Capítulo 18
Papá no hizo comentarios durante el tiempo que duró la explicación del doctor. Se mantuvo impasible, sentado en la silla y viendo a la nada. No le dedicó miradas al hombre y negó de forma enérgica ingresar a ver a Saori.
Resultaba difícil saber lo que pensaba, en lo poco que podía vislumbrarse es que no le interesaba en lo absoluto lo que acaba de escuchar. Ni siquiera cuando nos mostraron las fotos mías besando a Saori, mostró interés.
—¿Alguna pregunta? —habla el doctor viendo a papá —¿Señor Cahill?
—No me agrada intervenir en las decisiones de mi hijo.
La respuesta es tensa, sin hacer contacto visual y con la mirada fija en el móvil que se ilumina cada cierto tiempo.
—Es su hijo, la decisión que tome...
—La aceptaré —le interrumpe, gesto que al doctor no parece agradarle. —es su dinero, su tiempo y su vida. —explica —si estoy aquí es por Melissa y como avanza la investigación.
Me lanza una mirada de reproche, de esas que sin hablar te dicen mucho. "A mí no se me ha olvidado." Parece decirme y bajo el rostro.
—Las autoridades están al frente, estamos prestos a colaborar en todo lo que se requiera. —responde cortes —sin embargo...
—Su sobrina es más importante para usted. Y, aunque no lo comparta, puedo entenderlo —se incorpora de la silla, ajusta su corbata y alisa su saco antes de seguir —ambos son tipificados como delitos, siendo las instalaciones de este hospital el centro de los mismos.
—No hay preferencias en nuestras investigaciones, señor Cahill, se lo aseguro.
—A ustedes no parece importarle que alguien en estas cuatro paredes intentó dañar a dos de los suyos, con resultados nefasto para una de ellas. Yo no soy tan flexible señor Miyazaki, estamos hablando de mi esposa, la madre de mi hijo.
Hará lo posible e imposible para hacer justicia. Exige ser citado solo si las reuniones se dirigen en hallar a los culpables o si hay pistas.
—No tengo interés en otra cosa—sin decir más, sale de la habitación sin ver en mi dirección.
—Espere un momento —le pido saliendo detrás de papá.
Sus pasos son apresurados y se dirigen a los ascensores. Seguirle el ritmo no genera esfuerzo, soportar la furia que se refleja en su rostro, sí. Detengo la mano que viaja a los ascensores y entrelazo nuestros dedos.
—No me he olvidado de mamá.
Niega con rostro recio y sacude su mano de las mías como si el contacto le quemara. Mi comportamiento puede verse desleal y reprochable, lo sé. Me bastó ver a Saori en esa cama para olvidarme de toda la plática que tuve la noche de ayer con él.
—Alguien este lugar, posiblemente dentro de esa familia, quiso dañar a tu madre —su dedo índice apunta hacia mi pecho acusador —y tú no dudas en ayudarles, sin dudar.
—Papá —le ruego, pero niega.
—Esperé que hicieras un par de preguntas, que mostraras un poco de interés en las investigaciones —continúa —El setenta porciento del personal de ese video son de esta empresa. Dañaron a uno de los suyos y no les importa ¿Qué te hace pensar que será distinto con tu madre o no están implicados?
—Tienes razón, no sabría distinguirlo —confieso.
—Hace unas horas decías que tenía prometido —me recuerda —¿Ya lo olvidaste?
Lo que sigue diciendo es una verdad que me he negado a pensar. No le agrada todo esto, ni el ataque de Saori, la calma de su familia, lo sucedido a mi madre y la coincidencia con la llegada de esa familia al mismo hospital.
—Uno de ellos está implicado... me gustaría que tomaras distancia, pero no lo harás. —comenta en tono glacial.
—Voy a tener cuidado —le calmo —por el momento, me basta con tenerlas a ambas aquí, ya habrá tiempo...
