¡Gané!...¿O no?
El aroma mezclado de la pólvora y los cadáveres que se estaban pudriendo o ardían en llamas, la tierra húmeda por la sangre de miles de inocentes que habían sacrificado sus vidas por razones egoístas del gobierno; los jadeos de cansancio por parte del mexicano y del japonés, llevaban ya dos horas en un combate que había empezado con espadas y ahora mismo se hacía mano a mano, siendo México aquel que llevaba ventaja en el encuentro
- Haber...mi taka-taka - mencionó agotado el mexicano mientras levantaba la mano, de echo, ambos llevaban unos cuantos minutos en el suelo intentando recuperar el aliento
- Kiku, Honda Kiku - dijo el japonés mientras se quitaba la chaqueta, estaba teniendo bastante calor a pesar de la brisa fresca que golpeaba sus cuerpos sudorosos y ensangrentados - Ese es mi nombre
- Bien, Taka-taka ¿No crees que ya tuvimos suficiente? Podemos dejarlo cómo un bonito empate ¿No? - México se sentó para estar más cómodo y levantó la mirada, sus hombres los rodeaban con sus aviones en tierra y con tequila en mano, de echo, uno de ellos llevaba una caja de apuestas - ¿Y esas madres de dónde las sacaron? Por cierto, me llamo José Alejandro Fernández Bocanegra, soy hijo de Antonio Fernández Carriedo por si te sonaba mi apellido
- ¿Hijo de España-san? - preguntó con algo de sorpresa el japonés, a su parecer el mexicano y el español no se parecían en nada - Perdón que lo mencione, pero no se parecen
- Si, lo sé, saqué la belleza de mi madrecita - Kiku decidió no decir nada, la verdad ya les había encontrado el parecido, tal vez no en apariencia pero si en personalidad - ¿Y? ¿Qué dices? ¿Empate?
- Lo lamento, pero aceptar un empate sería dejar de lado los esfuerzos y el honor de mis hombres - Kiku se puso de pie nuevamente, ante la cansada sonrisa de Alejandro quien no tuvo más que levantarse
- Entiendo
- No, no entiende, usted solo a perdido a tres hombres...yo he perdido a todo un ejerci - el puño del mexicano cerró la boca de Kiku quien se vió confundido al sentir el lodo putrefacto en su cara
- Ay mi ojitos negros, no sabes todos los hombres y mujeres que he mandado para mano de obra y entretenimiento a la gorda de Estados unidos - mencionó con molestia el moreno quien se hincó en el suelo para levantar al japonés de los cabellos, Kiku gruñó ante el agarre del mexicano y se perdió en esos hermosos ojos que demostraban la sed de sangre - Esa estúpida gorda que pronto me traicionara
Alejandro estampó con fuerza el rostro de Kiku contra el lodo mezclado con sangre y cadáveres, una y otra vez, mientras su sonrisa se hacía cada vez más grande y sus ojos adoptaban un brillo sombrío, incluso sus hombres se vieron temblando del miedo ante la escena, el japonés apenas y ponía mantenerse de rodillas cuando Alejandro lo dejó en paz. Una patada, dos, tres, una tras otra en el rostro del japonés o en su estómago, sin darle tiempo a recobrar el aliento, ya no era un simple combate, era una tortura pública que no sé detendría hasta que el japonés dejase de respirar
- Solo un poco más.. - pronunció en un leve susurro el moreno al mismo tiempo que tomaba una katana y apuntaba al pecho del moribundo japonés quien yacía en el suelo respirando con dificultad - No te preocupes, los dioses te recibirán
Alejandro empuñó la katana con fuerza al mismo tiempo que se arrodillaba sobre el estómago del azabache, miró unos segundos a su oponente y le sonrió con locura, con maldad y con sed de sangre, el pecho de Kiku habría sido atravesado en cuestión de segundos de no ser por una mano enguantada que tomó la hoja de la espada, Alfred miraba preocupado a Alejandro, buscaba con desesperación aquellos ojos que le encantaban pero su mirada solo captaba un manchón oscuro dónde se supone deberían estar aquellos ojos dorados
- Alfred... - habló Alejandro arrastrando las palabras, se enderezó aún sobre el estómago de Kiku y quitó la espada sin cuidado alguno haciendo más profunda la herida del americano - ¿Qué chingados haces aquí? ¿No deberías estar todo pancho en tu asqueroso cuartel?
