CAPÍTULO 15



—Y entonces me dejó a mitad de la cancha de futbol, pensé que voltearía a mirarme... ¡siempre ocurre en los libros y películas! Pero no lo hizo.

Estaba relatándole los acontecimientos del domingo a Mia bajo confesión de amigas, porque por nada en el mundo podía decirle algo a Noah o dejaría de llamarse. Teníamos un hueco de una hora y nos encontrábamos comiendo en la cafetería, pronto la masa de estudiantes entraría por esa puerta y ya quería verlo, aunque sea solo verlo...de lejos.

—¿Amigos? Si serás imbécil Alison —me regañó, golpeando mi cabeza—. Si yo fuera Noah jamás te volvería hablar...amiga, su dignidad.

Ella tenía razón, pero Noah no lo haría ¿o sí?

—No estaba coordinando mi mente con mi boca, él estaba muy cerca...no supe que hacer —me excusé. ¿Cómo no pretendían que dijera estupideces si semejante dios griego estaba tan cerca?

—Da igual ya, cualquier oportunidad que él te dio en ese momento la desaprovechaste y Noah es el tipo de persona que...a pesar de no estar conforme con una situación, él hará lo que te hace bien, en este caso seguirá al pie de la letra tu mensaje.

Tenía un nudo en mi garganta y quería llorar. Yo solo quería que volviera a ser el mismo Noah de antes. Me costumbre abismalmente a él.

—¿Quién pudo enviar ese mensaje? ¿Cómo lo hicieron? —pregunté en voz alta, necesitaba saber que decía con urgencias.

—No lo sé —agarró mi mano y sonrió—. Mírale el lado bueno, tu no quieres una relación, no quieres enamorarte, es mejor que haya pasado este ahora y no después cuando ambos podían salir realmente heridos.

¿Se supone que era el lado bueno? —pensé.

No me entendía en absoluto, llegué a nueva york con una meta fija y estaba tan segura en no involucrarme sentimentalmente con alguien, sabía de antemano que solo supondría problemas y tenía que dedicarme a mi carrera pero, hablábamos de Noah Anderson, él era todo lo que alguna vez le pedí llorando a Dios.

Cuando divisé al grupo de mi hermano, me quedé callada, más adelante podríamos seguir hablando. Fueron llegando uno por uno mientras nos saludaban y cuando fue el turno de él, estaba hiperventilando.

—Hola chicas —saludó, pero solo veía a Mia.

Un apretón de teta dolía menos.

—¿Cómo les esta yendo? —indagó mi hermano, siempre tan interesado en mi vida.

Iba hablar, pero se me adelantaron.

—Bien, pero Alison y yo no entendemos un trabajo de microeconomía —se lamentó.

¿Qué trabajo no entendíamos? Si yo era muy buena en ello.

—Oh, Noah es muy bueno en esa materia... él podría ayudarlas, ¿verdad Noah? —preguntó tranquilamente Jay.

Noah se metió una cucharada grande de comida y sabía que era para evitar responder, pero no estaría masticando por la eternidad, así que cuando tragó para su mala suerte, resignado asintió.

—Perfecto, ¿podemos ir a tu casa Noah? —golpeé por de bajo de la mesa a Mia, dios que se callara ya.

—No se puede, ya no vivo allí —respondió simple, concreto y directo.

No daba cabidas a preguntas curiosas, pero que me cayera un rayo si no estaba apretando mis labios para evitar preguntar.

¿Cómo así? ¿no vivía con sus padres? ¿Qué pasó?

Vi de reojo como Jayden resoplo contrariado para después voltearme a ver.

—¿Tienes algún problema si Noah va a vivir con nosotros una temporada?

¿Qué mierda?

—Jayden —advirtió, algo enojado.

Por la situación supe que ya se lo había planteado y como era obvio se negó y todo por mi culpa.

—¿Temporada? —dije confundida—. Puede quedarse todo el tiempo que quiera, tenemos mucho espacio.

Esta vez lo dije mirándolo fijamente a sus ojos, no dure más de cinco segundos cuando aparte la mirada, siendo incapaz de sostenerla por mas tiempo, no si me miraba tan frio.

—Esta hecho, vivirás con nosotros —agarró a Noah por el brazo y se fueron.

¿Qué? ¿eso era todo?

¡Esperen!

¡Paren todo!

¡Noah Anderson viviría en mi casa!

¡Lo vería todos los días!

¡Él dormiría a tan solo unos metros de mí!

