🩸01 ⚔️
La nieve caía con una furia silenciosa, cubriendo el mundo con un manto de olvido. En lo alto de la montaña, el castillo del Conde Yoongi se erguía como un faro de desolación, sus torres altas desafiando el cielo gris. Dentro, el conde caminaba por los pasillos vacíos, su toque dejando huellas de escarcha sobre la piedra antigua.
Yoongi había aprendido a apreciar el silencio, la única compañía que no desaparecía bajo sus dedos. Pero esa noche, el viento traía consigo algo más que el frío; traía un cambio, un presagio que hacía eco en las cámaras vacías del castillo.
En la base de la montaña, una figura solitaria luchaba contra la tormenta. Era una mujer joven, su capa azotada por el viento como una bandera de desafío. Cada paso era una batalla, pero sus ojos estaban fijos en la cima, en la leyenda del conde maldito que vivía más allá del alcance de la muerte.
Cuando finalmente alcanzó la puerta del castillo, sus nudillos golpearon la madera con una determinación que desafiaba su agotamiento. El sonido resonó a través de los pasillos, y por un momento, el corazón de Yoongi se detuvo. ¿Quién podría buscarlo en un lugar tan maldito?
Con cautela, abrió la puerta, manteniendo su cuerpo lejos del umbral. La mujer cayó hacia adelante, y él retrocedió instintivamente, evitando el contacto. Sus ojos se encontraron, y en ellos, Yoongi vio algo que no había visto en años: esperanza.
"Por favor," susurró ella, su voz temblorosa pero fuerte. "Necesito refugio."
La mujer, exhausta y temblorosa, se adentró en el castillo con pasos inseguros. Yoongi la observaba desde las sombras, su corazón latiendo con una intensidad que había olvidado que podía sentir. La había llevado a una de las habitaciones más cálidas, asegurándose de no tocarla, de no dejar que su maldición le arrebatara otro pedazo de humanidad.
Después de dejarla en otra habitación a que descansara, se fue hasta su habitación la más alejada del castillo, está, estaba al fondo.
Quito sus ropas y alistó su cama, dejo una lámpara encendida, pues la oscuridad le daba cierto temor y frío.
Se sumergio en un profundo sueño , dejando atrás sus inseguridades, pero su ensoñacion se vio atormentada por recuerdos, envueltos en pesadillas.
Se encontraba un pequeño azabache mirando una tumba junto a su padre, ese día llovía fuertemente empapando a ambos por completo.
Los dos miraban con nostalgia y tristeza la tumba, ya que su madre la reina había muerto.
Fue entonces que escucho a su padre hablar.
— Mi esposa murió porque tu naciste, por eso debes expiar tu pecado— dijo con reproche y desprecio su padre.—Naciste para traernos desgracias, ¡Eres la muerte!— exclamo molesto y salió dejando solo al niño
Yoongi se despertó alterado y ansioso, siempre era la misma pesadilla, se sentó en su cama para calmarse.
Para su yo pequeño Daba igual si tenía hambre, o si sentía solo, el aprendizaje siempre estaba ahí para él, desde que tenía 6 años
De que servía estar rodeado de dinero,riquezas,mucamas, si siempre se sentía solo.
Su único refugio era los libros, medio por el cual aprendía del exterior y diversas cosas.
El conocimiento entraba en su mente y se asentaba en su cuerpo, era como respirar o beber agua.
Una vez que se calmo un poco volvió a dormir.
Al día siguiente...
Se levantó temprano y se fue hacer su desayuno, el cual consistía en café y rebanadas de pan,se estaba sirviendo su bebida, pero entonces un recuerdo llegó a su mente.
— Este niño heredó mi genialidad — anunciaba el mayor colocándose aun lado del menor.— Úsenlo cuanto quieran en mi lugar — anuncio a sus asistentes y empleados alrededor.
El niño miraba alrededor, veía diversos artefactos, máquinas y personas extrañas.
Cuando le permitieron acceder al laboratorio de la familia real, su mundo cambió.
Si quería saber algo y experimentaba lo suficiente siempre obtendría frutos.
—¿Qué esta pasando aquí?