—¿Y si no existe un después? —llama el ascensor y en esta ocasión no se lo impido—¿Te lo has pensado? Tu madre puede estar viviendo sus últimos días —sigue diciendo cada vez más enojado —¿No merece justicia?
—Si...
—No es lo que percibo.
—Ni siquiera sabes que es lo que desean de nosotros.
Pero él ya ha ingresado a la caja metálica desde donde me ve defraudado. Las puertas se cierran con ambos viéndonos en silencio y me quedo allí por varios minutos.
Regreso sobre mis pies y al girar encuentro al doctor presenciando la escena a pocos pasos. Se muestra tranquilo, sin que parezca afectarle de alguna manera lo que acaba de ver.
—¿A dónde tengo que ir para esos exámenes?
Antes de responder su mano apunta a los ascensores y sin decirlo sé que refiere a mi padre. Lo mejor es poner distancia, suele ser testarudo, sobre todo cuando tiene la razón.
—Deberías seguir a tu padre—aconseja —tiene motivos para estar enojado.
—¿Está al tanto del caso de mi madre? —pregunto y guarda silencio por largo tiempo.
—No como me gustaría —confiesa y se nota afectado —debí investigar un poco más, pero mi esposa es la que está al frente.
Me pide seguirle y avanzamos por el lado contrario al que mi padre se ha ido. Una zona que asegura es del personal interno, cada piso cuenta con esa área. Puertas que dan acceso a escaleras y que conectan a áreas privadas del piso anterior o superior, dependiendo que camino tomes.
—¿Psiquiatría cuenta con lo mismo?
—Lo desconozco, pero lo averiguaré. —aclara apuntando el dedo índice al aire. —¿Dudas señor Cahill?
—Muchas —confieso.
Hemos llegado a una puerta y al abrirla da paso a escaleras. Tal como lo explicó se dirigen hacia el piso superior e inferior. Le sigo en silencio pensando en cuál pregunta hacer primero.
—Tengo un listado de las personas que tuvieron acceso al piso de mi madre—empiezo a decir y afirma viéndome por encima del hombro en su descenso por las escaleras. —horas previas a ser encontrada.
—Algo me ha dicho mi esposa —responde tajante. —por desgracia desconocemos el personal, estamos de paso.
—¿Qué tanto conoce al señor Aoyama?
Sus movimientos son ágiles durante el descenso, demostrando que posee un excelente estado físico. Su cabello oscuro, un poco más largo de lo normal, se mueve por cada zancada que da.
—¿Seiji? — me pregunta y se detiene para ver mi respuesta —es hijo del socio de mi padre, un gran chico, un poco temperamental.
—Está dentro de las personas de ese video —reconozco.
—Pensé que tu inquietud se debía al supuesto compromiso entre él y Saori —comenta llegando al último escalón.
—Mi padre y yo pensamos que él puede mostrarse ofendido por alguna razón —insisto. —las fotografías le dieron un motivo.
—Ese compromiso solo estuvo en la cabeza de Jomei y el abuelo de Seiji —comenta restándole importancia—se ha visto con Saori dos veces y una acabó en disputa.
Dice no ser un experto en relaciones y su experiencia solo se basa en los diez años de matrimonio, pero una relación entre su sobrina y el chico, es imposible.
—Saori es demasiado tierna y Seiji temperamental —explica —alguien de comportamiento rebelde, sería perfecta. Naomi, por ejemplo.
Ha llegado al final de las escaleras en donde se detiene a esperarme mientras sonríe. Debe tratarse de alguna broma personal, porque sigue sonriendo aún después de abrir la puerta y avanzar por los pasillos.
—Tienes que conocer a la niña para entender el chiste —me dice al verme guardar silencio —te aseguro que Seiji no es un delincuente y no haría nada que afecte su apellido. Es leal a guardar el buen nombre y no infringir las reglas.
—Nunca conocemos a alguien realmente...
—En eso tienes razón, —acepta —nunca vi a Yusei capaz de dañar alguien, menos a mis sobrinas.