Me levanté abruptamente y salí de la cafetería con Mia gritando que me detuviera, no lo hice hasta que llegué a los baños y refresqué mi rostro.

—¡¿Qué te pasa?! —quiso saber, mirándome extrañada.

—¿Acaso no ves lo que pasa? ¡vivirá en mi casa! —chillé, sin poder dirigir por completo el acontecimiento—. ¡En mi casa!

—¿Y? Es una buena noticia y oportunidad, pero también mucha tentación... ¿acaso no lo has visto recién levantado? Debería de considerarse un delito.

Me crucé de brazos molesta, ¿eran celos? No tenía la menor idea, pero me resultaba algo molesto saber que ha visto cosas de Noah que yo aun no lo sabía.

—¿Por qué lo dices? ¿lo has visto? —la miré recelosa—. Estúpida suertuda.

Murmuré bajo.

—En persona no, pero tenía que hablarle sobre un tema algo delicado y eran las seis de la mañana, lo llamé por videollamada, contestó, me deslumbró y reafirmé el hecho de que era perfecto.

—¿Gustas de Noah? —solté tan rápido, que me golpeé mentalmente por preguntar algo como eso.

—¿Qué eres idiota? Claro que no, pero por eso no signifique que no admita lo obvio...a mi me gusta otra persona —se encogió de hombros y salió.

¿Otra persona? ¿Quién?

[...]

Estaba tan molesta conmigo misma, no pude prestar atención a ninguna de las clases de la tarde, mi mente estaba muy ocupada pensando en el hecho de que Noah Anderson, el mariscal de campo, el sexy dios griego andante, el popular, iba a vivir con nosotros.

Era algo irrealista. Jamás algo como eso se pasaría por mi cabeza, es que... ¡mierda!

Al salir de la universidad me sorprendí al ver a mamá, ahí estaba, esperándome en el automóvil con una sonrisa en el rostro. Era como si el hecho de estar por fuera tanto tiempo no fuera importante.

Me subí en lado del copiloto y la saludé secamente.

—Lo siento cariño, he venido por ti como cuando estabas en primaria... ¿recuerdas?

¿Alguien con mas descaro que mi madre? Imposible que lo hubiera.

—Estoy muy cansada, ¿puedes arrancar ya? —pedí, recostándome en el asiento. No quería hablar de estupideces del pasado—. ¿Sabes que recuerdo? Como mi papá me llevaba y me traía...todos los días, si tu me recogiste fueron contadas las veces.

Y con eso había dejado sin que hablar a Madison Walker, durante el camino nadie dijo nada, no quería hablar con ella...aun no, estaba muy molesta y podría decir algo hiriente y no quería.

Cuando estacionó el automóvil en casa se volteó para verme.

—Tengo algo que contarle a tu hermano y a ti, pero creo que aun no es el momento —resopló, veía frustración en su mirada—. Supe que Noah se quedara en casa.

—Aja —susurré sin importancia, cuando era claro que me importaba y mucho, pero eso ninguno de ellos podía saber.

—Alison no quiero que estes así.

—Entonces compórtate como una madre —repliqué, empezando a enojarme—. ¿crees que te creemos? ¿Qué viaje de trabajo dura tanto? ¡¿Qué es mas importante que tus hijos?! ¡Dime!

—Era un viaje de trabajo —reiteró.

Mamá siempre era de pocas palabras en cuanto a temas de trabajo y su vida personal, nos decía lo justo, nada más.

—No te necesitamos este tiempo y no lo haremos más. Puedes irte por dos meses o si quieres por un año a tu viaje de trabajo —sugerí, abriendo la puerta del automóvil—. En cuanto termine este año buscaré un espacio para mi...no quiero seguir viviendo más contigo y llevándome decepciones que lo único que harán será alejarnos...es por nuestro bien mamá.

Salí del automóvil y me dirigí rápidamente adentro, mis planes de descansar se fueron directo al caño cuando varias voces se escucharon en la cocina de mi casa.

¿Qué mierda?

Fui hasta allá, sorprendiéndome al ver al grupo de amigos de mi hermano haciendo... ¿pizza?

¿Qué no tenían otra casa en donde reunirse?

—Hola Alison.

—Hola chicos... ¿están haciendo pizza? —pregunté, acercándome a Olivia, quien amasaba una masa.