- Ale, los soldados me llamaron...me dijeron que te estabas pasando de la raya, que no eras el mismo de siempre - el rubio se mostró preocupado por su amigo de la infancia, aquella mirada vacía no era normal en él, había perdido el control, se había destrozado - Por favor, detén ésta barbaridad
- ¿Cuál barbaridad? Es el deber de un soldado el de acabar con el enemigo, un soldado no debe mostrar piedad ¿O si?
- Bueno, si pero...
- ¿Pero qué? - la casi nula paciencia de Alejandro se estaba acabando, se notaba si mirabas el fuerte agarre hacia la empuñadura de la katana
- ¡Primo! - gritaron los pilotos al unisono, la madre de Alejandro no mataba, las guerras entre los imperios mantenían a algunos cómo prisioneros y se les cuidaba por un año mientras se les llamaba Primo se les trataba cómo tal y después eran sacrificados a los dioses, pero sus derechos eran asegurados, eran curados y bien alimentados - ¡Primo! ¡Primo Kiku!
- Ah chingao ¿Y ustedes cuando llegaron? - preguntó Alejandro mientras se ponía de pie y se apartaba de Kiku, americano y japonés respiraron tranquilos al ver cómo aquel manchón desaparecía - ¡Josué, suelta esa pinche caja de apuestas, ya te dije que no soy pelea de gallos cabrón!
- Obligame perro - gritó el nombrado quien sacó la lengua en un gesto infantil, pero poco le duró el valor a ver cómo Alejandro llevaba su mano hacia su zapato, no tuvo de otra que callarse y esconderse tras uno de sus compañeros - Me obligó el perro...
Los pilotos rieron con burla y alegría, olvidando por completo lo que había pasado hace tan solo unos segundos, recibieron a Alejandro con una amplia sonrisa y palmadas en la espalda que hicieron que se quejara pues había heridas frescas de la katana de Kiku, pronto el moreno dirigió su mirada hacia Alfred y Kiku a quienes les sonrió con su característica dulzura
- El chico es mío, así que ni se te ocurra interrogarlo...gorda - después de eso subió a su avión designado y regresó a la base junto con sus hombres, su misión había sido completada...por el momento, aún le quedaban muchas más
- ¡¡NO ESTOY GORDO!! - gritó con molestia el rubio quien sin querer dejó caer al japonés pues lo había cargado para trasladarlo a las instalaciones cómo un rehén, pero al parecer sería un invitado de su ruidoso amigo
No wey, nada más estás cómo un pinche cerdo, ya estás bueno para los tamales
¡Así lo amas, culero!
¡Culo si no!
Pues si, soy culo ¿Y qué?
Ya no sirve con éste vato
Oye, Ale
¿Qué transa, Martínez?
No solo el chinito, el ruso y la gorda ¿Ahora también el japonés? Wey, tienes para fruticlub
Jajaja Se ladeó
Y las apuestas siguen caballeros, ¿Cuánto apuestan al japonés?
Ya parale con tus chingaderas josué o me voy a tomar tu tequila
A que no
....
¡Con la chancla Ma'!
¡No! ¡Ma' con la chancla no!
Es que Papi Rusia no le dió lo de la quincena, por eso anda de malas
Órale wey, te voy a dar tu quincena
¿Quieres que te recuerde los 5 que me trajiste en la última boleta?
Yo soy niño bien Ma', no sea mentirosa
Bien pinche grosero
Lo aprendí de usted, Ma'
Las risas que se han de estar tirando en el cuartel general
¿Qué? ¿Porqué?
Porqué los estamos escuchando
Chingue su...mi jefe
Fue mi 'amá, a nosotros no nos metan en sus problemas maritales
Te va a caer la chancla, Martínez
Cuidado Martínez, cuidado
Oigan, ¿Porqué todos se llaman por su nombre y solo a mí me llaman por mi apellido?
