relación. —desvío la mirada del reloj y centro mi atención en ellos —Eras su boleto de salida, nunca te tomó en serio.

—Éramos jóvenes, estúpidos y tu padre... —ambos sonríen y me encojo de hombros —alejarme de ustedes no fue intencional. El cambio de imagen, las canciones, la banda, etc.

—Pusiste tierra de por medio y nos sacrificaste —aclara Kurn —te entendemos, pero ... ¿Por qué no decir nada de tu mamá?

—Mi padre nunca me instó a callar —le aclaro y ambos afirman —queríamos protegerla, nuestro principal era. Es —corrijo rápidamente —su mejoría.

El ruido del Volkswagen deteniéndose en él ante jardín nos distrae. Mi padre sale del auto retirando del asiento del copiloto una valija pequeña. Imágenes mías contemplando la misma escena con seis años de edad, me dejan sin respiración.

—Estaba de viaje.

Desconozco si Asaf hace una pregunta o afirma. Me mantengo en silencio y sin poder moverme, ya no producto de los golpes sino de los recuerdos.

—Por lo menos está de buen humor —sigue Kurn. —es raro ver a Cahill reír.

—El buen humor durará hasta que vea a su heredero —bromea su hermano. —un par de sacudidas de esa índole y se hace hombre.

Cuando las puertas se abren y mi padre ingresa, lo primero que llama su atención son los dos visitantes a quienes le obsequia una sonrisa. Ya he logrado alejar los recuerdos y puedo sostener su mirada que va de la risa al espanto y por último el enojo.

—Lo asaltaron —explica Asaf. —cinco minutos de retraso y lo recogemos con aspiradora.

—¿Dónde has estado? —deseo saber.

Lleva veinte horas sin saber de él, hizo un viaje a quién sabe dónde y no tuvo la gentileza de participármelo. Una costumbre que no es de él, siempre que estamos juntos y debe viajar, me lo hace saber. Las razones pueden estar en su enojo por mi insistencia en ayudar a quienes insiste son los culpables de lo sucedido a mi madre.

—¿Cuándo fue?

Increpa ignorando mi pregunta y es Kurn quien da los detalles. Deja la valija en la entrada y avanza en mi dirección, mientras escucha a los hijos de su socio. Eran tres hombres, en trajes oscuros y elegantes, se fueron en un Hyundai gris sin placas.

—¿Te dijeron algo? —niego y suspira —¿Qué te quitaron?

—La dignidad y el rostro de muñeca —bromea Asaf.

—Espero el nuevo álbum no lleve tu foto y si la lleva que el tema principal sea Oscuro — papá sonríe pese a lo delicado.

Esperaba los reproches, las acusaciones, el molesto "Te lo advertí", no su rostro angustiado. Pasa ambas manos por su rostro y se queda en silencio con las manos apoyadas en sus rodillas.

—¿Hiciste la denuncia? —niego señalando a mis dos amigos y mi padre los mira enarcando una ceja —¿Por qué?

—Es lo que esperan —explica Kurn —ese acto los convierte en cobardes. Harán lo mismo que con su esposa. Es decir, nada.

—La policía local es corrupta. —acusa Asaf —lo mejor es hacer las cosas a nuestro modo.

—Como lo habló con papá.

Lo que sea hablaran con el turco, no van a decírmelo, me lo dice sus miradas cómplices y el gesto burlón. Papá se incorpora, toma mi chaqueta y me brinda una mano como apoyo. Atesoro ese gesto, al asociarlo como una bandera blanca que me muestra en medio de nuestros conflictos.

—Es hora de dejar las cosas claras —nos dice una vez estoy en pie y los chicos afirman. —tenemos una reunión pendiente con los abogados de los Miyazaki.

No se toma la molestia en los detalles y nuestros acompañantes no se ven tan intrigados por ellos como yo. Me brinda sus hombros para caminar hasta el auto y ayuda a ingresar a la parte trasera. Kurn se instala en el sillón del copiloto, mientras su hermano comparte sillón conmigo en la parte trasera.

—¿Qué tan fructífera fue la reunión? —desea saber Kurn a lo que mi padre responde con una sonrisa. —buena por lo que se ve.

—Tu padre es el mejor dando consejos.

—No se hizo viejo y millonario siendo bueno y a base de oraciones.

Es lo que suele decir cuando alguien empieza a rozar los límites de su paciencia. Su hijo imita el timbre de voz a la perfección ganándose una mirada cargada de admiración en papá.

—Tu padre tiene mucho que ofrecer a ustedes, espero sepan apreciar sus consejos —no hay más comentarios instalándose dentro del auto un silencio cómodo.

****

En la reunión, me enteré no solo del sitio en que estuvo mi padre, también del motivo de su silencio. Había viajado a Tokio y elevó la queja de lo sucedido a mi madre con el dueño de la firma.

