Decido tomar un receso en mi recién estrenada vida de corredora para hacer compras e investigar un poco más sobre el mundo mágico de la gente con hábitos saludables.

Sin siquiera imaginarlo descubro un universo paralelo del que no tenía conocimiento. ¿Dónde estaba yo mientras la vida deportiva se tornaba tan compleja y competitiva? Mi mente sagaz arroja una posible respuesta, una simple hipótesis: comiendo alfajores. Ah, claro, ya entiendo todo.

Incorporo a mi guardarropas veinte prendas deportivas de primera línea, esas que no se rompen, no se estiran, no destiñen y tampoco se ven afectadas por el sol, el frío, el calor, la transpiración y ninguna guerra nuclear. Me las venden con tanta convicción que llego a pensar que cuando la raza humana se haya extinguido van a quedar sobre la faz tierra sólo cucarachas y ese tipo de prendas. También incorporo, como efecto colateral, varias palabras de habla inglesa que al parecer tendrían traducción al castellano, pero queda mas "cool" decirlas en inglés. Repito junto a la dedicada vendedora: Running - Footing - Outfit. Nota mental 2: ver la forma de incorporar palabras de otro idioma sin quedar como una verdadera pelotuda.

Para finalizar soy testigo de un debate crucial sobres zapatillas entre dos experimentados corredores que se disponen a asesorarme sobre el tema, sin que yo se los solicitara. Lo veo y no lo creo, dos muchachos grandes discutiendo por nimiedades. Amortiguadas vs. minimalistas. Lo pienso con detenimiento, pero igual descubro no entiendo un joraca. Sorpresa, sorpresa, elijo las más agradables a la vista dando por terminado este patético capítulo en mi vida.