Pues es que te llamas Alejandro, se copia
No vamos a gritar, Ale y Alejandro
Por eso Martínez
Ya vamos a llegar, abrochen sus cinturones
Los soldados descendieron con tranquilidad, en el pequeño altar improvisado que habían echo para honrar a los caídos en pruebas Alejandro puso 3 placas más de aquellos caídos en combate, los pilotos se acercaron a ofrecer oraciones para que sus almas descansaran en paz y Alejandro solo esperaba verlos una última vez
- México ¿Cierto? - Belaruss y Ucrania se acercaron al moreno, ambas con sus ropas militares y con la misma mirada vacía que Rusia
- Si señoritas ¿En qué puedo ayudarles? - preguntó cortésmente el nombrado mientras se alejaba un poco de sus compañeros
- Rusia quiere verte en su oficina - exclamó la rubia mayor con una dulce sonrisa - No es necesario que vayas de inmediato pero si lo antes posible, antes de eso pasa al área médica para curar tus heridas
- Si, entiendo - en cuanto las damas se fueron los soldados se acercaron preocupados, le pusieron cruces, metieron imágenes de la virgencita en sus ropas, lo bañaron de agua bendita y Martínez se encargaría de darle la bendición
- En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo - el piloto hizo una cruz sobre el rostro del moreno al mismo tiempo que el resto de los soldados susurraba un "amén", al escuchar el amén Alejandro besó la mano de su hermano de armas - Dios padre todopoderoso, cuida de nuestro Alejandro en su camino para que regrese con bien
- Oigan, si no voy al infierno, solo voy a ver a mi jefe
- Es lo mismo - los soldados le dieron la vuelta y lo empujaron levemente para que prosiguiera, el moreno no tuvo más que seguir el camino hasta la oficina de Rusia, su andar de vez en cuando soltaba algunas manchas de sangre pues el muy testarudo se había saltado el área médica alegando que solo era un rasguño cuando su chaqueta estaba toda destrozada y lo poco que quedaba de ella colgaba de un hombro, al llegar a su destino tocó dos veces la puerta de metal
- Adelante - la voz de Rusia se notaba algo opacada, al entrar, Alejandro se encontró con una montaña de papeles y enmedio un poste de luz con sombrero y bufanda - Toma asiento, México
- Si estás muy ocupado puedo volver más tarde
- No, esto es de suma importancia - explicó el ruso mientras dejaba la pluma de lado y levantaba la mirada de los papeles, llevaba horas y horas firmando documentación así que hablar con Alejandro sería tomar un descanso - Los soldados me informaron que pediste que Japón no fuera interrogado ¿Porqué?
- Los métodos de interrogación de Alfred son horribles e inhumanos, por ello se quedará cómo mi primo y yo me ocuparé de él - explicó el mexicano mientras tomaba asiento en la fría silla de metal
- ¿Inhumanos? ¿Cómo dejar al borde de la muerte a Japón? - el moreno se mostró confundido, intentaba recordar algún momento en el que tratará demasiado mal a Kiku pero en su cabeza había una laguna que no podía cruzar
- Yo no...
¡¡Señor América!! ¡¡Es una emergencia!!
¿¡Qué sucede!?
Es el señor Alejandro, se..se volvió loco
¿Cómo...que se ha vuelto loco?
Si, está atacando a Japón sin piedad alguna
¿Señor? ¿¡Señor!?
La grabación que Rusia le había echo escuchar lo había dejado confundido ¿Él había echo eso? ¿El había lastimado de más a Kiku? Pero si solo lo iba a golpear en el pecho con un palo para dejarlo inconsciente, no lo había golpeado a muerte ¿O si?
- No entiendo ¿Cómo que volverme loco?
- Al parecer perdiste la cordura por unos momentos - le respondió el de mirada púrpura con una sonrisa infantil en el rostro que le caído escalofríos al mexicano - Eso quiere decir, que gané la mitad de la apuesta
- Pero... - no pudo decir nada, estaba aquella grabación echa por el cuartel general, él se había vuelto loco, había perdido la cordura y estuvo a punto de mantar a Kiku - Está bien...¿Qué es lo quieres?
- Nuestra apuesta consistía en que si pérdidas la cordura y dejabas de tratar a tus hombres cómo siempre entonces no solo serías mío, sino que también, tus tierras serían mías pero...si seguías firme ante tus creencias yo te invitaría unos tragos de tequila
- Si, si, la apuesta la recuerdo Tripalosky, yo hablo de ¿Qué es lo que quieres? ¿Mis tierras...o a mi?
- Aunque no lo.creas es una difícil elección...lo sabrás al termino de ésta guerra, por ahora dame el reporte de los hechos
- ¡Si, señor!
El reporte fue dado con normalidad, sin anomalías a excepción de las tres bajas que tuvieron en éste último encuentro, México fue obligado por Rusia a ir al centro médico para que lo atendieran aunque el moreno seguía negándose y más al ver la aguja con la que coserian sus heridas causadas por la katana, el fin de la guerra se acercaba y con ella la decisión del ruso.
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