—No creí que fuera capaz de crear algo capaz de matar a las personas
Decían entre murmullos los alquimistas y demás asistentes de la familia Min.
Ardía absolutamente todo, fuego por todas partes, los alquimistas del laboratorio, su padre incluso, habían muerto en el incendio.
Dejando solo al niño, se sostuvo por la herencia y dinero que aún quedaba de su familia.
—Hola— saludo la castaña frente suyo
Yoongi reacciono y vio a la chica frente a el, soltándo su taza cayendo al suelo.
La chica intento ayudarlo a levantar los pedazos, pero el conde grito y negó.
—¡No!
Ella reacciono un poco nerviosa y decidió presentarse como Hana, era viajera que buscaba las historias ocultas del mundo, aquellas que solo se susurraban en los rincones más oscuros. Su curiosidad era tan feroz como la tormenta que aún rugía fuera. A pesar de su situación, Hana no mostraba miedo; en cambio, sus ojos brillaban con una mezcla de valentía y compasión que desconcertaba a Yoongi.
—Bueno Hana, espero disfrutes tu estadía en mi castillo, si necesitas algo dímelo, puedes caminar por aquí, excepto entrar a mi habitación — explicó mientras tiraba los pedazos de cerámica rotos.
La chica accedió y sonrío amable
—Gracias, por cierto, ¿cual es tu nombre?— cuestiono curiosa.
—Yoongi— respondió firme
Hana sonrío al escucharlo.
Fue entonces que cada día que pasaba, la presencia de Hana en el castillo traía un cambio en la rutina solitaria de Yoongi. Sus conversaciones, llenas de preguntas y relatos, eran como rayos de sol que se filtraban a través de las nubes de su eterno invierno.
— La vida puede ser como la lluvia solo fluye, puede que encuentres algo al final de la corriente, una vida extraordinaria, una vida corriente, lo que sea que gustes
Todo es bueno a su manera — hablo pensativo el conde mientras su mirada se reflejaba en las llamas de la chimenea.
—En cierta parte tienes razón, las cosas nunca salen como las planeamos, es una realidad que debemos aceptar,
La vida esta llena de altos y bajos
Que harás que la sientas agotadora — respondía ella mientras tomaba su taza de té.
—Así es la naturaleza humana— menciono el— Queremos tener lo que no tenemos, deshacernos de lo que poseemos, ¿Quién dijo que los humanos
son animales de sabiduría?— dijo confuso — A mis ojos somos animales de remordimiento — dijo nostálgico mientras unas lágrimas resbalaban por su mejilla.
No pudo resistir más y salió casi corriendo de la sala hasta su habitación dejando sola a Hana con confusión y tristeza, no por su ausencia sino por la soledad que sentía el pálido.
Y aunque él se mantenía a distancia, no podia negarse que algo dentro de él comenzaba a derretirse, algo que había estado congelado por demasiado tiempo.
Hana le enseñó que había belleza en la fragilidad de la vida, que cada momento era precioso precisamente porque no era eterno. Y mientras la primavera se acercaba, Yoongi empezó a preguntarse si, después de todo, había algo más fuerte que su toque mortífero: la esperanza de una conexión verdadera.
La primavera había llegado, y con ella, la nieve comenzó a derretirse, revelando los caminos ocultos que conducían al castillo. Hana pasaba sus días explorando los vastos jardines que una vez estuvieron llenos de vida, ahora silenciosos y esperando ser despertados. Yoongi la observaba desde las ventanas altas, su corazón inquieto con cada paso que ella daba.
—Las personas cambian tal y como tu lo haz hecho, nada es para siempre todo viene y se va, yoongi— recordaba el pálido las palabras de la castaña.
Un día, mientras Hana caminaba por el laberinto de rosas marchitas, encontró una estatua de mármol, una figura femenina con una expresión de sorpresa eterna en su rostro. La belleza de la estatua era inquietante, y Hana no pudo evitar sentir que había algo más en la historia de esa figura pétreo.
Esa noche, durante la cena, Hana preguntó a Yoongi sobre la estatua en el jardín.
—¿Puedo hacerte una pregunta yoongi?— cuestiono la castaña
El conde le indico seguir mientras partía su carne.