Un comportamiento que no le agradó a la mujer que estaba al frente del hospital, ya que, al parecer, le habían removido del puesto. Fue al salir de la reunión, media hora después en que nos enteramos. La mujer, bastante molesta, nos salió al paso cuando nos dirigíamos a ver a mi madre.

—Esto se pudo arreglar de forma pacífica. No era necesario implicar al señor Jomei, ni dar tantos detalles.

—Usted no va a decirme como actuar —le interrumpe mi padre —mi esposa sufrió un ataque vil en este lugar, intenté dialogar con usted y siempre rechazó todos mis intentos de acercarme.

No iba a irse por las ramas, ni rogar a quienes llama empleados, cuando podía comunicarse con el dueño. Y eso hizo. Obteniendo no solo apoyo en el dueño de la firma, sino que dispuso a alguien para hacerse cargo personalmente de lo sucedido.

—¿Posee usted el poder para ayudarme de esa manera? Lo dudo, porque solo recibí de su parte evasivas y un listado amañado a su conveniencia.

—Lamento mucho darle esa impresión, pero estamos teniendo momentos duros. Lo sucedido con su esposa fue un penoso incidente aislado...

—¿Un penoso accidente? —repito indignado —alguien le dio a mi madre el arma para hacerse daño y un motivo, señora.

—Una hora después de hablar con su suegro y que este ordenara intervenir el hospital —mi padre señala mis golpes y regresa la vista a ella —alguien ataca a mi hijo... ¿Sigue pensando que es un accidente aislado doctora?

—No puede acusarnos de todo lo malo que le ocurra a su familia y específicamente a su hijo rockero—ella me mira con desdén y superioridad —es lo que ocurre cuando no se estudia una carrera y sé consciente demasiado a los hijos.

—¿Cuántos hijos tiene usted? —la pregunta de mi padre le hace palidecer y a papá sonreír —no se puede hablar de un tema que se desconoce.

—No soy madre, pero tengo valores —responde tajante —esos que a su hijo le falta. Se ha estado aprovechando de una chica inexperta, solo por fama y fortuna.

Doy un paso al frente y apoyo una mano en los hombros de mi padre, rígidos como una pared. Sus ojos adquieren un brillo peligroso y la sonrisa que le ofrece a la mujer indican peligro.

La llegada de su esposo con varias personas no disminuye el ambiente tenso. El rostro de la mujer luce rojo y las manos empuñadas, respiración irregular. Su comportamiento es parecido a una fiera a punto de atacar.

—¿Qué sucede? —pregunta al llegar a nosotros.

—Mi hijo no necesita de la sombra, el dinero o la fama de los suyos—enumera mostrando sus dedos en alto —desconozco a cuanto transciende su fortuna o la del señor Jomei, pero la mía no depende de un rumor o alianzas para sostenerme en el mercado.

—Su hijo es un cazafortunas, amante de la buena vida y sin futuro...

—Podemos hablar en otro lugar —sugiere una voz desconocida y al buscarle me encuentro de frente al padre de Saori —estamos llamando la atención.

—No es necesario, la doctora y yo hemos terminado ¿No es así?

Aleja la mirada de la mujer que en un gesto teatral gira sobre sus talones y se aleja seguida por su esposo. Los padres de Saori lucen incómodos y hasta avergonzado por lo sucedido.

—¿Son los padres de Saori? —le pregunta y el hombre afirma estirando su mano hacia los dos.

—Soy Akiro —señala a la mujer de rostro rojo antes de seguir —Mi esposa Hoshi y mi hija Naomi. —presenta a las mujeres, pero sus ojos no se desprenden de los míos. —lamento todo lo sucedido, si en algo podemos ayudar. —ofrece.

—Le agradecemos, pero ustedes poseen sus propios problemas —respondo recordando a su hija —¿Cómo está ella?

—Estable —responde con una sonrisa —mi hermano me habló de su interés por ser donante —niega —me gustaría ser optimista, pero empiezo a perder la fe.

—Seguimos luchando —la voz de su esposa es casi un susurro ronco. Su rostro pálido, sin maquillaje, muestran largas noches de llanto e insomnio —le agradecemos el gesto a nuestra hija...

—¿Le molesta si hablamos en privado? —pregunta mi padre viendo a todos lados —Un sitio cercano, tengo a mi esposa en este lugar.

Sonrío al recordar a Kurn y Asaf recibir los miles de consejos de mi padre con rostro aburrido. Ambos insistieron en ir con nosotros a la reunión, pero mi padre tenía otros planes para ello.

Soy observado con interés y curiosidad por un rostro redondo que, al notar, ha sido pillada, desvía su rostro hacia un costado. Vuelvo a reír viendo sus intentos por no ser pillada viéndome y fracasando en todo momento.

—Les tengo buenas noticias. —las palabras de mi padre me hacen alejar la mirada de la hermana pequeña de Saori y verle intrigado. 

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