Ahora nos escribíamos a diario, quería saber en todo momento si ella y mi sobrino estaban bien, también dándole fuerzas para que se lo dijera a Jayden de una buena vez por todas, pero entendía su miedo...ni siquiera habían formalizado su relación y estaba embarazada, era una locura y si me llegara a suceder, estaría igual o pero que ella, así que no tenía derecho de juzgar sus razones pero, era difícil contenerme cuando veía a Jayden, quería gritarle a los cuatro vientos que seria papá y yo tía.

—Sí, celebramos que Noah es un hombre libre y que nunca más lo volveremos a ver con Charlotte —me murmuró al oído.

—¿Ah sí? —pregunté, inconscientemente buscándolo con mi mirada, pero no estaba.

¿Dónde estaría?

—Sí, ahora ayúdame con esto por favor —le di una mirada de disculpa y le expliqué que antes quería ducharme.

Salí de la cocina y fui a mi habitación, necesitaba cambiarme para estar cómoda y disfrutar de la noche con ellos. Hace mucho no hacia algo como esto.

No tardé mucho en la ducha. Busqué entre mi guarda ropa unos shorts algo cortos y una camisa de Jayden, agarré mi cabello en una cola algo desarreglada y salí, dándome de golpe con un duro pecho.

—¡Mierda! —exclamé, si que me había dolido la nariz—. La rinoplastia empieza a sonarme.

—Oh Alison lo siento —unas manos cálidas agarraron mi rostro, elevándolo a su altura—. ¿Estas bien?

Y ese señores y señoras, era el Noah que conocí y el que tanto extrañaba.

—Ahora sí —murmuré.

Se dio cuenta de la situación en la que estábamos y se separó.

—Lo siento —lo agarré antes de que se fuera—. Suéltame Alison.

—No, no lo haré hasta que me escuches —dije firme.

—¿Qué dirás? ¿Qué no me enviaste el mensaje? ¿Qué no querías decir lo que justamente dijiste el domingo? —reprochó—. Ahórrate las palabras mejor y suéltame.

—No diré nada de eso —susurré, ajustando el agarré que tenía en su muñeca—. Solo quiero que me permitas arreglar todo.

Me miró confundido y volteó a ver el pasillo antes de entrar a mi habitación y de paso arrastrarme a ella.

¿Así seria de ahora en adelante? Porque si era así, déjenme decirle que viviría en el paraíso de Noah Anderson.

—¿Qué pretendes? —cerró la puerta y me llevó contra ella—. Solo trato de hacer lo que dijiste, no compliques mas las cosas.

—Yo no te dije nada, Noah —me sentía tan pequeña a su lado, bueno era pequeña, pero...se entiende, ¿no?

—Ok —dijo, tiempo después—. Ahora viviremos juntos, pero te aseguro que será muy poco tiempo.

¡Nooo!

—¿Acaso alguien te esta echando? Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

—¿Por qué? —susurró, viendo mis labios y acercándose cada vez un poco más.

—Porque me gusta tu presencia.

Si algo sabía a la perfección, es que palabras a medias no arreglarían mi situación con Noah, debía de ser lo más sincera posible y me estaba costando horrores.

—No lo hagas Walker —cerró sus ojos, juntando nuestras frentes y de paso también nuestras respiraciones.

Éramos uno en ese momento y quise congelarlo.

¿Podía quedarme aquí para siempre?

—¿Qué cosa? —dije sin aliento, no tenía las fuerzas suficientes para hablar. Noah agotaba todas mis capacidades.

—Hacerme creer que gustas de mi cuando no es así.

Me congelé en mi lugar sin saber que hacer o decir.

Una cosa era confesar algunas verdades, otra muy distinta confesar la VERDAD, no, no podía hacerlo...no era el momento, no.

Espera... ¿Noah Anderson me gustaba?

Mierda sí, me encantaba.

¡Me gustaba el mejor amigo de mi hermano!

—Empecemos de nuevo —sus ojos se abrieron y fue lo mas hermoso que jamás había visto. Brillaban y había tanto sentimiento, que me sobrecogió al instante.

Se alejó de mi y con una sutil sonrisa, extendió su mano.

¿Podrías dejar de sonreír? *A la muerte le gusta esto*

—Hola, Soy Noah Anderson.

Quería llorar de la emoción.

—Hola, Soy Alison Walker —estreché su mano, apretándola fuerte...así como lo hizo él aquel día.

—Lo sé —me jaló hacia él y me abrazó sin ningún aviso de por medio.

No sabía que necesitaba un abrazo de su parte hasta ese momento.

¿Qué cómo era un abrazo de Noah Anderson?

Era el paraíso...un paraíso del que no quería salir jamás. 

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