—No se muestra afectado, lo noto demasiado tranquilo teniendo en cuenta lo delicado de la situación de Saori.
Antes de que pueda frenar las palabras, ya las he dicho y el hombre se detiene a verme un instante antes de responder. Desde lo sucedido con mi madre, papá y yo no hacemos, sino pensar en ella y quién pudo dañarnos de esa manera.
Hace mucho tiempo no hay paz, ni risas o planes futuros. Llevo una hora con él y ha reído todo el tiempo, sin demostrarse afectado por la condición de su sobrina.
—Adoro a mis sobrinas, por ellas estaría dispuesto a dar la vida —empieza a decir —me duele lo que está viviendo, no obstante, alguien debe tener cabeza fría. Si todos nos sentamos a llorar y lamentarnos, no llegaremos a puerto seguro.
—¿Qué posibilidades tiene de mejorar? —me animo a preguntar.
—No me iré sin resultados positivos, señor Cahill —me advierte —agotaré todos los recursos.
—¿Necesita ayuda económica? —niega y decido seguir —Usted dijo que su familia estaba pasando por un mal momento...
—Mi hermano —me aclara —yo puedo costear los gastos de mi sobrina.
Él solo deseaba saber si mi interés en Saori era por ser quien era o había algo más fuerte. No hago comentarios, de hacerlo todos serían hirientes y ofensivos. Me limito a seguir sus pasos y escuchar las recomendaciones de quienes me harán las pruebas.
*****
En las horas que siguieron no vi a mi padre, tampoco respondió los mensajes, ni siquiera los leyó. Seguía enojado, por lo que decidí darle un tiempo. El tío de Hiro me prometió concretar una reunión con sus padres, abonar el terreno y mantenerme al tanto sobre su estado de salud.
Disfrute de la compañía de mi madre mientras esperaba por él, pero nunca apareció. Caía la noche cuando llegué a la casa en un taxi. Esperaba hallar su auto apostado en la entrada, pero mi sorpresa fue enorme cuando no fue así.
—Quédese con el cambio —le digo al taxista.
Los ventanales están cerrados, luces apagadas y no hay rastros de su auto o alguna muestra que estuvo allí. No es lo mismo llegar con papá que hacerlo solo, lo noto cuando mi piel se eriza y los recuerdos me sacuden.
Debajo de la alfombra de la entrada mamá solía dejar una copia de la llave, o en las raíces de las plantas cerca a la puerta. Deslizo la alfombra con el zapato y la pieza metálica resplandece.
Inclino mi cuerpo para recogerla y algo golpea mi espalda. Caigo de rodillas sintiendo mí cuerpo ser azotado y golpeado por sombras oscuras que me someten hasta caer al suelo. Mis intentos por verlos o levantarme, son interrumpidos por golpes más fuertes, feroces y despiadados.
Un ruido similar a un disparo rompe el silencio, en segundos los golpes cesan y el grupo se dispersa. De la misma manera en que llegaron. Escucho dos o tres detonaciones más en medio de mis desvaríos y un par de zapatos oscuros se asoman en mi campo de visión.
—No hay cosa más desastrosa que un hombre que no sabe defenderse Cahill —escupe Asaf.
—Espero hayan tomado la placa. —respondo consciente que su hermano debe estar por allí, esos dos no saben andar solos.
—Ni un maldito golpe le diste a esos infelices.
Le sigue su hermano Kurn y cierro los ojos en un inútil intento de ignorar sus protestas, pero soy alzado en brazos sin mayor esfuerzo por esos dos.
—¿Qué hacen aquí?
—Salvarte el trasero ... —responde Asaf. —la próxima vez grita fuego...—me aferro a lo primero que encuentro y apoyo mi cuerpo en la pared y abro los ojos solo para verles burlarse de mí.
—Llévalo dentro, daré una ronda —le ordena Kurn a su hermano —ponle sal a esa herida, le gusta el dolor...
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