— Mientras caminaba por los Jardines note una estatua femenina, ¿Quién es?— pregunto confusa e inocente mientras comía.
Él se tensó, su mirada se desvió, y por un momento, el silencio se apoderó de la sala.
Finalmente, con una voz que apenas era un susurro, Yoongi compartió la historia de su hermana, la única familia que le quedaba, y cómo su toque la había convertido en piedra.
—Esa joven era mi hermana, era mayor que yo, quizás por un año, pero lastimosamente tuvo un final terrible, te contaré parte de mi vida el porque evito el contacto con los demás — hablo pensativo y miró a la chica nostálgico — cuando yo nací fue una especie de maldición, realmente nose, pero dicen que cuando mi madre intento darme de comer yo le succione todo, literalmente le quite la vida, pues murió al instante, es como si fuera una especie de veneno mi sangre ya que al tocar una persona o ser vivo este moría, le quitaba toda su vitalidad, mi padre me encerró en el zotano dejándome a la deriva, mi único entretenimiento en ese entonces eran libros que guardaba — explicó. — Poco después investigando hice una especie de pócima más bien era usada como bomba, mezcle mi sangre junto a unas hiervas lo que me llevo a provocar una explosión lo que ocasiono la muerte de mi padre y empleados que tenía, después de eso, me quedé solo, porque mi hermana se había alejado, y cuando regreso le dije que había matado a mi padre, al principio se asustó pero después se tranquilizo e intento hablar conmigo pero ese día...
— dijo recordando
Corría una joven rubia detrás del azabache.
—Hermano, escúchame no tienes la culpa todo fue un accidente — dijo comprensible persiguiendo al chico
—Cállate Minji tu no sabes nada, déjame en paz, ¡vete!— exclamo molesto y grito.
La chica molesta frunciendo el ceño, no se dejó intimidar y corrió detrás del menor, tomando su mano.
Yoongi al reaccionar vio como su hermana se paralizada lentamente cual roca.
—¡Minji!— grito devastado y llorando.
Las lágrimas de Hana cayeron por sus mejillas, no por miedo, sino por la tristeza que ahora compartía con Yoongi. En ese momento, ella decidió que ayudaría a Yoongi a encontrar una cura, a liberarlo de su maldición, para que ya no tuviera que vivir en el exilio, solo y temido.
Juntos, comenzaron a buscar en los antiguos libros del castillo, leyendo sobre hechizos y maldiciones, sobre alquimia y magia antigua. Y mientras buscaban respuestas, la conexión entre ellos crecía, un lazo forjado en la comprensión mutua y la esperanza compartida.
La búsqueda de la cura había llevado a Yoongi y Hana a los confines más remotos de la sabiduría antigua. Juntos, habían descifrado el enigma de la maldición, un hechizo tejido con la tristeza de un corazón solitario y el deseo de conexión. La clave para romperla no era una poción o un encantamiento, sino un acto de amor verdadero y sacrificio.
Mientras la luna llena iluminaba el cielo nocturno, Yoongi y Hana se encontraban en el jardín, frente a la estatua de mármol de la hermana de Yoongi. Hana tomó la mano de Yoongi, y con una mirada llena de determinación, la colocó sobre su propio corazón.
"El amor es más fuerte que cualquier maldición," susurró ella.
En ese momento, una luz cálida envolvió a ambos, y la estatua comenzó a resquebrajarse. La hermana de Yoongi emergió, viva y respirando, mientras la maldición se desvanecía en el aire nocturno. Hana cayó al suelo, debilitada por el hechizo, pero viva.
Yoongi, ahora libre de su toque mortífero, levantó a Hana en sus brazos, las lágrimas de gratitud y alegría mezclándose con las suyas. Habían roto la maldición no solo con un acto de amor, sino con la fuerza de su unión.
El castillo ya no era un faro de desolación, sino un hogar de esperanza y nuevos comienzos. Yoongi, Hana y su hermana se embarcaron en una vida llena de posibilidades, donde cada toque era un regalo, cada abrazo un tesoro, y cada día una promesa de felicidad compartida.
Fin.
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