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Pov. De Narradora.
Todo fue un choque miradas, comenzó con eso, sólo con un choque miradas entre un alfa ojiazul y un omega castaño ojijade en un pueblo alejado de la ciudad.
Un amor a primera vista, una pareja destinada encontrada más en este mundo.
Levi Ackerman, hijo de una familia criada para ser sirvientes fieles, el alfa estaba muy entrenado para el trabajo de empleado doméstico.
La familia Jeager era todo lo contrario, una familia adinerada y de la realeza, no aceptaban a los de "clase social baja", por inferiores.
Pero de una cosa estaban seguros, la familia Jeager había ido a un pueblo en Suiza alejado de la ciudad, tenían una propiedad allí, y su hijo legítimo, Eren Jeager, era el más respetado de la familia.
Los Jeager contrataron a Levi Ackerman para proteger a su hijo.
En una época de otoño frío y atardecer, ambos habían intercambiado miradas, Levi con 12 años y Eren con 10 años de edad.
En el primer día de trabajo el pequeño alfa se hacía cargo de jugar con su amo, la limpieza de la mansión, pero lo que más importaba era protegerle, cuidar a ese chico, al menor, y más por ese sentimiento que estaba creciendo más y más en su pecho.
Amor.
Los días pasaban y cada vez más se conectaban, más se atraían, más mariposas en el estómago causadas por ese sentimiento.
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[...]
En una noche de invierno, Levi hacía guardia en la habitación del omega que dormía pacíficamente con el aroma del azabache, al parecer el castaño había desarrollado tanto cariño por el alfa que no podía dormir si no sentía su olor.
Los pasillos de la mansión a oscuras, el alfa entró a la habitación del omega a ver como estaba.
Había un hombre, un alfa, aquel alfa trataba de llevarse a Eren, a su destinado.
Los instintos de Levi salieron a flote, sacó del bolsillo de su chaqueta una navaja de color negro, sus ojos se dilataron por la rabia junto a unas amargas feromonas.
Se abalanzó al intruso empezando a apuñalarlo brutalmente en la garganta, pecho y estómago.
Al ver el cuerpo sin vida de aquel alfa lo tiró por la ventana de la habitación.
En su contrato estaba proteger la vida del castaño, incluso si eso significaba ensuciarse las manos.
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[...]
Los años pasaban rápido, Eren ya había cumplido los 15 años de edad, sus hormonas ya estaban muy elevadas a su edad, y con ello, su primer celo.
Primavera era la estación que tenían ahora.
El alfa acompañaba al omega a recoger flores del jardín, el ojijade era muy infantil e inocente, y eso le gustaba al azabache.
Ya se habían alejado de la mansión más de lo que deberían, llegaron a un prado lleno de flores, margaritas, lavandas, begonias. Muchas especies de flores en las que estaban rodeados.
Eren se acostó sobre el blando pasto mirando el cielo.
-Levi... ven aquí, conmigo- dijo el castaño regalandole una sonrisa al alfa.
Este con gusto había aceptado.
Se acostó al lado de su amo para contemplar el cielo azulado con los brillantes rayos de sol que tenían por la primavera.
-Dígame, amo- respondió el azabache.
El omega se levantó del pasto para acostarse encima de su acompañante, comenzando a besarle, en un beso tierno e inocente.
Con gusto el pelinegro había correspondido aquel beso. Al separarse se miraron fijamente y sonrieron, sonrisas de felicidad.
-Levi prometeme que nunca me dejarás- dijo Eren para volver a darle un pequeño beso.
-Nunca te dejaré Eren, yo te amo- dijo para poder levantarse del suelo y cargar al dueño de su vida a estilo princesa.
Caminando por el prado, el omega estaba comenzando a soltar feromonas, sus primeras feromonas de celo, con un olor de excitación.
Provocando que ambos destinados hagan hacer posible ese acto de amor y lujuria.
Su primera vez haciendo el amor.
En ese día habían completado su unión, una unión romántica hasta el anochecer de la primavera.
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[...]
El tiempo seguía pasando y pasando.
Eren ya estaba por cumplir 25 años.
Los recuerdos con el azabache se habían hecho cada vez más significativos y sentimentales, así como buenos y nostálgicos.
Era navidad.
Un invierno frío, con el cielo nublado y la nieve cayendo en pequeños fragmentos hielo.
Eren veía desde la ventana como la nieve caía tan lentamente, aunque sus padres no estaban con el para celebrar la navidad tenía a su alfa junto a él para poder disfrutar del día festivo.
El mayor había preparado una cena exquisita para su amo.
Pavo al horno con papas asadas, rollos de jamón con queso y verduras, agua aromática -la favorita del omega- algo de vino y de postre un pudím con salsa de chocolate.
Ambos cenaron tan pacíficamente.
Y también haciendo más y más promesas de amor, aunque no sabían que su tiempo se estaba acabando.
El contrato del azabache estaba llegando a su fin...
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